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Carta de una Geisha

Iniciado por Natsume, 22 de Junio de 2008, 10:05

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Natsume

Bueno, decir que esta historia es de las más flojitas que he escrito, y soy consciente de que no tiene un "gran valor literario", pero yo la cuelgo por estrenarme en el foro. Dejadme vuestros comentarios, críticas y amenazas de muerte xD.

Carta de una Geisha:

Querido padre:

Sé que tal vez no entendáis mi actitud pero aún así os ruego que leáis más allá de la cuarta línea.

Me marcho de casa de los Hamazaku. No, por favor. No rompáis la carta. Leedla, os lo suplico.

Tengo dos motivos con fuerza para tomar ésta decisión. El primero de ellos, tal vez a vos os parezca una más de las estupideces de vuestra hija, a la que ya no querréis reconocer como tal ya que no ha sabido cumplir con su deber de Geisha, pero para mí es, seguramente, uno de las más importantes razones que disculpan mi marcha.
Fue el amor. Sí padre, el amor. Sé que vos fuisteis uno de los pocos hombres afortunados que en nuestro continente se casó por amor hacia su esposa, (en paz descanse mi difunta madre). Por eso precisamente, espero que vos entendáis esta segunda razón que respalda mi marcha. Tatsui Hamazaku no me ama, y eso es mutuo, ya que yo tampoco le amo a él. Ni siquiera le aprecio o respeto. La familia Hamazaku no me quiere más que para darles descendencia, y vos sabéis que la falta de respeto y cariño es algo que yo nunca pude soportar. Me niego a darle a Tatsui hijos que él no va a querer más que como prueba de que ha cumplido con su obligación de primogénito del clan.

El segundo motivo que me hace marcharme es extraño, increíble, y muy complicado de contar, por eso quisiera pediros que, si esta carta os está causando pesar o dolor, la deje aparcada durante un rato en la mesa, como hacía con los juegos de lógica que realizábamos juntos cuando yo no era más que una infante de siete inviernos.

¿Estáis preparado para continuar la lectura de mi misiva? Espero que sí, porque lo que tengo que contarle, la última razón que me ha hecho tomar ésta decisión, es una historia fantástica, increíble, parecida a las que la abuela me contaba por las tardes en el lago de los lotos.

Esto es lo que me sucedió hace dos jornadas.

*****

Yo me encontraba en el salón de arreglos del jardín de los Hamazaku. justo al lado del santuario, preparándome para otra noche junto a Matsui. Arreglé mi pelo como a vos os gustaba que se lo arreglara mi madre y me puse el hermoso kimono de seda que la abuela Hama me regaló. Me dirigía ya hacia el interior de la mansión cuando reparé en el portal de entrada al jardín. Allí, un pobre anciano se aferraba al enrejado desesperadamente.

Sí padre, lo hice. Corrí hacia allí, olvidándome de mi peinado, mi hermoso vestido y del hombre al que un día juré obediencia y que seguramente me esperaba en la habitación.
Abrí la puerta y permití que el pobre hombre se apoyara en mí. Lo llevé al santuario, no me importa reconocerlo. Sí, allí lo llevé y, ante los ojos de los ancestros Hamazaku curé sus heridas más infectadas y le di comida y algo de beber.

Le hice despojarse de su ajado sombrero y su mochila. Del interior de la misma, saqué un trozo de pan duro y lo sustituí por arroz y tortas de trigo.

Cuando fui a guardar las tortas, encontré algo más. Una katana padre... ¿Recordáis la ilusión que me hacía veros a vos entrenando con la vuestra?

Era plateada y despedía un agradable y mágico resplandor.

De pronto recordé que, como mujer, no debía tocar una espada que perteneciera a un hombre, y la devolví a la ajada mochila. También recordé que seguramente Matsui llevaría bastante tiempo esperando mi aparición, así que le dije al anciano que no se moviera de ese lugar, ya que hasta el día siguiente ningún miembro de la familia se acercaría al santuario, y por tanto allí estaría seguro. Me sonrió con agradecimiento. ¡Agradecimiento padre! Vos sabéis que nunca nadie me agradeció nada a excepción de madre y usted... Tal vez gracias eso afronté por vez primera mi castigo físico sin pronunciar una queja. Pensé en ese anciano durante la noche, una noche en la que apenas dormí. Tenía una sensación... No, era más que eso. Estaba segura de que al día siguiente, algo nuevo y maravilloso entraría en mi vida.

Desperté temprano, más temprano que nunca y me dirigí al santuario a todo correr. Me sorprendí al no encontrar allí al anciano. Tal vez había considerado oportuno marcharse una vez curado y descansado.

Fui al estanque de la parte trasera de la casa. Ya sabéis padre, el que contiene la carpa dorada y roja que me salpicó la cara el día en que visitamos la casa por primera vez.
Allí lavé mi cara y mis manos. Sabía que debía emplear el cuarto de aseo de las Geishas, como todas las demás, pero el agua del estanque estaba tan helada, era tan agradable, que no pude evitarlo.

Cuando me dirigía de nuevo a la casa, me acordé de los restos de comida que posiblemente habrían quedado en el suelo del santuario, y fui allí para recogerlo todo.
Os estará pareciendo que esta carta es un diario en el cual cuento una jornada más en mi vida, pero era necesario poneros en antecedentes padre.

Nada más entrar en el santuario, sentí que no estaba sola. Alcé la mirada y vi, sobre la tumba del anciano mayor de los Hamazaku, a una mujer tan hermosa que podía competir con la Geisha favorita de Matsui. De hermoso y brillante pelo negro e inteligentes ojos morados. Me sonrió, y en esa sonrisa reconocí al buen hombre al que había ayudado el día anterior. Sé que suena a locura, pero supe que esa mujer era el anciano viajero al que curé. Y me convencí cuando vi en sus manos la katana plateada. Tenía el mismo mágico aspecto de la vez anterior.

Mi sorpresa fue indescriptible cuando me la tendió, y mayor todavía cuando la espada. flotó hasta mi mano y mis dedos se cerraron en torno a su mango. Antes de desaparecer me habló, dándome un mensaje. Aquél que yo había ansiado oír desde hacía años.

-Sé libre.

Libertad. Usted sabe que yo siempre fui una joven muy impulsiva, tal vez algo rebelde. Nunca fui capaz de atarme a nadie, ni siquiera a vos, y continuar con mi vida como Geisha me obligaba a tomar esas ataduras e incluso algunas más fuertes. Por este motivo, no pensé que algún día recuperaría este derecho, para mí más valioso que el más caro de los diamantes. Miré la katana que descansaba en mis manos. Supe que era un símbolo. Era libre de tocar una espada, algo que nunca me atreví siquiera a soñar.

Sólo me restaba hallar en mí misma el valor para tomar mi libertad del mismo modo que la katana.

Bueno... Ese ha sido mi principal motivo de marcha. Os escribo esta carta desde la estación. Marcho a Europa. No tengo ni la más remota idea de lo que me espera allí... Pero seguro que será emocionante y maravilloso, padre.

Una carta como ésta quedó sobre la almohada de Tatsui. A estas alturas toda la casa sabrá de mi traición.

Creo que eso es todo padre. No considero necesario recordaros lo muchísimo que os amo, ya que vos seguramente lo sabéis desde siempre, pero no obstante lo haré. Aunque estas palabras os parezcan a vos una traición y una vergüenza por parte de aquella a la que ya no querréis considerar vuestra hija, os las daré:

Os amo padre. Os quiero de la misma forma que quise a mi madre y a mi abuela.
Vuestra hasta que deseéis olvidarme:

-Sheng Hua-
Porque una escalera sólo tiene dos direcciones, y si uno sube y el otro baja, su destino será encontrarse.

Thylzos

Ya sabes lo que opino. No es ni de lejos lo mejor que escribiste, pero bueno, espero que subas el resto de tus relatos :P.

Gracias freyi *.*


Cita de: Gambit en 26 de Enero de 2010, 10:25
Follar cansa. Comprad una xbox 360, nunca le duele la cabeza, no discute, no hay que entenderla, la puedes compartir con tus amigos...

Natsume

Bueno, no sé si hacerte caso, porque a ti el que más te gustó (o uno de los que más) es el de la torre, que para mí es el peor... xD
Porque una escalera sólo tiene dos direcciones, y si uno sube y el otro baja, su destino será encontrarse.

Superjorge

Ponlo aquí y decidimos todos
Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.

Natsume

Uh... Bueno, pues nada, dejo el relatillo de la torre aquí, porque es cortito y, la verdad, si tengo que abrir un tema para cada relato que cuelgue, voy a acabar inundando el sitio xD. Aquí se queda, aunque repito que a mí no me gusta demasiado, es totalmente infantil y simple, a mi parecer.

Leyenda de la torre:

Habla la leyenda de Alice, una princesa soñadora y melancólica a la que
le encantaba observar el reino rodeado por el océano desde lo alto de su
balcón en la torre Sur de palacio. Pero ella tenía un sueño, quería ver el
mismo paisaje desde la ventana del piso más alto de la torre Norte...
   
Su padre, el rey, no lo permitía.

-¿Por qué no me dejáis subir al balcón de la torre grande padre?
-Te lo explicaré cuando seas mayor...

No era cierto... Su papá le había puesto la misma excusa infinidad de veces.
Pero los años pasaban y Alice seguía soñando con subir. El hermoso
paisaje que veía todos los días desde su ventana, ahora le parecía monótono
y gris.

Un día se decidió. Ella no era una niña rebelde, pero estaba deseando
descubrir el misterio de la torre, y el paisaje que se observaría desde la
ventana.

Se acercó lentamente, burlando a los guardias que custodiaban el patio por
el que se llegaba a la torre Norte.

Se detuvo ante la puerta. ¿Qué podía haber allí que a su padre le provocaba
tanto miedo? Alice sacudió la cabeza. Fuera cual fuera lo que había
dentro, su deseo de subir era aún mayor. La princesa respiró hondo y acercó
los dedos a la puerta. Algo la atraía hacia dentro... sabía que su destino
estaba allí.

-¡Alice! ¡No! -gritó el rey. Pero no llegó a tiempo... su hija fue
"absorbida" por la torre y el rey sabía que la había perdido para siempre...
igual que a su esposa. La princesa se encontró subiendo las escaleras como
en un sueño... sin ser consciente de la desesperación de su padre, del
peligro que corría ella, de nada, ni de nadie. Llegó al ansiado balcón y
cuando se asomó...después de 10 años deseándolo, lo que vio fue...nada... no
era oscuridad ni luz, era sencillamente NADA. Pero a sus ojos, esa nada era
lo más hermoso que había visto...y lo más hermoso que sigue viendo porque
ahora, 2000 años después, hay gente que asegura que, aunque la torre ya no
está maldita, la princesa Alice sigue allí, observando todo y sin
observar nada... Viviendo su sueño por toda la eternidad...
Porque una escalera sólo tiene dos direcciones, y si uno sube y el otro baja, su destino será encontrarse.

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