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Salón Recreativo => Antiguos juegos => No Way Back => Mensaje iniciado por: ayrendor en 05 de Abril de 2011, 01:16

Título: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 05 de Abril de 2011, 01:16
Estoy seguro que todos habéis oído hablar de los libros "Elige tu propia aventura". En el caso de que alguno no, aquí va una pequeña explicación:

"Una serie de libros juveniles de hiperficción explorativa, también conocidos como «libros juego», en los que el lector toma decisiones sobre la forma de actuar de los personajes y modifica así el transcurrir de la historia. En un inicio, la serie se publicó en inglés bajo el sello de Bantam Books, de 1979 a 1998. Las primeras traducciones al español se publicaron en los años 80."


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En primer lugar quiero responder a cuatro preguntas:

1º- ¿Tiene esto alguna relación o incidencia directa sobre esto: Acto I (http://www.cientoseis.es/index.php?topic=24103.0)?

Si, es inevitable que aunque yo maneje el barco rayd lea, se entere y decida coger cosas. Además el goteo de información lo decidimos por consenso.

2º- ¿Puedo leerme las historias de forma independendiente al NWB normal ?

Por supuesto, todo depende del afán de conocimiento que tengáis. Progresivamente estas historias irán cubriendo aspectos que no se afrontan en la trama principal.  

3º-¿Donde puedo quejarme de que no entiendo nada o soltar chorradas?

Pues donde siempre El gran (mentira) hilo para comentar... (http://www.cientoseis.es/index.php?topic=24018.0)

4º- ¿Donde me quejo de que no me gusta la historia, no me parece coherente/creíble cierto aspecto?

Pues en el hilo del Feedback (http://www.cientoseis.es/index.php?topic=24377.0). Agradeceré cualquier comentario sobre como corregir o mejorar mi forma de escribir. Llevo inactivo algo más de año y medio si no me equivoco, así que es de esperar que cometa fallos. Por otro lado la orcografía en mi caso falla muchas veces, también agradezco correcciones.




Aquí comienza mi pequeña aventura en solitario  :$
Título: Archivo 1: Frío.
Publicado por: ayrendor en 05 de Abril de 2011, 01:23
Luz. Eso es todo en lo que puedes pensar mientras consigues concentrarte lo suficiente para saber donde estas. Tu cuerpo esta entumecido por el frío y apenas puedes moverte. Lentamente te incorporas desde el suelo, estiras tu cuerpo tratando de recuperar la movilidad de tus articulaciones y unos segundos después te invade la situación de que hoy no será un buen día.

Media hora más tarde una figura sale de la arboleda junto a la "Native Village of Barrow". De lejos parece un vagabundo mal nutrido, pero de cerca se pueden apreciar rasgos jóvenes bajo la mugre que cubre su rostro. Lleva días durmiendo a la intemperie, y en sus pantalones el barro y la tela comienzan a fusionarse de forma definitiva.
Su nombre es Sean y hasta hace dos días se dedicaba a trapichear en aquella pequeña comunidad al Norte de Alaska. Nunca había sido ambicioso, su único objetivo había sido sobrevivir y complacer a quienes llevaban las cuentas. Su ámbito de actuación eran los menores de edad, lo cual era lógico ya que, a pesar de tener ya casi veinte años, conservaba una cara aniñada. Era muy cuidadoso en su trabajo y rara vez había tenido un problema, al menos hasta la semana pasada cuando se desató el infierno.

El nombre del comprador era James. Nunca llego a conocer su apellido, ni siquiera lo había considerado relevante para un chanchullo tan simple. La entrega se realizaba junto al lago Isatkoak, alrededor del mediodía, cuando la policía realizaba el cambio de turno. James parecía un tipo jovial, vestía bien y echaba un ligero tufillo a colonia barata. Era el típico vecino americano, eso sí con la ligera variante de que se hinchaba a cocaína. Sean no fue capaz de predecir que aquel objeto negro que sacaba del interior de su americana no era la cartera. La descarga del tasser le dio de lleno en el hombro y le aturdió. No duró mucho tiempo, pero si el suficiente para que James condujera hasta el aeropuerto y tratara de tomar un avión. Ahora mismo debía estar pudriéndose en los calabozos de alguna ciudad cercana.
Los jefes de Sean no se tomaron el fracaso con una actitud positiva. La deuda ascendía a unos quinientos dólares, cifra muy por encima de lo que Sean podía afrontar a corto plazo. Tuvo dos días para intentar reunir el dinero. El muchacho decidió que mejor emplear ese tiempo en conseguir un refugio donde esconderse hasta conseguir salir de aquel páramo helado.

La situación era cada vez más insostenible. El mal tiempo no había azotado la zona pero las temperaturas cada día le parecían más bajas. Quizá el no comer bien estaba debilitando su cuerpo, o al menos eso quería creer Sean. Era cuestión de tiempo que le encontraran, y si la cosa seguía así, posiblemente solo encontrarían un cuerpo helado al que culpar.

Tiene todo un día por delante para tratar de buscar una solución. Sólo hay dos formas de encontrar dinero: ir al instituto de Barrow a tratar de conseguir dinero o al "Samuel Simmonds Memorial Hospital" a robar algo. Las oportunidades de éxito son nulas, sin contar el riesgo que supone ir hasta la parte Sur de la ciudad, pero no te queda otra opción.



¿Qué hacer?


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Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: raul_isl en 05 de Abril de 2011, 02:36
A mangar!
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Ray en 05 de Abril de 2011, 04:18
Al hospital, quizá consigas mangar algo de valor (no es la primera vez)
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Poison Gilr en 05 de Abril de 2011, 13:20
Mangar
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Mime en 06 de Abril de 2011, 00:45
Al hospital, quizá consigas mangar algo de valor (no es la primera vez)
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Nuly en 06 de Abril de 2011, 02:33
Al hospital, quizá consigas mangar algo de valor (no es la primera vez)
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Blanquito en 06 de Abril de 2011, 12:12
Ir hasta el instituto a ver si consigues algo de dinero.
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: ayrendor en 06 de Abril de 2011, 23:42
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Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Lance en 07 de Abril de 2011, 20:01
A mangar al hospital
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: ayrendor en 08 de Abril de 2011, 01:42
CitarAl hospital, quizá consigas mangar algo de valor (no es la primera vez).


Barrow es una ciudad pequeña, apenas llega a los 4000 habitantes, y como tal apenas tiene dos líneas de autobús. El frió no trata bien a los grandes armatostes mecanizados así que las condiciones del vehículo no son las mejores.  Aquel autobús tenía por lo menos veinte años y sonaba como un cortacésped escacharrado. Sean no desentonaba nada en los asientos traseros rasgados y desteñidos. Su mirada estaba fija en la calle mientras el bus descendía por la leve pendiente que marcaba la costa. No podía permitir que nadie le viera, se sentía como un pájaro enjaulado.

El bus se detuvo con dificultad en el cruce múltiple de la calle Stevenson. Sean aprovecho que la calle estaba desierta para dirigirse a la parte trasera del hospital con mayor tranquilidad. No era un lugar agradable para él. No podía evitar recordar el calvario que había supuesto la enfermedad de su abuela. Desde aquel momento toda su vida parecía haber ido cuesta abajo sin frenos hasta el día de hoy. Un par de estudiantes que se dirigían a sus clases matutinas le alertaron de que estaba bajando la guardia. Vació su mente y siguió hacia la gran mole del hospital.

Unos cinco minutos después había llegado a la tienda "Barrow Utilities & Electric" donde varios camiones se encontraban descargando mercancías. Demasiado ocupados en su dura tarea no repararon en su presencia. Más adelante le esperaban las puertas traseras del hospital que normalmente permanecían cerradas. Sean había descubierto dos años atrás que hacía falta solo un poco de maña, y un ligero golpecillo, para abrirlas. Sin embargo, la autoridad no parecía dispuesta a permitirle entrar. Dos coches estaban estacionados en la parte trasera haciendo guardia. Por una de las ventanillas del coche más cercano escapa el humo de un cigarrillo, con los policías allí no podía arriesgarse. Era hora de pensar en un plan B.








¿Qué hacer?


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Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: raul_isl en 08 de Abril de 2011, 02:25
Go Barrow Go!
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Poison Gilr en 08 de Abril de 2011, 12:03
A mangar again.
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Blanquito en 08 de Abril de 2011, 14:46
A los recreativos.
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Lance en 09 de Abril de 2011, 13:50
A Barrow
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Mime en 11 de Abril de 2011, 00:31
Vas hasta "Barrow Utilities y Electric" a mangar algo
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: ayrendor en 11 de Abril de 2011, 21:30
CitarVas hasta "Barrow Utilities y Electric" a mangar algo.


A Sean no le hace falta pensar mucho para darse cuenta del siguiente paso lógico. Si los mozos no se habían dado cuenta de su presencia mientras descargaban, eran altas las probabilidades de que se pudiera colar sin mayor problema. Cuando se aproxima de vuelta al establecimiento puede ver como el ritmo ha aumentado considerablemente. Las cajas vuelan desde los camiones al interior del edificio. El número de trabajadores parece haberse multiplicado. El sigilo no le serviría de nada, era necesario ser cuidadoso y preciso.
Hay unos diez metros de distancia entre el camión más cercano y la puerta. Nunca había sido muy bueno con los números pero era capaz de calcular los tiempos de cada mozo en transportar las cajas. Apenas hay treinta segundos entre cada uno de ellos. Vocalizó las operaciones en susurros varias ocasiones y tomó la decisión.

Caminar con naturalidad no era la mayor habilidad de Sean. Los últimos días viviendo al límite solo habían acentuado su tendencia a caminar como alguien que busca problemas. Se colocó junto al borde trasero del camión con los brazos extendido esperando la caja. El hombre de dentro del camión se la pasó con rapidez, había colado. Apenas había recorrido dos metros cuando una voz le detuvo.

-¡Eh, chaval! – la voz quedaba oculta entre las sombras y no había forma de saber si le había descubierto -. ¡Se te olvida la gorra!

Aquel tipo le lanzo la gorra desde la oscuridad. Sean la cazo al vuelo y se caló la visera tapándose los ojos. Se dio media vuelta y se metió por la amplia puerta de color rojo. No tenía ni idea por donde ir, así que siguió a su instinto por los pasillos oscuros de la trastienda.

Finalmente, llegó hasta un pequeño armario que parecía repleto de recambios de piezas de motor. Podía sacarse una buena suma vendiéndolas a los chatarreros. Decidió hacer un cambio de los productos invendibles de la caja por las piezas. Al terminar la caja pesaba considerablemente.

Sean tampoco era bueno orientándose, así que el camino de vuelta no fue fácil. Una ligera luz parecía ubicarse al final del sexto pasillo que recorría. La duda de si avanzar retenía quieto en su posición. Unos pasos le liberaron de su parálisis y le hicieron decidirse a seguir adelante. La puerta no daba a la salida, pero si a un garaje de tamaño medio con dos camionetas de reparto. Ambas tienen las puertas traseras abiertas de par en par, parecen cargadas para realizar los pedidos correspondientes. Cada una de ellas tiene un cartel diferente en la puerta. Las voces se aproximan por el pasillo y van a descubrirte de un momento a otro.





¿Dónde será mejor esconderse?

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Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: El tipo en 11 de Abril de 2011, 21:38
"B.C. Administration"
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Mime en 11 de Abril de 2011, 21:43
Camioneta con cartel "B.C. Administration"
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Blanquito en 11 de Abril de 2011, 21:44
"B.C. Administration"
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Lance en 11 de Abril de 2011, 21:57
La camioneta de "B.C. Administration"
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: raul_isl en 11 de Abril de 2011, 22:01
Cita de: El tipo en 11 de Abril de 2011, 21:38
"B.C. Administration"
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Poison Gilr en 11 de Abril de 2011, 22:33
La camioneta de "B.C. Administration"
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: ayrendor en 15 de Abril de 2011, 01:09
CitarCamioneta con cartel "B.C. Administration"

La furgoneta de la derecha parece tener mayor espacio para ocultarse de los trabajadores. Sean se acomodó entre las cajas de tal forma que su anatomía quedara a salvo de cualquier  mirada. No fue necesario ya que aquellos hombres resultaron ser los conductores de las camionetas. Cerraron las puertas con un fuerte golpe y se fueron a la cabina. El rugido del motor le ensordeció durante unos segundos, luego se dejo llevar por el ruido hacia el mundo de los sueños.

Estaba en un campo de verde hierba que se extendía en todas las direcciones. El sol resplandecía en un cielo impoluto de tonos morados. Grupos de niños jugaban entre ellos a perseguirse. Sean quería salir a correr, a disfrutar del día y olvidarse de todo, pero no podía. Un fortín de cajas de cartón le mantenía encerrado, sin posibilidad de moverse o escapar. Se estaba hartando de tratar de romper la puerta cuando el caballero azul apareció frente a él. Portaba una espada de luz en su mano derecha y se movía como si su cuerpo fuera de humo. Sean trató de escapar de sus palabras inteligibles, rehuyó el contacto con aquel monstruo, pero le había acorralado. Su brazo difuso se clavo en el hombro y le provoco dolor. Parecía como si una tenaza de metal tratara de arrancarle el deltoides. Sean extendió los brazos con fuerza hacia la figura y para su sorpresa retrocedió. El fortín de cajas se vino abajo y sólo quedo la oscuridad.

La voz ahora llegaba más cercana pero era incomprensible. En ese momento fue consciente de que se había dormido y que le habían descubierto. Se tambaleó para ponerse de pie y echo a correr. Por el camino empujo al monstruo azul convertido ahora en un uniformado trabajador. Perdió el sentido de la orientación subiendo escaleras y atravesando pasillos. Finalmente apareció en un lujoso corredor bien iluminado. La moqueta del suelo despedía un olor fuerte a ambientador. Se apoyó en la pared tratando de recobrar el equilibrio. Trató de relajarse para poder poner en orden sus pensamientos. En ese momento tuvo la sensación de que le observaban. Giro la cabeza hacia el fondo del pasillo y le reconoció al instante. Nathan Estacado, el enlace de los traficantes de drogas en el ayuntamiento, tenía sus ojos claros clavados en él. Su ceño fruncido denotaba la ira acumulada durante los últimos días. Posiblemente estaban preocupados por si a Sean se le hubiese ocurrido contar a la policía toda la historia, pero él no estaba dispuesto a quedarse ahí esperando para descubrirlo.




¿Cómo evitar a Nathan Estacado?

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Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Mime en 15 de Abril de 2011, 01:16
Tratas en esconderte en las calderas.
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: raul_isl en 15 de Abril de 2011, 02:28
Calderas
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Leinster en 15 de Abril de 2011, 10:08
Salir
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Blanquito en 15 de Abril de 2011, 11:10
Trata de salir del ayuntamiento.

Por cierto, ¿sus palabras inteligibles no son ininteligibles?

Qué mal suenan.
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Lance en 15 de Abril de 2011, 14:50
Sal del ayuntamiento
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: El tipo en 15 de Abril de 2011, 14:59
Saca una magnum Sal del ayuntamiento
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: ayrendor en 18 de Abril de 2011, 03:22
CitarTrata de salir del ayuntamiento.

Sean arrancó a caminar tambaleándose en dirección opuesta a Estacado. El pasillo no era demasiado largo y desemboca en una amplia escalera descendente. Agarrándose del pasamanos bajó escalón por escalón, mientras trataba de no pensar en los preciosos metros que su perseguidor debía estar ganando. No había llegado al tramo final cuando una mano fría y sudorosa le agarró con autoridad el cuello. La voz fría, y ligeramente estridente, de Nathan Estacado se coló por su oído.

-Vaya, quien me iba a decir que habría alguna rata aquí -  la respiración de Estacado provocó un escalofrío que recorrió la espalda de Sean -. Se de algunos amigos que se van a alegrar de verte.

Intentó forcejear pero aun se encontraba demasiado mareado para conseguir un mínimo efecto. Estacado le estaba obligando a bajar hasta el final sin aflojar su presa. En apenas media hora estaría en manos de los traficantes, y después sólo Dios sabía donde podía acabar.

-Espero que seas amable y no montes un espectáculo mientras salimos - le sugirió el mafioso mientras se regodeaba de su situación-. Ninguno de los dos queremos que esto acabe en manos de la policía.

-¡Que te follen! - balbuceó, y mientras lo decía se daba cuenta que bastante mejor era terminar en un centro penitenciario que muerto -. Espero que tengas huevos de hierro...

Estacado no tiene tiempo a más que formular a medias una pregunta antes de que Sean lance su codo directo a las gónadas de su captor. El golpe no llega ni a ser doloroso, pero si lo suficientemente molesto para darle una oportunidad para liberarse. Sean se dejó caer por los restantes escalones hasta el hall. No le cuesta mucho llamar la atención de los policías que custódian la puerta, pero es consciente de que no será capaz de llegar hasta ellos andando. A su lado, una secretaría demasiado ocupada en su fajo de folios para percatarse del cuerpo caído en el suelo, se presenta como la oportunidad perfecta para armar algo de barullo. Un ligero empujón, un gritito de sorpresa y miedo de la mujer, y ya tiene a los policías dirigiéndose hacia él.

Antes de que pueda darse cuenta ya ha sido reducido, aunque no ha opuesto resistencia alguna, y está siendo arrastrado hacia el exterior. Estacado queda atrás, intimidado por la presencia policial. Puede que no haya ganado su libertad pero al menos si algo de tiempo.
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: ayrendor en 18 de Abril de 2011, 03:29


Bienvenidos al punto de control 1

Vuestra situación actual es la siguiente:

(http://i.imgur.com/vQLGp.gif)

50 % Positivo

50 % Negativo


Mañana volvemos con las elecciones.
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: ayrendor en 19 de Abril de 2011, 01:40
Las calles de la ciudad solían estar siempre más concurridas en la zona Sur de la ciudad. Era el centro administrativo y turístico, si es que alguien quisiera visitar esa ciudad situada en el culo del mundo.

Sean era aquella mañana el centro de la miradas. Escoltado por un policía diferente a los que le habían esposado se sentía muy seguro. Estacado no se había atrevido a acercársele después del alboroto, aunque no albergaba duda de que había puesto al tanto a sus jefes de la situación.  El cuerpo de policía de Barrows no tenía demasiados vehículos, por tanto, el agente que escoltaba a Sean iba a pie. El paseo había despejado lo suficiente la mente del chico como para considerar el volver a escapar. Durante los primeros minutos de su cautiverio se había planteado dejarse conducir hasta la comisaría situada al final de la calle Kiogak, pero no podía confiar en que allí los traficantes no tuvieran contactos. Después de todo, Barrows tenía más de pueblo que de ciudad. El agente situado a su espalda no le permitía una total libertad de movimientos. Podía parecer andrajoso y desorientado,  pero aquel tipo sabía que estaba más despierto que lo quería aparentar.

Su oportunidad llego en el cruce de Firelane con Kiogak. En una de sus esquinas se encontraba una tienda de televisores a la vieja usanza, con varios plasmas situados de cara al público mostrando un canal de noticias. Una serie de gráficos querían expresar unos descensos drásticos de algo, que debido a la distancia entre el televisor y Sean, no podía descifrar. El policía se había distraído un poco, aunque no había apartado su mano de las esposas. Cuando se dirigieron a cruzar la calle Sean realizó su jugada, y mientras se disculpaba, se agacho para atarse los cordones de sus botas al borde de la acera. Tras unos segundos demostrando una fingida torpeza, el propio agente se agacho a ayudarle. Sean cargó su peso al lado izquierdo contra las piernas de aquel hombre mientras se preparaba para levantarse y hacerle caer. Con suerte solo se golpearía levemente contra alguno de los coches que pasaban tras golpearse con el asfalto. Y si ocurría algo peor nadie podría culparle por haber resbalado por el deslizante suelo.

La maniobra duró apenas unos segundos sin que nadie se percatará de las intenciones de Sean. El policía cayó de medio lado golpeándose el brazo y el costado. Los coches pudieron verlo con antelación,  y el más cercano freno de modo que sólo golpeó la cabeza del agente de la ley. Los transeúntes se acercaron a ver que ocurría al mismo tiempo que el chico retrocedió. Ahora debía decidir que dirección tomar para despistarle.




¿Hacia donde?

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Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: madison en 19 de Abril de 2011, 02:02
Hacia la escuela cercana al Norte, puedes distraerles entre los niños.
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: raul_isl en 19 de Abril de 2011, 14:58
Al norte.
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Leinster en 19 de Abril de 2011, 16:44
Al sur.
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Memnoch en 19 de Abril de 2011, 16:46
Sur a tope.
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Lance en 19 de Abril de 2011, 22:59
Al Sur
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: El tipo en 19 de Abril de 2011, 23:13
Sur
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Mime en 19 de Abril de 2011, 23:18
Sur
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Nuly en 20 de Abril de 2011, 00:34
Sur.
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: ayrendor en 20 de Abril de 2011, 02:52
CitarAl Sur, mejor intentar despistarles por los descampados.


El viento agitaba su pelo mientras la respiración entrecortada ocultaba el sonido de su corazón. El descampado, que unía las calles Kiogak y Egasak, tenía una distancia de unos cuatrocientos metros plagados de zonas heladas, socavones y barrizales. Mantener el equilibrio estando esposado no era tan sencillo como podía parecer a primera vista, en más de una ocasión había estado a punto de tropezar. Fue precisamente su empeño en no reducir la velocidad lo que ocasiono el primer problema de su huida. Cuando estaba llegando a la mitad del terreno su pie se posó sobre un tronco de árbol con la superficie helada. Todo podría haberse quedado en un simple traspié, pero la energía que llevaba le impulso hacia delante. No fue hasta que trató de levantarse que fue consciente del golpe en el tobillo. Dentro de su cabeza comenzó a formarse la idea de que rendirse era la mejor opción. Sería tan fácil quedarse allí tumbado a descansar unas horas. Podría reposar e idear un buen plan, no es que hoy le hubiera ido muy bien pero si que había tenido buenas ideas. Pronto desecho la idea, no era propio de él rendirse, seguiría adelante hasta las últimas consecuencias.

Veinte minutos después había logrado salir del descampado aun más sucio, si es que eso era posible, que como había entrado. No podía caminar con facilidad, por lo que necesitaba un medio de transporte. Por suerte para Sean las camionetas con la parte trasera descubierta proliferan en la ciudad. Se incorporó en la primera que pudo que iba en dirección a la calle Stevenson, pasaría necesariamente cerca de una zona peligrosa pero era la única dirección que le aproximaría al hospital.

El vehículo sonaba aun peor que el autobús que había código aquella mañana. Sean se preguntaba como aquellas piezas oxidadas no se separaban con los esfuerzos a los que era sometida la camioneta. Esa idea deriva en otra, y así sucesivamente mientras sigue su camino. Tan ensimismado se queda en sus pensamientos que no se percata de la presencia del Mustang azul que parece haber decidido que tiene el mismo destino que la camioneta, como tampoco se da cuenta de que sus ocupantes le conocen demasiado bien. La mente de Sean está demasiado ocupada pensando en donde encontrar curación para su malparado tobillo. Dos destinos se dibujan en su mente...



¿Donde parar?

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Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: madison en 20 de Abril de 2011, 03:13
Restaurante Osaka, conoces a una de las camareras
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Ray en 20 de Abril de 2011, 03:35
Restaurante Osaka
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Lance en 20 de Abril de 2011, 09:54
Restaurante Osaka
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Mime en 20 de Abril de 2011, 17:54
Restaurante Osaka, conoces a una de las camareras.
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: El tipo en 20 de Abril de 2011, 20:13
Osaka
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: ayrendor en 24 de Abril de 2011, 02:29
CitarRestaurante Osaka, conoces a una de las camareras.


El restaurante Osaka era sin lugar a dudas el mejor paradero que podía encontrar. Además de ser el más cercano, contaba con que Aya, una de las camareras y vieja conocida suya, estuviera realizando su turno a esa hora. La había conocido en el segundo año de instituto cuando aun se molestaba en asistir a las clases. Ella no era precisamente una lumbrera pero se defendía bastante mejor que Sean en la mayoría de las materias. Posiblemente Aya era con quien había tenido una relación más cercana en toda su vida. Sin embargo, Sean la había expulsado de ella cuando comenzó a darse cuenta de que cuando juegas con fuego es imposible que alguien no salga quemado.

El fluorescente de la ventana con la palabra "OPEN" le dio la bienvenida. Al lado de la ventana un gran cartel rezaba que se servían rollos de Sushi y Teriyaki todo el día. Sean opinaba que algo de Teriyaki no le vendría mal para aliviar el dolor del tobillo. La puerta se abrió con suavidad hacia un estrecho y vació recibidor. Sean se tomó la libertad de avanzar hasta el comedor buscando señales de vida. Parecía haber movimiento en la cocina, así que decidió probar suerte.

-¿Aya? - dijo timidamente-. ¿Estas ahí detrás?

Unos segundos después la joven salió por la puerta uniformada, con cara de pocos amigos y un paño en la mano derecha. Tardó unos segundos en reconocerle y sonreír.

-Mira a quien ha traído el diablo hasta mi puerta - se acerco acelerada a Sean y le paso el paño por el rostro-. Deberías cuidarte mejor si no quieres que te confundan con un matorral.

-Si supieras el día que llevo me considerarías afortunado. Me duele mucho el tobillo. ¿Podríamos ir hasta la cocina?

-Claro, no quiero imaginar la cara que pondrá alguien como entre y te vea así - le respondió mientras le ayudaba a continuar el camino a la cocina-. Tampoco te vendría mal una ducha...

Sean se dejo arrastrar hacia la parte trasera del restaurante. Al entrar en la cocina vio su reflejo en el espejo de la pared, realmente parecía un matorral con todo aquel marrón negruzco por la cara. Ya no íbamos a hablar de su ropa que casi se había degradado al nivel de harapos. Iba a tener que conseguir algún recambio proximamente.
Aya no hizo muchas preguntas. Era bien sabido por ella a que se había dedicado Sean durante los últimos años. No podía contar las ocasiones en las que le había pedido que lo dejara y tratara de encontrar un trabajo normal. Pero el dinero fácil le gustaba demasiado como para parar. Así había terminado en aquel pozo de mierda.

Durante veinte minutos aquella cocina se convirtió en un pequeño oasis en el largo y árido desierto de su día. Pero poco tardo en volverse un espejismo. Peter Skarver y Ernest Wayne le devolvieron a la realidad. Ambos habían recibido la llamada de Estacado apenas hacía una hora dándoles el aviso. Habían localizado a Sean mientras patrullaban la zona en el Mustang azul del hermano de Ernest. No entraron al local directamente en espera de una autorización por parte del jefe. Ahora tenían vía libre para cobrar la deuda.

-Sal de aquí zorra -dijo Peter con voz ronca-. No vuelvas a no ser que quieras un tatuaje nuevo en la cara -continuó mientras sonreía macabramente. Aya se encogió de miedo.

-Será mejor que le hagas caso pequeña -susurro Ernest cerca del oído de ella-. No te gustaría estar aquí dentro de un momento.

La mirada de Aya se cruzó con la de Sean durante unos segundos. Después abandonó la cocina a toda prisa. Sean no la podía culpar, no tenía ninguna obligación de quedarse allí a ver como recibía su castigo. Era hora de enfrentarse a sus demonios personificados en aquellos dos matones.


¿Cómo?

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Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Mime en 24 de Abril de 2011, 17:05
Pelea joder, déjate la piel allí mismo.

(ya vale de tanto huir y correr  X()
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Minerva en 24 de Abril de 2011, 17:09
Cita de: Mime en 24 de Abril de 2011, 17:05
Pelea joder, déjate la piel allí mismo.

(ya vale de tanto huir y correr  X()

Agree, ahora mismo huir sólo nos ha metido en problemos >_<
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Poison Gilr en 24 de Abril de 2011, 17:44
Pelea! Pelea! Pelea!
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Lance en 24 de Abril de 2011, 21:51
Pelea
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: raul_isl en 25 de Abril de 2011, 00:04
Pelea, pero te van a dar la del pulpo, aviso.
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: madison en 25 de Abril de 2011, 14:46
peleaaaaaaaaaaaaaa
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Blanquito en 25 de Abril de 2011, 20:10
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Pelea.
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: ayrendor en 26 de Abril de 2011, 00:50
CitarPelea joder, déjate la piel allí mismo.

Bien, Sean tenía aproximadamente un minuto antes de que le empezaran a fundir a hostias. No era muy alentador pero era suficiente para pasar su mirada por las cosas que estaban a mano. ¿Instrumentos afilados o punzantes? Cero. Lo más contundente es una ancha sartén situada sobre el fogón apagado junto a su mano izquierda que con suerte dejaría fuera de combate a alguno de los dos tipos. Era la última bala en la recámara del maltrecho revolver que era Sean.

Ernest fue el que se aproximó primero deslizándose por el limpio suelo de la cocina. El traje amplio de color oscuro le quedaba grande pero aquello no parecía importarle. Sus movimientos recordaban a un gangster salido de una película de los años setenta.

-Esto va a doler lo justo chico -la sonrisa en sus labios parecía decir todo lo contrario. Siguió acercándose lentamente hasta quedar a apenas medio metro de Sean.

-Sólo no pongas más problemas, ya tienes al jefe hasta los cojones -dijo Peter dos metros más allá con un tono muy serio.

Sean fingió aparte la mirada con miedo, lo cual no le costó mucho pues en el fondo estaba acojonado. Esperó en tensión a que Ernest cargara todo el peso sobre una pierna antes de golpear y entonces lanzó su mano al mango de la sartén. Todo ocurrió muy rápido, tanto que Sean no sabría explicar lo que pasó con claridad.

En primer lugar Ernest encajó un buen sartenazo en la cabeza que lo derribó. La vibración ascendió por el brazo de Sean tras el golpe pero no dejo caer la improvisada arma. A duras penas avanzó cinco pasos hacia Peter que ya iba en su camino. Lanzó la sartén a apenas un metro con la intención de pillarle por sorpresa. Su éxito fue limitado, Peter recibió un golpe en el costado que le doblo por la mitad, aunque no lo bastante fuerte para quedar inconsciente. Cojeó en dirección a la entrada del restaurante a toda prisa pero antes de que pudiera darse cuenta estaba rodando por los suelos. Descargó sus puños sobre la masa que ahora le presionaba desde arriba. Unos ruidos guturales fue la única respuesta que obtuvo, supuso que provenían de la garganta de Peter que, a pesar de no estar gordo, tenía muchos problemas respiratorios. Fue un golpe casual en la entrepierna lo que le otorgó libertad para seguir avanzando. La voz de Peter maldiciendo le llegaba desde su espalda.

-¡No huyas hijo de la gran puta!-chillo como un cerdo-.¡Te voy a cortar en pedazos!

Y esa era precisamente su intención. De el interior de la chaqueta saco un pequeño cuchillo de unos cuatro centímetros. Cogió aire con dificultad y avanzado a grandes zancadas hacía un desesperado Sean que se había volteado para mirarle. Los movimientos de Sean fueron instintivos y, posiblemente, solo tuvo éxito debido a la obcecación de Peter en clavarle el arma. Sean realizó un movimiento parabólico con la silla de mimbre más cercana que culminó con un impacto en la cabeza del matón. El sonoro "crak" proveniente del cráneo de Peter quedó disimulado por el sonido de la silla al romperse. No era momento de quedarse a esperar, había sobrevivido, ahora si tocaba correr, o en su caso cojear, a un lugar más seguro.


Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: ayrendor en 26 de Abril de 2011, 00:51


Bienvenidos al punto de control 2

Vuestra situación actual es la siguiente:

(http://i.imgur.com/aJeiV.gif)

70 % Positivo

30 % Negativo


Mañana volvemos con las elecciones.
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: ayrendor en 26 de Abril de 2011, 17:08
Sean tuvo que detenerse. Su tobillo parecía haberse hinchado desde el golpe inicial. El gemelo de la extremidad opuesta amenazaba con subírsele cada vez que disminuía su ritmo. Había llegado a la parte superior de la ciudad rodeando la orilla del lago Isatkoak. El sol comenzaba su lento descenso mientras el estomago del muchacho rugía de hambre. No paraba de lamentarse de no haber aprovechado la oportunidad de recoger comida. Pero era consciente de que necesitaba cuidados para la fractura que acarreaba de forma más urgente. No podía acudir al hospital con la policía y los matones buscándole. ¿Qué tenía preferencia, sanar o esconderse?




¿Qué es preferente para Sean?


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Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: madison en 26 de Abril de 2011, 17:42
Pedir ayuda. Vas a la estación de bomberos
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Mime en 26 de Abril de 2011, 17:58
Pedir ayuda. Vas a la estación de bomberos.
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Poison Gilr en 26 de Abril de 2011, 18:08
Haaaaaaaalp

Ayuda.
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Lance en 26 de Abril de 2011, 18:29
Pedir ayuda
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Blanquito en 26 de Abril de 2011, 18:50
Biblioteca.
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: raul_isl en 26 de Abril de 2011, 22:21
Biblioteca
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Minerva en 26 de Abril de 2011, 23:45
Ayuda
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: ayrendor en 27 de Abril de 2011, 15:50
CitarPedir ayuda. Vas a la estación de bomberos.

La estación de bomberos, como era lógico, estaba abierta las 24 horas del día. Teniendo en cuenta el nivel de las edificaciones de la zona obrera de la ciudad aquel edificio parecía casi lujoso. A diferencia de la mayoría de las casas, estaba construida en ladrillo rojo. Las ventanas y puertas también habían sido pintadas de color ladrillo, con la excepción de los letreros que eran de color azul mar. El padre de Sean había sido bombero pero aquello había sido mucho antes de que él naciera. Por aquel entonces el cuerpo de bomberos no tenía aquellos flamantes camiones nuevos, pagados con los impuestos de los contribuyentes, en los que Sean esperaba a que volviera el bombero al que había pedido ayuda. No le había hecho preguntas sobre su aspecto. Se había limitado a examinarle el golpe para conocer el alcance de la lesión. Finalmente había ido a buscar un botiquín para darle una solución temporal.

Aquel amable bombero regreso acompañado no solo de su maletín. Junto a él venía otro hombre alto y rubio que Sean no reconoció. Vestía de civil y portaba un bastón a pesar de que no cojeaba. Cuando el bombero se inclinó para abrir el maletín, y comenzar la cura, se quedo inspeccionando la operación a una prudencial distancia de un metro y medio. Al principio una sensación de desconfianza había invadido al chico, pero la sonrisa calmada de aquel hombre rubio había despejado el nerviosismo.

El bombero aplicó alguna sustancia en la zona, posiblemente algún antiinflamatorio, en su tobillo. Después se lo vendó a conciencia intuyendo que al muchacho aun le quedaba camino por recorrer. Recogió las cosas de forma atropellada y se quedó mirando fijamente a Sean.

-Mira chaval -dijo tras emitir un largo suspiro-. No te voy a llevar con la policía porque prefiero darte un voto de confianza, no pareces mala gente. Además, de que tus pintas delatan que no estas pasando tu mejor momento -el corazón de Sean había comenzado a latir con fuerza, aquel hombre sabía que lo buscaban-. Sin embargo, hice un juramento y tengo que hacer la llamada. Tienes veinte minutos para alejarte de aquí, espero que sea suficiente.

-Gracias -murmuró Sean, aunque su voz quedo silenciada por las palabras del hombre del bastón.

-Y deberías ir a que te examinaran el tobillo al hospital -comenzó diciendo con un sorprendente tono agudo más propio de un adolescente que de un hombre-. Es una cura provisional, no debes confiarte, sin atención médica total podría ir a mucho peor -el hombre avanzo hacía el y le tendió una pequeña tarjeta-. Pregunta por el Doctor Blake si tienes algún problema nuevo.

La lamina de plástico tenía impresa la dirección del hospital y, en negrita, Doctor Donald Blake, cirujano. Sean asintió con la cabeza y se la guardo en el maltrecho bolsillo mientras salía del amplio garaje de la estación de bomberos.

Tenía que seguir moviendose, pronto llegaría la noche, y debía encontrar ropa nueva y comida. Posiblemente si no pareciera un andrajoso encontraría alguien dispuesto a darle de comer. En ese punto del día, a apenas dos manzanas de la estación que acababa de abandonar, tuvo su primer golpe de suerte. A unos metros acababan de dar la vuelta a la esquina dos jóvenes que conocía del Instituto. Diría que ellos, o alguno de sus amigos, alguna vez habían comprado mercancía. Podía dirigirse a ellos y tratar de conseguir ropa. Pero, ¿como hacerlo?




¿Cómo los tratas?

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Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Poison Gilr en 27 de Abril de 2011, 15:54
Extorsión.
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: madison en 27 de Abril de 2011, 15:59
Extorsionarlos, seguro que puedes asustarles lo suficiente para conseguir que te ayuden. No es bonito pero es necesario.
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: raul_isl en 27 de Abril de 2011, 16:43
Extorsion
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Lance en 27 de Abril de 2011, 17:31
Extorsionalos
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Mime en 27 de Abril de 2011, 18:46
Les pides ayuda, en la estación de bomberos no te han ido mal. Aunque quizá ellos no te traten igual...
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Minerva en 27 de Abril de 2011, 19:35
No es bonito, pero... extorsión
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: ayrendor en 30 de Abril de 2011, 23:03
CitarExtorsionarlos, seguro que puedes asustarles lo suficiente para conseguir que te ayuden. No es bonito pero es necesario.

-Buenos días señores -dijo Sean imitando una voz de tipo duro de película-. ¿Serían tan amables de prestarme su atención?

La frase surtió efecto  de forma inmediata. Los tres se apartaron con cautela de Sean mientras no apartaban la vista de él. Sus expresiones eran de desconfianza ante aquel asalto aparentemente inofensivo. Disimulando la cojera como buenamente pudo cargó el peso sobre el pie y se acerco a ellos.

-Vuestras caras me son familiares. Diría que he ejercido el libre comercio con alguno de vosotros.

Tardaron unos segundos en reconocer quien estaba detrás de aquellas gastadas prendas. Ahora parecían desconfiar aun más de él. Fue el más bajo el que se dirigió a Sean.

-¿Que coño quieres? -chillo aguadamente aquel joven.

-Tranquilo tío, solo un intercambio de intereses -le respondió mientras sonreía. Había reconocido esa voz, aquel estudiante le había comprado Speed hacia unos meses-. Tu me ayudas a mi, yo no le cuento a tus padres lo que te metes.

Los tres se pusieron a la defensiva. Quizá no había sido la mejor idea extorsionarles. El más alto del grupo fue está vez quien tomó la palabra.

-Vete a la mierda gilipollas. ¿Tu te has visto? No te creería ni un borracho.

Sean no contaba con que el factor mierda le restara puntos a su interpretación pero era evidente que así era. Las cosas estaban a punto de descontrolarse, posiblemente estaban a punto de saltarle encima...



¿Cómo los tratas?

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Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Lance en 30 de Abril de 2011, 23:06
Finge tener un arma
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Mime en 30 de Abril de 2011, 23:12
Finge que tienes un arma.
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: madison en 01 de Mayo de 2011, 01:02
Finge que tienes un arma.
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: raul_isl en 01 de Mayo de 2011, 06:14
Arma
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Minerva en 02 de Mayo de 2011, 20:47
Finge que tienes un arma
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: ayrendor en 04 de Mayo de 2011, 01:06
CitarFinge que tienes un arma.

Sean no contaba con que el factor mierda le restara puntos a su interpretación pero era evidente que así era. Las cosas estaban a punto de descontrolarse, posiblemente estaban a punto de saltarle encima...

-Mejor que os quedeis tranquilos -dijo Sean mientras dirijía su mano izquierda a un inexistente bolsillo de su raida chaqueta-. No quiero que nadie salga herido.

La frase surtió efecto inmediatamente. Aunque no como Sean hubiera querido. Los tres chicos se tensionaron. El bajito le dirigió una mirada de temor, y apenas tres segundos despues, sin dar tiempo a Sean a tirarse un farol mayor, salieron huyendo despavoridos. A medida que se alejan no puede hacer otra cosa que no sea lamentarse por no haber tenido tacto al dirigirse a ellos. Quizá no había sido la mejor opción tratar de extorsionarles. La ropa tendría que esperar al día siguiente, debía ir a un refugio y conseguir comida. Durante el día se habían desarrollado muchos eventos que le impulsaban a pensar las cosas dos veces.



¿En donde refugiarse?

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Teneis hasta mañana a las 23.30
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Mime en 04 de Mayo de 2011, 01:19
Buscas un sitio cerca del anterior, pero a una distancia prudencial.
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: madison en 04 de Mayo de 2011, 02:14
Buscas un sitio cerca del anterior, pero a una distancia prudencial.



Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Lance en 04 de Mayo de 2011, 14:48
Buscas un sitio cerca del anterior, pero a una distancia prudencial.
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Minerva en 04 de Mayo de 2011, 16:42
Distancia prudencial, vale, eres un cobarde pero al menos espero que no seas tonto
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: ayrendor en 05 de Mayo de 2011, 00:09
CitarBuscas un sitio cerca del anterior, pero a una distancia prudencial.

El autobús parecía estar en peor estado al atardecer. El sonido del motor se asemajaba al carraspeo de un viejo cansado tras una larga caminata. Le dejó en el mismo lugar donde se había subido por la mañana, junto al edificio cultural dedicado a los nativos de la zona, y siguió su camino hacia el horizonte rojo.

Sean tomó un camino de tierra dando la espalda a las asfaltadas calles de la ciudad de Barrows. Diez minutos después llego a donde había dormido el día anterior. Alguien había estado allí. No podía saber como lo sabía pero estaba seguro de que faltaban hojas donde se había acostado. Aquel refugio ya no era seguro, era necesario buscar un sitio donde pudiera tomarse un respiro con la certeza de que no le encontrarían. Atravesó los arbustos de lo que él consideraba la parte izquierda de su improvisado hogar hacia un claro que recordaba haber visto algo más al Norte. Forzó sus energías para conseguir llegar antes de la noche, la cual estaba a punto de caer sobre él. No logró encontrar el mismo lugar que recordaba, pero si una posición elevada que quedaba a una distancia prudencial de su anterior refugio. Intuyó que estaba en algún punto entre la autopista que iba al Norte y el lago más cercano. Era un buen lugar pensó. Nadie buscaría allí se dijo a si mismo.

Apenas media hora después, cuando la oscuridad ya era casi todo lo que quedaba, el hambre acudió a él. Su estómago comenzó a hacer ruidos extraños, diferentes a los que estaba acostumbrado a escuchar. Trató de ignorarlos con todas sus fuerzas pero aquel sonido resonaba por todo su cuerpo. Tenía que encontrar comida o moriría de dolor estomacal.




¿Donde buscar la comida?

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Teneis hasta el Viernes a última hora (23.59)
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: raul_isl en 05 de Mayo de 2011, 00:11
El lago.
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Mime en 05 de Mayo de 2011, 02:50
Árboles junto al lago.

(lo que le falta al macarra cojo es que le coja un coche al cruzar la autopista...)
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Minerva en 05 de Mayo de 2011, 08:12
Cita de: Mime en 05 de Mayo de 2011, 02:50
Árboles junto al lago.

(lo que le falta al macarra cojo es que le coja un coche al cruzar la autopista...)

+100000000000000000
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: madison en 05 de Mayo de 2011, 10:47
Árboles junto al lago
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Lance en 05 de Mayo de 2011, 15:48
Arboles junto al lago
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: ayrendor en 07 de Mayo de 2011, 00:59
CitarÁrboles junto al lago.

Sean descendió con sumo cuidado la pequeña ladera que se orientaba hacia el lago. Las piedras del suelo parecían jugar con él, y en casi cuatro ocasiones estuvo a punto de precipitarte rodando hacia los espinosos matorrales que rodeaban la parte más baja. Milagrosamente consiguió mantener el equilibrio. Iba a costarle subir de nuevo aquella pendientes cuando la oscuridad reinara en el bosque. Atravesó con decisión, y con toda la dignidad que su cojera le permitía, los esqueléticos árboles que proyectaban inquietantes sombras con las últimas luces del día. A la mente del chico acudió la imagen de un bosque fantasmagórico que le había fascinado en su infancia. Una arboleda cuyos árboles albergaban puertas a lugares pintorescos con personajes estrambóticos. Trató de recordar donde había visto aquel bosque por primera vez pero fue incapaz. Él había ido olvidando como llegar a aquel lugar a medida que su inocencia había sido devorada por la realidad.

El sol ya había desaparecido cuando dejó atrás la última linea de arboles. Las lejanas luces de la autopista, situadas a la izquierda de su posición, eran lo único que le ayudaba a orientarse. Aquella zona cercana al agua había sido despoblada hacía unos siete años debido a una ordenanza municipal. A la luz del día el ojo humano podía incluso recrear donde habían estado situadas las cabañas de madera. En la completa oscuridad uno solo podía esperar no tropezar con algún resto.

A Sean le dolía todo el cuerpo. El estomago no paraba de hacer aquellos ruidos horribles, y respirar se había convertido en un esfuerzo que ocupaba la mayor parte de sus energías. Ya no sentía el roce del frío aire, lo cual era una bendición pues no tenía con que abrigarse, y en las articulaciones sentía ligeros pinchazos intermitentes. Le llevo más tiempo del que hubiera querido encontrar un tocón donde sentarse. Pasó sus dedos por los bordes del mismo con cuidado puesto que no quería sentarse sobre un clavo oxidado. Las lineas rectas le indicaron que posiblemente aquello había sido una vieja viga cortada de tajo para mover la cabaña sin destruirla. Al aposentarse se sintió aliviado, como si hubiera descargado un gran peso sobre el suelo. Ya no sentía hambre, los dolores del estómago se habían convertido en un eco molesto pero no doloroso. Desde su posición la superficie helada del lago, a unos cinco metros, parecía un gran espejo opaco. A unos ocho metros un conejo, que hasta entonces había pasado desapercibido, mantenía una lucha para escapar de la superficie resbaladiza. No parecía tener mucho existo en su cometido. Sean no pudo evitar reírse. Le recordaba tanto a él. ¿Cuantas veces había tratado de dejar de traficar? ¿Cuantas veces había caído de nuevo en el dinero fácil? Aquel conejo era él. Moviéndose sobre hielo sin poder controlar su dirección. Con temor a que su mundo se rompiera tal y como, finalmente, había ocurrido.

Un nuevo dolor se instaló en su cabeza. Fue como tener una avispa metida entre los oídos emitiendo un zumbido desagradable y molesto. Sean cerró los ojos con fuerzas y visualizó una imagen fija para tratar de alejar el dolor. Tardó unos minutos en conseguirlo pero afortunadamente aquella sensación pasó a un segundo plano. En aquel momento recordó porque motivo había ido hasta el lago. Su debilidad le había hecho olvidar su cometido. Tres ideas se dibujaron en su mente. Solo tenía que tomar una pequeña decisión y podría volver al refugio.




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El final de Sean se decide el Domingo a las 22

Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: madison en 07 de Mayo de 2011, 10:01
Recoger fruta caida. Estás seguro de que te has pasado unas cuantas de la que te acercabas al lago.


Descansar. Quedarse un rato más no hará mal a nadie.
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Minerva en 07 de Mayo de 2011, 11:13
Recoge fruta y vuelve al refugio patán, ahora te vas a poner a rescatar a un conejo para que se te hunda el lago

En el peor de los casos descansa un poco pero noooo, tu recoge fruta y vuelve xD
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: raul_isl en 07 de Mayo de 2011, 16:19
rescatar al conejo y despues recoger fruta.

Porque? porque si restacas al conejo no puedes caerte si despues tienes que ir a recoger fruta :gñe:
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Lance en 07 de Mayo de 2011, 16:55
Recoger fruta.
Rescatar al conejo.
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: Mime en 07 de Mayo de 2011, 17:39
Recoger fruta caida. Estás seguro de que te has pasado unas cuantas de la que te acercabas al lago.

Rescatar al conejo. El hielo es grueso, no se romperá. Además el conejo esta bien cerca de la orilla.
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: El tipo en 07 de Mayo de 2011, 17:48
Rescatar al conejo (cuanto a que resulta ser el de Maya) y pescar una pulmonía


Descansar
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: ayrendor en 09 de Mayo de 2011, 01:36
CitarDecides, lo cual con tu situación no es poco.


Sean se levantó de su improvisado asiento con dificultad, y cogió aire con renovadas fuerzas. Moverse suponía un esfuerzo titánico contra el dolor. La misma orilla del helado lago se encontraba cubierta de escarcha, que producía crujidos al presionar sobre ella, y hacia peligrar la estabilidad de los pies del chico. El conejo se había paralizado al notar la presencia de Sean. Tener un ser humano cerca, evidentemente, no le producía confianza. "Tendrás que soportarme un rato si quieres salir de aquí pequeño", pensó para si mismo. El primer paso fue, como él había esperado, el más difícil. El hielo crujió bajo sus pies pero no cedió. El siguiente fue la prueba de fuego. Si se resquebrajaba bajo su peso caería al agua. En su actual situación, era improbable que consiguiera salir de allí vivo si eso sucedía. Estaba demasiado lejos del pueblo. Con suerte llegaría hasta la autopista, pero calculó que era la hora de cenar. Pocos vehículos estarían viajando a esa hora. En ese momento se dio cuenta de que llevaba casi dos minutos parado, tentando su fortuna sobre aquella resbaladiza superficie. Un paso, otro paso, y otro, y otro...

La peripecia duro alrededor de los diez minutos. El conejo no ofreció resistencia. Su débil cuerpo acepto el poco calor que los brazos de Sean podían ofrecerle. Regresar a la orilla supuso un mayor reto. Sin los brazos para mantener el equilibrió tuvo que dar pasos muy cortos para no caerse. Mantuvo la respiración la mayoría del trayecto como si aquello pudiera hacerle más ligero. Finalmente, en el momento en que piso la orilla, le entraron ganas de agacharse para besar el suelo. La idea se desvaneció rapidamente al darse cuenta de que corría grave peligro de caer si lo intentaba. Ahora que el animal estaba a salvo podía volver al refugio. De camino recogería fruta para poder alimentarse. Allí habría tiempo para descansar.

Los primeros intentos de recoger comestibles fueron infructuosos. La mayoría de lo que se podía recoger del suelo estaba podrido desde hace tiempo. Además, soportar el conejo estaba limitando sus movimientos. Decidió soltarle cubierto por su abrigo. Podría pasar unos segundos sin la chaqueta, la combinación de suciedad, barro y bajas temperaturas la convertía en un armazón que ponía trabas a sus movimientos. Como era de esperar sintió un par de escalofríos al hacerlo, pero su búsqueda fue más rápida y pronto encontró dos piezas que eran comestibles. Tendría que ser suficiente cena para aquella noche, si encima conseguía guardar algo para el desayuno, mucho mejor. Tenía la seguridad de que el día siguiente sería igual de duro que el anterior.

Fue al recoger al pequeño animal cuando todo empezó. La chaqueta estaba fría, demasiado fría incluso para una noche en Barrows. Pero aquello provenía del interior de la chaqueta. Sean destapó a la criatura para comprobar que había ocurrido. Lo que hacia unos minutos era un animal de sangre caliente, ahora proyectaba frío por todo su cuerpo. Sean movió su mano derecha con cuidado para tocarlo. El frío atravesó la yema de sus dedos hacia sus nervios produciendo una sensación nunca antes sentida por él. Se quemó con tal intensidad que dejo caer aquel fardo. El conejo se hizo pedazos al caer al suelo. Nada de aquello tenía sentido. El miedo invadió su cuerpo y trató de alejarse torpemente. Su cuerpo se precipitó contra el suelo. El terreno era ahora una resbaladiza trampa mortal que le hizo rodar dirección al tocón. ¿Como podía haber pasado eso de una forma tan rápida? Un dolor se instaló tras sus ojos, como una aguja clavada en su frente a gran profundidad. El zumbido que había conseguido alejar volvió con más fuerza. Se tapó los oídos y cerro los ojos con fuerza. No entendía que estaba sucediendo. Su cuerpo se sacudía involuntariamente con cada ráfaga de dolor. Y de pronto los hueso comenzaron a crujirle como si hubieran perdido su solidez. La piel comenzó a arderle como si estuviera en el centro de un gran horno. El aire se congeló en sus pulmones, pero eso solo fue el principio. A cada segundo que pasaba sentía un poco menos su cuerpo y un poco más el dolor. No tuvo tiempo para pensar en llegar a la autopista, lo cual de todos modos hubiera sido inútil. El asfalto se resquebrajo y las luces que la iluminaban reventaron. Tampoco pudo pensar en la seguridad de sus conocidos, ni en la venganza que sufrirían sus enemigos. De todas formas ellos estaban a punto de vivir un final similar. Quizá peor, pues aquella helada sobrenatural seguramente tendría efectos muy particulares sobre las edificaciones. Un final rápido y definitivo para la vida de todo ser de aquella zona.


Aquello era su final. El final de una vida triste, difícil y llena de errores. ¿Pero acaso no es toda vida complicada? ¿Acaso no hubieran caído otras personas en sus circunstancias en sus mismos errores? Nadie podía culparle por haber aprovechado las oportunidades que había tenido. Había jugado sus cartas como le fue posible. Sean sería olvidado, un cero a la izquierda en la historia de la humanidad. Pero el pueblo de Barrows no correría la misma suerte. Aquel lugar se convertiría en un recordatorio del principio de una nueva era. Un lugar de estudio donde comprobar como desatar las fuerzas de la naturaleza no puede traer nada bueno.

"Frío, hace mucho frío", eso fue el pensamiento que puso final a la historia de Sean el huérfano, ex-traficante de poca monta y bravucón. A partir de ese día ostentaría secretamente un nuevo título honorífico y terrible: Primera víctima de la Señal.




Cita de: Dogan 019Fin del Archivo 1...Almacenando....Cargando Archivo 2....
Título: Re: NWB: Elige tu propio camino - Archivo 1: Frío.
Publicado por: raul_isl en 09 de Mayo de 2011, 01:53
La señal? oh wait.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 06 de Junio de 2011, 01:44
Redoble de tambores.....



Aquí se inicia el Archivo 2.
Título: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 06 de Junio de 2011, 01:58
El sol le sorprendió despierto. Nunca dormía demasiado desde el incendio. Cuando conseguía conciliar el sueño, lo cual ocurría cada vez con menos frecuencia, rara vez era profundo. Xerim decidió que lo mejor era comenzar el día lo antes posible y se reincorporo. La habitación no era muy amplia, pero a él le parecía que tenía el tamaño perfecto. Sus paredes estaban repletas de cuadros que representaban diversos fenómenos atmosféricos. Había desde paisajes desérticos castigados por los rayos del sol, a exuberantes junglas donde la lluvia era una cortina constante. El cuarto solo tenía tres muebles: la cama, un armario y una amplia mesa junto a la ventana. El estar situado en el segundo piso de la casa facilitaba que la luz penetrara con fuerza durante casi todo el día. De cualquier forma, Xerim evitaba usar aquel pequeño escritorio. No podía evitar sentir que estaba usurpando un asiento que no le pertenecía cada vez que se sentaba a trabajar allí. Aquella era su casa ahora, tenía que acostumbrarse a ello se decía una y otra vez. Pero esa era una de las cosas que era mucho más fácil decir que hacer.

Xerim cogió la ropa del armario y fue directo al baño. No era ni por asomo tan lujoso como el antiguo, pero era mucho más práctico. La casa contaba con un sistema de cañerías que no todo el mundo podía permitirse, el cual se complementaba con un aparato que depuraba el agua de lluvia para su posterior uso. Por otro lado, no todo eran maravillas. Para empezar carecían de un calentador y debían asearse con rapidez para no enfermar. Además, el sistema se obstruía con una facilidad pasmosa, precisando de reparaciones periódicas que suponían un boquete para su economía. Después de la corta ducha, Xerim se examino frente al espejo. Su piel pálida le otorgaba un aspecto fantasmagórico que ningún potingue podía disimular. Cualquiera que no le conociera podría suponer que tendría los problemas típicos de un albino, nada más alejado de la verdad, puesto que no era esa la anomalía genética que portaba. Su tersa y suave piel podía soportar grandes periodos de exposición al sol que serían mortales para alguien que careciera de sus especiales características. Tampoco sudaba con facilidad, solía mantener una temperatura corporal estable dependiendo del ambiente. El pelo era negro azabache y tenía una tendencia a crecer en direcciones extrañas. Él trataba de mantenerlo corto pero no siempre conseguía su objetivo. Su cabello no se dejaba cortar con facilidad, en ocasiones se endurecía desde la raíz hasta la punta convirtiendo en una tarea imposible el recortarlo. Los ojos era posiblemente lo que mas llamaba la atención de su rostro. Su iris era rojo como la sangre, la esclerótica carecía de esas características venillas que podías encontrar en la mayoría de los glóbulos oculares y el negro de las pupilas era diferente al común.  Aunque no era casual ver a personas como él en la ciudad, no era único en su especie. Sin ir más lejos, su hermana tenía una fisionomía similar a él.

Tras su pequeño examen se puso las gastadas prendas que había escogido. Predominaba el marrón y el negro típicos de los estudiantes del Geo. Sin embargo, como graduado Xerim había añadido unos toques de rojo que rompían con la monotonía. Salió al pasillo y paso frente a la puerta que permanecía siempre cerrada. Nunca habían encontrado la llave y habían prefiero no forzarla, haberlo hecho hubiera supuesto algo parecido a violar la privacidad de su antiguo habitante.  Llegó al fondo del corredor y dudo entre bajar las escaleras o llamar a la puerta de su hermana. Finalmente se encamino a la planta baja. Su hermana posiblemente había salido temprano y su relación no era la mejor del mundo en los últimos tiempos. Desde que perdieron la casa se habían alejado el uno del otro paulatinamente hasta apenas comunicarse entre ellos. Los pocos encuentros se tornaban tensos y desagradables. Xerim creía que lo mejor era dejarlo pasar, el tiempo acercaría el abismo que les separaba.


La planta baja estaba compuesta por una amplia cocina, un baño bastante mayor que el del piso superior y un despacho.  Era la cocina lo que ocupaba la mayor parte del espacio. No le daban mucho uso, ya fuera por sus apretadas agendas, o sus escasas habilidades en los fogones.  A la hora de desayunar solían tomar algún cereal de bajo coste. No era un desayuno muy sabroso, pero si alguno deseaba algo más consistente sabía donde encontrar numerosos puestos improvisados que ofrecían aperitivos a precios asequibles. Aquella mañana su estomago no parecía muy propenso a permitir la ingesta, así que Xerim decidió pasar directamente al despacho después de mascar un pequeño trozo de cereal.
Era sin duda la sala más elegante de toda la edificación. En sus paredes había estanterías repletas de volúmenes ordenados por temáticas. Había libros de biología, química, literatura y otros temas mucho más extraños. También había algún bestiario encuaderno en pieles exóticas. Un par de tapices decoraban las únicas dos porciones de pared que permanecían desnudas. Uno de ellos representaba la leyenda de Élekos, y el otro representaba la destrucción de la ciudad de Pladea. Cuando era pequeño, mucho antes de comprender la magnitud de lo que representaban aquellas escenas, había jugado a recrear aquellos sucesos de leyenda. Solía interpretar algún papel secundario del tipo de Edel "el Sabio" o Ambred "la Serpiente", ya que su destreza con las armas era nula. Su hermana siempre había sido mucho mejor que ella en casi todas las ramas del conocimiento y del combate. Ese había sido uno de los motivos por el que su padre y él nunca habían tenido una relación estrecha. 

La superficie de la sala estaba ocupada por un escritorio amplio y una gran mesa central repleta de papeles, mapas y bocetos. Él y su hermana no se habían molestado en darles un orden. Al principio fue un símbolo de que mantenían la esperanza de que regresaran sus legítimos dueños. Con el paso del tiempo aquel símbolo se convirtió en una especie de legado que ninguno de los dos estaba dispuesto a profanar.  Cuando alguno de los dos tocaba uno de los documentos se molestaba en devolverlo a su posición original con sumo cuidado. Xerim se dirigió con paso firme al enorme escritorio. Su madera había recibido un cuidado tratamiento para permanecer impoluta a pesar del paso de los años. Sus cajones y bordes habían sido labrados con motivos florales. Él no era capaz de identificar la madera de la que estaba fabricado pero no había visto ninguno parecido en los despachos de los altos cargos del Rombo. Posiblemente había sido transportado desde algún lugar lejano como un encargo personal.
Sobre la pulida superficie había dos marcos de fotos bastante diferentes. El más pequeño era de pino común, y era evidentemente más antiguo que el otro. La foto representaba a un hombre joven de rasgos afilados,  pelo castaño oscuro y barba de chivo. Sus ropas de viaje unidas al paisaje salvaje que le rodeaba revelaban que era un explorador. Había posado como una sonrisa enigmática que remarcaba su aspecto de aventurero. En la parte baja del marco había una placa que ponía rezaba "Eujen" junto a unos números que indicaban las coordenadas donde había sido realizada la imagen. Xerim no recordaba a su abuelo, había muerto cuando él apenas tenía dos años, pero el parecido era indiscutible. En aquella captura no debía tener muchos más años que él. El otro marco había sido fabricado en algún material similar al granito. La foto que portaba había sido realizada en aquella misma habitación, y en ella aparecían tres hombres a los que la vejez había comenzado a erosionar. Los tres habían ejercido el papel de abuelo, e incluso en ocasiones de padre, con él. A la derecha, con una mata de pelo color nieve abundante, estaba el más tranquilo del trío. Su nombre era Gohvewán, era el más viejo de los tres y su cuarto era el que ahora ocupaba su hermana. En el lado izquierdo estaba Jinu, sin duda la persona del grupo que más éxito había acumulado a lo largo de su vida. Había sido uno de los miembros de más renombre del Rombo hasta su injusta destitución. Xerim lo recordaba como una de las personas más bromistas y optimistas que había conocido. El escritorio, al igual que la habitación donde Xerim dormía, habían sido suyos. Por último, en el centro y con gesto adusto se encontraba Úthrer. Nunca había sido muy dado a la amabilidad pero sabía cuando debía ser delicado. Durante su juventud fue un excelente soldado pero, a pesar de sus esfuerzos para adiestrar a Xerim, nunca había conseguido volverle un espadachín decente. Él había sido la figura de autoridad que equilibraba los caprichos que Jinu y Gohvewán les prodigaban. Esa había sido la principal motivación por la cual no habían tratado de forzar la cerradura de su puerta. En muchas ocasiones los extrañaba. Tanto la dureza de Úthrer, como la condescendencia de Jinu, eran cosas que nunca se preparó para perder. En ocasiones le costaba asumir que ya no los volvería a ver nunca.


Para cuando se quiso dar cuenta había gastado más tiempo del que poseía allí sentado. Los recuerdos del pasado le abotargaban la mente y los sentidos. Siempre había tenido el don para aislarse del mundo con facilidad, en ocasionas esa habilidad se tornaba una maldición. Rebusco en el primer cajón en busca de su propósito inicial al ir al despacho. En unos minutos logró encontrar aquel esbozo de mapa que había realizado con sus escasas dotes para el dibujo. Lo aparto y prosiguió su búsqueda de aquella lista escrita hace días en su última búsqueda en la biblioteca. Cuando la localizó se dio cuenta de cuanto de mal se le daba escribir en la oscuridad. Con esfuerzo pudo descifrar lo que había escrito con trazados temblorosos. Guardó ambas hojas en una pequeña carpeta cuarteada por el uso y salió de la habitación. No podía permitir retrasarse más tiempo así que apuró el paso. Reviso con premura el contenido de la bandolera de piel que utilizaba para transportar objetos diversos. Pronto debería ir a comprar nuevos materiales para hacer las transmutaciones básicas. Se la colgó del hombro, la ajusto y abrió la puerta. La luz le cegó durante unos momentos.  El pensamiento de que le esperaba un día largo se cruzo por su mente. Se resigno, suspiro profundamente y abandono su hogar para dirigirse a su destino.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 06 de Junio de 2011, 02:54
Día 1

PdM – 21.

Tareas Obligatorias

• Visitar la Academia – 8.

Tareas Opcionales

• Visitar "La Feria" – 7.

• Visitar la "Biblioteca" – 6.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: madison en 06 de Junio de 2011, 09:38
Visitar la Academia

feria
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Minerva en 06 de Junio de 2011, 10:51
1. visitar la biblioteca

2. visitar la academia

3. visitar la feria

(no quería un día largo? toma día largo!)
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Lance en 06 de Junio de 2011, 16:59
1. Academia
2. Biblioteca
3. Feria
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: El tipo en 06 de Junio de 2011, 17:05
Cita de: Lance en 06 de Junio de 2011, 16:59
1. Academia
2. Biblioteca
3. Feria
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: raul_isl en 06 de Junio de 2011, 17:09
Feria y luego academia, que le fucking a la biblio.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Mime en 06 de Junio de 2011, 20:17
1- Academia
2- Biblioteca
3- Feria
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Nuly en 09 de Junio de 2011, 09:15
Cita de: El tipo en 06 de Junio de 2011, 17:05
Cita de: Lance en 06 de Junio de 2011, 16:59
1. Academia
2. Biblioteca
3. Feria
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Dartan en 09 de Junio de 2011, 18:57
1- Academia
2-Biblioteca
3- Feria

:O
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 10 de Junio de 2011, 23:17
Cuando alguien se movía por el barrio de "Las Colinas" debía ser especialmente cuidadoso. Las calles eran una sucesión de pendientes que cobijaban zonas de penumbra, hogar de rateros y asaltantes, y áreas luminosas, donde las patrullas de la Tormenta impartían su particular justicia. Él, por experiencia propia, sabía que evitar ambos extremos era lo más inteligente. La mayoría de las edificaciones, incluida en la que Xerim y su hermana vivían, tenían forma circular precisamente para prevenir las situaciones conflictivas que ocurrían con frecuencia. Sin embargo, aquel barrio nunca había andado falto de habitantes al ser increíblemente barato alojarse allí.
Xerim había avanzado con premura en dirección Norte. En su camino estaba seguro de haberse cruzado con un par de grupos de maleantes que le habían ignorado debido a su rango de graduado. También había pasado cerca de una patrulla de la Tormenta a la que había preferido ignorar, ellos rara vez se amilanaban y mucho menos en su autoproclamado territorio. Las fuerzas del orden dataranas no tenían apenas presencia allí desde que aquella fuerza militar privada se instalaran, previo consentimiento del Consejo, y pasará a ser el cuerpo de protección auxiliar. Las relaciones entre ellos no eran necesariamente amistosas, por lo tanto, se había optado por ceder el patrullaje de aquel espacio a el ejército de mercenarios.


Xerim podía ver ya al final de la calle el muro de color canela que separaba la zona peatonal de la academia. Estaba en mejores condiciones que el resto de las viejas murallas de piedra, huella de antiguas rencillas, cuyo origen había sido olvidado largo tiempo atrás. Dos uniformados hombres le inspeccionaron de arriba abajo mientras comprobaban sus credenciales. Sus protecciones eran escasas, un par de prendas acolchadas y un casco con visor, y sus únicas armas eran un machete reglamentario y una mini ballesta. En un combate quedarían reducidos a cenizas antes de poder responder a una acometida de los mercenarios.

Las puertas se abrieron para él, permitiéndole entrar en el amplio recinto de "El Geo". Xerim había estudiado allí durante diez años la disciplina de la alquimia por decisión de su madre. Fue donde encontró su camino. En este caso, y a diferencia que con su hermana, su padre no se había opuesto teniendo en cuenta su torpeza en el manejo de las armas. Para cuando él completo la pruebas de la Geodemia,  su hermana ya era una alumna bastante conocida por su insolencia y rebeldía. La fama que ella se había ganando le acompaño como una carga durante los primeros años de estancia. Finalmente, había logrado ganarse su propio lugar a base de esfuerzo y trabajo.

Los laboratorios estaban situados en altos edificios de ladrillo rojo repartidos en torno al edificio central y sede del Rombo. Todos estaban acondicionados para llevar a cabo experimentos que eran previamente inspeccionados por los altos miembros antes de ser calificados como aptos. La circulación era libre ya fueras un graduado, un Cirk1  o un Squa2.  El laboratorio número quince, ubicado en uno de los edificios más cercanos a la sede del Rombo, era donde probablemente estaría la persona a la que debía encontrar. El frío invernal del interior de la construcción le recibió nada más penetrar por la puerta. Los sistemas de refrigeración y ventilación funcionaban a la perfección, lo cual era esencial para prevenir los accidentes en las pruebas con productos inflamables. Los montacargas estaban cautelarmente desactivados, así que Xerim tuvo que ejercitar sus piernas subiendo las escaleras. Los sonidos de las voces, golpes y mezclas, se entremezclaban creando un zumbido molesto que se instalaba en la cabeza como una garrapata. Por suerte él ya se había entrenado durante años para ignorarlo mientras trabajaba.
El piso quinto se abría ante él como una sucesión de estancias protegidas por un cristal protector. Todo proyecto era público mientras se trabajara dentro de los laboratorios. Y si bien nadie podía intervenir, asistir o visitar sin previo consentimiento del encargado, si que podía penetrar en la sala si su propio laboratorio era contiguo. Fue en la quinta sala donde notó por el rabillo del ojo que alguien hacia aspavientos. Se detuvo, y tras unos segundos, reconoció un rostro sonriente coronado por una melena rubia cobriza que le saludaba desde dentro. Floze era una de las antiguas compañeras de su hermana y durante muchos años fue el amor platónico de Xerim. Cuando entró en la sala pudo ver que no estaba sola, junto a ella se encontraba Ypwen practicando con algo que quedaba oculto por su cuerpo. Su mono de trabajo manchado y pelo castaño sucio hacían difícil distinguirla en el caos de su recinto. Él había perdido la cuenta de cuantos años llevaba enfrascada en su propósito, pero estaba seguro de que estaba cerca del límite máximo de postergación permitido.

-Vaya, vaya, ¿Qué te trae por los pequeños dominios de nuestra amiga? –preguntó en tono de guasa Floze fijando en él sus ojos verdes -. ¿Acaso nos traes un mensaje de tu desaparecida hermana? ¿Por fin se ha acordado de que existimos?

-Me temo que ella tiene mejores asuntos que atender –respondió sonriendo -. ¿Y tú no deberías estar mejorando tus teorías? Parece ser que soy el único que tiene que ganarse su espacio para trabajar.

-Tiene toda la razón – intervino Ypwen con su habitual tono formal poco propio para una muchacha que provenía de una familia de clase baja -. Si no estuvieras aquí metida todo el día seguramente yo no estaría tan retrasada.

Xerim dejo escapar una sonrisa por aquel ligero reproche. Floze frunció el ceño mientras miraba falsamente ofendida a su amiga. Era bien sabido que el retraso de Ypwen nada tenía que ver con las intervenciones del resto de los mortales. La complejidad del mismo era lo que retrasaba continuamente su avance.

-Quizá debería irme a visitar otros talleres – le replicó -. Otros en los que sea mejor recibida claro está.

-Ni hablar, tu presencia aquí es imprescindible – respondió con premura Ypwen levantando por primera vez su cabeza desde que Xerim había entrado -. Si no estuvieras tú aquí, no tendría quien me trajera café.

Aquella frase basto para que los tres se relajaran. Por normal general, el ambiente de cualquier taller estaba cargado por las sustancias que eran manipuladas. Aquello solía tensionar los nervios de cualquiera que se estuviera allí más de dos minutos. Ypwen desvió su mirada y pasó a apuntarle con su afilada nariz. Le señaló la bolsa del trabajo e hizo un gesto para que se acercara. Xerim, que conocía como se las gastaba aquella mujer, sabía que ella estaba acostumbrada a ser obedecida sin ni siquiera emplear la voz. Se acercó y le cedió los planos de su proyecto que hasta entonces habían estado alojados dentro de la bandolera. Ella les dedico un par de minutos al mismo tiempo que Floze revoloteaba a su alrededor trasladando objetos sin ningún aparente esquema.

-Esto puede ser muy interesante – sentenció casi con un murmullo -. ¿Quién esta revisando esto?

-Moritaka, él ha sido mi Cirk desde que comencé los ensayos grupales – y también había sido lo más parecido a un amigo que había encontrado allí dentro, pero eso prefirió guardárselo.

-Bueno, pues aunque no pasara la criba – siseo aun más bajo que su anterior frase -. Me encantaría que me fabricaras uno de estos si decides seguir por tu cuenta.

Xerim asintió en silencio mientras recogía los planos de las manos de la chica. Ella simplemente dejo escapar un amago de sonrisa complacida por el gesto del joven. No era habitual encontrar gente dispuesta a realizar favores sin compensación alguna.  De todos modos, estaba seguro de que Ypwen le facilitaría los materiales que le fueran posibles en caso de que tuviera que desarrollar solo su invento, lo cual le sería de gran ayuda. Xerim estaba a punto de despedirse cuando una cuarta voz discordante se unió a la conversación.

-Me pregunto como debe ser eso de no ser un genio y tener que pelearte en el barro por tu puesto – intervino el recién llegado -. ¿Instructivo quizá?

El joven recién llegado tenía el pelo alborotado como si hubiera sido victima de un fuerte vendaval. Aunque a primera vista parecía pelirrojo, sus tonos tiraban más hacia el naranja. Una sonrisa de autosuficiencia recorría su mandíbula mientras sus ojos inspeccionaban la escena. Intentaba aparentar superioridad tamborileando sus largos y finos dedos sobre las diferentes superficies cercanas a la puerta que comunicaba su taller y el de Ypwen. Su nariz hubiera sido un rasgo a olvidar si no fuera por la fina línea colorada que la surcaba de derecha a izquierda. El nombre de aquel tipo era Zanamedrín, y Xerim no estaba dispuesto a dedicarle ni un minuto.

-Vamos, que seas de rama podrida de la familia Argaisten no significa que tengas que ser necesariamente un idiota Xerim – continuó provocándole. Xerim trato de resistir los impulsos de insultarle -. Estoy seguro de que tu padre será recordado con gran honor como agente de los Rangers.

-Estoy seguro de que su puesto no alcanzará el renombre digno de un miembro de la familia Kugt, famosos por la cantidad de putas y vino que consumen – contraatacó Floze mientras el color subía a sus mejillas camuflando sus pecas -. Visto así hasta tú no pareces tan despreciable.

-¡Ah, por su puesto que la pequeña pastora iba a salir en defensa de la escoria! – dijo forzando la sonrisa que ahora se asemejaba más a una mueca -. Los Arbaín tenéis experiencia en eso de recoger mierda de vuestros rebaños.

Xerim agarró del brazo a Floze antes de que le saltara encima. Puede ser que normalmente fuera pacífica, pero en aquel momento hubiera destrozado a Zanamedrín si este hubiera estado un poco más cerca. Ellos tres representaban a pequeña escala una de las muchas rivalidades internas de las familias que poblaban las residencias de "la Villa". Las rencillas eran viejas como las piedras que sostenían los cimientos de sus caserones. Había un total de trece familias que mantenían su presencia, en mayor o menor medida, en el Consejo que dirigía la ciudad. La mayoría habían desistido en su participación en la disputa por el control de la calles, pero algunas aun mantenían sus antiguas pretensiones habiéndose adaptado a las normas no escritas que surgieron con el paso de los años.

-Será mejor que te largues de aquí – le advirtió Xerim tratando de adoptar un tono neutral.

-Me mantendré aquí mientras la dueña del taller me lo permita – contesto rápidamente sin apartar su mirada de la furibunda Floze -. ¿Pudiera ser que ya no fuera bienvenido en el taller de la honorable Ypwen?

Muy hábil eso se pasarle la pelota a la dueña del habitáculo, pensó Xerim. Ella no podría negarle el acceso, que con cortesía le había sido pedido, sin incurrir en un agravio que hubiera mermado su reputación.  No obstante, Ypwen se había acostumbrado a tratar con aquel tipo de gente y sabía de buena tinta como desenvolverse en tales situaciones.

-Eres bienvenido en este taller siempre que tengas algo que aportar Zan – comenzó ella sin alzar la vista de su trabajo y restándole importancia a la situación -. Pero es evidente que se ha surgido una situación de tensión que está perturbando mi trabajo. Por tanto, ¿serías tan amable de ayudarme a ponerle cese?

Zanamedrín sabía reconocer cuando alguien jugaba bien sus cartas. Hizo un breve y elegante saludo, no exento de cierto grado de cinismo, y se retiró en silencio. Floze se calmo a los pocos segundos y él la liberó de su apresamiento. Ella le tocó el hombro en señal de agradecimiento antes de alejarse a por una taza de café. Xerim, ante aquel silencio incomodo que se formó en la habitación, decidió que aquel era el momento para irse a buscar a Moritaka. Ya salía por la puerta cuando Ypwen le dirigió unas breves palabras de despedida desde su silla.

-Relájate chico, Zan nunca perdonará que tu hermana le rompiera la nariz – le explicó sin necesidad con una intención clara de ser oída por Zanamedrín desde el otro lado de la puerta -. Si vas a conseguir un sitio aquí tendrás que acostumbrarte.



En las últimas salas del corredor, Xerim encontró a Moritaka examinando varios volúmenes forrados en cuero. Su corto pelo rubio le otorgaba un aire de eterna juventud que él sabía aprovechar. Además, contrastaban fuertemente con sus ojos negros como el carbón. Su complexión delgada le había permitido salir ileso de más de un accidente que involucraba metales pesados. Xerim no  tenía ni idea de su edad exacta, pero diversos cálculos que había hecho en base a ciertos parámetros le indicaban que debía rondar los treinta y muchos.

-Ya era hora de que te decidieras a aparecer – le reprochó de forma autoritaria -. Pensaba que te tomabas esto en serio, la revisión es mañana.

-Lo sé, no hace falta que me lo recuerdes. Si no he venido antes ten claro que es por que no quería enseñarte un proyecto inacabado – se defendió Xerim mientras extraía de la bolsa la totalidad de los objetos que era precisos para la inspección de los planos -. Echa un vistazo globalmente y dime si crees que pasarán la prueba.

Moritaka apreciaba la precisión en todas las facetas de la vida, así que no puso inconveniente en ir directamente al grano. El proyecto que Xerim iba a proponer ante la sala compuesta principalmente por miembros de Rombo era un aparato cilíndrico  de apenas cuarenta centímetros. A primera vista no parecería más que una porra con formas poco ortodoxas, pero en su interior guardaba un complejo sistema de almacenaje y compartimentos que con los engranajes correctos permitía realizar mezclas rápidas. Tras diez minutos, en los que fue sometido a un rápido aunque minucioso análisis por parte del Cirk, Moritaka decidió que había visto suficiente.

-El proyecto es perfecto – sentenció expulsando el aire como si se hubiera quitado una gran carga de encima-. Aunque me preocupan las aplicaciones armamentísticas que pueda tener.

Xerim se quedo mirándole perplejo. Aquella conversación la habían mantenido semanas atrás cuando le detalló la idea. Él había decidido correr el riesgo de ser rechazado y Moritaka había asumido que no había forma de hacerle cambiar su parecer. La charla había no había sido precisamente cómoda y no era algo que deseara repetir.

-Ya se que no lo vamos a cambiar ahora. Ni aunque quisieras tendríamos tiempo – le explicó con la calma con la que un maestro enseña a un niño las tablas de multiplicar -. Además, estoy cada vez más seguro de que el proyecto puede triunfar si tiene el padrino adecuado.

-¿Qué padrino? – preguntó raudo antes de que cambiara de tema.

-Es un miembro del mismo Rombo, lo cual nos asegura que tendremos una gran aceptación que... – su voz se detuvo al contemplar la cara de enfado de Xerim -. Es Nawqo Navayin.

-No, no y no. De ningún modo permitiré que él me apoye en esto – declaró al mismo tiempo que golpeaba la mesa con la punta del dedo índice -. Nada bueno puede venir de la familiar de Crow.

-Sabes que él no tiene mayor relación con su sobrino que la necesaria – dijo Moritaka tratando de aplacar su furia -. Además era amigo de tu abuelo – continuo mientras modulaba su voz para evitar que Xerim se alborotara -. ¡Incluso el mismo ha insistido en ver el prototipo mañana mismo, un día antes de la reunión!

Xerim reflexiono ante la situación. Él personalmente nada quería tener que ver con la familia Navayin, la cual había estado indirectamente involucrada en el fallecimiento de su madre. No obstante, era primordial conseguir una plaza allí para poder mantener su ya de por si bajo nivel de vida. Tenía vagos recuerdos su primer encuentro con Nawqo cuando con apenas cinco años llego a la ciudad. La historia la había completado Jinu unos cuantos años después en una conversación sobre los Navayin. Al parecer, la hermana de Xerim había proferido ciertas críticas desafortunadas, extraídas de las enseñanzas de su abuelo, que Nawqo había recibido con bastante humor. Sin embargo, su sobrino Crow, que le acompañaba en aquel momento, montó en cólera de tal forma que hizo falta el esfuerzo conjunto de su tío y el padre de Xerim para calmarle. Años después Crow se encontraba entre las personas que pusieron freno a la iniciativa que podía haber salvado la vida de la enferma madre de Xerim. Su hermana nunca se lo había perdonado a Nawqo, con el que había cortado inmediatamente relaciones.

-Vamos Xerim, piénsatelo bien – le instó su viejo instructor -. Estoy seguro de que puedes construirlo y traerlo mañana antes de la reunión. Sabes que yo no te lo recomendaría si no pensará que es necesario.

Su hermana iba a descuartizarle si se enteraba de aquello. ¿No abriría aun más heridas esa decisión? Xerim no quería, ni podía, darle muchas más vueltas a aquello. Las decisiones nunca habían sido su fuerte, solía actuar por instinto y eso decidió hacer.

-De acuerdo – respondió finalmente sin pensar mucho en lo que acababa de hacer -. Mañana lo traeré para que pueda verlo, espero que no te equivoques.



Citar
1.Denominación de los instructores de la academia.
2.Denominación de los alumnos no graduados de la academia.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 11 de Junio de 2011, 00:00
Día 1

PdM – 13.

Tareas Obligatorias

Visitar la Academia – 8.

Tareas Opcionales

• Visitar "La Feria" – 7.

• Visitar la "Biblioteca" – 6.


Se reabren las votaciones. Las puntuaciones anteriores se sumarán a las nuevas.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: El tipo en 11 de Junio de 2011, 00:05
Biblioteca
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Minerva en 11 de Junio de 2011, 00:27
biblioteca
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Mime en 11 de Junio de 2011, 01:45
Biblioteca
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Lance en 11 de Junio de 2011, 21:18
Biblioteca
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: madison en 13 de Junio de 2011, 12:18
Visitar La Feria
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 13 de Junio de 2011, 21:40

Xerim volvió sobre sus pasos para después continuar desplazándose hacia el Sur. Por el camino, compró un trozo de queso que le serviría de único almuerzo. Su determinación de seguir adelante con el plan de Moritaka había venido acompañada de una sensación de ansiedad que se había instalado en su estomago. El resultado fue que la porción le resulto totalmente insípida. A pesar de repetirse que no estaba haciendo nada malo, la imagen de su difunta madre no dejaba de acudir a su cabeza. ¿Estaba traicionando el recuerdo de su madre pidiendo ayuda a Nawqo Navayin? Eso era algo que nunca podría saber con seguridad. Él solo podía limitarse a tomar las oportunidades que la vida le diera. Ante todo, no estaba dispuesto a sacrificar su futuro en base a las sospechas y remordimientos de otros.  

Tras enfilar una de las calles principales del barrio, la cual para regocijo de sus piernas era cuesta abajo, llego a la muralla que divida "Las Colinas" y "El Vestigio". La situación de la construcción defensiva era horrorosa. Numerosas secciones no habían sido reparadas desde el gran incendio que arrasó con el barrio. Las puertas dobles no fueron sustituidas y cualquiera podía acceder a la zona interior destinada originariamente tan solo a los soldados. El control que se ejercía sobre la circulación era más bien laxo, habiéndose convertido el antaño hogar del conocimiento en un hogar para ratas, no se consideraba necesario concentrar allí tropas. Por todo ello, a Xerim le sorprendió que un par de soldados, a los cuales los rastros del acné aun permanecían en sus rostros, le detuvieran en una de las brechas. Uno de ellos se encontraba sentado sobre un elevado mojón de piedra observando la escena distraído. El otro, que fue quien detuvo su paso, arrastraba sus pies por la zona mientras sonreía como un niño con un juguete nuevo. Xerim dedujo que debía ser un novato, ya que no portaba ningún símbolo que mostrara quien era el cuidador de sus intereses.  

-Alto ahí alquimista – comenzó con una autoridad inusitada para alguien de su juventud-. ¿Qué oscuras intenciones te traen aquí?

-No creo que lo que yo vaya a hacer sea de tu incumbencia – le respondió con decisión. Aquel tipo no le intimidaba lo más mínimo con su pose chulesca-. Además, el paso es libre.

-No desde que yo estoy aquí, ingrato. Mi debe es velar por la seguridad de los pacíficos ciudadanos – recitó con una entonación solemne memorizada durante sus períodos de formación-.

-Si sabes lo que te conviene, deja de joderme el día y apártate – le advirtió Xerim mientras en su cabeza, la idea de machacar a aquel tipo para desahogar su frustración, se volvía más atractiva cada momento-.

El soldado le examinó con detenimiento cuidadosamente. Su mano se deslizó lentamente hacia la empuñadura del machete que tenía colgado en la cintura. Puede que en un duelo aquel muchacho pudiera dejarle a la altura del betún, pero Xerim tenía un par de recursos siempre ocultos para aquel tipo de situaciones. Por suerte, antes de que la sangre llegar al río, el compañero del novato intervino para pacificar la situación.

-Déjale en paz idiota, es un alquimista. Te cegará, hará que la madera del pomo se funda con tu guante o encontrará otra manera de desarmarte mientras tú intentas adivinar por donde te vienen los golpes.

-No si le corto las manos primero – continuó el fanfarrón -. ¿Cómo hará sus mezclas con los muñones?

-Allá tú, si no es él, lo hará su hermana – insistió el camarada -. Mírale bien, es el hermano de esa que llaman Savage, si deseas aparecer mañana flotando en el puto desagüe córtale la mano.

Xerim fijó su mirada en el otro guardia. A aquella distancia no se había percatado de la banda verde que cruzaba su brazo. En ella estaba dibujada una garra negra, símbolo de los hombres de Veldro. Se confirmaron así las sospechas sobre el corto período al servicio de la ciudad del bravucón. Nadie permanecía más de un mes sin haber sido comprado por un Noble. Los accidentes desafortunados solían ocurrir con frecuencia para aquellos que se mantenían neutrales.    

Las palabras surtieron efecto sobre el joven. Su mano cayó muerta junto a su cadera y retrocedió de mala gana permitiéndole el paso. Xerim se adentro entre las ruinas hacia el gran edificio de la Biblioteca. Costaba creer que "El Vestigio" había sido centro de reunión de eruditos hasta su espontanea conversión en escenario del último enfrentamiento entre Nobles unos cien años antes. Por aquel entonces se conocía como "El Archivo" y, afortunadamente, no todos los documentos que allí se albergaban habían sido pasto de las llamas, cuyo origen a día de hoy continuaba siendo desconocido. Las edificaciones que habían permanecido en pie habían sido apuntaladas y reforzadas. Todo el trabajo recayó en los pobladores de la zona. Ni una moneda proveniente de las arcas de la ciudad fue destinada a la reconstrucción de las casas, el Consejo había preferido dejar aquello como una macabra muestra de que no sufragaría los daños causados por particulares. Así la Biblioteca conservaba a día de hoy la totalidad de sus sótanos, a pesar de que esto era una verdad a medias, y dos de los cincos pisos que la constituyeran antiguamente. Si bien era más preciso decir que partes del tercer piso aun se conservaban, el acceso a las mismas estaba sumamente limitado con el fin de no comprometer la estabilidad del conjunto.


Las puertas de la Biblioteca permanecían siempre abiertas para todo aquel que quisiera consultar los textos que sus cuatro paredes protegían. Xerim cruzó su umbral al mismo que admiraba las esculturas del arco de entrada. Cada una de ellas representaba a una figura literaria de renombre. Él no las conocía todas, pero lo cierto es que el paso de los años sobre la roca no facilitaba la tarea de distinguirlas. Un par de apresurados becarios pasaron a su lado rescatándole de su ensimismamiento. La gente que trabajaba allí eran voluntarios que no recibían remuneración alguna, aunque eso no significaba que no se tomaran muy en serio su trabajo. Aquel hogar del saber estaba siempre muy concurrido por gente de todo tipo, incluso muchos extranjeros acudían a la ciudad solo para visitar sus salas en búsqueda de manuscritos descatalogados o perdidos. La coordinación de todos los voluntarios era un elemento esencial para que todo el mundo pudiera disfrutar de los textos. En el recibidor normalmente siempre había como mínimo un encargado que guiaba a los visitantes y metía en cintura a los becarios más perezosos. Sin embargo, aquel día cada hombre parecía moverse con la rapidez propia de una liebre. El motivo era bastante simple para todos aquellos que visitaran el sitio con frecuencia, puesto que justo en el centro de la sala, tras un gran escritorio de nogal, impartía órdenes y recomendaciones a partes iguales la única encargada que aquel lugar había conocido.
La llamaban Merice, aunque los más cercanos a ella sabían que era solo un seudónimo El motivo por los que ocultaba su nombre, al igual que su verdadera identidad, era un secreto que solo a ella tenía derecho a desvelar. Su estatura era media, se la podía considerar baja en comparación con la mayoría de los hombres, pero daba sus indicaciones con tal firmeza que podía empequeñecer al más alto gandul. Aunque esto pudiera hacerla parecer excesivamente dura, todos sus compañeros apreciaban la seriedad y cuidado con el que llevaba el trabajo, incluso cuando era delegado en ella injustamente. Su pelo moreno caía en rizos sobre sus hombros. La boca pequeña, ubicada en un más bien redondo rostro, encadenaba velozmente palabras mientras sus ojos marrón oscuro cambiaban de objetivo con facilidad. Parecía tratar de abarcar  todo el espacio con su mirada. Cuando alguien se acercaba tras cumplir su cometido no le dedicaba unas palabras de ánimo, pero tenía una habilidad para mostrarles que estaba satisfecha desde su mirada. No siempre se la encontraba allí, puesto que desarrollaba el trabajo de consejera para Veldro, siendo uno de sus agentes más públicos. Tenía amplios conocimientos en los reglamentos que marcaban la vida de la ciudad, lo cual podía ser usado tanto para vías legales, como para aquellas no tan legítimas. Xerim se acerco a ella cuando quedo liberada de sus obligaciones más inmediatas. Ella tomó la iniciativa antes de que él pudiera saludarla.

-Buenos días Xerim. ¿Qué buscas esta vez? – dijo mientras rebuscaba en una alta pila de papeles situada sobre el escritorio-.

-Voy a descender a los sótanos. El volumen que estoy buscando no esta aquí arriba – le aclaró al mismo tiempo que extraía un trozo de papel de su bandolera. Nadie podía descender sin haberlo notificado por escrito-. Aquí tienes.

-Bien, dile a Shopos que bajas de mi parte. Que te de el kit completo de descenso – respondió ella mientras hacia señas a dos jóvenes que trasladaban volúmenes entre salas-. Hemos detectado algún agujero en los suelos del segundo sótano. Sobre todo en la zona Este, así que ten cuidado.

Los sótanos habían sobrevivido al fuego y con ellos todos los volúmenes allí almacenados.  Desgraciadamente todo mapa de ellos había sido destruido. El bajar allí suponía asumir el riesgo de no volver a ver la luz del día. Y si bien habían ideado una serie de ingeniosos métodos, señas y protocolos para evitarlo, era inevitable que en ocasiones sucedieran desapariciones. Xerim asintió y giro hacia las escaleras situadas en un rincón escondido detrás de la gran escalinata.

-Hace mucho que no te veo con Savage – le apuntó Merice, ralentizando su avance-. Esta misma mañana he estado con ella aquí.

-Tenemos unas agendas muy apretadas. Sobre todo ella, ya la conoces – dijo restándole importancia cuando ya casi había llegado a la pequeña puerta enrejada-.

-Deberías intentar acercarte a ella, han sido tiempos duros – le llego antes de colarse por el oscuro túnel.

-Me temo que es demasiado tarde – le respondió ya desde las escaleras donde nadie podía escucharle ya-.


Y, en aquel negro corredor descendente, la oscuridad le dió la razón.
 
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 13 de Junio de 2011, 21:42
Día 1

PdM – 7.

Tareas Obligatorias

Visitar la Academia – 8.

Tareas Opcionales

• Visitar "La Feria" – 7.

Visitar la "Biblioteca" – 6.


Se reabren las votaciones. Las puntuaciones anteriores se sumarán a las nuevas (aunque, evidentemente, esta vez no es necesario).
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Minerva en 13 de Junio de 2011, 22:05
feria
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: El tipo en 13 de Junio de 2011, 22:59
¿Es necesario?  :lol:

Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Mime en 13 de Junio de 2011, 23:16
Bueno, vale.

Feria.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: madison en 15 de Junio de 2011, 08:38
Visitar "La Feria
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 16 de Junio de 2011, 23:02
Para cuando Xerim volvió a la superficie, el Sol ya había comenzado su lento peregrinaje hacia el Oeste. El descenso no había sido agradable. En pocas ocasiones se había adentrado hasta lugares tan profundos. El sentido común le había impulsado a regresar cuando la claustrofobia, o eso creía, empezó a apoderarse de él. Su corazón parecía ser el único sonido en la oscuridad y el ambiente se enrareció hasta tal punto que no supo si estaba ahogándose. Al regreso devolvió todos los objetos a Shopos, el cual le reprocho preocupado el largo tiempo que había permanecido sin dar señales. Xerim le ignoró, quería irse y, además, según sus cálculos no había permanecido tanto tiempo en los sótanos. Dejó atrás el vestíbulo, la ruinosa Biblioteca y "El Vestigio", mientras desterraba de su mente las traicioneras sensaciones que inevitablemente surgían en la negrura.  

Cuando Xerim recuperó el control total sobre su cuerpo se detuvo asustado. Había llegado a "La Feria" y no guardaba recuerdo alguno de que camino había tomado hasta allí. No era la primera vez que le ocurría, el descenso a los sótanos a menudo provocaba desorientación y pérdida breves de control corporal. En aquella ocasión los efectos habían sido aparentemente más fuertes. Ni siquiera se había percatado del bullicio, poco propio de una tarde normal, que recorría las amplias calles. Lo usual era que la mayoría del movimiento comercial se produjera durante las largas mañanas, momento en el que la Galería Roja abría sus puertas. Tras unos minutos que aprovecho para relajarse, decidió acudir a una de las tiendas más grandes de todo el barrio. Siempre trataban de mantener unos precios asequibles, precisamente ese era el motivo por el que su dueño llevara allí casi cuarenta años establecido. Eso era algo poco común en un lugar donde los comercios establecidos en locales tenían rentas muy altas. No ocurría lo mismo con los puestos de madera repartidos sin orden alguno que Xerim fue esquivando durante su avance. Los dueños competían a gritos con el fin de atraer la atención de más clientes. El conseguir una venta se volvía secundario, si un negocio atraía más miradas que el resto era bastante posible que los rivales decidieran cambiar de lugar su puesto. A la larga esa decisión beneficiaba a quien permanecía en la misma ubicación.

La entrada de la tienda era un pequeño pórtico decorado en color verde que contrastaba fuertemente con los tonos ocres de las paredes. Un gran mostrador colocado a la izquierda protegía a un alto barbudo, sobre el cual comenzaban a pesar los años, que cobraba a los clientes. A la derecha, grandes mesas se habían distribuido en filas para permitir a los potenciales compradores moverse con comodidad. Sobre ellas diferentes receptáculos de diferentes formas separaban los contenidos. Los materiales que Xerim debía comprar eran muy básicos. En el fondo podría fabricarlos el mismo a partir de madera, sin embargo, aquello le hubiera llevado un tiempo del que no disponía. Durante la selección de piezas escucho como el comerciante se quejaba a viva voz de la masiva asistencia de gente aquel día.

-Bajamos los precios a niveles irrisorios y las ventas no suben. En cambio, un idiota se exhibe durante unos minutos y ya la tenemos montada.

Xerim se imaginaba a quien podía referirse aquel hombre, había una lista no muy larga de gente que era capaz de levantar tal revuelo. Lo más posible era que fuera uno de los Nobles, autoproclamados defensores del "bien", la "justicia" o cualquier otro concepto que ellos creyeran valido emplear para justificarse. Ellos eran la evolución de las disputas entre familias de "la Villa", hoy día reducidas a simples rencillas que se solucionaban en los despachos de la Torre Datar, llevadas al extremo. También se les podía considerar el triunfo del modelo de acumulación de poder en manos de una sola figura, frente a un grupo de ellas, lo cual eliminaba las peleas internas en busca de aumentar el poder dentro del grupo. Había tres características fundamentales que reunía cada Noble para ser considerado como tal. En primer lugar, todos ellos poseían una amplia red de contactos e influencias que recorría toda la ciudad. Además, debían ejercer un control efectivo sobre un espacio de la ciudad, o en su defecto, contar con la lealtad de un gran grupo de hombres. En último lugar, y para reducir aun más el número de jugadores, se encontraban los artefactos. Cada Noble poseía uno que se había legado de maestro a discípulo de tal manera que sus orígenes no podían ser esclarecidos. En la actualidad, y como había sido durante mus años, había siete de ellos: Veldro, Ílerc, Tucil, Kaenegro, Trappod, Casex y Crow. No todos estaban cortados por el mismo patrón, ni siquiera todos ellos eran personajes públicos. Si algo estaba claro es que cada uno velaba por sus propios intereses como mejor podía.

Quien confirmo sus suposiciones fue el último cliente en entrar en la tienda. Vestido con prendas propias de un baile de gala, y con una amplia sonrisa a juego con sus delicados rasgos, Ánfim entró en la tienda. Sin ningún pudor portaba en el lado derecho de su cara chaqueta un pin con forma de moneda pentagonal. Era el símbolo de Tucil, comerciante y Noble que mantenía férreo control sobre los miembros de su gremio. Solo él podía levantar tal revuelo en un barrio ya de por si concurrido. Ánfim era uno de sus chicos de confianza y tenía fama de, precisamente, permitir muchas confianzas a Tucil. Todos sus hombres tenían alguna peculiaridad física evidente, aunque en ocasiones la misma permanecía oculta para todos menos su jefe.

Hubo un pequeño cruce de miradas. Era bien conocido que Veldro, apodado "el Hurón", era mucho más del agrado de Xerim que el rey de los comerciantes. Él joven alquimista prefirió acabar sus compras rápidamente. Había sido un día largo, y en cierto modo tedioso, que se había prolongado más de lo necesario. Necesitaba una ducha para limpiar el sudor acumulado del día. Aun le esperaba una larga noche de trabajo por delante. Al menos no tendría pesadillas aquella noche, se consoló mientras dejaba al astro rey a su espalda y se dirigía a su casa.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 16 de Junio de 2011, 23:05
Día 1

PdM – 0.

Tareas Obligatorias

Visitar la Academia – 8.

Tareas Opcionales

Visitar "La Feria" – 7.

Visitar la "Biblioteca" – 6.


Así termina el primer día

Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 16 de Junio de 2011, 23:10
Día 2

PdM – 26.

Tareas Obligatorias

• Visitar la Academia – 8.

• Visitar "la Villa"  – 4.

Tareas Opcionales

• Visitar "La Manigua" – 7.

• Visitar "Los Corrales" – 7.

• Visitar "El Invernadero" – 7.



Se reabren las votaciones.
Debeis votar tres opciones enumeradas del 1 al 3.



Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: El tipo en 16 de Junio de 2011, 23:16
Academia
Villa
Invernadero
Manigua

>Salvar al amor de tu vida pirómana  :gñe:
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: madison en 17 de Junio de 2011, 00:38
1 Visitar "El Invernadero
2 Visitar "Los Corrales"
3 Visitar la Academia
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Mime en 17 de Junio de 2011, 00:51
1. La Villa
2. El Invernadero
3. La Academia
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Minerva en 17 de Junio de 2011, 00:54
villa

academia

invernadero
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Lance en 20 de Junio de 2011, 22:36
Academia
Villa
Invernadero
Corrales
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: YoYo en 20 de Junio de 2011, 23:36
1. La Villa
2. El Invernadero
3. La Academia
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 22 de Junio de 2011, 20:02

Tres golpes secos en la puerta alertaron a Xerim de la presencia de un visitante. La noche fue fructuosa, había conseguido fabricar dos prototipos que en esos momentos estaba revisando. Nadie había perturbado sus labores, ni siquiera su hermana dio señales de vida aquella noche. Se desperezó y salió del despacho mientras trataba de recuperar la movilidad de sus brazos. Tanto tiempo encorvado había producido un hormigueo constante en sus hombros que se extendía hacia los codos. Corrió el pestillo y deslizo la ligera puerta hacia el interior. Al otro lado, un joven pulcramente uniformado de azul celeste, esperaba con un sobre en su mano. La mitad inferior de su rostro quedaba oculta por una máscara con rejillas que le permitían respirar. 

-Buenos días, ¿es usted Xerim Argaisten? – preguntó con su voz metalizada debido al filtro que tenía aquel extraño protector.

-Soy Xerim, pero no pertenezco a los Argaisten – respondió él desconcertado por la pregunta.

-Me sirve. Tengo un mensaje para ti de Holibreo Argaisten – continuó el hombre, olvidándose rápidamente de los formalismos después de la afirmación del joven alquimista-. Quiere verte cuanto antes en la residencia de los Argaisten de "la Villa".

El mensajero le tendió la carta con un gesto repetido en cientos de ocasiones y se alejó sin despedirse. Xerim volvió al interior de la casa mientras examinaba el sobre. Posiblemente la carta explicara los motivos de la convocatoria, pero si era tan urgente, que se lo explicara en persona. Embaló los frutos de su trabajo cuidadosamente y los introdujo en su bolsa. No tendría tiempo de volver a casa si se olvidaba algo, así que incluso dedico un par de minutos a repasar mentalmente todo lo que debía llevar.


Casi una hora después llegó a la vigilada entrada de "la Villa". El sobre fue suficiente para que los hombres de la guardia privada, que ese día pertenecían a una familia menor, le permitieran el paso. Las calzadas, pavimentadas con adoquines granates, separaban antiguos caserones en los que se habían invertido gran cantidad de dinero. No había dos iguales, sus tamaños iban desde lo grande a lo descomunal. Los materiales utilizados variaban dependiendo de la antigüedad de la construcción. Xerim conoció años atrás a un alquimista que era capaz de situar cronológicamente la construcción de las casas solo examinando la roca con la que habían sido edificadas.  Una de las más arcaicas, situada precisamente en una posición privilegiada, era a la que Xerim se dirigía. En su entrada esperaban dos guardias armados con alabardas, los cuales habían sido advertidos de su visita. Uno de ellos le indicó amablemente que le esperaban en el jardín trasero.

Holibreo era un hombre sencillo que solía huir del barroquismo predominante en las altas esferas. Su vestimenta se limitaba a una túnica color crema ajustada con un cinturón de cuero. Conservaba algo de juventud en su rostro, a pesar de las canas que habían invadido su pelo antes de tiempo. Aquel hombre de gesto tranquilo se encontraba en aquellos momentos admirando un pequeño estanque en la zona central del jardín. Las flores creaban una tupida alfombra que surgía alrededor de pequeños caminos pedregosos. Algún que otro árbol había sido plantado en las áreas más alejadas para disimular el color gris el muro que cercaba la finca. Xerim fue recibido con una acogedora sonrisa de bienvenida.

-Me alegro de verte – dijo Holibreo mientras se inclinaba levemente en forma de saludo-. Espero no haber perturbado tus deberes.

-Podía permitírmelo si no desayunaba – replicó él sin darle importancia.

-Eso se puede solucionar fácilmente – agitó una mano y un sirviente apareció de la nada con una bandeja repleta de fruta y dulces-. Yo tampoco he comido nada aun.

Ambos se sirvieron en unos pequeños platos aquellos trozos que les parecieron más apetitosos. Xerim dio buena cuenta de su parte antes de que su acompañante pudiera apenas tocar su plato. Todo estaba delicioso, si le hubieran vuelto a traer la bandeja con gusto se la habría comido entera.

-¿Cómo esta tu padre? – le pregunto de improviso.

-No lo se, hace meses que no tengo ninguna noticia de él – le respondió Xerim mirándole a los ojos. En Holibreo, primo de su padre, podía reconocer algunos rasgos que también poseía su progenitor-. Está destinado bastante lejos como para recibir mensajes frecuentes.

-Por supuesto, seguramente se produzca una demora considerable – justificó el anfitrión, mintiendo descaradamente. Xerim sabía de sobra que su padre no era de los que enviaban cartas preocupándose.

Un silencio incomodo, roto solo por el  murmullo del agua, se interpuso entre los dos. Las relaciones familiares nunca habían sido el fuerte de Xerim. Si bien era cierto que guardaba un gran aprecio por Holibreo, el distanciamiento progresivo había afectado a su relación. 

-Imagino que no conoces el contenido de la carta – comenzó Holibreo tratando de romper el hielo. Xerim dejó que el silencio contestara a la pregunta-. Lo suponía – aceptó él con una exhalación-. Quería pedirte un favor. En primer lugar, quiero que sepas que tengo conocimiento de lo ocupado que te encuentras, y posiblemente te encuentres en un futuro. Sin embargo, han llegado a mí ciertas informaciones preocupantes de tu hermana.

-No soy quien para inmiscuirme en sus decisiones – cortó el joven sin dejarle continuar-. No le agradaría que nos interpusiéramos en su camino. Sin duda nos descubriría antes de intentarlo.

-Tu hermana es mucho más tozuda que tú. Y también más metódica – argumentó en respuesta-. Precisamente tú eres el único capaz de salirte de sus esquemas y observarla, incluso asistirla llegado el momento, sin que ella lo aprecie.

Xerim guardo silencio mientras reflexionaba sobre aquella extraña petición. ¿En que se habría metido su hermana para que le pidieran eso? Solo ella podía saberlo.  Preguntarle directamente no era una opción, en el mejor de los casos le arrearía un guantazo por entrometido.

-No te prometo nada, pero intentare estar atento – decidió Xerim sin pensarlo dos veces-. Después de todo soy su hermano. Si no lo hago yo, ¿Quién lo hará?
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 22 de Junio de 2011, 20:03
Día 2

PdM – 22.

Tareas Obligatorias

• Visitar la Academia – 8.

Visitar "la Villa"  – 4.

Tareas Opcionales

• Visitar "La Manigua" – 7.

• Visitar "Los Corrales" – 7.

• Visitar "El Invernadero" – 7.



Se reabren las votaciones.
Debeis votar tres opciones enumeradas del 1 al 3.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: El tipo en 22 de Junio de 2011, 20:25
Villa

Los Corrales

Manigua
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Lance en 22 de Junio de 2011, 22:42
Academia
Invernadero
Corrales

ElTipo, venimos de la villa, no lo vuelvas a elegir  :O
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Mime en 22 de Junio de 2011, 23:45
Academia
Invernadero
Manigua
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Minerva en 23 de Junio de 2011, 00:25
Cita de: Mime en 22 de Junio de 2011, 23:45
Academia
Invernadero
Manigua

Agree
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 26 de Junio de 2011, 16:40

El despacho de Nawqo Navayin tenía una decoración más propia de un coleccionista de arte que de un alquimista. Un gran número de esculturas, cuyo tamaño iba desde un palmo hasta los dos metros, habían sido distribuidas estratégicamente por el amplio espacio. Unas pocas eran de piedra y representaban a famosos alquimistas, sin embargo, la mayoría eran figuras abstractas realizadas a partir de metales. Cuando Xerim entró en la habitación tuvo que guiarse por las voces para llegar al fondo. Moritaka y Nawqo le esperaban sentados en una discreta mesa de trabajo. Tras ellos un enorme ventanal proporcionaba una vista privilegiada del Este. Era la primera vez que visitaba un despacho con esas peculiares características. Había que reconocer que aquel hombre se salía de lo habitual.

-Por fin has llegado – dijo con cierto descontento Moritaka-. Temía que hubieses cambiado de idea.

-Me han retrasado asuntos familiares – respondió Xerim mientras clavaba su mirada en los ojos de su interlocutor-. He traído dos prototipos, además de los planos definitivos.

Xerim vació el contenido de su bolsa sobre la mesa. Desenvolvió con especial mimo los prototipos y los depositó frente al miembro del Rombo. Él los examinó manualmente mientras comparaba los modelos y los planos. Moritaka parecía tener un resorte en su asiento que estaba a punto de catapultarle hacia delante. Dirigía miradas nerviosas a su alrededor, como si tratará de encontrar alguna mirada indiscreta oculta en las sombras del despacho. Xerim no estaba nada cómodo con aquella situación, aunque trataba de pensar lo menos posible en ello.


El examen se alargo casi durante una hora. Nawqo murmuraba cosas que era imposible descifrar de vez en cuando, y otras veces hacían preguntas técnicas que Xerim respondía contundentemente. Finalmente el viejo alquimista pronunció su veredicto.

-Esto pasará la prueba mañana – dijo mientras Moritaka soltaba un suspiro de alivio-. Sin duda apoyaré el proyecto, es un gran trabajo.

-Eso pensé yo al verlo – intervino el Cirk sonriendo-. Podría convertirse en una herramienta universal para los alquimistas.

-Podría, podría,...sin embargo, creo que le falta algo – replicó cuando todo parecía a favor de Xerim-. Toma, haz una prueba con esto.

Xerim recogió el prototipo que el viejo le tendió. Buscó en su bandolera con la mano que le quedó libre hasta encontrar la caja donde guardaba algunos elementos básicos. La abrió, y extrajo un frasco de líquido incoloro y algo de polvo blanco. Tras preparar los compartimentos con una cantidad prudente, se alejó de la mesa para prevenir accidentes.  Tomó aire lentamente, si aquello era un desastre iba a lamentarse durante mucho tiempo. Pulsó el botón que servía de gatillo al mismo tiempo que apuntaba a una zona despejada. El sonido que surgió del aparato fue tan satisfactorio como sorprendente. La combustión que había pretendido crear fue un éxito, el aparato funcionaba perfectamente. No obstante, el sonido de madera quebrándose le heló la sangre. ¿Qué había mal en el diseño? Había revisado los planos mil veces, no tendría porque romperse con la distribución actual.

-Lo imaginaba – dijo desde su silla Nawqo con cara de satisfacción-. La madera es demasiado frágil para aguantar la presión. ¿Has pensado en usar metal?

-Demasiado pesado para muchos de sus usos – contestó Xerim, dirigiéndole la palabra por primera vez al alquimista veterano-. Además su mantenimiento plantearía muchos problemas.
-Entonces necesitas algo que regule la energía que el armazón habrá de soportar – dictaminó Nawqo mientras señalaba en el plano donde debería ubicar el estabilizador-. Algo como la savia de árbol Gumm, o fragmentos de diamante rojo.

Xerim asintió en silencio. Conseguir ese tipo de materiales no era fácil. La savia de árbol Gumm, la cual no era precisamente abundante, era recolectada con mucho recelo por las autoridades de la ciudad. Los diamantes rojos eran abundantes, aunque se recolectaban lejos de la ciudad y su precio no era algo que él podía asumir. Por otro lado, los diamantes eran muy inestables. Nada aseguraba que fueran a funcionar perfectamente. Para cuando Nawqo se despidió de ellos dos, Xerim tenía un nuevo plan en la cabeza. Aun tenía algo menos de un día para conseguir su objetivo.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 26 de Junio de 2011, 16:42
Día 2

PdM – 14.

Tareas Obligatorias

Visitar la Academia – 8.

Visitar "la Villa" – 4.

Tareas Opcionales

• Visitar "La Manigua" – 7.

• Visitar "Los Corrales" – 7.

• Visitar "El Invernadero" – 7.



Se reabren las votaciones.
Debeis votar tres opciones enumeradas del 1 al 3.

Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: El tipo en 26 de Junio de 2011, 17:07
Invernadero

Corrales
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Lance en 26 de Junio de 2011, 19:40
Cita de: El tipo en 26 de Junio de 2011, 17:07
Invernadero

Corrales

+1
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Mime en 26 de Junio de 2011, 20:00
Invernadero
Corrales
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: madison en 27 de Junio de 2011, 02:05
Visitar "La Manigua"
Los Corrales
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Minerva en 27 de Junio de 2011, 21:17
manigua
invernadero
corrales
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 30 de Junio de 2011, 01:21
Los amplios jardines de "El Invernadero" proporcionaban un bucólico paisaje para quien deseara, o pudiera, tomarse un descanso de su vida. Aquel era sin duda el mayor tesoro de la ciudad. La madre de Xerim, que había conocido algo menos de mundo que su abuelo, le había descrito en numerosas ocasiones la belleza de los parajes más recónditos a partir de la flora allí reunida. Prácticamente él había crecido entre aquellas plantas. Sin embargo, ese día la visita no era por motivos de placer.

Al salir de su pequeña reunión con el veterano alquimista, Moritaka le había prometido hacer todo lo posible por encontrar algún Diamante Rojo. Xerim no dudaba de su capacidad para hacerse con uno. Teniendo en cuenta el gran número de experimentos que se desarrollaban en "El Geo", era más que probable que alguien tuviera algún fragmento sobrante. Pero tenía un presentimiento acerca del empleo de la piedra preciosa en la presentación del proyecto, y no era bueno.

Poco después de despedirse, Xerim decidió que hacerse con la savia del árbol gumm era su máxima prioridad. Su primer plan era agotar todas las vías posibles de acción que no involucraran métodos poco legítimos. El laboratorio conocido como "El Vergel" era el lugar donde se albergaban los especímenes más delicados: dientes de león gigantes, mata-salamandras, orquídeas del desierto y, como no, pequeñas muestras de árbol gumm. Conseguir acceso a todo aquello precisaba de meses de espera en una larga lista de visitantes. Colarse dentro era un sueño imposible, enredaderas "guillotina" cubrían todos los accesos no vigilados. Implorar parecía el único medio para conseguir algunas gotas.
Xerim recibió miradas de desagrado de algunas de las personas que paseaban por los jardines. No era algo nuevo, se había habituado a recibir ese tipo de señales, entre otras cosas, por su aspecto desarreglado. Muchos le tomaban por extranjero, aunque en aquel lugar altamente frecuentado por adinerados ciudadanos bastaba con mucho menos para ser vejado. Si bien no había ninguna normal que prohibiese el paso al barrio, no sería la primera vez que visitantes "no deseados" eran desalojados por las buenas o por las malas.


El edificio que albergaba el laboratorio parecía abandonado. No era algo intencionado, o al menos eso decían  los historiadores. El color granate de los paneles que limitaban las estancias junto a las plantas que crecían caóticamente, proporcionaban esa impresión. Las ventanas eran simples agujeros creados por el trazado de las enredaderas. Lo más sorprendente eran las puertas. El material del que estaban fabricadas era muy resistente pero también muy ligero. Su origen era sintético, aunque nadie había conseguido replicarlo mediante la alquimia. Aquellas puertas, o bien eran renovadas cada pocos días, o procedían de los almacenes de la Torre Datar. Xerim opinaba que lo segundo era más probable, los secretos de ese tipo acaban difundiéndose por la academia en cuestión de semanas.

El recibidor, pulcramente pintado de un blanco que hacía daño a la vista, era lo suficientemente grande para albergar dos mesas. Una de ellas contenía gran número de documentos, revistas en su mayoría dedicadas al mundo de la botánica,  la herboristería e incluso la jardinería. La otra, presidida por un cómodo sillón de cuero en el que descansaba un anciano enfundado en una bata blanca, contenía un único papel. La lista de personas autorizadas a cruzar las puertas de aquel santuario. La conversación no fue larga a pesar de la asombrosa habilidad de aquel hombre para masticar cada palabra antes de escupirla. Xerim suplicó por que le permitieran visitar las instalaciones. Incluso llego a pedir que le proporcionaran unas gotas de savia. Todo lo que recibió fueron respuestas negativas. Aquel anciano tenía experiencia lidiando con gente peor que él, personas totalmente desesperadas que se trasladaban cientos de millas solo para moverse entre las exóticas especies allí protegidas. Cuando salió del edificio, su mirada se dirigió instintivamente a una de las ventanas. La idea bailó unos segundos en su cabeza para finalmente ser aplastada por el sentido común. Apreciaba demasiado sus extremidades para arriesgarlas así. Aun habría otras posibilidades.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 30 de Junio de 2011, 01:24
Día 2

PdM – 14.

Tareas Obligatorias

Visitar la Academia – 8.

Visitar "la Villa" – 4.

Tareas Opcionales

• Visitar "La Manigua" – 7.

• Visitar "Los Corrales" – 7.

Visitar "El Invernadero" – 7.



Se reabren las votaciones.
Debeis votar una de las dos opciones. Sorprendentemente llevan los mismos puntos.


Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: El tipo en 30 de Junio de 2011, 01:37
¿La manigua es una tienda?
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: madison en 30 de Junio de 2011, 08:56
Visitar "Los Corrales
Visitar "La Manigua
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: El tipo en 30 de Junio de 2011, 16:42
Cita de: madison en 30 de Junio de 2011, 08:56
Visitar "Los Corrales
Visitar "La Manigua
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Minerva en 01 de Julio de 2011, 00:20
Claramente la manigua, después de mirar la guia de lugares, si hay alguno donde pueda encontrar lo que necesita SIN invernadero es la manigua, además está al lado del invernadero, con lo que, por lógica, podría haberse pasado alguna semilla del árbol ese chungo
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Mime en 01 de Julio de 2011, 00:24
Los corrales.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: El tipo en 01 de Julio de 2011, 16:17
La Manguita, así nos rompemos una pierna saltando de un árbol a otro y volvemos con Maya y companía
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Lance en 03 de Julio de 2011, 23:11
La Manigua  :roll:
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 04 de Julio de 2011, 01:48
Las voces de los transeúntes apenas eran distinguibles sobre los sonidos de las bestias. "Los Corrales" era un barrio que hacia honor a su nombre. Hasta donde alcanzaba la vista había espacios cercados de tamaño variable donde comían, cagaban y dormían cientos de animales. El olor de las heces mezclado con el del pienso y el sudor humano podía llegar a ser asfixiante en las horas de calor del día. Muchos de los trabajadores portaban máscaras que filtraban el oxigeno y les permitían soportar largas horas de trabajo. Aquellos que no tenían la suerte de poseer una se cubrían la nariz y la boca con pañuelos tratando de bloquear el hedor. Xerim normalmente se contaría en ese grupo, aunque aquel día respiraba tranquilo con su propia máscara cortesía de su acompañante.


En el momento que abandono "El Vergel" había tenido firmes intenciones de dirigirse al boscoso barrio de "La Manigua" con la esperanza de mover algunos hilos para conseguir la savia. Fue precisamente entonces cuando su camino se cruzo con el del presumible mejor mensajero de toda la ciudad. Kiyopsi, que era como se llamaba, trabaja para Veldro casi a tiempo completo. Durante el día iba completamente cubierto con ropas oscuras. Bajo su capucha, calada más no poder, se podía entrever los cristales de unas gafas de cristal oscuro. Había sido él quien le había convencido para acompañarle a la otra punta de la ciudad. Al parecer "La Manigua" estaba siendo especialmente patrullada durante los últimos días tras un intento de incendio del cual, Xerim, no había escuchado nada. En esa coyuntura habría sido muy difícil poder contactar con la gente adecuada para conseguir el material. A pesar de todo, y como se suele decir, "cuando una puerta se cierra, otra se abre". Al noble Veldro le había llegado la noticia de que Bródoli, uno de los más famosos contrabandistas conocidos, acababa de llegar a la ciudad de incognito. Él punto adecuada para penetrar en las murallas sin ser detectado era, sin duda alguna, las caravanas recién llegadas por la Puerta de las Alimañas. De esa manera, Kiyopsi había sido enviado para entregarle un mensaje de parte de su jefe. Xerim, el cual en esos momentos se encontraba al borde del desquicio, tomó la decisión de la única opción plausible era la de encontrar a ese hombre y pedirle el favor.


Durante un largo rato, el mensajero y el alquimista, se movieron buscando datos aislados y aparentemente inconexos que pudieran guiarles en alguna dirección. Bródoli era un hombre muy buscado que tenía larga experiencia en cubrir sus pasos. Las pocas personas que habían oído rumores de la llegada del contrabandista no parecían tener una idea clara de cuando había llegado. Kiyopsi siguió cinco rastros acompañado de Xerim antes de desistir en la búsqueda. Si Bródoli dormía ese día entre los muros de la ciudad, sería en algún rincón oculto solo conocido por sus empleados más allegados. Kiyopsi blasfemo furioso contra la familia del traficante mientras el joven alquimista trataba de calmarlo.

-No tenías probabilidades de encontrarlo – dijo Xerim mientras le golpeaba amistosamente el brazo-. No eres un rastreado profesional. Nadie podía exigir eso de ti.

-Lo sé, simplemente me jode – le respondió una voz distorsionada por el filtro de aire-. Veldro le hará llegar el mensaje por algún otro medio – continuó convencido el mensajero-. Pero eso no quita que fuera a mí a quien se confió la tarea.

-Veldro no es un tirano – comentó el joven alquimista-. No recibirás ni una bronca por su parte.

-Claro que no, él no haría eso – replicó rápidamente desde la protección de su capucha-. ¡Pero a ver quien me protege de Merice!


Ambos mantuvieron la conversación durante unos pocos minutos más. La buena compañía y las bromas mejoraron el humor de Xerim. Fue Kiyopsi quien tuvo que ponerle fin a la feliz reunión. Aun le quedaban mensajes que entregar para los pocos clientes que podía atender cuando no estaba a disposición de Veldro. Los dos se separaron en la puerta de la casa del alquimista, el cual solo podía pensar que su futuro estaba en manos de Moritaka. Si él no conseguía los diamantes la presentación sería un completo desastre.  
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 04 de Julio de 2011, 01:49

Día 2

PdM – 0.

Tareas Obligatorias

Visitar la Academia – 8.

Visitar "la Villa" – 4.

Tareas Opcionales

• Visitar "La Manigua" – 7.

Visitar "Los Corrales" – 7.

Visitar "El Invernadero" – 7.


Así termina el segundo día.

Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 04 de Julio de 2011, 01:51
Día 3

PdM – 18.

Tareas Obligatorias

• Visitar la Academia  – 8.

Tareas Opcionales

• ?????? – 7.

• ?????? – 7.


Se abren las votaciones.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: El tipo en 04 de Julio de 2011, 03:39
Academia
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Minerva en 04 de Julio de 2011, 10:02
• ?????? – 7. (la 1)

• Visitar la Academia  – 8.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Lance en 04 de Julio de 2011, 14:22
Academia
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Mime en 04 de Julio de 2011, 17:47
Academia.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: madison en 06 de Julio de 2011, 10:52
Visitar la Academia 
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 08 de Julio de 2011, 04:41

Xerim se encontraba al borde de un ataque de ansiedad. Sus manos temblaban como si estuviera helando y no podía parar de mover los pies. La espera le estaba matando lentamente en aquella pequeña antesala del edificio central de la academia. Él había sido directamente conducido allí sin explicación alguna. Al parecer un tribunal particular iba a evaluar su propuesta, lo cual no era nada habitual; y, por si fuera poco,  ni siquiera le habían permitido mandar un mensaje a Moritaka para que acudiera raudo a asistirle. Xerim no sabía exactamente cuanto tiempo había permanecido en aquella sala, aunque probablemente no era tanto como el hubiera podido imaginar. Los minutos pasaban lentamente mientras él temía ser llamado ante el comité antes de la llegada del Cirk. La sala, cuyas paredes estaban pintadas de color crema, no tenía más adorno que un triste jarrón vacío sobre una mesa decrepita. Si al menos hubiera tenido algo con lo que entretenerse, no hubiera empezado a hiperventilar. Se encontraba mirando fijamente el suelo cuando escucho la puerta moverse. La sangre se le heló durante unos segundos hasta que fue consciente de que la puerta que se había abierto era la misma por la que él había entrado a la habitación.  Moritaka entró con la frente perlada de sudor y una expresión de preocupación en el rostro. Intentó ponerse a hablar, pero con la fatiga las palabras chocaban en su paladar y se atropellaban en los dientes. Xerim pudo entender solo sílabas de lo que trataba de contarle. Finalmente, se detuvo para coger aire y se le quedo mirando fijamente.

-Estás horrible – dijo mientras hacia un esfuerzo por aumentar la cantidad de aire que sus pulmones podían almacenar-. ¿No has dormido?

-¿Tanto se nota? – preguntó el joven. Había evitado deliberadamente mirarse en el espejo esa mañana-. No he podido pensar en otra cosa durante toda la noche.

- Bueno,  no creo que podamos hacer nada con eso a estas alturas – sentenció el maestro mientras rebuscaba en sus bolsillos-. Será mejor que prepares los diamantes antes de que te convoquen. Yo ya te he seleccionado los fragmentos más limpios para la prueba, así no perderás el tiempo – continuó mientras le pasaba unas pequeñas piedrecillas de color granate.

Xerim dominó sus extremidades antes de ponerse en pie. Con los dientes apretados con fuerza y un peso muerto en el centro del estómago, se las arreglo para llegar hasta la mesa. Sus manos se habían vuelto torpes, y fue una completa odisea desempaquetar el prototipo sin que sufriera ningún daño. Cuando lo tuvo preparado para empezar se quedó en blanco, no sabía por donde comenzar el proceso. Moritaka no tardó en percatarse de la situación anímica en la que Xerim estaba apresado. Compadeciéndose de su antiguo alumno, decidió acercarse para asistirle en la tarea. En los momentos en que sus ojos se cruzaron, Moritaka, forzó una sonrisa con intención de tranquilizar al joven alquimista. Lamentablemente, aquello era una tarea casi imposible en aquellos momentos de tensión.

-Todo irá bien – mintió descaradamente-. Tu proyecto es una apuesta segura, no van a rechazarlo.

-Si eso es cierto, ¿Por qué tengo esta sensación en el estomago? – preguntó sin alzar el rostro-. Es como si me estuvieran acechando
.
Moritaka cerró los ojos para ocultar sus sentimientos. Acababa de darse cuenta de que nadie había informado al chico de los cambios de última hora. Nadie se merecía lo que iba a ocurrir, y mucho menos Xerim, el cual ya había sufrido a lo largo de su vida más que la mayoría de los supervisores de la sala contigua. Durante unos instantes se debatió entre la idea de contarle todo, o, dejarle que afrontará el examen a ciegas con la esperanza de que no se percatará de la adición al tribunal. El timbre, que servía de aviso para los aspirantes, cortó el dilema. Xerim dio media vuelta sin pensárselo dos veces, si dudaba lo más seguro sería que huyera de allí.. Al mismo tiempo, se aferró a la vara hasta que sus manos se volvieron blancas por la falta de circulación. Una mano en su hombro le detuvo.

-Pase lo que pase, y veas lo que veas, sigue adelante – comenzó Moritaka con sus ojos claros fijos en los orbes rojos de Xerim-.  Has luchado mucho para estar aquí. No dejes que nada te lo arruine. Tu puedes con esto, známy.

-Známy – murmuró Xerim antes de seguir adelante hacia el tribunal.



La sala donde le esperaban era una réplica de la sala central de exámenes. Ocho paredes limitaban el espacio donde los aspirantes a una plaza de laboratorio debían demostrar tener algo nuevo que aportar al mundo alquímico. En el centro, una mesa con los utensilios básicos era la única ayuda que se proporcionaba a los antiguos estudiantes. Cualquier otro utensilio o material debía ser aportado por los examinados, los cuales se veían obligados a solicitar una autorización cuando los materiales eran exóticos, peligrosos, o inflamables, lo cual ocurría más a menudo de lo que podía parecer. Alrededor de él, y tras una pequeña barandilla que en caso de accidente era de poca ayuda, se ubicaban los diferentes alquimistas asignados para supervisar la prueba. La gran mayoría eran seleccionados al azar, aunque siempre existía la posibilidad de solicitar la presencia en las pruebas de una determinada persona. El veredicto era comunicado en el momento en que se considerara absolutamente decidido el destino del alumno. En ocasiones eso podía postergarse semanas, sin embargo, en muchos de los casos se tardaba apenas unos pocos minutos. Aquel preciso día, al igual que había pasado cientos de veces antes, la decisión ya había sido tomada antes de la exhibición, aunque eso es algo que Xerim no sabría hasta semanas después.

La demostración fue sobre ruedas. Xerim convirtió su cuerpo en el de un perfecto autómata que repetía los movimientos que miles de veces había recreado en su mente.  Mostró los planos mientras explicaba, sin dejarse ni el más mínimo detalle, como cada engranaje se conectaba con el siguiente. Posteriormente, pasó a mostrar el prototipo real parte por parte. Durante todo el proceso fue bombardeado a preguntas que supo responder a la perfección. Fue como dejarse llevar por la corriente, había memorizado los datos de tal forma que todo fluyo a través de él. El momento de mayor tensión fueron las mezclas alquímicas. Los diamantes rojos sirvieron en la mayoría de las combinaciones, exceptuando un par donde fallaron. No hubo explosiones, simplemente no ocurrió nada. Aceptable, pensó él arrepentido de haber desconfiado de la palabra de Moritaka el día anterior.  

Para cuando todo terminó, Xerim respiró tranquilo tras recobrar el control. Los alquimistas habían comenzando a hablar entre ellos, debatiendo lo que acababan de ver ante sus ojos. Sin embargo, aquella presión en la boca del estómago no desaparecía. Xerim sentía que en aquella sala había algo que no podía ser definido, como una presencia esperando para saltarle encima. Sus ojos buscaron por la habitación sin éxito durante unos minutos interminables. Y entonces, en menos de lo que se tarda en pestañear, apareció allí como surgido de la nada. En realidad, había estado en ese lugar durante toda la prueba. Había permanecido oculto y en silencio sabedor de la presión que ejercía sobre Xerim. Posiblemente había disfrutado viéndole entrar con paso temeroso y gesto apesadumbrado. El único motivo por el que lo estaba viendo ahora era porque él lo permitía. Desde su posición privilegiada, con una sonrisa altiva y desafiante, le observaba Crow Navayin. Sus ojos grises le observaban con detenimiento, deleitándose con la incomodidad que producía en el joven examinado. El resto del rostro permanecía protegido por la sombra de la amplia capucha color madera de su capa. No obstante, era en su cuello donde estaba el origen de la incomodidad que presionaba el vientre de Xerim. El broche color cobre con forma de felino que el Noble portaba, además de mantener la capa sujeta, emitía una leve vibración apenas perceptible para el ojo humano. Su funcionamiento era un secreto para todos excepto su dueño. Sus efectos eran difíciles de describir, a pesar de que Xerim estaba seguro de haber estado sufriéndolos desde antes de entrar al examen. Fue en ese momento cuando el pálido joven se percató de las palabras que Moritaka le había dedicado antes de entrar en la sala. Todas las piezas del rompecabezas se unieron en su mente. En primer lugar, aquello era una farsa, todos habían sido avisados del papel que debían representar en aquella particular obra. Cada pregunta había sido preparada con antelación. Para continuar, no había ni rastro de Nawqo Navayin, el cual debía estar demasiado ocupado para participar en aquella representación. Y sobre todo la parte final y más dolorosa, iban a denegar su proyecto.


Lo que ocurrió en aquella sala tras la aparición de Crow forma una nube borrosa en los recuerdos de Xerim. Un "espontaneo" representante del tribunal le recitó un discurso sobre el esfuerzo y la superación al que calificar de manido hubiera sido quedarse corto. Tras él, otros compañeros tomaron la palabra para dirigirle disertaciones similares que le emplazaban a volver con otra propuesta en unos meses. Finalmente, abandonó la sala sin rumbo fijo y con la maquiavélica sonrisa del Noble grabada a fuego en su mente. Probablemente Crow ya había puesto sus manos sobre el otro prototipo que su tío había pedido amablemente a Xerim tras el pequeño incidente. Nadie le impediría fabricarlo y armar con él a sus leales.

A medida que Xerim se imaginaba los posibles usos armamentísticos de su herramienta con los que el Noble podría conseguir sus egoístas objetivos, un nuevo sentimiento crecía en su interior. Era un nuevo fuego que le animaba a continuar el camino sin mirar atrás. Si Crow pretendía armarse con su herramienta, ¿Qué impedía a Xerim armar a otros para defenderse?
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 08 de Julio de 2011, 13:32

Día 3

PdM – 18.

Tareas Obligatorias

Visitar la Academia  – 8.

Tareas Opcionales

• Desistir por hoy – 7.

• Venderle la idea a Veldro – 7.


Se abren las votaciones.

Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: El tipo en 09 de Julio de 2011, 05:51
Venderle la idea a Veldro

Jodemos al malo y es posible que por miedo a las replesalias la ciudad no se llene de crateres humeantes (lo que es bueno) o al menos nos aseguramos de que si lo hace sea a lo grande (lo que es divertido  :laugh: )

Asumiendo de que no nos embosquen asesinos salidos del Assasin's Creed  :pelotita:
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Minerva en 09 de Julio de 2011, 09:31
yo también creo que deberíamos venderle la idea a Veldro, y es la segunda vez que coincido con el tipo así por lógica... xDDDD miedo!!
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Mime en 09 de Julio de 2011, 16:19
Venga, vale, no me gusta la, pero peor es desistir.

Venderle la idea a Veldro
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: madison en 10 de Julio de 2011, 10:34
Venderle la idea a Veldro – 7.


Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 12 de Julio de 2011, 03:56

Los edificios se convirtieron en borrones a los lados del campo visual de Xerim. Había centrado de tal manera la atención en su objetivo que todo lo demás se había vuelto prescindible para su cerebro. Nadie se atrevió a molestar el paso de aquel pálido diablo con ojos de fuego que avanzaba como movido por una fuerza sobrenatural. Una vez llegado a "El Vestigio", fue cuestión de minutos encontrar a alguien que portara la garra de Veldro. En aquella ocasión era un miliciano que servía exclusivamente a la fuerza armada del Noble y que no puso mucho inconveniente en indicarle que debía dirigirse a la Torre de los Astros. Aquel antiguo templo era una construcción que, a pesar de haber perdido la mayor parte de su estructura, era fácilmente distinguible desde la lejanía. A medida que te aproximabas al corazón del barrio las rudimentarias banderas marcadas con la garra comenzaban a multiplicarse en las fachadas de las casas. Se podía sentir en el ambiente que los dataranos no tenían ninguna influencia en ese lugar. No obstante, nadie parecía estar descontento con la situación. Veldro era un hombre con el que era difícil contactar, pero tenía un gran grupo de seguidores que sabían cumplir con su labor. 

Nadie se había molestado en medir la altitud de la torre antes de su destrucción. Posiblemente nunca se les había ocurrido que aquella arcaica edificación pudiera verse afectada hasta tal extremo. En la actualidad se mantenían en pie unos treinta metros en un frágil equilibrio. Las seis caras del edificio habían sido reforzadas en numerosas ocasiones. Sin embargo, nada parecía poder detener el progresivo deterioro de las paredes. La única entrada que no se había derrumbado, o clausurado de forma preventiva, estaba ubicada en la cara Sureste. Cinco guardias armados la protegían con recelo. El líder de aquel grupo, que casualmente tenía un gran número de cicatrices en el rostro, fue el que le detuvo.

-¿Vienes a ver al Hurón? – preguntó con voz rota.

-Si nadie me lo impide, así será – respondió el joven alquimista con mirada desafiante.

-Había oído que tu eras más tranquilo – dijo con una sonrisa mientras se hacia a un lado-. Pero eres igualito a tu hermana.

Xerim ignoró las palabras del guardia y atravesó el umbral. En otras circunstancias le habría molestado aquella afirmación, a él no le gustaba la actitud con la que Savage afrontaba la vida. El interior estaba aparentemente desierto. Unas voces lejanas llegaban desde uno de los pisos superiores. Tras un rápido ascenso por un par de escaleras de caracol que daban acceso a diferentes pasillos, Xerim, fue capaz de localizar el origen de los sonidos. Al acercarse al portón pudo apreciar como un letrero tallado en madera indicaba que esa habitación había albergado una sala de mapas. Desde su posición se podían escuchar retazos de una acalorada conversación, la cual el alquimista no tenía intención de interrumpir, que se mantenía que el interior. Con sumo cuidado deslizo la hoja y se coló sigilosamente en el cuarto. La antesala era un espacio vacío y sin ventanas que comunicaba con otro de mayor tamaño. La puerta que debía separar ambos había sido arrancada de cuajo. Xerim decidió permanecer justo en el umbral hasta que la conversación llegara a un punto muerto. 


En aquella amplia sala de mapas había diez personas reunidas. A pesar de que por los gritos podría parecer que todas estaba discutiendo, tan solo dos de ellas estaban intercambiando opiniones de forma poco amistosa. Xerim no fue capaz de adivinar el origen de la discusión, aunque estaba seguro de que lo único que impedía a Merice saltar encima de aquel hombre, el cual no paraba de soltar improperios tras un escritorio, era que fuera su jefe. Veldro era un hombre habilidoso capaz de desquiciar a cualquiera con sus expresiones, preguntas y peticiones. Sus pequeños ojos volaban por la habitación mientras hablaba a gran velocidad. Su ayudante personal, ubicado en una mesa cercana, apenas podía mantener el ritmo apuntando todo lo que se decía. En segundo plano tres milicianos asistían sorprendidos al espectáculo. Por su expresión podía notarse que no eran invitados asiduos de ese tipo de reuniones.
Otro tema eran los cuatro hombres estaban situados tras la exaltada consejera. Él único que parecía realmente preocupado por la charla era el joven alto de ojos verdes y pelo castaño próximo a la ventana. Su nombre era Kelquo, y era la mano derecha del Noble. Extraoficialmente también era pareja de Merice, aunque eso era algo que pocos se atrevían a mencionar en la presencia de ambos. No muy lejos de él otro de los hombres de confianza del Hurón observaba divertido la escena. De ojos rasgados y sonrisa gatuna, Tyfoid  era el tirador del equipo. A mayor distancia, y jugando distraídos a algún juego de cartas, se encontraban Kiyopsi el mensajero, envuelto en sus ropajes negros como tenía por costumbre, y Sócofon "espada mellada", el cual era el instructor de las fuerza armada de Veldro. Lo cierto es que la escena parecía sacada de una obra de teatro cómica de esas que aun se representaban en "El Distrito" una vez a la semana. Pasaron casi diez minutos antes de que se percataran de la presencia del alquimista. La conversación, la cual tras aquel tiempo Xerim había podido adivinar que trataba sobre una negociación comercial, se cortó de inmediato. Veldro, que era un hombre directo, fue el primero en dirigirse a él.

-¿Te envía tu hermana? – dijo extrañado por la presencia de Xerim.

-No, vengo por mi cuenta – respondió el alquimista con decisión-. Traigo una oferta.

-Bien, bien, un poco de aire fresco – dijo mirando maliciosamente a Merice-. ¡Por fin alguien que trae posibilidades!

Xerim se quedó en silencio. En ese momento solo la mano de Kelquo sobre el hombro de la mujer pudo frenar el impulso asesino que recorría el cuerpo de ella. La tensión podía sentirse en el aire. No obstante, y para sorpresa de todos, fue el bromista de Tyfoid quien calmó los ánimos ignorando la última frase de su jefe.

-¿Y bien? Que es eso que tienes que proponer a nuestro ilustre y comprensivo líder – dijo con un fingido tono solemne.

-Creo que me gustaría discutirlo en privado con él – apuntó Xerim para encubrir el repentino miedo que le daba proponer aquello allí mismo-. No es algo para tomarse a la ligera.

Veldro giró la cabeza en su dirección, aunque permaneció con la mirada perdida mientras su mano tocaba la empuñadura del arma colgada de su cinto. Xerim le había visto hacerlo al menos en tres ocasiones. En esos momentos parecía observar cosas que nadie más podía vislumbrar, como si ninguno de los presentes pudiera entender lo que ocurría realmente en la habitación. Tras unos segundos suspiro y cerro los ojos. Daba la impresión de que soportaba el peso del mundo sobre sus hombros. Aquello era señal de que había tomado una decisión.

-Me temo que ahora no puedo prestarte toda la atención que desearía y que, probablemente, te mereces – comenzó el Noble disculpándose-. Sin embargo, estaré encantado de recibirte mañana a primera hora aquí mismo si te parece bien.

Xerim asintió con la cabeza. El Hurón le respondió del mismo modo, al mismo tiempo que le hacia una breve seña con la mano para indicarle que abandonara la sala. Así era el trato con los Nobles, te despachaban como si estuvieras a sus órdenes aunque no fuera el caso. A pesar de ello, bastaba con echarle una mirada a Crow y a Veldro para darse cuenta de que no todos tenían la misma alma, el mismo objetivo y los mismos escrúpulos.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 12 de Julio de 2011, 03:56

Día 3

PdM – 18.

Tareas Obligatorias

Visitar la Academia  – 8.

Tareas Opcionales

• Desistir por hoy – 7.

Venderle la idea a Veldro – 7.


Así termina el Día 3.


Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 12 de Julio de 2011, 22:04
Interludio


El Mensajero de los Dioses

La oscuridad envolvió la ciudad por completo. Desde el tejado de aquella casa lo único que permitía orientarse eran las luces perpetuas de la Torre Datar. Aquella noche las estrellas estaban ocultas tras espesos nubarrones. Poco después del descenso del Sol, una fina cortina de lluvia había comenzado a caer de forma continua. Kiyopsi podía sentir como las gotas impactaban en su capucha diseñada especialmente para ser impermeable. El sonido de las botas chapoteando le advirtió de que venían a buscarle.

-Mensajero, el jefe quiere verte – dijo el hombre enviado para avisarle.

Kiyopsi bajó por las escaleras laterales del edificio en cuanto quedaron libres. El patio de aquel bloque de casas había sido despejado para evitar que los materiales, que normalmente ocupaban el espacio, se echaran a perder. En una de las esquinas, bajo el refugio que proporcionaba un tejadillo de madera, Sócofon fumaba en pipa. El juego de luces y sombras resaltaban la larga cicatriz que cruzaba su frente. Los años comenzaba a pesarle al viejo soldado que, si bien ya no era capaz de realizar grandes esfuerzos físicos, aun era capaz de pegar una paliza a los haraganes de sus aprendices. El mensajero recordó con gusto la divertida partida de cartas que habían disfrutado aquella tarde.  Aquel hombre podía ser un poco tosco, pero sabía pasárselo bien.
A Veldro le gustaba descansar en las habitaciones situadas lo más al Este posible, así que en aquella base el espacio no era muy grande. Los restos de una frugal cena estaban sobre una pequeña mesa de caoba. Junto a la ventana, y aun vestido con la ropa de faena, el Noble aguardaba mirando por la ventana. Kiyopsi aguardó en silencio a que le explicara porque había solicitado su presencia. Veldro era un hombre que apreciaba la disciplina y a menudo se reflexionaba en presencia de otras personas. Nadie solía cometer más de una vez el error de interrumpir sus pensamientos.

-Cuando llueve el mundo se limpia – comenzó Veldro, rompiendo el sepulcral silencio-. Aquí debería llover más a menudo.

-¿Has visto el mierda de sistema de alcantarillado que tenemos? – bromeó él, a modo de respuesta-. Moriríamos ahogados.

-A veces creo que eso sería lo mejor para la ciudad– continuó el Noble lúgubremente-. En fin – dijo –,  ¿Hoy visitarás a Ílerc?

-Debería, he estado postergándolo casi cuatro días – dijo mientras recordaba el dolor que llevaba soportando las últimas jornadas.

De nuevo el silencio se apodero de la estancia. Veldro llevó su mano a la empuñadura cobriza de aquel machete del que nunca se separaba. Últimamente lo hacia muy a menudo, algunos hubieran dicho que demasiado. Kiyopsi, uno de los pocos conocedores de las propiedades de aquel objeto, sabía que eso era una señal que algo grande se aproximaba. Durante unos segundos, que para el Hurón seguramente resultaron minutos, el corazón de Kiyopsi resonó como un tambor en sus oídos. No era la primera vez que sufría los efectos de aquel trance, y no era nada agradable. Tras eso, el Noble volvió en si como si nada hubiera ocurrido.

-Dile que te de los planos – solicitó su jefe mientras pasaba la mano por su lacio pelo cobrizo-. Y pídele que doble la seguridad de "La Manigua". Hombre precavido, vale por dos.

-De acuerdo, los tendrás aquí antes de que amanezca – prometió Kiyopsi a su jefe.


Los negros callejones de la ciudad no guardaban secretos para él. Se había criado corriendo y saltando por los rincones de la urbe junto a sus hermanos. A día de hoy, aquellos juegos les habían convertido en la élite del cuerpo de mensajeros. Kiyopsi era feliz con la calidad de vida que había alcanzado. Trabajar para un Noble como Veldro tenía muchas ventajas. La principal era la libertad para actuar cuando no se requería su presencia. Aunque debía reconocer que el dinero era un gran aliciente para tomar los riesgos que a veces suponían sus encargos.
Fue una cuestión de minutos llegar a "La Manigua" para alguien como él. El pequeño túnel que permitía atravesar "El Invernadero" por sus cimientos, el cual poca gente conocía, le permitió ahorrarse un par de molestos controles. Los enormes árboles de aquel barrio eran un espectáculo cuando llovía. Las gotas, que se acumulaban en las grandes hojas, brillaban debido a las especiales propiedades de aquellas plantas. El olor indescriptible de aquel lugar, tan diferente de la amalgama de olores del resto de la ciudad, era una experiencia irrepetible y que rivalizaba con los jardines que rodeaban "El Vergel". El sistema de puentes permitía moverse con facilidad entre las copas de los árboles, donde las cabañas habían sido construidas sobre los ramajes más gruesos y resistentes. Cuando pensó que estaba lo suficientemente cerca del corazón del bosque emitió un silbido largo. Casi inmediatamente, un hombre vestido de azul con una flor de lis en el protector pectoral apareció frente a él. Kiyopsi le mostró el símbolo de la garra que tenía oculto en la manga. No precisaban de ninguna señal más para entenderse. El sirviente de Ílerc le condujo en dirección al suelo mediante un discreto juego de cuerdas sujeto a la plataforma. Tras unos metros de descenso, pudo distinguir una puerta oculta en el árbol que estaban aprovechando para bajar. Ambos cogieron impulso y saltaron hacia ella.

La construcción dentro de los árboles de "La Manigua" era un secreto a voces. Ya desde tierna edad, se advertía a los niños de las consecuencias de caer de un árbol y enfrentarse a los espectros de la flor atrapados en sus raíces. La realidad era que nadie sobreviviría a una caída así, pero con el paso de los años los jóvenes aprendían que esos espectros eran simples humanos a servicio del Noble que controlaba el barrio. No todos los troncos permitían aquella clase de habitáculos redondeados, los cuales servían de perfecto escondite para los hombres de Ílerc, por lo que su ubicación exacta se mantenía en absoluto secreto. Aquel en particular tenía un diámetro de casi seis metros, algo poco común. En el centro se había colocado una mesa redonda, que apenas levantaba un cuarto de metro del suelo, donde unos tarros rellenos de ungüentos habían sido depositados. Kiyopsi se sentó en el suelo a esperar la llegada de su anfitrión. Ílerc, por su parte, no se hizo de rogar y llegó apenas un par de minutos después. Desde el suelo el Noble imponía con su semblante serio y su pelirroja cabellera. En realidad, ese efecto se desvanecía cuando te ponías de pie junto a él. Ílerc era un hombre de estatura media-baja que hubiera sido rechazado en las filas de los dataranos.

-Esta vez te has demorado varios días – dijo mientras se agachaba para igualar su posición-. Como tengas quemaduras graves te vas a ganar un capón de tu hermana.

-Entonces esperemos que no se entere.

Kiyopsi retiro la capucha para descubrir su brillante cabello rubio. Luego, con extremo cuidado para no despertar mayor dolor, se quitó los guantes y la parte superior de su vestimenta. Su pálida y delicada piel había sido dañada sobretodo en los puntos donde la ropa dejaba algún resquicio al descubierto. Cuando acudía a aquellas sesiones de curación siempre se acordaba de Xerim y Savage, cuya piel no se quemaba con facilidad. Por desgracia, él sufría de la maldición del albinismo, y poco podía hacer contra ello. Por suerte contaba con los conocimientos de Ílerc, posiblemente el mejor médico-alquimista de la ciudad.

-No se como tienes el valor de aparecer cuatro días tarde con el cuerpo así – le reprochó el Noble mientras aplicaba uno de los ungüentos por las zonas quemadas-. ¿Sabes el riesgo que corres cada vez que haces esto?

-Seguramente menor que ejercer de contacto entre tú y Veldro – replicó Kiyopsi apretando los dientes ante el picor que había despertado en el cuello aquel potingue.

-Buena respuesta – le respondió carcajeándose del mensajero-. Imagino que te han pedido algo, o estarías en cualquier otro lugar escaqueándote.

-¡Oh!, como me conoces maese alquimista – dijo el mensajero en un tono de burla-. Me ha pedido que le entregues unos planos.

De pronto la mano del pelirrojo se detuvo. Kiyopsi imagino que estaba tratando de descifrar a que se refería Veldro con su petición. No era la primera vez que tenía que transmitir un mensaje que ni el destinatario llegaba a entender a la perfección.

-Ha puesto mucho énfasis en la palabra "planos" si eso te resulta más específico.

-Ya se de que me hablas – cortó en tono serio el  líder de los espectros-. Simplemente no es una buena señal.

-Lo había imaginado – concedió Kiyopsi-. Tocó la empuñadura antes de pedírmelo.

-Pues esperemos que no te quemes los pies – dijo el alquimista médico mientras volvía a trabajar en las partes quemadas-. Vamos a necesitar tus pies en los días venideros.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 12 de Julio de 2011, 22:06
Día 4

PdM – 30.

Tareas Obligatorias

• Visitar la "Torre de los Astros" [Cuartel de Veldro] – 6.  

Tareas Opcionales

• Visitar "La Feria" – 7.

• Conseguir un pase a Puerto Cloaca – 10.

• Apelar al Rombo para conseguir un permiso para entrar en "La Fortaleza" – 10.

• Visitar a Floze e Ypwen para pedirles ayuda – 6.


Se abren las votaciones.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: El tipo en 12 de Julio de 2011, 22:22
• Visitar la "Torre de los Astros" [Cuartel de Veldro] – 6. 

• Apelar al Rombo para conseguir un permiso para entrar en "La Fortaleza" – 10.

• Visitar a Floze e Ypwen para pedirles ayuda – 6.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Mime en 13 de Julio de 2011, 00:04
- Visitar la "Torre de los Astros" [Cuartel de Veldro]
- Visitar "La Feria"
- Visitar a Floze e Ypwen para pedirles ayuda
- Apelar al Rombo para conseguir un permiso para entrar en "La Fortaleza"
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Minerva en 13 de Julio de 2011, 00:53
Visitar la torre de los astros

Visitar La Feria

Conseguir un pase a puerto cloaca

Te odio ayr (pero mañana por la mañana se me pasa)
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 17 de Julio de 2011, 03:38

A la mañana siguiente los guardias de la puerta estaban avisados de su cita con Veldro. Con un simple saludo de cabeza el superior del grupo, un hombre con una cara más amable que el custodio del día anterior, le facilitó el acceso a la torre. Uno de sus compañeros indicó a Xerim que camino debía tomar para llegar al cuarto que aquel día estaba siendo utilizado como oficina. Aunque el alquimista tuvo la impresión de haberse perdido en un par de ocasiones, llegó sin mayor inconveniente hasta la sala en apenas diez minutos. El Noble se encontraba en la compañía de Kelquo cuando Xerim entró. Él, que había creído que la reunión sería privada, se sintió levemente cohibido cuando Veldro demostró no tener intención de hacer salir a su hombre de confianza.

La sala era un espacio mucho menor que el que habían utilizado en la reunión del día anterior. El diseño, y la colocación de los muebles, dejaba en evidencia que la habitación había sido un despacho. Veldro estaba cómodamente sentado en un sillón con un alto respaldo acolchado. En contraste, Kelquo se encontraba de pie a pesar de la gran cantidad de asientos libres en el cuarto. Mediante un gesto el Noble le indicó que tomara asiento frente a él.

-Bueno muchacho – comenzó el Hurón examinándole con precaución-, me alegra que  hayas acudido a la cita.

-Que estés dispuesto a escucharme es suficiente incentivo para acudir – interrumpió Xerim antes de que su interlocutor pudiera hilar una nueva frase-. La verdad es que creo que tengo una propuesta interesante.

-Lo sé, pero me temó que lo mejor será que te sea sincero desde el principio – replicó Veldro mirándole fijamente a los ojos-. Conozco todo lo relacionado con tu proyecto y lo ocurrido durante los últimos días. Por suerte, aún tengo los contactos necesarios para acceder a ese tipo de información. Entiendo tu rabia y me alaga que hayas acudido a mí en primer lugar para vender tu idea. No voy a dar rodeos, quiero comprarla pero con reservas.

Xerim se encontraba sorprendido. No había dudado en ningún momento de la capacidad del Noble para conocer aquello en lo que tenía interés, pero nunca se había imaginado que la conversación iba a ir por esos derroteros tan rápidamente. Cuando alzó la vista, que había bajado por instinto, sus sentimientos parecían estar reflejándose en su rostro. Ambos hombres le miraban con una evidente preocupación. Él decidió asentir con la cabeza como respuesta. Veldro continuó el discurso.

-Créeme cuando te digo que si el hijo de puta de Crow fuera armarse con tu invento, ya estaríamos preparando el contraataque. Sin embargo, los siete Nobles nos encontramos actualmente en una situación delicada. No hay forma posible de que él consiga aprovecharse de su jugada a corto plazo. Cuando llegue el momento le estaremos esperando bien preparados.

-Creo que lo entiendo – dijo Xerim dubitativo-. Agradezco la sinceridad de tus palabras Veldro.

- Si tu madre me enseñó algo, fue a predicar con el ejemplo. – replicó el Hurón-. Así que dime, ¿estarías disponible a realizar un pequeño trabajo para mí?

Vale, aquello si que era algo para lo que el alquimista no estaba preparado. Aunque había conocido desde que era niño parte de los tejemanejes que ocurrían en la ciudad, nunca  se habían involucrado en ellos tan directamente como su hermana. Intervenir en esos temas, era en el mejor de los casos un riesgo que no estaba seguro de estar dispuesto a asumir. No obstante, ese tío acababa de ofrecerle todos sus recursos para llevar a cabo su proyecto a cambio de un pequeño precio: el tiempo. Y tiempo era algo que en ese momento le sobraba.

-Cuenta conmigo – decidió con firmeza-. Solo dime que tengo que hacer.

-Bien, al grano – dijo Veldro sonriendo-. Kelquo, explícale la situación.

El joven guerrero se cuadro como hacían los soldados antes de dar un informe de sus actividades tras un largo día de patrulla.

-Durante los últimos meses tu hermana ha estado realizando ciertos trabajos de reconocimiento con nosotros. En cambio, las últimas semanas las cosas se han descontrolado. Savage  ha decidido tomar las riendas de la situación y colarse en la "La Fortaleza" para sustraer varios objetos útiles de sus cámaras. Ahí es donde entras tú.

-¿Queréis que la ayude? – preguntó, recordando el diálogo mantenido con Holibreo dos días antes-. Sabéis que no me dejará.

-Por supuesto que esperamos que eso pase, pero eres tú quien mejor la conoce. Hemos mandado varios hombres para seguirla desde que todo se desmadro. El primero apareció inconsciente dos días después de comenzar su tarea. Al último, apenas tardo dos horas en descubrirlo.

-Entiendo – dijo mientras se tomaba un segundo para asumir la violencia física que su hermana podría emplear con él-. Puedo mantenerme fuera de su radar, aunque necesito saber por donde comenzar.

-Sabemos que es cuestión de días que lleve a cabo su plan. Suponemos que para infiltrarse ha recurrido a alguna clase de facilitador. Puede que algún alquimista, aunque también hemos barajado la idea de que haya pedido la ayuda de Bródoli, el cual como ya sabes llego hace pocos días a la ciudad. Tenemos la seguridad de que compró un pase para Puerto Cloaca a través de Merice, pero no tenemos constancia de que llegara a usarlo.

-Bien, eso es suficiente para empezar – opinó el alquimista-. Mi hermana es una persona que sabe cubrir sus pasos, así que tendré que tirar de los hilos más evidentes por ahora. Le pararé los pies si llego a tiempo.

-No, creo que nos has entendido mal – intervino Veldro-. No queremos que la pares, eso no nos llevaría a ningún sitio. Savage es la persona más tozuda de toda la ciudad. Tu trabajo es seguirla, protegerla y ofrecerle apoyo si es necesario. Si ella tiene éxito, puede reportarnos un gran beneficio a todos nosotros.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 17 de Julio de 2011, 03:39

Día 4

PdM – 30.

Tareas Obligatorias

Visitar la "Torre de los Astros" [Cuartel de Veldro] – 6. 

Tareas Opcionales

• Visitar "La Feria" – 7.

• Conseguir un pase a Puerto Cloaca – 10.

• Apelar al Rombo para conseguir un permiso para entrar en "La Fortaleza" – 10.

• Visitar a Floze e Ypwen para pedirles ayuda – 6.


Se abren las votaciones.

Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Minerva en 17 de Julio de 2011, 12:43
Apelar a El Rombo para entrar en La Fortaleza directamente alertaría, casi con total seguridad, a Savage, así que creo que lo más lógico es empezar por donde empezó ella.

1. Conseguir un pase a Puerto Cloaca

2. Visitar a Floze e Ypwen para pedirles ayuda

3. Visitar la feria
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Lance en 17 de Julio de 2011, 12:51
-Conseguir un pase a Puerto Cloaca
-Visitar a Floze e Ypwen para pedirles ayuda
-Apelar al Rombo para conseguir un permiso para entrar en "La Fortaleza"

De acuerdo con Minerva, pero creo que lo quiera o no va a tener que entrar en la fortaleza, es mejor que pida un permiso para entrar antes que colarse y luego le puedan pillar estando allí sin permiso  :/
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: El tipo en 18 de Julio de 2011, 19:57
Cita de: Minerva en 17 de Julio de 2011, 12:43
Apelar a El Rombo para entrar en La Fortaleza directamente alertaría, casi con total seguridad, a Savage, así que creo que lo más lógico es empezar por donde empezó ella.

1. Conseguir un pase a Puerto Cloaca

2. Visitar a Floze e Ypwen para pedirles ayuda

3. Visitar la feria
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Mime en 18 de Julio de 2011, 22:12
- Conseguir un pase a Puerto Cloaca
- Visitar a Floze e Ypwen para pedirles ayuda
- Apelar al Rombo para conseguir un permiso para entrar en "La Fortaleza"
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 19 de Julio de 2011, 19:03

Al terminar la reunión, Xerim cargaba un nuevo peso sobre sus hombros. La misión que se le había encomendado era una autentica prueba a contrarreloj. Aunque, mirando el lado bueno, por fin había descubierto a que se debían las prolongadas ausencias de su hermana. El joven podía imaginarse que motivos estaban impulsando los actos de Savage en aquel momento, bueno, más bien temía que fueran los que él suponía. Larga era la sombra que proyectaba el recuerdo de su madre. Pero aun más lo era el espíritu vengativo que movía a su hermana. Si su padre hubiera estado presente habría frenado todo aquello desde el inicio, en su mente de ranger no cabía lugar para la insubordinación. El orden establecido, fuera cual fuere, era justo siempre que se atuviera a razonamientos lógicos. Ni siquiera la muerte de su mujer, debido a uno de esos razonamientos, había abierto una fractura en su determinación.

En la parte baja de la Torre de los Astros le esperaba el veterano Sócofon charlando con los guardias. El instructor militar solía ir ataviado con una armadura ligera que mezclaba piezas de diversas procedencias. Aquel día, eran los colores ocres los que predominaban en sus ropas. La cicatriz de su frente, unida a otras tantas de menor envergadura, le daba un aspecto aterrador que poco se correspondían con la realidad. Era un hombre seco y de gesto adusto, eso era verdad. No obstante, sabía tratar con delicadeza los asuntos que lo requerían y era bastante justo con sus hombres. Nunca había visto al militar reconvertido en soldado de fortuna maltratar a uno de sus subordinados.

-Quita esa cara de dolor chico, nadie te ha golpeado...aún – dijo Sócofon en una clara referencia al resto de hombres vencidos por Savage.

-Hay ideas que marcan como cicatrices – replicó él, sin ganas de llevar la conversación por esos derroteros-. ¿Tienes algo para mí?

El hombre metió la mano en la bolsa que llevaba colgada del cinto. Junto a ella había una larga espada cubierta por una simple vaina de gastado cuero. Lo que extrajo del saco era un trozo de tela color rojo, a juego con la ropa que llevaba Xerim. En el centro estaba la garra símbolo de Veldro.

-Esto es un salvoconducto para casos de emergencia – explicó el soldado mientras lo ataba al brazo del alquimista-. No recurras a él si no es estrictamente necesario. Es una variante que hasta este momento solo teníamos seis personas. Habrá gente que te tratará con respeto si lo muestras, pero muchos querrán encerrarte para chantajear al jefe.

-Seré cauto – prometió Xerim mientras cubría el trozo recién atado por un paño negro. Si no, intuía que acabaría bailando en las manos de Crow Navayin, el cual siempre había mostrado un macabro interés por su familia.


El día había amanecido encapotado por nubarrones de un color gris azulado. No había llovido con fuerza, aunque no hacía falta que eso ocurriera para que algunas calles se llenaran de barro. En "La Feria", donde miles de personas transitaban sus calles durante toda la jornada, tenías que tener extremo cuidado con donde pisabas. Un paso en falso en una zona de barro acumulado podía hacerte caer. Las caídas iban acompañadas de molestas lesiones que iban desde esguinces a roturas.
El joven alquimista había decidido desde que salió de la reunión seguir la pista más clara que tenía. Merice le había dado un pase a su hermana para salir de la ciudad por el Camino del Haz en dirección al puerto. Si lo había utilizado, o no, era algo que no podía averiguar si no iba hasta allí.

Junto a la Galería Roja se encontraba el edificio donde se expedían los permisos para Puerto Cloaca. En realidad, solo el cartel colgado en la fachada distinguía el local de una simple tienda más. Todo el espacio interior había sido unificado mediante el derribo de las paredes. Las pequeñas mesas, donde los peticionarios eran atendidos, despedían un olor a humedad y podredumbre que hacía difícil respirar sin poner muecas. Xerim llevaba cinco minutos luchando contra las nauseas y ya casi sentía la bilis en la boca. Si había largas colas para atender a los visitantes era por el largo discurso que aquellos hombres, los cuales ejercía su trabajo con una lentitud digna de estudio, se veían obligados a recitar a cada peticionario. El alquimista comenzó a preguntarse como hacían aquellos hombres para soportar el hedor durante tantos años.

-Disculpe – interrumpió él-, realmente tengo prisa. ¿Puede decirme cuando puedo partir hacia el puerto?

-Por supuesto, como iba diciéndole... – continuó el funcionario ignorando su pregunta. Aquel hombre no iba a parar hasta que no terminara su discurso. Durante tres minutos más, continuo enumerando reglas y prohibiciones sobre viajar por el Camino del Haz bajo las condiciones que el Consejo imponía-...así que teniendo en cuenta todo lo dicho hasta ahora, y las listas de peticionarios que han pasado antes que tú, podrás viajar a Puerto Cloaca dentro de tres semanas.

-Eso es demasiado tiempo – respondió Xerim-. Necesito viajar en los próximos tres días como mucho.

-Me temo que no es posible encontrar un hueco en las listas públicas de ninguna manera – replicó el hombre con gesto ofendido. No parecía acostumbrado a que le replicaran-. Si quiere puede pagar por un hueco en el transporte privado.

-No tengo dinero para costearme uno. Si pudiera,  no le estaría rogando por un sitio – explicó el alquimista, con claras intenciones de despertar la compasión de su interlocutor.

-Nosotros tampoco tenemos dinero para realizar el mantenimiento de la calzada – dijo aun más ofendido de lo que estaba unos segundos antes-. Esto no es una asociación benéfica, o pagas o te largas.

Xerim decidió que era el momento de irse. Con gusto le habría vomitado encima a aquel tipo a modo de agradecimiento. Sin embargo, la discusión había abotargado sus sentidos y el olor había pasado a un plano secundario. Si no había forma de conseguir un pase de forma legal, habría que usar métodos algo más imaginativos. Pero eso tendría que ser mañana, hoy ya había perdido demasiado tiempo en la oficina.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 19 de Julio de 2011, 19:05

Día 4

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Se abren las votaciones.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Mime en 19 de Julio de 2011, 19:31
- Visitar a Floze e Ypwen para pedirles ayuda
- Visitar "La Feria"
- Apelar al Rombo para conseguir un permiso para entrar en "La Fortaleza"
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Minerva en 19 de Julio de 2011, 19:45
Vamos a por la parte más ilegal. Y de paso me copieteo de Mime


- Visitar a Floze e Ypwen para pedirles ayuda
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Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Lance en 19 de Julio de 2011, 20:38
- Visitar a Floze e Ypwen para pedirles ayuda
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Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: El tipo en 20 de Julio de 2011, 23:33
Cita de: Mime en 19 de Julio de 2011, 19:31
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Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 23 de Julio de 2011, 02:30

Tres golpes secos a la ajada puerta fueron suficientes para captar la atención de la dueña. Xerim, el cual se había perdido cuando buscaba la casa de Ypwen, rezó para que estuviera en casa. Llegar hasta allí por ese laberinto de calles había sido una aventura. Afortunadamente, el barrio estaba plagado de hostales y tabernas en los que podías obtener ayuda por un par de monedas. "El Distrito" es el vecindario más pluricultural de la ciudad, lo cual es lógico si tenemos en cuenta su amplia superficie, y es donde la mayoría de los extranjeros se alojan durante sus cortos periodos de estancia. Con ayuda de un mozo de la taberna "El Vigía Tuerto" había conseguido llegar hasta el lugar.

La puerta chirrió al abrirse hacia dentro. Ypwen, vestida con un mono de trabajo limpio, tenía unas marcadas ojeras bajo sus apagados ojos marrones con puntitas verdes. Sus mofletes caían hacia los lados haciendo que su boca adquiriera una graciosa forma de "U" invertida. Por el tono amarillento de su tez, Xerim intuyó que estaba enferma. También su nariz, la cual normalmente apuntaba como una afilada hoja de lanza a sus interlocutores, parecía haber perdido su posición aquel día. Siendo una mujer de pocas palabras, cabeceo para indicarle que pasará a dentro.
Ypwen no pasaba precisamente mucho tiempo en su casa, por lo que el orden no formaba parte de sus prioridades. Miraras donde miraras había libros, herramientas y trozos de chatarra desperdigados por la habitación central. Al fondo de la estancia, una puerta entreabierta permitía ver parte del laboratorio casero de la alquimista. Incluso viendo su salud mermada, aquella chica no paraba de trabajar.

-No tienes buen aspecto – dijo Xerim preocupado por el sobresfuerzo de ella.

-Y tú tienes una capacidad deductiva mediocre. ¿Podemos dejar de lado las cosas evidentes? – respondió incomoda ella. Con un gesto de la mano le indicó que se sentará en el único taburete libre-. Ahora cuéntame a que has venido a mi casa.

-¿Hacerte una visita no es suficiente motivo? – bromeó él. La mirada intimidatoria que Ypwen le devolvió le convenció de dejar las bromas de lado-. Venía a preguntar algo sobre mi hermana.

-¿Savage? – preguntó ella, extrañada por la repentina preocupación de Xerim-. Ya te lo dije el otro día en el laboratorio y mi respuesta no va a cambiar. Llevo bastante tiempo sin saber nada de ella.

-Imaginaba que sería así. En realidad, mi pregunta iba en otra dirección. ¿Te pidió algo la última vez que estuvo contigo?

La alquimista cerró los ojos y se llevo la mano derecha a la cabeza. En cualquier otra persona eso habría sido un gesto de dolor, en Ypwen significaba que estaba recordando. Tras unos segundos separó los párpados y se fue directa al laboratorio. Cuando regresó, traía unos papeles manchados en la mano. Descarto los tres primeros y le pasó el cuarto.

-Me pidió una muestra del lote número quince – le indicó apuntando con el dedo hacia la mitad del papel-. Son unos aceleradores de combustión energética. Se supone que prolongan durante un corto espacio de tiempo las capacidades corporales.

-¿Y se los diste? – preguntó Xerim sorprendido. Proporcionarle aquellas capsulas su hermana era como mezclar el fuego y el petróleo.

-Por supuesto, el único lote experimental que tenía – respondió ella orgullosa-. ¿Cómo cojones querías que lo testeara?

La mirada furiosa de la alquimista se clavo en él. Lo usual era que Ypwen tuviera poca paciencia, pero estando enferma el porcentaje se reducía drásticamente. Sin mediar palabra decidió que la conversación se había terminado. Su intención era clara, encerrarse en el laboratorio hasta que las fuerzas la vencieran. Xerim aprovecho los últimos metros para lanzarle una pregunta.

-¿Sabes si también le pidió algo a Floze?

-Pregúntale tú mismo. Está arriba recogiendo mi "desordenado" cuarto – respondió haciendo énfasis en el calificativo a modo de burla.



El piso superior no estaba en mejores condiciones. Hasta cuatro veces estuvo a punto de tropezar mientras esquivaba las torres de documentos repartidas por el pasillo.  Tan solo había tres puertas repartidas por el pequeño corredor. La estancia más cercana a la escalinata era un baño, probablemente el cuarto más limpio de toda la casa. La segunda puerta estaba abierta de par en par. Los objetos que horas antes habían ocupado el espacio interior habían sido amontonados en la entrada. Floze se estaba empleando a fondo para dejar aquel pequeño cuarto en las condiciones mínimas de salubridad. No hacia mucho Xerim había podido pasarse horas mirándola moverse. Actualmente, demasiados problemas poblaban su mente como para permitirse ese antiguo habito.

-Vas a dejar esto irreconocible – dijo el alquimista a modo de saludo. La mujer se giró sorprendida.

-No te había visto Xerim – le contestó con una sonrisa de oreja a oreja-. Espero que se ponga bien pronto. No puedo estar cuidándola todos los días. Y si no lo hago yo, no lo hará nadie.

-Se esfuerza demasiado. Aunque  – tras reflexionar unos segundos dijo-,  en cierto modo la entiendo. Lleva muchos años trabajando en su proyecto como para que ahora le corten el grifo.

-Debe ser muy duro – intervino Floze mirándole fijamente. Él se dio cuenta de que la noticia de su fracaso ante el tribunal se había extendido lo suficiente para llegar a ellas.

-Nada que no se pueda superar con un poco de voluntad – dijo restándole importancia-. Necesito hacerte una pregunta. ¿Te pidió Savage algo la última vez que la viste?

-Diría que si lo hizo – respondió Floze con gesto de preocupación-. Una de mis composiciones de descomposición de materiales.

"Genial -pensó Xerim-. Ahora su hermana tenía capsulas que podían mejorar la potencia del cuerpo y mezclas capaces de descomponer objetos". El asunto se complicaba por segundos y la creciente preocupación del joven alquimista se reflejo en su rostro.

-No pongas esa cara, no le he dado acido sulfúrico – explicó ella tratando de tranquilizarle-. Si impacta en la piel de alguien como mucho producirá irritación.

-Supongo que eso tendría que calmarme, pero no lo hace – dijo Xerim retirándose del marco donde estaba apoyado-. Debería irme, aun tengo cosas que hacer.

-Buena suerte. Ten cuidado – fue lo que escuchó mientras ya descendía las escaleras.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 23 de Julio de 2011, 02:32

Día 4

PdM – 30.

Tareas Obligatorias

Visitar la "Torre de los Astros" [Cuartel de Veldro] – 6. 

Tareas Opcionales

• Visitar "La Feria" – 7.

Conseguir un pase a Puerto Cloaca – 10.

• Apelar al Rombo para conseguir un permiso para entrar en "La Fortaleza" – 10.

Visitar a Floze e Ypwen para pedirles ayuda – 6.


Se abren las votaciones. Aunque no teneis para una de las dos opciones, así que es simbólico.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Minerva en 23 de Julio de 2011, 07:53
Visitar la feria.

Maldición.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Mime en 23 de Julio de 2011, 18:07
- Visitar "La Feria"
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Lance en 23 de Julio de 2011, 18:46
Visitar la feria
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: El tipo en 23 de Julio de 2011, 21:29
Feria
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 24 de Julio de 2011, 04:37
Xerim ya tenía barro hasta en el interior de las orejas. Después de las caminatas de aquel día le iban a doler las piernas durante semanas. Ya comenzaba a sentir los gemelos cargados por la tensión de mantener el equilibrio sobre el resbaladizo suelo. Se encontraba de nuevo en el barrio comercial. El motivo había sido la nota que Ypwen le había dejado en la puerta mientras él mantenía una conversación con Floze en el piso superior. En el papel, con caligrafía curvada y en letras mayúsculas, estaba escrito:

"TU HERMANA TUVO UNA NEGOCIACIÓN CON TUCIL EL ÚLTIMO DÍA QUE LA VIMOS.

NO VUELVAS A MOLESTARME."

Así que Savage había tenido una charla con el Noble el día que, probablemente, decidió que sus planes divergían de los del Hurón. Eso era algo que merecía un poquito de atención por parte del joven alquimista. Además, a pesar de la ausencia del sol, los tonos de los nubarrones comenzaban a indicar que el día tocaba a su fin. Pocas cosas más podría hacer antes de que la oscuridad cubriera la ciudad.


La Galería Roja era, arquitectónicamente hablando, muy diferente al resto de las edificaciones de "La Feria". La realidad es que era una copia exacta del místico templo de Hōryū-ji, el cual aparecía en la gran mayoría de las leyendas relacionadas con "La Esfera de Eiichiro Obata". Construido por entero con madera, contaba con una única sala central de dos niveles que suponía uno de los mayores tesoros de la ciudad. Muchos exploradores, entre los cuales se encontraba su abuelo Eujen, se habían aventurado en tierras desconocidas en busca de restos de esas épicas historias transmitidas desde tiempos olvidados. Ninguno, como es lógico, había tenido verdadero éxito en su empresa.
El piso inferior, lugar de reunión de respetados comerciantes, apenas estaba ocupado a esas horas de la tarde.  Los picos de mayor afluencia solían ocurrir antes de la hora de la comida. Aunque, en ciertas ocasiones, había un pequeño repunte en las dos horas posteriores a ese momento del día. El espacio superior, el cual era privado, extraoficialmente pertenecía a Tucil. El Noble era un comerciante experimentado, muy propenso a obtener gangas, y que sabía valorar el arte. Sin embargo, era un vago redomado que dedicaba su tiempo a la comida y al placer. Si no fuera por el papel esencial que desarrollaba del comercio para la ciudad, el resto de piezas en aquel inmenso tablero lo hubieran eliminado de la partida. Tucil era un hombre propenso a dejarse ver paseando entre las tiendas los días soleados. En esos momentos repartía palabras con todo aquel que estuviera dispuesto a escucharle. Otra historia bien distinta era intentar tener una reunión privada con él. Como ya se ha dicho, el disfrute era su afición y máxima prioridad.

Xerim fue directo al fondo de aquel gran espacio cerrado. La madera del suelo crujió bajo sus botas. Un pequeño mostrador de pino había sido incorporado a la pared de la parte trasera de la construcción. Tras susodicho mueble, se refugiaban dos personas que protegían un acceso a las escaleras. El pórtico estaba cubierto por una cortina de seda púrpura en cuya superficie había sido bordada una moneda pentagonal. Uno de ellos era el joven Ánfim, y el otro era un hombre bajito y arrugado que respondía al nombre de Gluguer. Formaban una pareja realmente extraña, mientras Ánfim iba tan arreglado como de costumbre; Gluguer, tenía un aspecto roñoso y desarrapado. Ambos observaron al joven alquimista durante todo el recorrido hasta ellos. Gluguer rezongó de forma casi inaudible algo que solo su compañero pudo escuchar. No era un hombre de muchas palabras, o conocido por su educación. Fue el pulcramente vestido Ánfim quién se dirigió a él en un tono solemne.

-Buenas tardes alquimista – dijo abriendo los brazos en un gesto exagerado de bienvenida-. Es un placer contar con tu presencia en nuestro enorme salón.

Xerim no estaba dispuesto a seguirle el juego. Nunca había dominado el lenguaje pomposo y cargado que utilizaba Ánfim. Por eso nunca se había sentido cómodo cuando trataba con las familias de "La Villa".

-Vengo a ver a Tucil. Necesito conocer sobre que habló Savage con él hace dos semanas.

-Los negocios del jefe no son asunto tuyo – gruñó Gluguer añadiendo un par de expresiones blasfemas que Xerim no pudo, o no quiso, escuchar-. Lárgate con viento fresco.

-Tranquilidad – dijo Ánfim manteniendo su amplia sonrisa. Parecía disfrutar de la situación en cierto modo-. Si bien es verdad que los negocios de Tucil no son de tu incumbencia, no es menos cierto que nada tenemos que ocultar. Todas las transacciones que hacemos bajo este santuario del comercio se ajustan a las normas del Consejo.  

-Lo que quiere decir que esto no es el sucio nido de ratas al que tú estarás acostumbrado – puntualizó Gluguer, tamborileando los dedos sobre el mostrador.

-Algún día esa ponzoñosa bocaza tuya va a costarte la vida – apuntó el apuesto joven a su arrugado compañero. Después se giró de nuevo hacia Xerim-. Tú bonita hermana, la cual apunto estuvo de atizar a mi pequeño compañero en varias ocasiones, mantuvo una breve charla con nuestro jefe sobre tasas de exportación.

-¿Bromeas? – preguntó él, sorprendido por la extraña temática.

-No tengo la costumbre cuando se trata de negocios – contestó con repentina seriedad y sin perder la sonrisa-. Tucil le describió minuciosamente las diferentes modalidades de exportación que podía contratar con su compañía. Savage se mostró muy satisfecha con nuestras ofertas, aunque no contrató ninguna de las opciones. No hemos vuelto a saber nada de ella desde entonces.

-Bueno, eso es suficiente información – replicó Xerim retrocediendo un par de pasos. Era más de lo que esperaba conseguir de boca de aquel duo.



Unos minutos más tarde, cuando el alquimista se hubo despedido y alejado lo suficiente, Gruguel y Ánfim tuvieron un corto intercambio de palabras antes de sumirse en su habitual silencio de guardia.

-El jefe te cortará la lengua si se entera de que has violado el secreto profesional – dijo Gruguel mientras se rascaba de forma sonora el escaso cuero cabelludo.

-No lo creo, después de todo el es el hermano de la chica. Entre la familia no deberían existir secretos – argumentó Ánfim-. Además, no hubo trato alguno por decisión de Tucil. Miró su orbe y rechazo la oferta de ella contundentemente. ¿Cual será el motivo?

-Bueno, no somos quienes para cuestionar esa decisión. Y mucho menos si toco esa esfera salida de la boca del infierno – sentenció el gruñó sirviente del Noble.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 24 de Julio de 2011, 04:38

Día 4

PdM – 30.

Tareas Obligatorias

Visitar la "Torre de los Astros" [Cuartel de Veldro] – 6.  

Tareas Opcionales

Visitar "La Feria" – 7.

Conseguir un pase a Puerto Cloaca – 10.

• Apelar al Rombo para conseguir un permiso para entrar en "La Fortaleza" – 10.

Visitar a Floze e Ypwen para pedirles ayuda – 6.


Así termina el Día 4.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 24 de Julio de 2011, 04:40

Día 5

PdM – 30.

Tareas Opcionales

• Visitar "La Feria" -7.

• Conseguir un pase a Puerto Cloaca por medios no tan legales – 11.

• Inspeccionar la "Biblioteca" en busca de planos de "La Fortaleza" – 7.

• Buscar a Ílerc en "La Manigua" para pedirle consejo – 10.


Se abren las votaciones.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Minerva en 24 de Julio de 2011, 11:35
Conseguir un pase a Puerto Cloaca por medios no tan legales

Visitar la biblioteca en busca de planos de la fortaleza

Buscar a Ílerc en La Manigua para pedirle consejo
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Mime en 25 de Julio de 2011, 01:01
- Conseguir un pase a Puerto Cloaca por medios no tan legales
- Buscar a Ílerc en "La Manigua" para pedirle consejo
- Inspeccionar la "Biblioteca" en busca de planos de "La Fortaleza"
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: El tipo en 25 de Julio de 2011, 18:03
• Conseguir un pase a Puerto Cloaca por medios no tan legales

• Inspeccionar la "Biblioteca" en busca de planos de "La Fortaleza"

• Buscar a Ílerc en "La Manigua" para pedirle consejo

Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 28 de Julio de 2011, 03:27

La luz de la mañana disipó toda duda acerca de las condiciones meteorológicas de aquel día. Las últimas nubes, desertoras del temporal que había sufrido la ciudad la jornada anterior, parecían haberse distribuido caprichosamente por el amplio cielo. Xerim había dormido como pocas veces en el presente año. Eso no significaba que hubiera descansado, ni mucho menos. Durante cada segundo dormido había soñado con los retazos de información que había recopilado. Así que cuando Merice le llevo, en un gesto de amabilidad que el alquimista estaba seguro que no era habitual, un recipiente repleto de café caliente, él ya estaba más que despejado. El intercambio fue breve, ella le interrogó sobre sus avances de forma sutil mientras se servía a si misma el desayuno. En ciertos momentos, debido a determinados gestos que para otros pudieran pasar desapercibidos,  Xerim llego a considerar que Veldro la había enviado porque no confiaba completamente en que no apoyara a su hermana. Posteriormente, apenas un día después, se enteraría de que ella estaba allí por su propia cuenta y riesgo. Sin embargo, no hay mal que por bien no venga. Merice se mostró muy comprensiva ante el problema de Xerim para acceder a Puerto Cloaca. Y si bien ella no podía conseguir otro pase, si que sabía quien podía obtener uno con facilidad. Fue precisamente allí donde el joven de ojos rojos se dirigió tras abandonar su casa.


-Por aquí – murmuró el mensajero.

El sistema de alcantarillado de la ciudad estaba lleno de mierda a pesar de funcionar perfectamente. Para los ojos inexpertos del alquimista aquella suciedad era producto de años de abandono de las instalaciones. Para Kiyopsi, el cual ejercía de guía de nuevo, era un escenario planeado al milímetro para no atraer la atención de miradas indiscretas. Todo estaba tan bien colocado que realmente tenías que tener cuidado con no resbalar con un trozo de mierda, o no pisar un pedazo de madera podrida. El artífice de todo aquel espectáculo era el archiconocido traficante Bródoli. Su merecida fama había surgido a raíz a su capacidad para conocer al dedillo las rutinas de los soldados dataranos. De esa forma había establecido escondites a lo largo de toda la ciudad, además de varias vías de entrada y salida desconocidas para la mayoría del público.

-¿Estás seguro de que es por aquí? – preguntó Xerim a su acompañante. Olisqueo el aire un par de veces y sintió que su cabeza daba vueltas. A cada pasó que daban olía más a muerto.

-Totalmente, cuanto más nauseas sientas más cerca estaremos – respondió el mensajero mientras inspeccionaba la pared-. Este lugar fue construido precisamente para evitar que nadie se acercara.

Xerim no comprendía como Kiyopsi se orientaba con tanta soltura por aquel lúgubre laberinto de basura. Sobre todo teniendo en cuenta que la única antorcha que tenían la portaba el alquimista en la retaguardia. Desde que se habían reunido, poco después del desayuno con Merice, el mensajero se había encaminado directamente hacia uno de las entradas descubiertos a las alcantarillas. Cómo en cuestión de un par de días habían conseguido averiguar el paradero del contrabandista era algo que Xerim no sabía, y que estaba casi seguro de no querer saber. Era probable que con cada paso que daba se estuviera echando cantidades ingentes de mierda encima, así que como habría dicho su difunta madre, "el horno no estaba para bollos".

Cuando se encontraron ante un gran tabique pintado de azul cielo, Xerim, recordó uno de los cuentos infantiles que más le gustaban cuando era un crio. Uno referente a una niña - o quizás una mujer, no lo recordaba bien -, que podía atravesar todo tipo de puertas, incluso aquellas que eran objetos que nadie en su sano juicio hubiera denominado con el término "puerta".  No obstante, aquello tan solo era el final del camino. Toda aquella caminata no había servido de nada. O eso creyó él hasta que Kiyopsi golpeo con ganas la superficie repetidas veces. El eco se transmitió por los túneles de un modo que no puede describirse con palabras. Parecía como si una campana enorme hubiera sido golpeada. Luego solo hubo silencio durante unos cuantos minutos. Incluso cuando Xerim quiso hablar, Kiyopsi le detuvo con un gesto de la mano. Comprendió que estaban esperando algo, o quizá a alguien.

El hombre que les fue a buscar parecía recién salido de una porqueriza. Lo detectaron gracias a su olor mucho antes de que entrara en su campo de visión. El aroma a estiércol y podredumbre podría haber tumbado al olfato más atrofiado. Y eso teniendo en cuenta que los pasillos ya olían mal de por si. Sus ropas eran harapos que habían sido cosidos de más de veinte prendas. Las partes del cuerpo que estaban descubiertas habían sido cubiertas por mugre negra que destacaba el blanco de sus ojos y sus dientes. Precisamente fueron sus dientes los que llamaron la atención de Xerim, tenía una dentadura perfecta. De nuevo el joven alquimista volvió a recordar la fábula que había escuchado tantas veces en su infancia. Uno de los compañeros de la chica era un noble – aunque de una forma completamente distinta a los Nobles actuales -, el cual tenía un rostro negro como la noche y carente de facciones. En ocasiones realidad y ficción podían llegar a parecerse más de lo esperado.

-Quédate aquí Xerim – dijo el mensajero. Había adoptado una posición de tensión similar a la de una gacela a punto de saltar sobre su presa-. Si no vuelvo en diez minutos recuerda esto. Diez giros a la izquierda, siete a la derecha, cuatro a la izquierda, seis a la derecha y tres a la izquierda.

No le dio tiempo a replicar. Para cuando quiso responder a Kiyopsi, ya se había alejado con aquel mugriento extraño. En la oscuridad el tiempo pasaba a una velocidad diferente. Incluso la antorcha, que se mantenía encendida solo por sus trucos de alquimista, parecía haber ralentizado su desgaste. En aquel oscuro agujero cinco minutos se podían convertir en una hora. Pero también, aunque solo en contadas ocasiones, podía ocurrir de forma inversa. Eran esas ocasiones cuando realmente uno podía correr peligro. Por eso los descensos a los sótanos de la Biblioteca eran controlados con tanta precisión.


Xerim calculó que llevaba ochos minutos, aproximadamente, desde que se había quedado solo. El ruido de pasos había roto la monotonía y le había devuelto a la realidad. Era Kiyopsi, el cual intencionadamente había realizado el ruido para no asustarle, quien regresaba solo de su corta excursión. El mensajero le agarró del brazo con fuerza y el alquimista intuyo que le estaba mirando fijamente desde detrás de los cristales de sus gafas. "Tenían que irse deprisa", o eso intuyo por el gesto. El viaje de vuelta fue mucho más corto, no se detuvieron hasta que no vieron la luz del día. A la luz del sol Xerim pudo ver como su compañero respiraba agitadamente.

-No se si esto es una buena noticia o no, pero te he conseguido el pase a Puerto Cloaca – comenzó Kiyopsi entre bocanadas de aire.

-Es una noticia genial. Es justo lo que necesitaba.

-Espero que opines lo mismo mañana – replicó el albino oculto tras su capucha-. A cambio, mañana tendrás que reunirte a primer ahora con Bródoli.

El alquimista no entendía nada. Kiyopsi normalmente era la pura imagen de la calma. Fuera lo que fuese que le hubiera puesto así, era algo muy a tener en cuenta de cara a su encuentro con el comerciante más buscado de toda la ciudad.

-¿Estas bien Kiyopsi? – preguntó él, preocupado ante el ataque de ansiedad-. ¿Qué ha pasado ahí abajo?

-No estoy seguro, pero nada bueno.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 28 de Julio de 2011, 03:27

Día 5

PdM – 30.

Tareas Opcionales

• Visitar "La Feria" -7.

Conseguir un pase a Puerto Cloaca por medios no tan legales – 11.

• Inspeccionar la "Biblioteca" en busca de planos de "La Fortaleza" – 7.

• Buscar a Ílerc en "La Manigua" para pedirle consejo – 10.


Se abren las votaciones.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Minerva en 28 de Julio de 2011, 14:52
Buscar a Ílerc para pedirle consejo

Inspeccionar la "Bibliotec" en busca de planos de "La Fortaleza"
Visitar "La Feria"
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Mime en 28 de Julio de 2011, 16:30
- Buscar a Ílerc en "La Manigua" para pedirle consejo
- Visitar "La Feria"
- Inspeccionar la "Biblioteca" en busca de planos de "La Fortaleza"
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: El tipo en 29 de Julio de 2011, 05:20
- Inspeccionar la "Biblioteca" en busca de planos de "La Fortaleza"
- Visitar "La Feria"
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Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: madison en 31 de Julio de 2011, 21:54
Inspeccionar la "Biblioteca" en busca de planos de "La Fortaleza"
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Visitar "La Feria
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 01 de Agosto de 2011, 00:28
-¿No tienes nada mejor que hacer?

La pregunta pilló por sorpresa a Xerim. La verdad es que no, no tenía absolutamente nada más que hacer ese día. Después de su exitosa visita al sistema de alcantarillado una sensación liberadora, que hacia mucho tiempo que no sentía, había invadido al joven alquimista. El sol aun se encontraba ascendiendo, por lo tanto Xerim disponía de un tiempo considerable para dedicar a lo que él quisiera. Lo más sensato hubiera sido descansar, el problema de insomnio no parecía ir a desaparecer de la noche a la mañana. Sin embargo, el alquimista era un culo de mal asiento. Apenas quince minutos después de despedirse de Kiyopsi, ya se le habían ocurrido más de cinco ideas sobre que hacer con su libertad. Y entre todas había una que destacaba por encima del resto: la búsqueda que había abandonado en la Biblioteca. Nunca había sido una de sus prioridades, aunque siempre se lo había tomado demasiado en serio para considerarlo una simple afición. Emplear unas cuantas horas allí abajo buscando no iba a resultarle perjudicial.

El intercambio en el mostrador del recibidor fue frío. El encargado, un tipo espigado y de gesto serio, lo despachó con rapidez. No hubo indicación alguna sobre a donde debía dirigirse. Xerim se preguntó si era debido a que le había reconocido, o si atendía así a todos los visitantes. Posiblemente fuera lo primero, si alguien hubiera tenido que orientarse por el antiguo mapa que permanecía en la pared, habría tratado de descender al sótano por la antigua escalinata que ya no existía. Una caída de unos cuatro metros hacia los escombros resultantes del derrumbamiento sería el fin del supervisor de turno.

La escalera auxiliar, convertida en único punto de acceso desde hacia ya muchos años, era una boca negra por la que Xerim estaba acostumbrado a descender. Quizá la comisión encargada del mantenimiento del edificio debería empezar a considerar mejorar la iluminación de ciertos puntos como aquel. El desgaste del suelo piedra comenzaba a hacerlo peligrosamente resbaladizo. No obstante, parecía ser que siempre tenían otras cosas más importantes en las que dedicar el escaso dinero que recaudaban a base de donaciones. Al final de aquel tramo le esperaba la pequeña habitación que servía de oficina a Sophos. No era un hombre ni muy amable, ni muy educado, pero cumplía con su función a la perfección. Xerim no sabía durante cuantos años había trabajado como vigilante de descensos en aquel lugar, aunque estaba seguro que llevaba desde antes de que él hubiera nacido. Encontrarle sentado tras su ajada mesa de trabajo era algo poco común, ya que por norma general se encargaba personalmente de comprobar el correcto funcionamiento del sistema de poleas. Ese día se daba la excepción que confirma la regla. Sophos se encontraba repanchingado en su sillón de cuero ojeando un ejemplar antiguo cuando realizó la pregunta.

-¿No tienes nada mejor que hacer? – dijo con su voz rota. Sonaba como si una bolsa de guijarros hubiera sido introducida por su garganta y fuera agitada cada vez que trataba de hablar. Sus ojos de búho le miraron con verdadera curiosidad.

-No – respondió de forma secante Xerim. Quería bajar al sótano inmediatamente. La idea de descender se había convertido en cuestión de segundos en una necesidad apremiante. Era como si algo le dijera que tenía que ir abajo, y que cuanto más rápido lo hiciera sería mucho mejor.

-Bueno, entonces no tengo más remedio que darte las cosas y acompañarte.

Sophos deposito el volumen sobre la mesa como si fuera una frágil figura de cristal. Al incorporarse un crujido que provenía de su columna vertebral resonó en toda la habitación. ¿Cuántos años tenía aquel hombre cuyas articulaciones sonaban como bisagras oxidadas? Nunca se lo había preguntado, pero podía deducir con seguridad que más de treinta y cinco. Sin embargo, juraría que llevaba teniendo ese aspecto de "más de treinta y cinco" durante bastante tiempo. Tras su escritorio había una serie de taquillas incrustadas en un amplio hueco de la pared. En cada una de ellas había un equipo de descenso preparado para ser usado. Sophos inspeccionó un par hasta encontrar el que buscaba. Después de eso le indicó con la mano que le siguiera a través del único pasadizo que había al lado opuesto de la entrada.

El pasillo había sido iluminado con algún tipo de sustancia pegajosa que emitía un ligero brillo rojizo. Probablemente su origen era alquímico y había sido echo especialmente para esas paredes. Xerim conocía mejor que nadie lo que podía ocurrir con las sustancias que desprendían algún tipo de energía cuando se aplicaban en ambientes no aptos. Al fondo podía verse un resplandor tenue que provenía de una antorcha situada en la estancia a la que se dirigían. Cuando llegaron allí, estaban sobre los restos de una habitación de la cual apenas quedaban cinco metros cuadrados. Los derrumbamientos subterráneos de la Biblioteca habían sido devastadores. Aquel lugar había sido un pequeño almacén que conectaba con el recibidor inferior del edificio. Tras la destrucción de la escalinata principal se convirtió en el único modo de poder acceder a la parte soterrada. Nadie se había atrevido a mover los escombros de la gran escalera que posiblemente se habían convertido en pilares improvisados. Sin embargo, las grietas enormes que se habían abierto allí abajo no solo habían ocasionado la desaparición de parte del antiguo almacén, el pasillo que conectaba al recibidor había sido sustituido por un abismo negro. Para cruzarlo se había construido un estable, aunque visualmente patético, puente de madera. Hasta el más valiente pisaba con precaución sobre aquellos tablones dañados por la humedad.

El recibidor inferior era una copia del que se encontraba unos seis metros más arriba. Xerim se imagino que ocurriría si el puente de madera se rompiera inesperadamente. Atrapados entre un muro de pedruscos enormes y un grieta circular que descendía entre los diferentes sótanos no habría muchas opciones de sobrevivir. Al borde de la grieta había un total de doce sistemas de poleas que se empleaban para descender a los sótanos. El alquimista se sorprendió de que uno de ellos estuviera en pleno funcionamiento.

-Creí que no había nadie aquí abajo.

-Pues te equivocabas – dijo Sophos mientras preparaba las cuerdas y el arnés que Xerim iba a utilizar. Parecía ansioso por regresar a su oficina a leer.

-Normalmente cuando estás solo siempre te encuentras supervisando las bajadas – argumentó Xerim defendiendo su idea. Había una creciente incomodidad que estaba llevando a Sophos a ser más tajante que de costumbre-. Por si hay un accidente, ya sabes.

-Bueno chico – replicó suspirando-, quizá no quería estar presente si algo pasaba. Igual deseaba hacerle un favor al mundo. Medio barrio, puede que incluso media ciudad, se alegraría de que quien esta ahí abajo no volviera.

Sophos le paso el arnés alrededor del cuerpo y lo amarró con fuerza. El alquimista aun trataba de procesar la dureza que había en sus palabras cuando el hombre se alejó sin mirar atrás. Xerim se sintió tentado a preguntarle quien iba a ser su acompañante allí abajo, aunque imagino que si no había escuchado un nombre a esas alturas no lo iba a obtener preguntando. El alquimista se acercó al borde de la grieta con forma de círculo y miro al abismo. No estaba seguro del motivo, pero intuyo que algo le devolvió la mirada.



El descenso hasta el tercer sótano fue extremadamente tranquilo. El sonido de la cuerda deslizándose por el mecanismo solo era perturbado por el goteo ocasional de alguna filtración. En cuestión de minutos se colocó a la altura de su objetivo y a tres metros de distancia del tramo de suelo más cercano. Se balanceó suavemente hasta que finalmente sus pies rozaron la superficie donde debía posarse. Entonces, cuando se encontraba en el punto álgido de su balanceo y con un movimiento ensayado hasta la saciedad, soltó cuerda y eso evito que el movimiento pendular continuara.  "Perfecto", pensó Xerim felicitándose por la precisa maniobra. Sacó un par de barras de luz de su bandolera y las prendió con un movimiento de muñeca. Ahora solo era cuestión de encontrar la sala dedicada a los mapas de ese nivel. Esas habitaciones eran el objetivo de Xerim cada vez que descendía. La búsqueda de mapas antiguos había sido una de las mayores pasiones de su abuelo Eujen. Un entusiasmo que había sido trasmitida a su nieto como si se tratara de una cuestión genética. Para el alquimista hacer esas búsquedas también resultaba una manera de honrar la memoria de su abuelo.

Fue una hora después de entrar en la habitación, posiblemente justo tras descubrir un antiguo plano de una PIA cuyo número era irrelevante, cuando consideró que tenía que haber planos de "La Fortaleza" allí abajo. Aunque la construcción era muy antigua, las continuas obras y reformas debían haber quedado plasmadas en alguno de los tomos almacenados. Había una estantería únicamente dedicada a planos de la ciudad en la pared Oeste del cuarto. Puede que tardara en encontrarlo, pero tarde o temprano saldría a la luz.


La mesa que ocupaba el espacio central del cuarto estaba llena de libros abiertos. El sudor perlaba la frente del alquimista que llevaba horas de búsqueda sin éxito. En realidad, Xerim se encontraba muy cerca de su objetivo aunque nunca llegaría a saberlo. El destino, o la fuerza invisible de la casualidad, hicieron coincidir el momento en que el alquimista posó su mano sobre el tomo correcto con aquel en que el vello de su nuca se erizo. Se dio la vuelta ágilmente interponiendo las barritas de luz entre lo que allí hubiera y él. Fue una reacción instintiva que días después le costaría muy caro. Frente a él se encontraba un muchacho agraciado que lucia una sonrisa cruel. Su vestimenta, la cual alternaba el negro y el purpura amoratado, hacia parecer que portaba un manto de sombras. Sus ojos oscuros dirigían miradas rápidas que barrían toda la habitación. Parecía buscar algo oculto entre las estanterías. Su mano refulgía de un blanco azulado mientras ligeros arcos eléctricos saltaban entre sus dedos.

-No deberías estar aquí – le dijo con un tono autoritario. Avanzo un par de pasos más hacia él sin mirarle a los ojos. Xerim pudo ver entonces mejor su peto liso decorado por un único rayo color purpura. Era una variante del símbolo de la Tormenta que había visto brillar de color amarillo en los petos del resto de miembros del cuerpo militar.

-¿Qué haces Darío? – preguntó el alquimista. Un segundo después se arrepintió de haber dicho nada. Ni siquiera estaba seguro de por que motivo lo había preguntado.

-No es de tu incumbencia, pequeño diablo – le respondió la mano izquierda del Noble que lideraba la Tormenta. Darío no era famoso por su ternura y bondad. Solía hacer gala de su ira contra quien se atreviera a importunarlo-. Coge tus cosas y lárgate. Me estorbas.

-Aun no he terminado aquí – replicó Xerim-, debo terminar mi tarea.

-Me pregunto como podrás seguir si te dejo al nivel intelectual de un vegetal – amenazó alzando su mano electrificada contra él-. ¿Qué cara pondrá la zorra de tu madre? – le dijo mientras fingía reflexionar-, ¡Ah, no! Se me olvidaba que estaba muerta.

Xerim le dedico una mirada de odio con toda la intensidad que su cuerpo podía transmitir. Con gusto le habría metido la mano electrificada por el culo y habría disfrutado del espectáculo. Ahora entendía el motivo por el que Sophos no vigilaba cuando él había llegado. La idea de regresar y aguardar a que Darío tratara de ascender para cortar su cuerda cruzó la mente de Xerim como una estrella fugaz. Algo debió cambiar en la cara del alquimista ya que su acompañante se dio cuenta del ligero cambio.

-Lárgate ya, antes de que me canse – repitió mientras acercaba su mano hacia Xerim. Desde esa distancia se podían apreciar los pequeños discos incrustados bajo la piel del brazo de un modo caprichoso. Ese era el origen de la corriente que Darío utilizaba como arma-. No digas que no te avise, monstruo.

Xerim estaba paralizado del terror. Su mente trabajaba a toda prisa para mover sus músculos repentinamente rígidos. Apenas les separaban dos palmos, luego la corriente se transmitiría desde la mano del psicópata hasta la tráquea del alquimista. En cuestión de segundos la descarga le dejaría seco. El sonido de su corazón martilleaba sus oídos. El aire parecía escapar de sus pulmones. En el fondo no era más que un crio que no había sabido retroceder a tiempo y ahora iba a pagar las consecuencias. Un hormigueo se extendió por su piel cuando solo milímetros les separaban, el preludio de lo que vendría después imaginó. Xerim cerró los ojos esperando el golpe de gracia del soldado. Un golpe que no llegaría nunca, Darío se había detenido a dos palmos de él. Su ceño estaba fruncido en un gesto de concentración. Parecía escuchar con atención algo que solo él podía oír. ¿En que momento había retrocedido? Xerim recordaba haberle visto mucho más cerca antes de cerrar los ojos. Sin embargo, allí estaba de pie en la misma posición amenazante de hacia un rato. Si aquello había sido producto de su imaginación no era algo que pudiera discernir en ese momento, aun estaba aterrorizado hasta la médula. Darío reaccionó de pronto como si hubiera visto algo, giró hacia la derecha y se alejó con el mismo silencio con el que llegó hasta la habitación. Fue el momento que Xerim decidió aprovechar para huir. Podía haber actuado como un cobarde, pero no era gilipollas.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 01 de Agosto de 2011, 00:31
Día 5

PdM – 30.

Tareas Opcionales

• Visitar "La Feria" -7.

Conseguir un pase a Puerto Cloaca por medios no tan legales – 11.

Inspeccionar la "Biblioteca" en busca de planos de "La Fortaleza" – 7.

• Buscar a Ílerc en "La Manigua" para pedirle consejo – 10.


Se abren las votaciones.

Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: El tipo en 01 de Agosto de 2011, 00:51
> Darle una bofetada a Xerim por no tomar los planos

> La feria
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Mime en 01 de Agosto de 2011, 01:40
- Buscar a Ílerc en "La Manigua" para pedirle consejo
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- Enseñar a Xerim a hacer la grulla.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Minerva en 01 de Agosto de 2011, 13:07
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Romper la cuerda del matón presuntuoso de mierda
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 04 de Agosto de 2011, 03:33

Para cuando Xerim se quiso dar cuenta, ya se había bebido la mitad de la botella. Aquel brebaje no se lo hubieran servido ni en las peores tabernas de la ciudad, pero cumplía el propósito del alquimista. Su mente se hallaba embotada lo justo para bloquear lo ocurrido en los sótanos y, al mismo tiempo, poder moverse sin parecer un beodo. Quería alejar sus pensamientos de aquella urbe convertida en trampa mortal. Lejos, muy lejos, tan lejos como pudiera imaginar. Quizá con algo de suerte podría llegar a la PIA donde se crió. Incluso, movido por una fuerza desconocida (llamémosla intuición), alcanzar el puesto donde su padre estaba destinado. O mejor aun, trasladarse a una de esas historias que siempre parecían acabar bien y que había memorizado cuando no era más que un crio. A su mente venían nombres como la leyenda del "Rey-Soldado Errante""El Imbatible Sedoaya", "La Bruja del pantano de fuego" y una larga lista que concluía con "El Viaje de Alqm Hawk", posiblemente uno de los cuentos infantiles más duros de todo el repertorio. Ser Alqm se le antojaba menos duro que ser Xerim en esos momentos.

No estaba muy seguro de cómo, pero había llegado hasta "La Manigua". Xerim imaginaba que su subconsciente tenía algo que ver en el asunto, había evitado visitar aquella zona deliberadamente siempre que le había sido posible desde el fallecimiento de su madre. Lo que sucedió a partir de ese momento fue puramente instintivo y en cierto modo inesperado. Movimiento por movimiento fue repitiendo los pasos que en numerosas ocasiones le había visto dar a ella. Cada árbol parecía conservar algo de aquella época donde Xerim era un pequeño de mirada despierta y andares de gato propios de quien teme ser descubierto. En algún punto incierto abandonó los restos de la botella, la cual había reducido su contenido a menos de un cuarto del original, y se interno en una pequeña arboleada algo separada de sus grandes hermanos mayores por un estrecho puente flotante. Nadie solía andar por esas pequeñas copas que se usaban como almacenes al aire libre, eso las convertían en lugares perfectos para acceder al suelo. En ese caso, oculto tras un par de arbustos, había una pequeña escalera tallada en uno de los troncos. Descendió ágilmente dominado por la sensación de libertad que le proporcionaba aquel líquido. Fue como sentirse niño otra vez. De no haber estado bebido se hubiera cagado del miedo, pensó mientras soltaba una carcajada por su ocurrencia. En un par de ocasiones se le ocurrió soltarse y acabar con todo aquel juego. Estaba arto de vivir para otros, quería tomar una decisión solo por si mismo. Finalmente, cosa que en momentos posteriores se llegaría a plantear como un error, tocó el suelo antes de poder decidirse.

Pisar tierra firme era algo que no todas las personas llegaban a hacer en su vida. La ciudad era un oasis gris rodeado de un abrasador desierto. Incluso para ir al bosque, uno de los pocos reductos verdes cartografiado, tenías que pedir un permiso que no siempre era concedido. Descender a las raíces de los árboles de "La Manigua" también era algo controlado al milímetro, aunque en este caso por los espectros. La luz no llegaba a la mayoría de los rincones de allí abajo, pero Xerim podía ver a lo lejos un claro iluminado por la luz del sol. Fueron un par de espectros de la flor quienes cortaron el paso de Xerim cuando había avanzado unos treinta metros. Sus caras iban cubiertas por vendajes azules a juego con el resto de la vestimenta. El alquimista les dedicó una mirada como las que su madre solía lanzar, una de esas capaz de ver más allá de los individuos. No hizo falta nada más, ambos se apartaron y le dejaron avanzar hacia la zona iluminada. Aquel era un lugar que había visitado decenas de veces cuando aun no sabía distinguir la realidad de la ficción, un sitio donde aprendió más de botánica que en todos sus años de estudio en el Geo y un pequeño jardín que representaba un recuerdo de un mundo que había sido roto. En aquel pequeño edén un hombre de pelo inusual le esperaba.

-Pareces recién salido de un cenagal – dijo con un tono severo-. Toma asiento, no quiero que te desmayes ahí de pie.



La infusión que Ílerc le preparó con rapidez le sentó como una patada en los riñones. Durante cinco minutos el profundo dolor apenas le dejo respirar. Por suerte el alquimista había previsto los efectos de su pócima y le había acomodado entre dos rocas que servían de reposabrazos para un improvisado sillón. A medida que recuperaba el control de la totalidad de su cuerpo, Xerim tomó conciencia de donde estaba. El claro olía a flores frescas, un aroma que había perdido cuando su casa se quemó. En aquellos treinta metros cuadrados, y repartida en diversos niveles de altura, había abundante flora y un arroyo que había sido manipulado para realizar recorridos aparentemente caprichosos. Ílerc era el jardinero de aquella pequeña parcela oculta de los ojos del mundo. Con su vara colgada a la espalda parecía un dibujo salido de los libros de combate de Úthrer. Cuando el médico-alquimista pudo comprobar que su paciente se había recuperado se sentó frente a él.

-No me puedo creer que te hayas puesto a beber – le reprochó el pelirrojo con cara de pocos amigos-. No es ya cuestión de edad – aclaró mientras descolgaba su vara y la ponía frente a el-, si no de la hora que es.

-"La planta que pueda crecer recta sin ayuda, siéntase libre para robar el sol a sus hermanas" – citó recordando un antiguo proverbio que Jinu solía repetir.

-No me vengas con frases hechas, aun te puedo pegar una paliza en ese campo.

-Me rindo entonces, poco puedo hacer contra el maestro de citas, pesadilla de los niños y líder de los espectros – bromeó Xerim para calmar los ánimos-. Además, si beber me ha traído hasta aquí tampoco puede ser tan malo.

-No lo sé. Si llevabas años sin pisar este sitio sería por un buen motivo – reprochó el Noble. Su mirada estaba clavada en Xerim, parecía querer averiguar hasta su último secreto.

-¿Si te digo que no recordaba como llegar, me creerás? – preguntó Xerim sonriendo.

-Supongo que si vuelves a partir de hoy podré creerte, pequeño engatusador. A veces te pareces demasiado a tu madre – confesó el antiguo compañero de trabajo de su madre.

El silencio se hizo en el jardín. No era uno de esos silencios incomodos ni mucho menos. Aquella ausencia de ruido era un placer de esos que pocas veces puedes disfrutar. Su madre podía pasarse horas así, trabajando junto a Ílerc en sus flores. A veces parecía olvidarse de la presencia de sus hijos e incluso del resto del planeta. Savage siempre había comentado, a espaldas de los implicados como es lógico, que de no haber existido su padre, Ílerc habría pretendido que fueran algo más que amigos y compañeros. Sin embargo, eso era algo que nunca habían podido confirmar.

-Has venido a preguntarme algo, así que escúpelo ya – soltó Ílerc como si supiera el camino que sus pensamientos habían tomado.

-Yo no...no... – intentó argumentar Xerim mientras buscaba en su mente el motivo de la excursión. Entonces se dio cuenta de que lo que estaba buscando había estado delante de sus narices todo el tiempo-. Si, es cierto. He venido a hacerte una pregunta, pero no me había dado cuenta hasta ahora.

-¿Es referente a tu madre? – interrumpió el médico. Xerim se limitó a asentir-. Lo imaginaba.

-Necesito saber si crees que Crow fue el culpable de su muerte. Necesito saber si Savage tiene motivos reales para seguir su venganza personal – confesó el joven alquimista-. Tengo que saber si estoy ayudando a combatir una quimera.

Ílerc se quedó callado. Su lengua parecía moverse bajo sus labios, como si intentará ser un ventrílocuo. Sus manos estaban clavadas en sus rodillas, parecía realizar un esfuerzo tremendo.

-Si y no – respondió finalmente, mirando fijamente a su interlocutor-. Él fue uno de los partidarios de no permitir a tu hermana salir a por el remedio que podría haber prolongado su vida. No obstante, él no tenía suficiente influencia para dominar a todo el Consejo. Si algo mató a tu madre, fue la negligencia de muchos de sus miembros.

-Entiendo. Me lo temía.

-Pero si cambias tu pregunta – continuó diciendo-, y quieres saber quien se benefició más del fallecimiento de tu madre. Te tendría que decir, sin duda alguna, que Crow era uno de los mayores detractores del trabajo que ella desarrollaba con las plantas. ¿Recuerdas el pequeño jardín de vuestra casa?

-Por supuesto, pasábamos horas allí sentados – afirmó Xerim, el cual guardaba aun gran número de recuerdos de sus travesuras por aquel campo.

-Cuando la casa se quemó, cuando fue – hizo una pequeña pausa- incendiada. Se culpo a los árboles que teníais plantados de haber iniciado el proceso. Sin embargo, tu madre tenía más de doscientas flores rosas con forma de cúpula plantadas. ¿Conoces el nombre de esas flores? – espero unos segundos para que Xerim pudiera pensarlo y continuó-. Se llaman "apaga-fuegos" o "come-brasas". ¿Cómo pudo incendiarse una casa rodeada de esas flores? Es totalmente imposible a no ser que el fuego empezara desde dentro.

-Así que, siguiendo tu razonamiento, alguien quemó nuestra casa intencionadamente. Eso ya lo sospechábamos desde poco después que sucedió.

-Pues ahora recuerda quien se vería más beneficiado porque todo el trabajo de tu madre desapareciera. Justamente el brillante trabajo que había sido frenado de golpe tras su muerte y que tú hermana estaba continuando en honor a ella.

-Savage tenía razón – sentenció el joven alquimista. Después de tantos años dudando de ella había obtenido la respuesta a todas sus sospechas.

-Si Xerim. Puede que tu hermana y tu madre no fueran santas, pero ambas creían que podían mejorar el mundo. En realidad, Savage aun cree que puede hacerlo – dijo Ílerc con una gran sonrisa-. Así que porque no te vas a casa, duermes y sigues con tu difícil misión.

Xerim no sabía como el Noble se había enterado de su misión para Veldro. Ambos siempre habían tenido buenas relaciones, aunque no sabía hasta que punto. Podía haber preguntado, pero seguramente no hubiera obtenido respuesta. Además, tenía una sensación de modorra encima que no sentía desde que perdieron su casa. Lo mejor sería descansar, mañana sería otro día.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 04 de Agosto de 2011, 03:34

Día 5

PdM – 30.

Tareas Opcionales

• Visitar "La Feria" -7.

Conseguir un pase a Puerto Cloaca por medios no tan legales – 11.

Inspeccionar la "Biblioteca" en busca de planos de "La Fortaleza" – 7.

Buscar a Ílerc en "La Manigua" para pedirle consejo – 10.


Así termina el Día 5

Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 04 de Agosto de 2011, 03:37
Día 6

PdM – 6.

Tareas Obligatorias

• Visitar la "Torre de los Astros" [Cuartel de Veldro] – 6.

• Visitar a Bródoli – 0.


Se abren las votaciones
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Minerva en 04 de Agosto de 2011, 13:51
Visitar a Brodoli

Visitar la torre de Veldro
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: El tipo en 04 de Agosto de 2011, 21:14
Cita de: Minerva en 04 de Agosto de 2011, 13:51
Visitar a Brodoli

Visitar la torre de Veldro
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Mime en 04 de Agosto de 2011, 23:19
-Visitar a Bródoli
-Visitar la "Torre de los Astros"
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 05 de Agosto de 2011, 20:35

Xerim estaba empezando a sudar cuando acudieron en su busca. El sol despedía una energía abrasadora capaz de evaporar cualquier líquido. A veces, debido a los permanentes cambios climatológicos, era difícil recordar que la ciudad estaba situada en un inmenso desierto. El alquimista había aguardado desde bien temprano frente a la entrada al sistema de alcantarillas que habían explorado el día anterior. Nadie le había dado indicaciones de donde debía reunirse con el discreto Bródoli, así que había decidido que, ante su incapacidad para orientarse dentro del laberinto de túneles, esperaría allí fuera. Allí, en medio de una de las calles secundarias de "El Vestigio", no hubo quien se atreviera a perturbar su espera. Él sospechaba que se había corrido la voz de que ahora estaba con Veldro. El Noble era muy querido en aquel barrio dejado de lado por el resto de la ciudad. No obstante, ese no es el tema que nos concierne ahora.

El hombre destinado a guiar a Xerim llegó a través de los túneles. Portaba una lumbre en su mano derecha y ocultaba su cuerpo bajo harapos. Su cara era un pozo negro gracias a algún tipo de potingue oscuro. Él estaba seguro de que a pesar de las similitudes no era el mismo que el día anterior se había llevado a Kiyopsi. Aquel tipo, sin permitir que los rayos del sol le rozaran, le hizo indicaciones para que se internara en la oscuridad. Xerim se alegró de que fueran a ir bajo tierra, se estaba asando allí fuera. Por los túneles circulaba un aire fresco que era como un bálsamo para el sudoroso cuerpo del joven. Anduvieron por los túneles durante un buen rato sin detenerse. El guía parecía saber muy bien a donde se dirigía, aunque no escatimaba en las precauciones a la hora de borrar su rastro y comprobar que iban por el buen camino. Xerim no sabía cuantos metros habían recorrido el día anterior, pero estaba seguro de que ya habían andado mucho más cuando se detuvieron por primera vez. Además, la mayoría de los pasillos que recorrían tenían una ligera pendiente descendente que hacía mucho más fácil la caminata.

Cuando comenzaba a pensar que estaban perdidos, el sonido del agua llego hasta los oídos del alquimista. En ese momento estaban en un amplio pasillo bastante limpio en comparación con el resto de túneles. Lo más seguro es que estuvieran cerca de una de las grandes tuberías que saneaban la ciudad. El guía gruñó una orden que Xerim no fue capaz de entender, se acercó a la pared situada a la derecha y desapareció en la oscuridad. En un primer momento, el joven se quedó estupefacto ante el truco que acababa de presenciar. Tras unos segundos se recompuso y decidió acercarse a inspeccionar la zona. La ausencia de luz le obligó a utilizar el tacto como única guía para reconocer la pared. La superficie era lisa, las piedras tenían una ligera capa de humedad que dejaba gotitas en la mano del alquimista y había alguna pequeña grieta entre algunas piedras. Fue deslizando las manos poco a poco hasta encontrarse con el origen del truco. Allí, en medio de la pared y oculta por el juego de luces y sombras, había una abertura suficientemente grande para que un hombre delgado pudiera colarse. "Ya veras que risa si me quedo atrapado aquí abajo", pensó Xerim antes de resignarse e intentarlo.



Xerim, el cual siempre se había sentido bastante más cómodo en los espacios poco abiertos, tuvo que luchar contra la creciente sensación de claustrofobia que le invadía. Afortunadamente no hubo grandes obstáculos allí dentro que le obligaran a permanecer más que lo necesario. En treinta metros, la grieta conectaba con otro túnel. Mientras en este nuevo pasillo uno de los extremos se había colapsado y solo era un montón de piedras, el otro desembocaba en una luz cegadora. No había elección posible, Xerim fue hacia la creciente claridad. A medida que avanzaba fue sintiendo punzadas en sus nervios oculares. En el momento que sobrepaso el umbral se quedó ciego durante unos segundos. Después, pudo contemplar con mayor tranquilidad lo que tenía ante si.

Aquel espacio era inmenso, Xerim diría que tenía unos cuarenta metros de ancho y cinco de alto. La primera mitad de la sala, que era la zona empedrada donde se mantenía el joven alquimista, se conformaba por un pasillo central y dos elevaciones laterales a las que se podía acceder por dos escaleras simétricas. El resto del cuarto estaba ocupado por la corriente de agua cuyo ruido había percibido desde lejos. Aquella era la mayor tubería que Xerim había visto en toda su vida. El joven estaba dispuesto a acercarse hasta el final del pasillo para apreciar mejor aquel espectáculo cuando alguien carraspeó. El alquimista dirigió su mirada a la elevación de la izquierda en busca del origen. Su guía aguardaba allí arriba con mirada severa, como un profesor que acababa de pillar a uno de sus alumnos copiando. Xerim decidió que era mejor no jugar con su suerte, retrocedió y subió la escalera.
El mugriento suelo de piedra había sido cubierto con una larga alfombra. En el punto central había una mesa cubierta por un sencillo mantel azul. Diferentes piezas de fruta habían sido repartidas por la superficie de forma aleatoria. Dos sillas aguardaban, una de ellas libre para él y la otra ocupada por su anfitrión. Bródoli era un tipo alto y corpulento, Xerim estaba seguro de que erguido debía imponer bastante. Sus ojos vivos saltaban entre los objetos de la habitación como si intentara acaparar cada detalle de lo que le rodeaba. El pelo castaño le caía lacio a los lados de la cabeza como había estado de moda entre las familias de "la Villa" hacia años. Había algo en su rostro que le resultaba familiar, pero no sabía exactamente con que lo relacionaba.

-Toma asiento – ordenó con tono tranquilo. Luego miró al guía y le dedicó unas palabras en un idioma que Xerim desconocía. Inmediatamente después se quedaron solos-. Puedes comer si tienes hambre.

Xerim decidió coger alguna pieza al azar para no ser descortés y agradar al infame Bródoli. Mientras masticaba se preguntó cual podía ser el motivo por el que había conseguido esa entrevista privada con el comerciante. No estaba seguro de si debía sentirse afortunado, la mitad de la ciudad querrían tenerlo enfrente para pedirle algún favor y la otra mitad para cobrárselo.

-Bueno muchacho, cuéntame como os trata la vida a ti y a tu hermana – preguntó con una sonrisa de oreja a oreja.

-Bien – respondió dubitativo él, no se esperaba una pregunta así. Aquel hombre le trataba casi con familiaridad-. Supongo que un hombre con su fama ya se habrá enterado de todo lo que valga la pena saber.

-Vamos joven, no hay motivo para que respondas tan cortes – replicó él con una risotada que retumbo en las paredes-. No te acuerdas de mí, ¿me equivoco?

Xerim negó con la cabeza. No recordaba haber visto a ese hombre en toda su vida. Todas sus especulaciones sobre el motivo de la entrevista se venían abajo por momentos.

-Es lógico, apenas tenías dos años y tu hermana tenía seis – afirmó él-. Y tu ahora tienes...¿veinte?

-Diecinueve – respondió Xerim.

-Exacto, han pasado casi diecisiete años desde que tú y yo nos vimos por última vez – calculó entre risas Bródoli. Parecía que todo le hacia gracia a aquel hombretón-. Y con el paso del tiempo a quien más os parecéis es a vuestra abuela. Si alguien dijera que erais los hermanos de Donna, nadie se extrañaría. Tu madre era la viva imagen de Eujen.

-¡¿Conocías a mi familia?! – preguntó Xerim sorprendido. Aquello no acababa de olerle del todo bien.

-Por supuesto que si, tanto yo como mi hermano fuimos alumnos de tu abuelo durante muchos años. Nuestro difunto padre tuvo a bien contratarlo para que nos formara – explico riéndose de nuevo-. Y ya puedes ver que lo hizo a la perfección.

Xerim estaba entre la sorpresa y la incertidumbre. Por un lado Bródoli parecía estar hablando con sinceridad y desde el corazón. Sin embargo, la duda de si le estaba mintiendo seguía en el fondo de su cabeza palpitando. Quizá solo estaba intentando ganarse su confianza, aunque lo cierto era que el joven alquimista estaba dispuesto a dejarse engañar. Aquel hombre no podía hacerle ningún mal mayor que el que él le permitiera. Y en el caso de que dijera la verdad, confirmar solo le beneficiaría.

Un sonido grave resonó en la habitación. Venía de la parte baja de la tubería por donde el agua se escapaba. Tras él vinieron  otros muchos ruidos de cuerdas, voces y cadenas. Bródoli comprobó satisfecho la cara de sorpresa del alquimista.

-Ahí viene tu transporte. Espero que no te importe que les hiciera subir desde donde normalmente parte mi pequeña balsa – afirmó con un tono serio. Diablos, si aquel hombre mentía era un actor sensacional-. Te llevará hasta Puerto Cloaca y volverá a subir por la tarde, cuando el sol haya caído casi hasta los cuarenta y cinco grados. Tienes que estar a bordo cuando sea la hora, el capitán tiene órdenes de volver aunque tú no estés en cubierta.

-Lo tendré en cuenta – interrumpió Xerim al contrabandista-. Puede que no tuviera recuerdos de ti, pero me siento muy agradecido por este favor. Si algún día puedo devolvértelo, lo haré.

-¡No digas cosas de las que puedes arrepentirte! – exclamó entre carcajadas-. Este favor corre por mi cuenta. Le debó mucho a Eujen como para cobrarte una tontería así.

La barca, que a decir verdad parecía recién construida, estaba repleta de marineros que habían remontado la alcantarilla mediante una gruesa cadena enganchada en la superficie de la tubería. El casco era de un metal negro pintado con las mismas marcas que las barcazas de reciclaje que recorrían el cauce del agua lleno de basura que rodeaba Puerto Cloaca. Bródoli sabía montarse bien su negocio, nadie habría sospechado que era de su propiedad ni con una inspección completa del exterior. Y Xerim se atrevía aventurar que la opinión de los inspectores no cambiaría si revisaran el interior.

El joven alquimista estaba a punto de descender las escaleras cuando se acordó de la única incógnita que le quedaba sobre el traficante. Por un momento estuvo a punto de quedársela para él, pero decidió que merecía una respuesta después del mal rato que había pasado pensando en Kiyopsi.

-Bródoli – dijo alzando la voz para ser oído por encima del ruido de la barca-, ¿Qué vio ayer el hombre que venía conmigo? Estaba completamente asustado cuando regreso a mi lado.

-Vio lo que necesitaba ver, ni más ni menos – respondió enigmático-. Veldro en ocasiones se olvida de con quien esta tratando – sentenció después de que Xerim se alejará lo suficiente para no escucharle.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 05 de Agosto de 2011, 20:37

Día 6

PdM – 6.

Tareas Obligatorias

• Visitar la "Torre de los Astros" [Cuartel de Veldro] – 6. [BLOQUEADO]

Visitar a Bródoli – 0.

Tareas Opcionales

• A Puerto Cloaca


Se abren las votaciones
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Minerva en 05 de Agosto de 2011, 21:04
A Puerto Cloaca
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Mime en 05 de Agosto de 2011, 23:41
Tirando para Puerto Cloaca.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: El tipo en 06 de Agosto de 2011, 21:35
Puerto cloca

Como si pudiéramos elegir  :lol:
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 09 de Agosto de 2011, 17:06

El metálico cascarón descendió la tubería sin esfuerzo. La corriente de agua era lo suficiente fuerte como para facilitar la tarea a los marineros. En determinados puntos del trayecto, Xerim, que estaba apostado en el extremo más alejado de la pared del conducto,  pudo observar como el caudal iba aumentado como resultado de la unión de pequeñas tuberías a aquella gran vía. La pendiente descendente les obligó a frenar la marcha cuando se aproximaban al tramo final. Los marineros parecían acostumbrados a aquel duro trabajo de controlar la nave contrabandista, que consistía en un continuo tira y afloja. Cuando consideraron que estaban lo suficientemente cerca del final, soltaron los agarres que les mantenían unidos en paralelo a la pared y se deslizaron río abajo. La sensación de velocidad golpeó a Xerim con dureza en el estomago. Cerró los ojos con fuerza y rezó porque aquello no durara mucho. Afortunadamente, no lo hizo.

Cuando el joven alquimista se atrevió a volver a mirar, estaban en el "desagüe". Habían salido del sistema de alcantarillas por una de las tuberías más cercanas a la punta del cono que formaba la muralla de la ciudad. Xerim se atrevió a aventurar que habían salido por el lado Este tomando como única referencia los altos muros color negro que protegían a los habitantes de la urbe. El profundo desnivel existente en "el desagüe" facilitaba el trabajo a los contrabandistas, lo cuales no temían ser descubiertos desde los muros.

Xerim pronto descubrió que la barca estaba navegando por un simple afluente de una corriente mayor a la que se incorporaron. Nunca había contemplado aquel macabro espectáculo de cerca. Los montículos que ejercían de separación entre las diferentes corrientes eran basura y tierra acumuladas. Y entre esa basura, podían verse cadáveres.  Tantos cuerpos sin vida que Xerim desistió en el propósito de contarlos cuando superó la media centena. El alquimista tuvo que resistir las ganas de vomitar, si habría el grifo no creía ser capaz de cerrarlo más adelante. A medida que fueron descendiendo el número de cuerpos se redujo en proporción al número de rapiñadores que circulaban entre las artificiales elevaciones del terreno. Los popularmente conocidos como "recoge-muertos" o "atrapa-espíritus" dedicaban su vida a la recolección y posterior venta de los cuerpos en Puerto Cloaca. Sus compradores solían ser familiares, asesinos dispuestos a borrar totalmente su rastro, o personas con propósitos que revolverían el estomago del más insensible. No era un oficio legal, pero nadie ponía pegas a aquella práctica. Al final de las pequeñas corrientes, en el punto en que todas se convertían en un solo río y se terminaban los montículos, estaban amarradas sus malolientes barcas. Ninguno de los otros navegantes les dedicó más de un instante para observar el barco, en su trabajo la discreción era un factor esencial. Xerim diría que incluso ralentizaron su marcha para permitir el paso de la barcaza metálica por el pequeño resquicio de apertura de "el barrizal". Después de eso, el alquimista solo pudo ver arena a ambos lados de la cubierta.


Xerim se refugió a la sombra en cuanto sobrepasaron la alquímica barrera que marcaba el final de la cúpula de protección. Dentro de la ciudad aquel invisible parasol les salvaba de morir abrasados, pero allí fuera estaban indefensos ante la radiación solar. Los marineros, cuyo trabajo había sido cumplido a la perfección, se relajaron y se repartieron a la cubierta. Uno de ellos se acerco a Xerim tímidamente. El hombre era calvo, aunque el alquimista diría que era bastante joven y que quizá estaba pelado por elección propia.

-Pasajero – dijo para llamar su atención-, ¿Qué se cuece por el puerto para que los que son como tu vayáis allí?

Xerim le devolvió una mirada plagada de confusión. No sabía hasta que punto estaban informados por Bródoli de quien era él, por tanto no estaba completamente seguro de a que se refería.

-No lo sé, mi viaje es simplemente un trámite – respondió cortante él, intentado parar la conversación prematuramente.

-Vamos, si has recurrido al jefe no puede ser tan simple – replicó sonriendo mientras se sentaba a un par de metros de Xerim-. De todos modos, no tengo intención alguna de que me lo cuentes. Lo cierto es que hasta que no te he visto de cerca, no me he dado cuenta de que eras un truk'me.

-Es porque no lo soy, mis padres nacieron en la ciudad – mintió Xerim con tono agresivo. Si bien era cierto que no era un truk'me nacimiento, si que lo era por herencia como su abuela.

-Bueno, bueno – interrumpió el hombre calvo intentando calmar los ánimos-, mi madre era una puta, así que no seré yo quien cuestione tus palabras. ¿Ves esto? – dijo mostrando un tatuaje en la palma de su mano. Tenía la forma de un ojo con alas de pájaro-. Soy uno de los viajeros de la compañía de Bródoli. Donde yo trabajaba antes era muy frecuente ver truk'me por doquier. Sin embargo, llevo aquí ya casi cinco meses y solo he visto dos. En realidad, solo he visto a una si tu no me mientes.

-¿En Puerto Cloaca? – preguntó Xerim intrigado. Quizá aquel hombre había visto a Savage allí y podía confirmar que había usado su pase al puerto.

-Exacto – asintió sonriendo-, en la única taberna que hay en todo ese repugnante puerto. Diría que charlaba con algunos recicladores y un par de esos de carroñeros. La mujer iba bien oculta, pero nadie que haya conocido a un truk´me se olvida de su mirada demoniaca – dijo clavando sus ojos en los del alquimista.

Xerim era consciente de que aquel hombre buscaba obsesivamente una afirmación sobre su naturaleza. No obstante, los motivos por los cuales lo hacia eran un completo misterio para él. La opinión del alquimista oscilaba entre que aquello era un simple juego mental para pasar el reto, a que había sido completamente preparado por Bródoli. Lo segundo podía resultar retorcido, pero todo se había presentado muy a pedir de boca para Xerim como para no sospechar lo más mínimo. Finalmente decidió que menos daba una piedra y que lo mejor era seguirle la corriente, una pista falsa era más de lo que tenía en ese momento.

-En el hipotético caso de que me interesara – comenzó diciendo, cuidando cada una de sus palabras-, ¿recuerdas el tema que hablaban en aquella ocasión?

-Podría mentirte ahora que veo que estás más receptivo – respondió el calvo-. Pero me temo que no nos queda mucho tiempo de charla. La verdad es que no guardo un recuerdo claro, en ese sitio suele haber un ruido infernal. Oí mencionar algo sobre los rangers a la truk´me, luego los carroñeros se pusieron a despotricar, al parecer ellos no ven con buenos ojos la venta de cadáveres. Además, creo que unos cuantos partían aquel mismo día en misión diplomática al Norte – puntualizó-. También – dijo tras unos segundos de silencio donde el hombre lucía su mejor cara de concentración-, dijeron algo sobre el herrero. En Puerto Cloaca reside uno de los pocos que utilizan los métodos tradicionales aun. Puede ser que me equivoque, aunque mi mente no falla a menudo.

Antes de que pudiera continuar interrogando al empleado de Bródoli, el capitán del barco llamo a gritos a toda la tripulación para realizar los preparativos para atracar. Les quedaban pocos minutos y debían aparentar que habían estado reciclando. Xerim sabía que tendría pocos minutos para desembarcar sigilosamente y entrar en la parte habitada del puerto. Pero las palabras del marinero habían abierto un segundo camino en los planes de Xerim. El barco descendería más allá de aquel punto hasta la zona del río donde abundaba la chatarra, muy cerca de la PIA donde habitaban los rangers. Lo suficiente para desembarcar en un pequeño bote y colarse en la isla.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 09 de Agosto de 2011, 17:09

Día 6

PdM – 6.

Tareas Obligatorias

• Visitar la "Torre de los Astros" [Cuartel de Veldro] – 6. [BLOQUEADO]

Visitar a Bródoli – 0.

Tareas Opcionales

A Puerto Cloaca

o Buscar al herrero.

o Viajar a la PIA.


Se abren las votaciones

Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Minerva en 09 de Agosto de 2011, 17:39
Buscar al herrero

Viajar a la PIA
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Mime en 09 de Agosto de 2011, 19:44
Buscar al herrero
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: El tipo en 10 de Agosto de 2011, 01:03
Cita de: Minerva en 09 de Agosto de 2011, 17:39
Buscar al herrero

Viajar a la PIA
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 14 de Agosto de 2011, 22:52
El puerto era más cercano a un basurero que a un lugar residencial. Los marineros pernoctaban en la taberna o en sus respectivos barcos, por lo cual no había ninguna edificación dedicada a viviendas. Xerim examinó el terreno con toda la profundidad que le fue posible cuando cruzó el muelle. Las grandes moles circulares que eran los recicladores estaban ubicados a su izquierda, mientras que en el lado opuesto estaban los almacenes, la taberna y algún que otro taller. Al fondo podía verse una edificación de grandes proporciones que era empleada por la administración de Puerto Cloaca. Los carroñeros eran visibles algo más al Norte, donde vendían los cadáveres en una minúscula bahía protegida por los muros del puerto. Si todo iba a pedir de boca, no tendría que desviarse hacia esa zona. Volvería a recorrer los quejumbrosos tablones de la pasarela en cuanto consiguiera saber si el herrero podía aportarle algo.

El suelo se resquebrajaba bajo los pies del alquimista. La superficie tenía una dureza variable que podía hacer tropezar al mejor de los equilibristas. Además, Xerim tendría que cambiar de calzado pronto si seguía dándole tanto uso. Cuando había comprado ese par no lo había seleccionado precisamente por su resistencia. De todos modos, nadie se fijaba en él aunque tropezara. Los marineros estaban demasiado ocupados en sus propios quehaceres, como el transporte de cubos reciclados o provisiones. El ruido proveniente de la taberna podía escucharse a más de diez metros de distancia. Xerim estuvo tentado a entrar, aunque ello significase llamar la atención cual elefante en una cacharrería. Al final, tras una inspección de las inmediaciones, decidió que lo mejor era encargarse del herrero primero, luego ya se pasaría por allí si era posible.

La herrería era una casa ubicada casi al final de la única calle que podía considerarse tal. La separación con sus vecinos era de apenas medio metro, en aquel sitio el espacio aprovechable se empleaba al milímetro. En la entrada, señalizada por un cartel exageradamente amplio y mugriento, dos hombres discutían a gritos. El que protegía la puerta era rubio, se había dejado de afeitar durante los últimos días y tenía el hueso de la mandíbula prominente. Xerim supuso que era el herrero por sus manchas de hollín. Su interlocutor tenía el pelo cobrizo, no era menos musculoso y profería improperios a toda velocidad. La charla se prolongó durante varios minutos, sin reducir ni una pizca su intensidad. Cuando Xerim no estaba del todo seguro de si debía intervenir para detener aquello, el herrero hizo unos extraños gestos con las manos y se encamino con el otro hombre en la dirección opuesta. Ese fue el momento que el alquimista aprovecho para colarse dentro del taller.

El espacio interior era más amplio de lo que podía parecer desde fuera. Había dos pequeños habitáculos separados de la estancia principal por finos tabiques y puertas de madera. Una de ellas estaba cerrada con un inmenso candado negro, la otra estaba abierta completamente y un ruido de repiqueteo se colaba por ella. El centro del taller lo ocupaba un yunque y un fuego que ardía con fuerza. Las paredes estaban repletas del trabajo del herrero: piezas de máquinas, armas y llaves sobre todo. El aire estaba enrarecido, Xerim sintió el sabor a metal en la boca. Aquella sensación le recordaba al trabajo en los laboratorios de la academia. Echaba de menos trabajar entre fórmulas y polvos, aquella era su vocación y centro de su vida. No veía el momento de volver a dedicarse a ese trabajo. Los pensamientos de Xerim se vieron interrumpidos por una voz.

-Hola, ¿vienes a hacer un pedido? – preguntó un joven desde la puerta abierta. Parecía que había estado trabajando hasta su llegada.

-¿Cómo? – preguntó Xerim desconcertado. No esperaba encontrarse nadie allí dentro.

-Que si quieres pedir algo al herrero. Él no esta ahora mismo pero te lo puedo apuntar yo– dijo cogiendo un librillo colgado de su cinturón. Era de tapas blandas y estaba muy usado-. Te tomaré la referencia en el libro y el maese Kreim lo realizará en un plazo razonable.

Xerim se quedó en silencio. No tenía ni la necesidad, ni probablemente la posibilidad, de volver a buscar lo que fuera que pidiera. Pero mirar aquel libro podía sacarle de dudas, o quizá bastara con la respuesta del aprendiz.

-En realidad no – respondió el alquimista-. Solo vengo a hacer un par de preguntas. ¿Has visto alguna vez a alguien que se  me parezca por aquí?

-La información sobre los clientes no es algo que prodiguemos por aquí – respondió serio el pequeño herrero-. La privacidad es algo muy preciado por aquí. Si vienes con esas, mejor que te vayas antes de que vuelva mi maestro, él tiene peor carácter que yo.

El chaval no bromeaba con sus palabras. No tenía ninguna herramienta a mano, pero un puñetazo con sus brazos de herrero le dejaría fuera de combate. Por la fuerza no iba a conseguir nada allí dentro. Xerim debía recurrir a métodos más sofisticados. Aquel muchacho no parecía un cabeza hueca, la intimidación mediante mentiras probablemente no funcionaría. Sin embargo, aun guardaba un as bajo la manga. Puede que el símbolo de Veldro tuviera algún efecto allí.

-Tranquilo – dijo Xerim mientras llevaba la mano hacia su brazo derecho para desatar el nudo que mantenía oculto el símbolo. Solo un tirón y esperaría la reacción-. Mira esto...

Pero aquel día las cosas habían estado saliendo demasiado a pedir de boca para el alquimista. El maestro herrero Kreim decidió volver de su pequeña excursión en ese mismo momento. La estampa con la que se encontró le desconcertó. Un desconocido le daba la espalda al mismo tiempo que movía su brazo izquierdo hacia un punto que no podía ver. Algo más allá, su aprendiz le observaba alerta y en tensión. Kreim, el cual no era un hombre de muchas palabras, siempre había sido muy receloso cuando se trataba de su trabajo. Su mano se movió involuntariamente hacia el cinturón donde se balanceaba su mazo de trabajo. Lo desengancho y levantó para descargar un golpe sobre el desconocido.

Los reflejos producto de años de entrenamiento con su padre fueron lo único que salvaron a Xerim de que le abrieran la cabeza. En el momento que sintió que el aire, que se había vuelto más respirable de pronto, le golpeaba en la nuca, a pesar de no haber la mínima corriente unos segundos antes, se deslizó hacia la derecha. Kreim soltó un alarido incomprensible y su aprendiz le respondió a gritos. No sirvió para nada, el herrero siguió descargando su mazo en la dirección de Xerim. En tres ocasiones la improvisada arma pasó silbando a pocos centímetros de su cabeza. Cuando sintió la pared en su espalda, tanteó con la mano en busca de algo que pudiera arrojar para ganar segundos. Lanzó todo lo que fue encontrando en su camino, mientras se iba deslizando alrededor del centro candente del espacio. Kreim no retrocedía ante nada y Xerim se vería rodeado entre el vigoroso herrero y su aprendiz en cuestión de segundos. Era hora de emplear una de las técnicas de defensa que había aprendido de su padre. Xerim dio dos pasos cortos y rápidos en dirección al herrero y se combó hacia un lado para evitar el ataque. Su objetivo había sido agarrar al susodicho del cinturón y, al mismo tiempo que tiraba de él, empujarle con la rodilla hacia atrás. Finalmente solo fue capaz de enganchar la bolsa que llevaba colgada del cinto. El efecto del golpe no fue tan fuerte como hubiera deseado, el enganche de la bolsa se soltó con facilidad. No obstante, le proporciono unos segundos de ventaja que debía aprovechar. Su objetivo era la salida, y lo único que se interponía entre él y la puerta era el aprendiz que ahora tenía unas tenazas en sus manos. Podía tratar de confrontarlo frontalmente, o de hacerlo apartarse asustado. Fue el instinto lo que decidió. Xerim llevó su mano al borde del círculo ardiente central y cogió una de las brasas menos calientes. Otra persona se hubiera abrasado la piel, él simplemente sintió una temperatura que se acercaba a lo peligroso. Aunque la proyectó hacia el pecho del joven aprendiz, fue suficiente para que el chaval se hiciera a un lado. Suficiente para pasar por su lado antes de que pudiera comprobar si se había quemado. Y suficiente para alcanzar la puerta y correr.


La tasca estaba llena hasta la exageración. El barullo formado allí dentro molestaría hasta a un sordo, pero al alquimista recién escapado le pareció hasta acogedor. A empujones se abrió paso hasta que se dio cuenta que estaba bloqueado por marineros. Solo un pensamiento se repetía en su cabeza: "Que no entre en la taberna. Que no entre, que no entre, que no entre...". Pero antes de que pudiera tranquilizarse, la mole rubia de músculos conocida como Kreim cruzó el umbral. Ya no llevaba nada en las manos, o eso creía Xerim hasta que el herrero levanto un dedo acusador para señalarle entre el gentío. Tenía un cubre-nudillos colocado en su puño. Un golpe de esos podía destrozar hueso, tejido y carne en un abrir y cerrar de ojos. Sería cuestión de tiempo que en aquel espacio reducido uno de los puños le alcanzara. Desesperadamente trató de abrirse paso entre los marineros hasta que sintió que alguien le cogía del brazo.

-¿Qué passsa chico? No hasss aprendido nada de modalesss – le dijo su captor. Xerim le miró a los ojos y le reconoció. Era el tipo que discutía con el herrero antes de que él se hubiera colado en la fragua. El hombre de pelo cobrizo y acento extraño continuó hablando-. ¿Acasssso eresss mudo?

-No lo soy – respondió rápidamente el alquimista. Ese desconocido podía salvarle la vida si era listo-. Él me persigue – gritó al mismo tiempo que señalaba a Kreim.

No hubo más intercambio de palabras. En tres grandes zancadas el herrero les había alcanzando. Su captor tiró del brazo de Xerim para colocarlo tras él y entre los hombres con los que había estado reunido.

-Mirad muchachosss, el herrero de mierda ha vuelto – dijo su improvisado protector a los demás-. ¿Vieness a acusssarnosss de nuevo?

-No tengo nada que decirte Slam, y mucho menos a tu panda de timadores – replicó agresivamente el herrero-. Vengo a por ese pequeño ladrón.

-Por lo que a mi respecta este crio es tan digno de tus halagos como nosotros. Te puedes ir por donde has venido, y si vuelves con el resto del pedido quizá considere escuchar tus quejidos.

-Dámelo ahora o te partiré la cabeza – amenazó retrocediendo un paso-. Mi paciencia ha llegado a su límite por hoy.

El silencio, si es que podía considerarse que podía haberlo entre tanto ruido, se hizo entre ellos. Slam soltó una risotada y eso fue el bocinazo que dio comienzo al caos. El herrero lanzo el primer golpe directo al pómulo. Sin embargo, aquel hombre era lo suficiente rápido para evitarlo. Xerim escuchó un "crack" que no estaba muy seguro de donde provenía. Quiso averiguarlo, pero en ese momento alguien tiro de él y de pronto estuvo entre cuerpos que se movían sin ningún orden. La pelea se había originado en un punto cercano al centro de la taberna, era cuestión de tiempo que se extendiera por todo el lugar. El alquimista hizo su mejor esfuerzo por apartar los obstáculos para evitar la ola de violencia que avanzaba a su espalda. El primer leñazo le dio de lleno en el omóplato y le provocó una caída nada agradable. Ya en el suelo alguien le pateo el muslo y apunto estuvieron de darle en la cara. Gateando se fue moviendo en línea recta al mismo tiempo que trataba de erguirse. Los marineros que hace unos minutos charlaban amistosamente ahora se peleaban como si el mundo se fuera a acabar. Las mesas se volcaban y rompían. Las sillas servían como armas improvisadas y los vasos de proyectiles. Precisamente uno de ellos impacto en el brazo de Xerim en su huida haciéndole saltar hacia un lado. Un empujón le devolvió a su sitio original donde ahora había dos marineros revolcándose. Ya no estaba muy seguro de en que dirección salir cuando alguien le dijo al oído.

-Espero que sepas caer.

Lo siguiente que sintió fue como alguien le propulsaba casi como un ariete, o como se lanza a un borracho fuera de un bar, en dirección desconocida. Sintió que impactaba contra un cristal y lo siguiente que pudo vislumbrar fue la luz. Cayó mal al suelo, pero no se hizo más daño del que ya sentía. De nuevo alguien tiró de él hacia arriba apenas unos segundos después.. Xerim veía todo borroso y durante unos segundos no supo si protegerse, atacar o esconderse. Cuando recupero la visión vió quien estaba a su lado. El marinero que había hablado con él en la barco reciclador de Bródoli.

-Tu y yo, al barco, ¡AHORA! – grito. Y después de eso solo se dejó arrastrar.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 14 de Agosto de 2011, 22:53
Día 6

PdM – 6.

Tareas Obligatorias

• Visitar la "Torre de los Astros" [Cuartel de Veldro] – 6.

Visitar a Bródoli – 0.

Tareas Opcionales

A Puerto Cloaca

o Buscar al herrero.


Se abren las votaciones

Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Mime en 14 de Agosto de 2011, 23:44
- Visitar la "Torre de los Astros"
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Minerva en 15 de Agosto de 2011, 12:17
Visitar la torre de los astros
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: El tipo en 15 de Agosto de 2011, 23:33
Torre de los astros
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 19 de Agosto de 2011, 17:53

-¿Qué coño hacías ahí dentro? – le preguntó el marinero.

Xerim no sería capaz de responderle a esa pregunta ni siquiera cuando el barco ya se alejaba del muelle. Apenas podía recordar con claridad lo que había pasado en el interior de la tasca. Probablemente no hubiera salido del edificio si el hombre de Bródoli no le hubiera empujado a través de la ventana. Todo el camino de vuelta a la embarcación había sido guiado por el marinero a contracorriente de los curiosos que se dirigían hacia la pelea. Ya protegidos en la vacía cubierta del barco, el hombre trató de examinarle en busca de heridas profundas. Desistió al minuto cuando comprobó la rigidez corporal del alquimista. A partir de entonces se limitó a asegurarse que nadie se aproximaba a saquear aprovechando la situación.

El barco partió a la hora estimada. Había dos hombres heridos de la tripulación, aunque ninguno de los dos sufría laceraciones graves. La voz del capitán de la embarcación le llegó cuando se habían alejado lo suficiente de la costa. Al parecer los motivos por los que se inició la tangana no estaban claros. La guardia datarana presente en Puerto Cloaca había arrestado, entre otros, al herrero y a varios nómadas que se enfrentaban directamente a él. Kreim había tumbado a varios de ellos, junto a algún que otro marinero que se había interpuesto en el lugar equivocado, antes de ser reducido por los soldados. Estaría un par de días en los calabozos antes de ser liberado. Xerim, aliviado por esa información, aflojó la presión que había estado ejerciendo involuntariamente en sus manos. Fue en ese momento cuando se dio cuenta de que aun tenía la bolsa del herrero agarrada. No la había soltado en todo el trayecto, ni en la pelea, ni en el barco. Al menos no se había ido de aquel lugar con las manos vacías.


El fin del traqueteo de la cadena le avisó de que habían llegado a su destino. Los marineros comenzaron a bajar del cascarón metálico y de nuevo Xerim se vio arrastrado por su salvador hacia los oscuros túneles de las alcantarillas. Todos estaban sumidos en el máximo silencio. La imagen mental de ellos circulando por aquel subterráneo le recordaba a los mineros de las lejanas montañas al Oeste. Poco a poco el grupo fue reduciéndose a medida que se encontraban con bifurcaciones en el camino. Al final solo quedaron cuatro hombres andando por los solitarios túneles. Xerim y su acompañante se detuvieron en un pasillo que el alquimista creía recordar de aquella misma mañana. Los otros dos continuaron su camino.

-Hasta aquí hemos llegado chico – dijo el marinero-. Tienes que retroceder a la anterior bifurcación y girar a la izquierda. Saldrás por donde has entrado. Buena suerte.

Cuando aquel hombre, que indudablemente le había salvado de una buena paliza, se alejaba ya lo suficiente para empezar a ser solo una sombra, Xerim rompió su mutismo.

-Gracias – exclamó todo lo alto que pudo. Si hubo respuesta, no la escuchó.


La ciudad parecía haber vivido un día absolutamente normal en ausencia de Xerim. Después de tantos años sin abandonarla la experiencia del viaje había sido tan estimulante como agotadora. Nada deseaba más que irse a su casa a dormir, o al menos intentarlo con todas sus fuerzas. Sin embargo, tenía que informar a Veldro de lo que había averiguado en aquellos dos días. Los ciudadanos se apartaban cuando el alquimista pasaba junto a ellos. Xerim dedujo que debía oler a mierda después de estar en Puerto Cloaca durante todo el día. Comenzaron a arderle los pies cuando apenas llevaba la mitad del camino. Si se paraba, posiblemente sus pies se negaran a seguir sufriendo. Cuando llegó hasta su objetivo, los milicianos de la entrada de la Torre de los Astros le permitieron pasar sin problema alguno. El alquimista pudo comprobar que le miraron con una cara entre la compasión y el miedo. Xerim no podía imaginar cual era el motivo, pero tampoco tardaría mucho en averiguarlo.

Se la cruzó en el pasillo del primer piso. Ella iba con un traje de combate negro, uno de los que utilizaban cuando entrenaban con su padre. A pesar de su pálida tez, la falta de luz por los corredores de la ruinosa torre la mantenía envuelta en oscuridad. Sus ojos como teas ardientes eran lo único que podía distinguirse de lejos, pero él estaba demasiado cansado como para advertir su presencia hasta que la tuvo en frente. Sus miradas se cruzaron durante unos interminables segundos. Xerim trató de comprender que había en la mente de ella, siempre tan ausente e independiente. Savage le miró con reprobación, como se mira a un cachorro que no sabe hacer las necesidades en el lugar adecuado. Luego le tendió la mano, un gesto tan impropio de ella que a Xerim casi le asustó. Pero no había ninguna intención de hermandad en aquel gesto. Los siguientes movimientos ocurrieron en cuestión de instantes. Ella intentó luxar el brazo de su hermano, y él se revolvió como había aprendido de su progenitor. Para cuando había conseguido una posición de ventaja respecto a ella, Savage movió sus piernas con intención de derribarle haciéndole perder el equilibrio. Estuvo a punto de conseguirlo, Xerim bloqueo el golpe y lanzó su mano directa al hombro de ella. Fue inútil, de nuevo le había ganado la posición y como resultado de una llave acabó estampado contra la pared.

-Estás herido, eres lento y encima hueles mal – dijo ella posicionada aun para continuar el combate.

-Yo también te quiero hermana. He tenido un día largo, déjame terminarlo.

-Ve pues, seguro que el Hurón es mucho más adulador que yo. Pero hagas lo que hagas – puntualizó antes de permitir a Xerim avanzar-, no te conviertas en otra pieza de su tablero. He oído que has estado haciendo negocios con él.

-Savage – respondió él tras un largo suspiro-, se lo que me hago. No tienes que andar tratándome como si tuviera doce años.

Ella le miró con dureza. Era una mirada que también tenía su madre. Una mirada transmitida de generación en generación que quería indicar que alguien estaba profundamente equivocado.

-También he sabido por Moritaka que denegaron tu proyecto en el Geo – continuó ella, ignorando las quejas de Xerim-. Así que imagino que has tratado de venderle la burra al manipulador de Veldro. Es tu trabajo, haz lo que quieras con él, pero se cauto.

-¿Algo más? Creo que aun no me has dado ningún consejo sobre mi alimentación – dijo con sorna él para intentar librarse de la perorata.

-Tómatelo como te apetezca. Por suerte, o por desgracia, somos familia. Y según las últimas noticias que he tenido, sigo siendo la mayor.

Ambos se desafiaron con la mirada.  No podían evitarlo, era verse y ponerse a discutir. Xerim no podía recordar cuando exactamente aquellas continuas riñas habían comenzado. Después del incendio y antes de mudarse a la casa de los amigos de su abuelo, eso seguro. Savage esta vez fue la primera en apartar la mirada para largarse. Xerim no pudo contenerse, antes de que se hubiera alejado grito.

-¿Sabes cual es tu problema? Piensas que siempre tienes la razón. Estas ciega ante la opinión de los demás.

Ella se detuvo a mitad del camino. Xerim observo como apretaba los puños antes de girarse y responderle.

-Al menos yo me guio por mis ideas – dijo llevándose la mano hacia el corazón.

Tras eso dio media vuelta y se alejo escaleras abajo. El alquimista se quedo solo escuchando los pasos alejándose de él. No quería pensar, no podía permitirse dudar ahora. Había un plan rígido en su cabeza que debía ejecutarse con orden. Primero, dar informe a Veldro. Segundo, comprobar el balance de años. Tercero, descansar. Y luego pensaría, reflexionaría y actuaría en consecuencia.  
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 19 de Agosto de 2011, 17:55

Día 6

PdM – 6.

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Tareas Opcionales

A Puerto Cloaca

o Buscar al herrero.


Así termina el Día 6.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 21 de Agosto de 2011, 02:58
Interludio


Pista de obstáculos

La vida de Sócofon había sido una maratón continua plagada de lodazales, pozos y empinados montículos. Aquella gran habitación en la que se encontraba solo era uno de los últimos desniveles que se había encontrado durante su experiencia vital. Desde la pasarela situada varios metros sobre el suelo podía observar con comodidad como sus pupilos intercambiaban golpes. Las sesiones de entrenamiento por norma general eran largas y arduas. No siempre todos los aspirantes a soldado conseguían volver a casa ilesos. Pero todos los allí presentes eran conscientes de que aquello era más grande que lo que la guardia datarana pudiera haberles ofrecido nunca. Sócofon era muy exigente, pero aquella era la única manera de alcanzar los objetivos marcados. Y si echaba la vista atrás podía ver como él mismo había sufrido esa máxima en numerosas ocasiones.

Sócofon nació hace menos de cincuenta años, y seguramente hace mas de cuarenta, en algún punto mucho más al Este de su actual ubicación. Guardaba un vago recuerdo sobre su madre. Era una mujer de largo cabello negro y voz dulce que le cantaba cada noche antes de irse a dormir. La tienda en la que pasó sus primeros años era grande y lujosa, pues grande era la fama de guerrero de su padre. No atesoraba ningún recuerdo de él, hecho que le atormentaría durante años (incluso en la actualidad seguía carcomiéndole el espíritu). Cuando Sócofon tenía unos cincos años, su padre fue a la batalla para no regresar nunca jamás. A partir de ese momento su madre, su hermana y él convivieron en soledad durante un corto espacio de tiempo. El final de esa época fue el final de su inocencia.

Sócofon había tenido hermanos mayores aunque nunca había llegado a conocerlos. Todos murieron o renegaron de su padre mucho antes de que él fuera capaz de entender la palabra "honor". Indefensos económicamente tras la desaparición de su padre, pasó poco tiempo antes de que su madre se viera forzada a casarse de nuevo. Neiim era un hombre de negocios muy poderoso que era amado y temido a partes iguales. Nunca trató mal a su madre, la cual vivió hasta su último día feliz, aunque no se podía decir lo mismo respecto a Sócofon y su hermana Navam. Desde temprana edad ambos habían demostrado grandes aptitudes en diversas artes de batalla. Neiim decidió que explotarlas al máximo era el camino que ambos debían seguir. Durante diez años Sócofon se formó en el uso de las armas apartado de todo contacto humano que no fuera el de sus maestros. Cuando tomó la insignia del ojo abierto, símbolo de la compañía comercial de Neiim, era casi un maestro en el manejo de distintas armas y un sobresaliente estratega. Sirvió como guardaespaldas personal del líder de la compañía comercial, y esposo de su madre, durante un periodo de unos cinco años. Podría mentir y decir que fueron malos años llenos de viajes y muerte, pero la verdad era que comió, bebió y folló hasta hartarse de ese tipo de vida. Esa era otra herida abierta en su alma, ninguna de las muchachas que llevó a su cama durante su juventud se dedicaba a la prostitución. No sabía cuantos vástagos había dejado por el mundo, a cuentas mujeres había dejado con un bastardo y sin dinero para cuidarlo. Pero esa vida se terminó en el momento en que se reencontró con su hermana casi quince años después de la última vez que la había visto.

El asesinato es un arte refinado. Eso fue lo que aprendió cuando volvió a ver a Navam. Toda la brutalidad que había desencadenado personalmente hasta ese instante no merecía ese calificativo. Su trabajo se acercaba mucho más a lo que alguno de sus compañeros denominaba "cirugía innecesaria", un brazo amputado por allí o un pie cortado por allá. En ocasiones era una técnica radical cuando lo que se separaba era la cabeza de los hombros. Sin embargo, lo que Navam había aprendido durante sus años de formación era mucho más sutil. Envenenar, cortes limpios cauterizados, muertes a distancia y tortura eran solo el principio de un largo temario. Neiim les había criado para ser su brazo ejecutor y ellos se habían empapado del arte de segar vidas. No obstante, había una gran diferencia entre ellos. Mientras Navam había podido lucirse a fondo durante sus años de servicio, Sócofon se había visto limitado a cumplir las órdenes del comerciante. Podía contar con una mano el número de veces que había desencadenado parte de su potencial, y le sobrarían dedos. Ese hecho desencadenado su salida de la compañía y su entrada al mundo de los soldados de fortuna. Sin previo aviso, y tras raparse el pelo para no ser reconocido, ensilló su caballo para abandonar la amplia ala protectora de su padrastro.

Los años siguientes los pasó sirviendo a diferentes señores, con diferentes motivaciones y diferentes estilos. En el fondo eran el mismo perro con diferente collar. Todas aquellas personas ambicionaban algo por lo que estaban dispuestos a sacrificar las vidas de otros hombres. Sócofon adquirió un gran botín batalla tras batalla, lo cual es algo recalcable en una era carente de ejércitos absolutamente leales a sus dirigentes. Precisamente cuando servía a uno de esos hombres, su memoria le decía que ostentaba alguna clase de título que no alcazaba a recordar, la mitad de la fuerza armada se volvió contra sus propios compañeros. Salió bastante bien parado del motín teniendo en cuenta que el hombre que había cubierto su flanco derecho fue abierto en canal desde la garganta hasta la cadera. Lo único que impidió que perdiera la vida el bando de leales fue vencido fue que tenía la costumbre de no llevar la totalidad de sus riquezas con él. Poco tardó un pequeño grupo en separarlo de la totalidad de los rehenes en busca de un mayor botín. En el momento que estuvo seguro que nadie podía alcanzarles, no le costó deshacerse de sus ambiciosos captores. Aquello no le amilanó, siguió peleando por las causas que creyó justas durante muchas más estaciones.

Con el paso del tiempo decidió que la vida de soldado a tiempo completo no le colmaba. A partir de entonces, con casi treinta solsticios a sus espaldas, se dedicó a trabajos pequeños que duraban cortos periodos. El equipamiento nunca fue un problema, tenía piezas de armaduras y armas suficientes para montar su propio regimiento. Durante uno de sus numerosos trabajos para la Compañía Salamandra, en el cual coincidió con Navam (que llevaba ya años trabajando por libre), le llegó la noticia de la muerte de Neiim y su madre. La defunción no le entristeció, demasiados años solo como para sentir dolor por esos dos desconocidos, e incluso le alegró saber que su hermana ahora no estaría vinculada de ningún modo a la compañía mercantil. Poco después de aquel momento fue cuando recibió el regalo de cicatriz que atravesaba su frente, cortesía de un espadachín que pudo disfrutar de la visión de la marca durante pocos minutos. También en ese lapso de tiempo fue cuando se ganó el apodo de "espada mellada" tras vencer un combate con un arma que cortaba menos que un palo de madera. Pero toda etapa ha de llegar a su final. En esta ocasión fue un final dramático como nunca antes había vivido el soldado. Sócofon presenció como Navam caía abatida bajo una lluvia carmesí de flechas durante un asalto planificado por él mismo. Sobra decir que ninguno de los defensores sobrevivió a la ira de Sócofon "espada mellada" y sus compañeros. Aun se cantan canciones sobre aquella batalla en las poblaciones que rodean las ruinas.

Tras el nefasto final de Navam, la única alma gemela que había encontrado a lo largo de su vida, se sumió en una profunda depresión. En muchas ocasiones, Sócofon, había postergado una conversación sobre su madre y el origen de la extraña espada que ella portó hasta el día de su muerte. Ahora toda la información que ella había querido transmitirle se iría a la tumba junto a la espada. Consideró quedarse la tachi, que era el nombre que ella usaba para referirse a su arma, un par de ocasiones pero por mucho que guardaba numerosos recuerdos de ella empleándola, era incapaz de comprender la mecánica del singular estilo de combate.
Navam descansaría toda la eternidad en el panteón de la Compañía Salamandra, puesto que se había ganando ese honor tras muchos años de servicio. Con ella se quedaría parte de la vida de Sócofon y otro fragmento de su alma. El cuerpo se negó a permanecer en las tierras en las que había vivido. Emigró al Oeste, hacia los amplios desiertos y paramos. Lejos del verde apagado de la hierba y las rocosas elevaciones surgidas como de la nada.



Hace siete años, o eso decía Veldro, él estaba en una pequeña ciudad al Noreste de la Torre Datar. Extraoficialmente se había retirado, tan solo actuaba cuando creía realmente que el asunto merecía su completa atención. En el Oeste se sentía muy cómodo, el cuerpo de rangers (inexistente donde él había nacido) se ocupaba de mantener allí el orden. Además, nadie reconocía su rostro y aparecía para importunarle en sus frecuentes momentos de reflexión. Claro está que eso solo duro hasta que el mismo Hurón entró en su tienda sin pedir permiso. Ante sus ojos llenos de interés saltando de objeto en objeto y su posición desafiante no pudo hacer otra cosa que no fuera reírse. Portaba por aquel entonces su característico machete y un estoque de hoja muy fina. Sócofon calculó que podría partirlo en dos mitades idénticas sin despeinarse. Meses después sabría que habría muerto antes de ponerle un dedo encima. El ex-soldado iba a despacharle rápidamente cuando observo el símbolo del jubón de cuero. El ojo abierto de Neiim adornado con dos alas de pájaro. Ese viejo recuerdo fue suficiente para despertar su interés.

-¿Quién eres? – preguntó con verdadero interés-. ¿Qué quieres? ¿Quién te envía?

-Muchas preguntas para tan poco tiempo. Dejémoslo en que soy un amigo – respondió él sonriendo. Sócofon lo examinó detenidamente. Nunca lo había visto antes, ni siquiera a nadie que se le pareciera, durante sus años de trabajo para la compañía de su padrastro-. Y no tienes de que preocuparte, vengo por mi propio pie. Y no me agrada este jubón más que a ti – añadió al notar la repulsión y desconfianza que estaba despertando en su anfitrión-. Pensé que llamaría tu atención mucho más si traía esta reliquia.

-Pues misión cumplida, delgaducho. Pero aun no me has dicho que pretendes viniendo a mi tienda.

Veldro no respondió inmediatamente. Primero caminó alrededor de alguno de los tesoros que él guardaba de su pasado. Sin que Sócofon fuera consciente, tocó en un par de ocasiones la empuñadura de su machete por menos de un segundo. Un gesto tan característico como incomprensible para él.

-Tengo un trabajo que ofrecerte – propuso finalmente-. Tengo jóvenes que tienen potencial para convertirse en un grupo militar. Tengo armas, instalaciones y presupuesto para formar una fuerza leal a mí como no se ha visto en bastante tiempo. Pero no dispongo de un tutor que les enseñe disciplina.

-Pues buena suerte en tu búsqueda. Yo no soy ese hombre – cortó él antes de permitir que siguiera con su cháchara.

-Supuse que dirías exactamente eso. Por eso te pregunto, ¿no hay nada que pueda ofrecerte a cambio? – cuestiono el Noble.

-¿Puedes devolverme lo que he olvidado? ¿Darme el conocimiento que nunca he tenido?

Ambos quedaron en silencio. El ruido del exterior era lo único que les mantenía atados al mundo.

-No puedo – sentenció Veldro-, al menos eso creo – añadió enigmáticamente-. Pero puedo darte un combate como el que nunca has vivido.

Sócofon soltó una carcajada que le salió de muy dentro. Le habían ofrecido muchas cosas a lo largo de su carrera, pero eso era algo nuevo. Y no se podía mentir a si mismo, le interesaba. Le interesaba mucho lo que aquel tipo podía hacer contra él.

-No aguantarías ni dos segundos contra mi espada – dijo poniéndose en pie. Le sacaba casi dos cabezas a aquel larguirucho.

-Bueno, eso habría que verlo – añadió sonriendo-. No obstante, no es contra mí con quien tendrías que enfrentarte. Kelquo, entra.

La cortina que servía de puerta se hizo a un lado para dejar entrar al imberbe joven de ojos verdes. No podía tener más años de los que él tenía cuando abandonó su trabajo para Neiim. Vestía ropas amplias de un estilo poco común tan al Oeste, aunque el desgaste parecía indicar que eran heredadas. Y por encima de su hombro podía ver una empuñadura como solo había visto en otra ocasión. Aquella espada era otro demonio del pasado, era del mismo estilo que la tachi de Navam. Aunque eso no era del todo cierto, había pequeñas diferencias que solo un ojo entrenado podía apreciar.

-Lucharé contra él – afirmó Sócofon excitado ante la idea de ver si había mas semejanzas entre su difunta hermana y el chico.

-¿Y si pierdes serás mi instructor? – preguntó el Hurón que parecía altamente contento con la reacción de él.

-Si pierdo puedes llevarme al infierno si te place – dijo él como respuesta. Quería pelear con el muchacho, y cuanto antes ocurriera mejor.


El combate se realizaría veinte minutos más tarde. Como escenario se despejo una zona a unos treinta metros de la tienda. Sería un espacio considerable para desarrollar el combate. El chico, Kelquo creía haber dicho que se llamaba, emplearía únicamente su katana. Sócofon se maldijo una vez más por haber perdido aquella necesaria conversación con su hermana. Seguramente ahora sabría que relación podía haber entre ella, "ellos" se corrigió automáticamente, y aquel muchacho. Sócofon por su parte emplearía el espadón con el que se había encariñado en sus últimos tiempos, y un amplio escudo en el que se había pintado un murciélago del que apenas quedaban trazos. Probablemente se estaba excediendo y aquello durase apenas un par de minutos, pero estaba realmente emocionado.

La punta de la espada descansaba contra el suelo mientras esperaba a su contrincante. Él joven no se hizo de rogar, apareció un par de minutos antes de lo acordado. Alrededor de ellos se habían ubicado curiosos que nada tenían que hacer, o que habían conseguido escaquearse de sus deberes. Sócofon no quiso esperar, avanzo directamente hacia su rival preparado para atacar. El primer movimiento fue un tajo desde arriba. Su rival retrocedió para evitarlo y se desvió a un lado justo a tiempo. A media bajada de su espadón había detenido su avance y lo había transforEl calor comenzaba a ser una losa que pesaba más que su armadura. Y la edad, que mado en improvisado ariete. Kelquo no perdió el tiempo y desenfundo su katana con un movimiento limpio. Su hoja se deslizo por el escudo de su rival para volver a una posición de descanso. Sus miradas se cruzaron desafiantes. A partir de entonces, el combate se convirtió en el juego del gato y el ratón. Sócofon acosaba con sus rápidos golpes a su joven contrincante, mientras él retrocedía, se deslizaba y golpeaba sujetando su katana con ambas manos. Definitivamente el estilo se parecía al de Navam poderosamente. La forma de tentar al rival era algo más cauta, pero era cierto que el tal Kelquo era algo más lento que su desaparecida hermana. Las técnicas de defensa eran idénticas, el arma de él no aguantaba los golpes directos de la potente arma de Sócofon. Cada vez que sus hojas se encontraban, Kelquo, acababa retrocediendo unos pasos mientras interponía su hoja para desviar la de su enemigo el espacio preciso. De esa forma los dos minutos que había planificado para el combate se convirtieron en media hora.

El calor comenzaba a ser una losa que pesaba más que su armadura. Y la edad, que normalmente no era un problema, se estaba convirtiendo en un hándicap para Kelquo. El joven se movía como si recién hubieran empezado a intercambiar movimientos. Si seguían así iba a caer exhausto antes de derramar la primera sangre. Por eso Sócofon decidió tentar con un agujero en su defensa a su rival. Sería lo justo para tenerlo cerca y alcanzarle con la punta. Todo parecía ir a pedir de boca en los primeros momentos del plan. El joven se acerco y trato de dar un golpe horizontal en su rostro, pero Sócofon ya había medido la distancia y la hoja ni siquiera le rozó. Entonces Sócofon descargo el golpe desde arriba, directo al hombro derecho puesto que el joven le daba la espalda tras su arriesgado movimiento. Para su sorpresa se encontró con la katana a medio camino. Kelquo había alzado y flexionado ambos brazos para situar la hoja cubriendo gran parte de su espalda. Fue una defensa desde atrás que no se esperaba. Y mucho menos pensaba que las habilidades de aquel joven estaban acorde con su temeridad. En un complejo movimiento circular cortó las tiras que unían el escudo al brazo antes de recuperar la posición de descanso a varios metros del soldado. La herramienta de protección se desprendió con un sonoro "clonk". Sócofon agarró el espadón con ambas manos. Ahora sería un duelo puramente de habilidad.

Las tornas cambiaron radicalmente a partir de ese momento. Kelquo, que hasta entonces había sido un ratón, se convirtió en un astuto y ágil gato. Sócofon se vio relegado a un segundo plano. Podría haber vencido a cualquier estilo que conociera, pero nunca había alcanzado a comprender la mecánica de esa técnica y la cosa no había cambiado. Por eso, tras un movimiento que bien podría haberle cercenado una de sus arterías si Kelquo hubiera querido, decidió que el combate había llegado a su fin. Clavó la espada en la tierra y respiro aliviado. Kelquo por su parte devolvió a su saya la katana con la facilidad con que un carpintero talla una silla.

-Dile al otro tipo que trabajaré para él – dijo entre jadeos-. Pero que no se te suba a la cabeza, con me hubieras vencido con otra arma.

-Su nombre es Veldro, muestra algo de respeto – puntualizó Kelquo antes de dar media vuelta e irse hacia donde estaba el Noble.



Su primera visita a la ciudad fue como ver a un pez fuera del agua. Pocas urbes de aquella extensión quedaban en el mundo conocido. Al menos en el conocido por Sócofon, que era más del que conocía la media. Veldro, el cual había abandonado su jubón a favor de ropajes menos llamativos, le había explicado su situación, puesto y "responsabilidades" en la ciudad. No era una situación fácil de asimilar, pero Sócofon era sumamente rápido adaptándose a los cambios bruscos. En primer lugar había descubierto que para su alegría el símbolo del Hurón era una garra que nada tenía que ver con el ojo de Neiim. También supo que Kelquo era el único alumno totalmente formado del grupo que Veldro pondría a su disposición. Saber que el joven no era un simple aprendiz sirvió de bálsamo para su orgullo.

Poco después de entrar por la Puerta del Busto dos muchachos se encontraron con ellos tres. El mayor se cubría la cara con una máscara que le recordaba a Sócofon a la cabeza de un insecto de grandes ojos. La parte de la boca quedaba al descubierto, dejando ver unos labios blanquecinos a juego con su tez. Su pelo era muy rubio y estaba cubierto de algún ungüento protector. Junto a él había otro chaval más joven, este iba cubierto hasta el último rincón con un traje negro. Ambos se cuadraron ante su nuevo jefe de Sócofon antes de recibir órdenes.

-Kradel – dijo al más alto de los dos-, necesito que le mandes un mensaje a Donna y hagas reunir a los compañeros de Kelquo. Envía a Kya a alguna de las dos cosas, así estarán quedarás libre antes.

Sócofon no perdió de vista la reacción del pequeño acompañante del hombre de la máscara. Al escuchar el nombre de Kya se había revuelto. Indignación, supo leer el soldado.

-Creo que Kiyopsi esta listo para reunir a los leales mientras voy a buscar a Donna – respondió Kradel tras su máscara-. Se que mi hermana suele ser más ágil, pero él se ha estado entrenando fuertemente.

-Pues que lo haga él, tu conoces a tus hermanos mejor que yo – sentenció Veldro antes de despacharlos con un gesto de la mano.

Tras el pequeño encuentro prosiguieron su camino hacia "El Vestigio". Ver el aprecio que la gente le demostraba a Veldro en aquel barrio marginal fue una de las primeras señales que tuvo sobre lo acertado de su decisión. Quizá estar allí no era tan mala idea como había considerado en un principio. Además, siempre tendría el aliciente de conocer mucho mejor a Kelquo y su disciplina con la katana. En aquella primera visita, le llevaron a una sala muy parecida a donde se encontraba en estos momentos pero de menor tamaño. El acceso a todas aquellas zonas subterráneas estaba en un hogar aparentemente normal que ocultaba algún pasadizo. Si alguien hubiera intentado encontrarlas hubiera tenido un verdadero problema. En este caso, el hogar estaba ocupado por una mujer de oscuro pelo rizoso y gesto enfadado.

-¿Dónde demonios has ido? Tienes asuntos que atender. No te puedes escapar cada vez que quieras tomar el aire – le reprochó la mujer haciendo aspavientos.

-Han sido solo unas pequeñas vacaciones – contestó socarronamente -. Debía convencer a mi nuevo instructor de que justo aquí había el puesto de sus sueños.

-Pues mientras no estabas ha habido un problema con uno de los chicos de Allegro – dijo ella con tono serio.

-Querrás decir uno de los chicos de Casex – corrigió Veldro. Ella hizo un mohín a modo de respuesta-. Ahora él es el nuevo Noble para desgracia de todos nosotros. Había veinte chicos por delante de él. A cada cual más cualificados, pero ninguno tan jodidamente tramposo como él – explicó para que Sócofon comenzara a familiarizarse con los nuevos términos y rangos que iba a encontrarse.

-No, este es de los pocos de Allegro que siguen trabajando para él. Al parecer el tipo ha tenido una discusión fuerte con uno de los consentidos de Casex que ha acabado realmente mal. Están casi pidiendo su cabeza – dijo ella mientras se movía por la habitación haciendo gestos nerviosos.

-¿Y que quieres que hagamos? O mejor aun, ¿crees que merece la pena que intervengamos? – preguntó Veldro. Era evidente que empezaba a cansarse de toda aquella conversación.

-Es un buen chico. Uno de los más estimados por Allegro y un gran tirador. Su nombre era..., no lo recuerdo bien. Creo que empezaba por Ti...

-Tyfoid – intervino Kelquo-. Tiene mi edad, he jugado un par de veces con él antes de empezar el servicio. Si no es el mejor tirador de la ciudad, será cuestión de tiempo que sea considerado como tal.

-¿Sería una buena adición? – pregunto mirando al espadachín. Kelquo por su parte asintió con la cabeza-. Pues entonces haz lo que tengas que hacer Merice – dijo mirando a la mujer-. Tráelo a nosotros y hazle saber que estamos disponibles a ocuparle a tiempo completo.

-Bien, también tenemos que...

-No – añadió de forma cortante el Hurón-. Eso tendrá que esperar.

La mirada firme de él la hizo desistir. La mujer, Merice se recordó Sócofon a si mismo, se alejo del lugar murmurando maldiciones. Kelquo la siguió disimuladamente con su mirada color hierba. Había algo raro en esa mirada, aunque no podría confirmarlo hasta un par de años después. Cuando estuvo lo suficientemente lejos como para no escucharles, Veldro realizo un comentario por lo bajo.

-¡Mujeres!, las dejas entrar en tu casa y creen que puedan dirigir todos tus movimientos.

En esos momentos, mientras descendían a la gran sala, a Sócofon no le gusto nada el comentario. Esa mujer tenía el valor para dirigirse a su superior de forma desafiante, como mínimo merecía algo de respeto. No obstante, tardaría poco tiempo en darse cuenta que era una monserga vacía todo lo que Veldro decía respecto a ella. Merice era el pilar que sostenía unido a sus hombres y él lo sabía. Podría prescindir de todos, pero si ella faltase todo su organigrama se vendría abajo.



Los muchachos que le esperaban formando, si es que aquello se podía llamar formación, estaban impacientes. Sus edades iban desde muy jóvenes a casi adultos. Algunos, no necesariamente los más mayores, tenían una expresión de tranquilidad similar a la de Kelquo. "Esos son los que llevan mas tiempo" se dijo a si mismo. Los otros tenían expresiones que iban desde la rabia a la curiosidad. "Va a ser un trabajo muy largo" pensó mientras caminaba a su alrededor. Veldro intervino tras dejarle examinarles.

-Los que llevan mas tiempo pueden completar su formación con Kelquo – apostilló el Noble-. El resto están en tus manos. No hay duda de que llegarán más, así que si necesitas apoyo puedes recurrir a él – dijo señalando a su futura mano derecha-, o a mi y te enviaré a algún miliciano para que te asista.

-¿Cuándo habrá acabado mi trabajo?

-Cuanto tú quieras – dijo sonriendo-. No pondré ninguna pega si decides abandonar el barco. Aunque algo me dice que estarás muy satisfecho con el proyecto – finalizó al mismo tiempo que sonreía.

-Quiero conocer a su anterior instructor. Es mi única condición – exigió Sócofon.

-No puedes – respondió Kelquo con tristeza-. Úthrer se niega a mantener cualquier contacto con nosotros. Eres libre de intentarlo, pero yo no lo haría.

Sócofon meditó sobre la posibilidad de intentarlo. Luego recordó que ese hombre había entrenado al joven que le había machacado. Quizá no era tan buena idea, al menos no por el momento. Y con la decisión de evitar a Úthrer, desapareció la oportunidad de confrontar al antiguo instructor de Kelquo y preguntarle sobre el origen de las técnicas de su ex alumno. La siguiente vez que volvería a saber de él sería por motivos más aciagos.



Y así había empezado la última etapa de su vida. Siete años, aunque a él le habían parecido bastante más, entrenando a aquellos hombres habían sido toda una experiencia. Del grupo original de treinta reclutas habían surgido treinta ayudantes muy disciplinados y altamente eficientes. La totalidad de la fuerza armada era casi de trecientos efectivos en la actualidad. Sócofon se había vuelto uno de los hombres de confianza de Veldro tras tanto tiempo de duro trabajo. Y además había vivido cosas que nunca olvidaría, como disfrutar entrenando con Kelquo; discutir con Merice sobre política; reírse a carcajadas con las ocurrencias de Tyfoid; y jugar interesantes partidas con el pequeño Kiyopsi, el cual ya había despejado toda duda que el Hurón pudiera tener sobre sus habilidades de mensajero.

Ahora tocaba afrontar la etapa final de ese último obstáculo. Algo gordo se aproximaba, era cuestión de días que explotara. Y justo es en el epicentro estaría él con las trescientas espadas que había formado bajo su mando. Si fuera necesario, estaba dispuesto a morir. Sin embargo, había una gran diferencia entre esos tiempos y los que había vivido en el pasado. Ahora no estaba solo. Si tenía que saltar, lo haría acompañado de gente que confiaba en él. Si debía empujar, sentiría los brazos de sus compañeros en su espalda. Y si debía morir, moriría para reunirse con Navam y sería enterrado por sus amigos. Por su familia, la primera y única que había sentido como tal en toda su vida.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 21 de Agosto de 2011, 03:11

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Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Mime en 22 de Agosto de 2011, 02:15
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Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: El tipo en 22 de Agosto de 2011, 02:54
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Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Minerva en 23 de Agosto de 2011, 18:42

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Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 25 de Agosto de 2011, 16:42

El cuerpo de Xerim no había estado tan magullado desde que se peleo con cuatro compañeros de prácticas en la academia. Por aquel entonces había recibido golpes menos potentes y más repartidos a lo largo de su cuerpo. Esa mañana, sin embargo, tenía un fuerte dolor en el muslo y en el omóplato entre otras partes de su cuerpo. El hormigueo de cansancio muscular era insoportable. Solo tenía ganas de quedarse en la cama y no moverse por el resto de la estación. No tenía nada roto, de ese asunto se había ocupado antes de acostarse la noche anterior. La dificultad de movimiento era causada solo por fracturas menores, nada de lo que tuviera que ocuparse un doctor. Si también le costara pensar se hubiera quedado en la cama todo el día. No obstante, Veldro le había dado el día libre para que lo aprovechara. Y si bien le iba a doler horrores, pensaba exprimir cada momento.

La casa estaba completamente vacía. Una vez más Savage se había largado mucho antes que amaneciera. Quizá ni siquiera había dormido en su habitación, Xerim juraría no haber oído nada durante la madrugada. El alquimista se dirigió directamente al despacho con paso torpe y cara de dolor mientras descendía por las escaleras. Su único deseo era calentar los músculos para prepararlos para la actividad cuanto antes y paliar las molestias aunque fuera temporalmente. La silla estaba dura y carecía de cojín, pero era mucho mejor que estar de pie.
Desde su encuentro con Savage el día anterior había comenzado a recordar a su padre. Nunca había sido un hombre atento y cuidadoso, en cambio les había dado herramientas para defenderse cuando él no estuviera. Xerim no había llegado a conocerlo en profundidad. Su padre era una figura distante que había ido desapareciendo de su vida paulatinamente con el paso de los años. El servicio con los rangers era el verdadero amor de su vida. Donna, su madre, aprendió a vivir con ello con el paso de los años. La  muerte de ella, y Xerim se atrevía a aventurar que algo antes, sus hijos no habían sabido, quizá ni siquiera podido, ganarse un lugar en la vida de él. Con esa idea en la cabeza Xerim cogió papel, pluma y tinta, y se puso a escribir.



-¿Qué se supone que tengo que hacer con esto? – preguntó Holibreo sosteniendo el sobre lacrado.

Xerim considero si su tío era la mejor opción para depositar su mensaje. Como era costumbre, le había recibido en el jardín de la casa de los Argaisten. Esta vez su único lazo con su padre se mostraba nervioso ante su presencia. El joven alquimista debía haberse cruzado con alguno de sus desconocidos familiares en la entrada, por eso Holibreo no le había recibido con la amabilidad habitual. 

-Lo que creas necesario – sentencio Xerim decidido-. Mándaselo a mi padre, o quédatelo hasta que regrese, si es que regresa algún día.

Holibreo parecía estar admirando las flores, aunque él estaba seguro de que en realidad solo intentaba disimular su tembleque. Xerim comenzó a sospechar que allí había algo más que el descontento de la rama familiar que habitaba en la casa.

-¿Por qué yo? – comentó casi tartamudeando- Existen muchos mensajeros eficientes que se la harán llegar.

-Confió en ti y eso es suficiente – respondió Xerim-. Y lo más importante es que contigo estará segura.

Holibreo se volvió hacia él compungido. Como un tic involuntario su mirada se desvió hacia algún punto de la fachada del caserón. Las sospechas del alquimista se confirmaron con aquel gesto. Les estaban vigilando en aquel mismo momento desde alguna de las ventanas de la casa. Xerim no pudo hacer más que sonreír, ya había previsto algo así. Si las cosas salían mal en el plan de su hermana sería cuestión de tiempo que empezaran a tirar de los hilos. El joven se acercó a su familiar y le dijo susurrando.

-Además, tiene un sello alquímico que no podrán romper – confesó con evidente disfrute-. Si lo intentan se quemará, y en ese caso encontraras dos copias en uno de los volúmenes de la Biblioteca. Mandarás a alguien a los sótanos a hablar con Sophos. Él tendrá sus propias instrucciones, así que espero no le perturbéis más de lo necesario. ¿Entendido?

-Si... – murmuró sin dar mucho crédito a lo que escuchaba.

-Ahora volverás a la casa y yo me iré. Les contarás que deje una carta para mi padre, les dejarás examinarla y les dirás mi advertencia sobre la seguridad – continuó mirándole fijamente-. También les contaras que eres mi única familia ahora mismo y que te tengo en alta estima. Que siempre me has tratado con bondad, has buscado mi bien y me has ayudado en lo que has podido – añadió mientras trataba de transmitirle tranquilidad a Holibreo-. Y lo más importante, no tendrás que mentir. Se que te pones nervioso cuando mientes y quiero que sepas que todo lo que he dicho es verdad. ¿Lo tienes claro?

-Cristalino – dijo él controlando sus espasmos involuntarios-. Xerim, no se que esta pasando pero ten cuidado.

-Descuida tío, estaré vigilando.

Xerim dio media vuelta y regreso por donde había llegado. Trato de mirar de reojo hacia la fachada trasera pero no tenía un buen ángulo de visión. Tendría que aguantarse sin saber quien tenía interés en él. No volvería a esa casa en al menos un par de meses si todo salía bien. Entonces se enteraría de quien controlaba a Holibreo y confrontaría a quien hubiera atemorizado a su tío.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 25 de Agosto de 2011, 16:44
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Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Mime en 26 de Agosto de 2011, 02:32
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Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Minerva en 26 de Agosto de 2011, 11:18

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Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: El tipo en 26 de Agosto de 2011, 22:12
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Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 28 de Agosto de 2011, 19:37

-No tienes autorización para pasar – dijo el datarano con tono serio y gesto adusto.

-Pensaba que cualquier ex alumno podía visitar las instalaciones – replicó Xerim sorprendido.

-Ordenes directas de dentro – explicó el soldado apuntando con su dedo pulgar al muro canela-. Si no te gustan puedes ir a joder a quien le importe, no te voy a dejar pasar.

Por un momento el joven alquimista se planteó armar un buen lio para llamar la atención. Pero si llegaban a las manos era probable que fuera reducido, los dolores del día anterior aun persistían en su cuerpo. Al final decidió tomar el camino de la súplica. Algo humillante, aunque altamente efectivo para evitar problemas.

-Al menos podré enviar un mensaje al interior, supongo – propuso indignado Xerim. Ya no sabía que más podía funcionar. Ambos soldados se miraron el uno al otro sin saber bien que decir. El que estaba junto al portón levanto los hombros en un expresivo: "¿por qué no?".

-Alguien del otro lado se lo hará llegar a esa persona. Pero nada complicado, no estoy aquí para servirte.

El joven alquimista pensó en lo irónico de esa frase mientras transmitía el corto comunicado al silencioso datarano.  Los soldados no solían pintar nada en la ciudad,  eran una fuerza policial muy inefectiva. Prohibir el acceso a una de las zonas era algo que nadie se imaginaría verles hacer. No obstante, aquellos hombres no parecían muy contentos con su nueva obligación. Probablemente era un arreglo de última hora al que no se habían acostumbrado aun. Estaba claro que algo se estaba acercando, y las intenciones de su hermana eran actuar muy cerca de ese momento.



Moritaka cruzó el umbral soltando improperios contra el soldado que le había ido a buscar. Xerim no estaba muy seguro de que le estaba diciendo, su antiguo maestro hablaba muy rápido y gesticulaba exageradamente. El soldado se estaba conteniendo para no hacer o decir alguna burrada al alquimista. Aun existían supersticiones acerca del arte que se desarrollaba en los laboratorios del Geo. Moritaka se alejo de los dos guardianes después de hacerles un gesto obsceno con el dedo corazón.

-¡Vamos a dar una vuelta! – gritó sin permitir a Xerim decir nada.

Al joven le costó un buen rato conseguir que Moritaka se tranquilizara. Al parecer nadie había sido informado de los últimos cambios en los protocolos de vigilancia y admisión. Él mismo se había salvado de sufrirlos porque había pasado la noche entera encerrado en el laboratorio. Ninguno de los instructores estaba muy seguro de quien había partido la orden, ni siquiera aquellos con un puesto en el Rombo habían sabido responder a las preguntas. Todo aquel a quien Moritaka había consultado solo parecía saber decir "ordenes de arriba".

Se habían sentado a descansar en una empinada calle escalonada cuando Xerim se dio cuenta de las oscuras ojeras del cirk. En realidad todo él parecía más apagado que de costumbre, si obviábamos la ira que le había poseído unos minutos antes. El pelo rubio estaba sucio y el brillo de sus ojos había desaparecido. Xerim calculó que llevaba más de días sin dormir, puede que incluso tres. Esa extenuación a su edad podía pasarle factura, la manipulación de materiales no era un juego de niños. Además, tenía su puesto asegurado y no había ninguna necesidad para exponerse así.

-La última vez que me viste – recordó Xerim-, yo tenía un aspecto horrible. Ahora eres tu quien parece un cadáver.

-Puede ser – respondió el instructor-, pero tú pareces haber sido apaleado pequeño amigo.

Ambos se rieron y olvidaron por unos segundos sus respectivos problemas. Xerim había olvidado lo agradable que era charlar con aquel tipo. Incluso cuando todo parecía un gran montón de mierda acababan sonriendo.

-Bueno, si escuchas algo sobre una pelea en la taberna de Puerto Cloaca mejor que no preguntes por los detalles – declaró el joven que aun sufría las consecuencias de los hematomas.

-¿Cuándo has...? – Moritaka se interrumpió a si mismo cambiando de opinión-. Sabes, prefiero no saber nada del tema. Así no me veré en un aprieto si me preguntan.

El ruidoso barrio de "Las Colinas" parecía guardar silencio en aquel punto donde los dos charlaban. Xerim pudo relajarse e intercambiar opiniones sin temor a ser oído por las personas inadecuadas. Cualquier movimiento indiscreto hubiera sido detectado dentro de ese caos controlado por los ojos expertos de ambos alquimistas. Xerim se desahogo a fondo, tan solo guardo para si aquellas partes que creía que era más seguro obviar u omitir a su amigo. Moritaka por su parte escuchó atento y dio consejo sobre los temas que consideró que lo merecían. El tiempo, como suele pasar en ese tipo de ocasiones, se les escapo como si fuera arena entre sus manos.

-Tengo que volver. He tenido más que suficiente descanso y debo regresar antes de que pierda el ritmo.

-Mejor perder eso que no la vida – dijo Xerim-. Prométeme que no vas a pasar así muchos días.

-No me queda mucho más que una semana de trabajo – respondió Moritaka con cierta preocupación que el joven no supo entender-. E intentaré dormir algo más, estoy demasiado cerca de tu tono de piel.

Xerim se dio por satisfecho. Lo que menos deseaba era quedarse sin su único amigo verdadero en toda la ciudad. Cuando se despidieron el joven se prometió a si mismo que volvería a verlo en cuanto pudiera, aunque fuera simplemente comprobar que no estaba mintiendo sobre las horas de trabajo que le quedaban.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 28 de Agosto de 2011, 19:38
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Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Mime en 30 de Agosto de 2011, 02:32
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Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Minerva en 30 de Agosto de 2011, 09:18

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Y yo pensando que había votado :lol:
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: El tipo en 30 de Agosto de 2011, 21:41
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Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 31 de Agosto de 2011, 18:38

Xerim compró una botella de vino corriente cerca de su casa. No pensaba emborracharse con el liquido caliente, solo quería abotargar un pelín la mente para relajarse. No tuvo ningún problema en el trayecto de regreso, ni siquiera cuando se cruzo con un par de mercenarios de la Tormenta con cara de malas pulgas. Sin embargo, tuvo la sensación permanente de tener un par de ojos pegados a su nuca durante todo el recorrido. Le estaban siguiendo, estaba seguro. Intentaban mantenerle bajo control en sus visitas de ese día. O quizá solo se estaba montando una paranoia conspiratoria después de su extraña conversación con Holibreo.

La primera mitad de la botella se la tomo en el despacho. Mientras lo hacia, intentó por primera darles orden a los papeles esparcidos sobre la mesa. Descifrarlos no fue fácil. No era tanto una cuestión de su estado, como de la extraña caligrafía de los anteriores habitantes de la casa. Xerim vio apuntes sobre plantas, combinaciones de materiales alquímicos, medicamentos naturales a desarrollar y algunas descripciones de animales entre todo aquel papeleo. Se preguntó a si mismo de que manera se las habían arreglado para no liarse con tanta hoja suelta. También ojeó algunos de los ejemplares de la librería. Estaban en muy buen estado, posiblemente debería asegurarse de que los llevaran a la Biblioteca si ocurría algo. Sophos podía hacerse cargo de ellos también, era una persona que había demostrado tener un amor por los libros inconmensurable.



El alquimista subió al baño en compañía de su querida botella. Alivió su vejiga durante unos segundos que se hicieron eternos. Si hubiera estado en una callejuela no se hubiera diferenciado mucho del típico parroquiano de bar. Oscilando de lado a lado con cada paso, un movimiento pequeño pero visible para todo aquel que mirase. Su madre se avergonzaría de él.

"Pero no lo hará. Esta muerta".

Si, eso es. No lo haría nunca, había pasado sus últimos días enferma en una cama. Alternando los esfuerzos por respirar con los de levantarse y seguir trabajando. Impasible ante toda advertencia de sus hijos y amigos. Sin mandar una misiva a su padre para contarle la situación que estaba pasando. Nadie pudo hacer nada.

"Si pudisteis hacer algo. Pudisteis atarla, encadenarla o encerrarla. O mandar la carta vosotros mismos".

¿Y de que hubiera servido? El mal la hubiera seguido destruyendo desde el interior. Hubiera acabado muerta incluso si Savage hubiera conseguido el permiso para ir a buscar la medicación. Las probabilidades de sobrevivir eran casi inexistentes en una fase tan avanzada. Moritaka se lo había explicado, su padre también había muerto por el mismo motivo.

"La excusa de la moribunda, deberías haber aprendido ya que nadie se traga eso. Vosotros colaborasteis pasivamente en su muerte tanto como la enfermedad".


Eso es una estupidez. Si tan solo lo hubiéramos sabido unos meses antes la hubiéramos ayudado. La habríamos apartado de todo aquello sin pensarlo dos veces. De ser necesario hubiéramos recurrido a sacarla de la ciudad por la fuerza. No hubo manera de que nos enteráramos primero.

"Sigue mintiéndote. Tu trabajo es la observación minuciosa de cantidades. Pistas las hubo a miles, pero vosotros niños egoístas no fuisteis capaces de observar. Demasiado ocupados en vuestras pequeños y fútiles intentos de éxito como para mirar a vuestro alrededor".


-Oh, cállate ya gilipollas  – dijo mascando las palabras. Y la voz se detuvo.



Llegar hasta el tejado de la casa era sencillo. Un par de ventanas tenían la posición propicia que permitía escalar hasta la parte superior. Una de ellas era la del cuarto de Xerim, y fue la que empleo para subir. Allí arriba, bajo la potente luz del sol, todo se veía diferente. Más claro, más sencillo y más simple. También fue más fácil vaciarse lo que quedaba de vino. A esas alturas paso como si fuera agua por la garganta. Desde el tejado le llegaban las voces de los transeúntes y tenderos de los alrededores. Pocos se preocupaban de hablar a media voz allí. Incluso siendo un barrio más silencioso que "El Distrito" se podían escuchar un murmullo continuo de gente charlando.

La conversación de un par de ellos capto la difusa atención del alquimista. Xerim había creído escuchar un par de frases sobre la Tormenta y sus rondas de guardia por la zona. Eran dos hombres de mediana edad, uno de ellos tenía una pequeña tienda de alimentos un par de calles más allá. El otro podía ser un cliente o un amigo, Xerim no lo conocía de nada. Ambos soltaban improperios contra el grupo de mercenarios afincados en el punto alto del barrio. Al parecer los niveles de extorsión de los soldados a los mercaderes alcanzaba cuotas insospechadas en los últimos tiempos. Los mercenarios de la Tormenta establecían rutas diferentes cada noche, obligando a quien ellos querían a abrirles las puertas de sus negocios y tomar descansos dentro. Descansos durante los cuales se servían de sus productos sin compensación alguna más allá de la supuesta protección que proporcionaban. La situación acabaría por ser insostenible, pero hasta entonces estaban dispuestos a alargar aquello todo lo que fuera posible. Hasta que alguien hiciera algo, o no hubiera gente a la que forzar.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 31 de Agosto de 2011, 18:41

Día 7

PdM – 26.

Tareas Obligatorias

Visitar a Holibreo - 4.

Tareas Opcionales

Visitar la Academia – 8.

Recaba información de las guardias de la Tormenta en "Las Colinas" – 6.

• Visitar "La Feria" – 7.

• Visitar "El Vergel" – 7.


Se abren las votaciones.

Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Mime en 03 de Septiembre de 2011, 00:43
• Visitar "El Vergel"
• Visitar "La Feria"
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: El tipo en 03 de Septiembre de 2011, 20:22
• Visitar "El Vergel"
• Visitar "La Feria"
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Minerva en 03 de Septiembre de 2011, 20:47
visitar la feria

visitar el vergel

(por llevar la contraria xD)
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 04 de Septiembre de 2011, 17:21

Xerim se había ido a pasear cuando el único rastro que quedaba de vino estaba en su aliento. El zumbido distractor de su mente se había convertido en una palpitación dolorosa. Era el mayor inconveniente de no beber casi nunca, no tenía mucha tolerancia al alcohol. En algún momento de la tarde se había dormido en el tejado de la casa. No había sido mucho tiempo, apenas dos horas o incluso menos. Soñó con flores, un campo enorme regado por miles de fuentes. Aunque no era un campo perfecto, podía ver zonas afectadas por plagas y ya casi marchitas. Sin ir más lejos, junto a él había una gran flor que parecía muy descuidada. Cuando trató de acercarse a ella, un sonido fuerte proveniente del mundo real le despertó de su letargo. De vuelta a la realidad el único sitio al que se le ocurrió ir fue al Vergel.


Sentado en uno de los bancos frente al laboratorio de investigación de "El Invernadero" el mundo era de un verde tan fuerte que casi dolía mirarlo. La primera vez que el joven alquimista visitó aquel lugar con su madre, él estaba más acostumbrado al naranja del desierto que al verde de la floresta. En la PIA donde se crió no había apenas flores, ya no digamos árboles. Pensar en aquello, a pesar de que ya no estaba bebido, le entristecía especialmente. Había crecido aprendiendo a temer a una naturaleza hostil y agresiva con el ser humano. Años después, descubrió que el ser humano en los ambientes que controlaba podía llegar a ser mucho más hostil que las fuerzas de la naturaleza.

Cuando se dio cuenta de que aquel hombre que movía el brazo desde la lejanía le saludaba a él, frunció el ceño. No reconocía la figura en la distancia, pero estaba seguro de que poca gente le hubiera ido allí a buscar. Durante unos segundos tanteo la idea de prepararse para una posible emboscada, aun sentía la sensación de estar siendo espiado. Finalmente decidió que lo que tuviera que ser, sería. Que más daba que le cogieran en medio de los jardines, que en un callejón de su barrio. No obstante, el calvo que se le acercó si que resulto ser alguien familiar.

-¡Buenas tardes chaval! – casi grito cuando aun había varios metros de distancia entre ellos. Parecía querer la atención del resto de transeúntes con su voz-. ¡No esperaba verte otra vez!

-Ni yo a ti – dijo Xerim pensando en la gran mentira que aquel tipo acababa de soltar. Se le notaba bastante que había ido a buscarle-. Es una agradable sorpresa.

El hombre de Bródoli se sentó en el mismo banco, dejando una separación prudencial de medio metro.

-Te invitaría a una jarra de cerveza en algún lugar más privado, pero creo que ya has bebido bastante hoy – explicó mientras le miraba los ojos enrojecidos-. Además, no creo que hoy estés muy hablador.

Xerim no quiso contradecirle. La verdad es que aquel día hubiera soltado hasta que se meaba en la cama de pequeño, aunque ni siquiera recordaba si era verdad, si hubiera bebido más. Pero no quería hablar con aquel tío, eso si que lo tenía claro. Así que se limitó a asentir y esperar que él dijera a que había ido hasta allí.

-Bueno – dijo tras unos segundos de silencio, me envía él como es evidente. El jefe quiere darte algo, por si en el futuro quieres recurrir a él con mayor facilidad que la última vez.

-¿Por qué iba a hacer yo tal cosa? – preguntó con falso interés.

-No lo sé – respondió él consciente de que a Xerim no le agradaba la conversación-. Mira chico, yo soy un mandado. El jefe me paga y yo trabajo. Simplemente me ha enviado a mí porque te saque las castañas del fuego en el puerto.

En silencio ambos se miraron, midiéndose el uno al otro por primera vez. El empleado de Bródoli le pasó una pequeña bolsa. Xerim la recogió, más por no hacerle un feo que por curiosidad. No pesaba mucho, fuera lo que fuera no llamaría la atención.

-Esto es todo lo que tenía que hacer. El resto es cosa tuya – dijo él antes de levantarse y alejarse. Cuando ya se marchaba se detuvo un instante. Se giró para mirarle y preguntó-. Por cierto, ¿qué había dentro de la bolsa del herrero?

-Nada importante – mintió el alquimista con su mejor cara de poker-. Trozos y piezas inservibles por separado.

-Una pena entonces, aunque se ocasionó una pelea memorable. Una de esas que cuentas a tus hijos – dijo él antes de largarse entre carcajadas.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 04 de Septiembre de 2011, 17:22

Día 7

PdM – 26.

Tareas Obligatorias

Visitar a Holibreo - 4.

Tareas Opcionales

Visitar la Academia – 8.

Recaba información de las guardias de la Tormenta en "Las Colinas" – 6.

• Visitar "La Feria" – 7.

Visitar "El Vergel" – 7.


Así termina el Día 7.

Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 04 de Septiembre de 2011, 17:24

Día 8

PdM – 28.

Tareas Obligatorias

• Visitar la "Torre de los Astros" [Cuartel de Veldro] – 6.

Tareas Opcionales

• Buscar información en "El Distrito" – 7. 

• Buscar información en "El Tablero" – 7.

• Buscar información en "El Geo" – 7.

• Buscar información en "La Manigua" – 7.

• Buscar información en "Los Corrales" – 7.


Se abren las votaciones.

Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: El tipo en 04 de Septiembre de 2011, 19:04
Visitar la "Torre de los Astros"
Buscar información en "El Tablero"
Buscar información en "El Geo"
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Mime en 09 de Septiembre de 2011, 01:00
Visitar la "Torre de los Astros"
Buscar información en "El Geo"
Buscar información en "Los Corrales"
Buscar información en "El Distrito"
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 10 de Septiembre de 2011, 17:23

Veldro parecía depredador encerrado en una gran jaula. No paraba de dar vueltas por la habitación que hacía tiempo que se le había quedado pequeña. Xerim no entendía muy bien el motivo de tanto nerviosismo, tampoco nadie se lo había explicado aún. Cuando él llego a la Torre de los Astros, ya había olido la tensión en cada uno de los seguidores del Noble. Fuera cual fuera el problema, nadie pretendía contárselo. En el fondo no pertenecía todavía al círculo interno del Hurón. Xerim comenzaba a sospechar que nunca llegaría a estarlo del todo.

Sócofon era el único presente que parecía demostrar algo de tranquilidad. Al alquimista le recordó a una estatua de esas que adornaban las grandes casas de la Villa. Mientras los asesores de Veldro iban de un lado para otro, él permanecía impasible tras su jefe con ese gesto inexpresivo. Xerim se propuso averiguar algo del pasado de ese hombre si es que tenía oportunidad alguna vez. Pero hoy no era ese día, Veldro decidió de pronto que era el momento de despacharle.

-Las cosas se están moviendo muy deprisa – comenzó el Noble tan rápido que las palabras se atropellaban-. Demasiado para mi gusto, no puedo contener todas las variables. Pero si puedo intentar minimizar los cabos sueltos. ¿Me sigues?

-La verdad – dijo sin saber si mentir, o decir la verdad-, no mucho.

-Pues más te vale que comiences a hacerlo – replicó muy serio-. Ayer te estaban siguiendo durante todo el día.

"Dime algo que no sepa", pensó Xerim. Valorando la actitud de su actual jefe prefirió callarse el comentario y asentir.

-No estamos muy seguros del motivo, es probable que sea algo relacionado con tu hermana. No me preocupa demasiado, así que hoy vamos a seguir una rutina normal para observar a tus observadores. Tendrás a cinco de mis chicos detrás de ti, no te diré quienes pero espero que sepas reaccionar con naturalidad si reconoces a alguno.

-¿Espías para mis posibles espías? – sonaba absurdo en la mente de Xerim. Tan absurdo que podía funcionar.

-Exacto. Además, si estoy en lo cierto hoy te seguirán de cerca. Ayer tu hermana se dejó ver por diferentes sitios, o al menos eso dicen mis informadores. Es probable que algunos de los rumores sean falsos, así que tendremos que ir un poco a ciegas. Dejo a tu criterio decidir donde indagar, nadie la conoce mejor que tu.

Veldro señaló unos papeles encima de la mesa. Xerim se acercó y comprobó que eran los informes de los observadores. El Hurón no se quedaba quieto mientras él hacia su trabajo. El tipo si que se tomaba en serio eso de controlar todas las variables.



En la planta baja le estaban esperando. Al parecer el líder del grupo de seguimiento no compartía la misma opinión que Veldro. No era algo que a Xerim, o a cualquier otro que conociera ese ambiente, le sorprendiera. Tyfoid siempre había sido del tipo de persona que se toma las órdenes a su manera. El alquimista hizo un esfuerzo en no fijarse en el resto del grupo, por si en algún momento tenía que fingir no conocerlos, centrándose únicamente en el tirador.

-Hoy vas a ser mi niñera, ¿me equivoco?

-Preferiría que me consideraras tu ángel de la guarda – respondió él riéndose-. Te estaré observando a mayor distancia que el resto por si necesitas un buen disparo. Solo hazme una señal y tendrás una buena distracción.

-En ese caso que la señal sea doble. No quiero que nadie salga herido por un descuido – sentenció Xerim.

-A sus órdenes. Bueno, en realidad a las del Hurón pero tú ya me entiendes – apuntilló de pronto. Aquel tipo oscilaba entre la madurez de un adulto y la inocencia de un niño en cuestión de segundos.

Xerim no estaba seguro de querer tener a un tipo tan bipolar cubriéndole la espalda, pero era mejor que no tener a nadie. Y tener a alguien respaldándote daba una seguridad que en esos momentos el alquimista apreciaba.

Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 10 de Septiembre de 2011, 17:23
Día 8

PdM – 28.

Tareas Obligatorias

Visitar la "Torre de los Astros" [Cuartel de Veldro] – 6.

Tareas Opcionales

• Buscar información en "El Distrito" – 7. 

• Buscar información en "El Tablero" – 7.

• Buscar información en "El Geo" – 7.

• Buscar información en "La Manigua" – 7.

• Buscar información en "Los Corrales" – 7.


Se abren las votaciones.

Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: Mime en 12 de Septiembre de 2011, 01:10
Buscar información en "El Geo"
Buscar información en "Los Corrales"
Buscar información en "El Distrito"
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: El tipo en 12 de Septiembre de 2011, 02:42
Geo
Tablero
Manguita

Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.
Título: Re: Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza
Publicado por: ayrendor en 15 de Septiembre de 2011, 15:17
Alt-NWB entra en hiatus por decisión unilateral por mi parte.
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