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Salón Recreativo => Antiguos juegos => No Way Back => Mensaje iniciado por: ayrendor en 09 de Mayo de 2011, 02:01

Título: Dogan 019 - Archivo
Publicado por: ayrendor en 09 de Mayo de 2011, 02:01
Bienvenidos al Archivo. Lugar de orden para todas aquellos relatos que ocupan un lugar aparentemente secundario en la historia de la humanidad.
Título: Re: Dogan 019 - Archivo
Publicado por: ayrendor en 09 de Mayo de 2011, 02:01
Estoy seguro que todos habéis oído hablar de los libros "Elige tu propia aventura". En el caso de que alguno no, aquí va una pequeña explicación:

"Una serie de libros juveniles de hiperficción explorativa, también conocidos como «libros juego», en los que el lector toma decisiones sobre la forma de actuar de los personajes y modifica así el transcurrir de la historia. En un inicio, la serie se publicó en inglés bajo el sello de Bantam Books, de 1979 a 1998. Las primeras traducciones al español se publicaron en los años 80."


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En primer lugar quiero responder a cuatro preguntas:

1º- ¿Tiene esto alguna relación o incidencia directa sobre esto: Acto I (http://www.cientoseis.es/index.php?topic=24103.0)?

Si, es inevitable que aunque yo maneje el barco rayd lea, se entere y decida coger cosas. Además el goteo de información lo decidimos por consenso.

2º- ¿Puedo leerme las historias de forma independendiente al NWB normal ?

Por supuesto, todo depende del afán de conocimiento que tengáis. Progresivamente estas historias irán cubriendo aspectos que no se afrontan en la trama principal. 

3º-¿Donde puedo quejarme de que no entiendo nada o soltar chorradas?

Pues donde siempre El gran (mentira) hilo para comentar... (http://www.cientoseis.es/index.php?topic=24018.0)

4º- ¿Donde me quejo de que no me gusta la historia, no me parece coherente/creíble cierto aspecto?

Pues en el hilo del Feedback (http://www.cientoseis.es/index.php?topic=24377.0). Agradeceré cualquier comentario sobre como corregir o mejorar mi forma de escribir. Llevo inactivo algo más de año y medio si no me equivoco, así que es de esperar que cometa fallos. Por otro lado la orcografía en mi caso falla muchas veces, también agradezco correcciones.
Título: Re: Dogan 019 - Archivo
Publicado por: ayrendor en 09 de Mayo de 2011, 02:05
Indice




Archivo 1 - Frío (http://www.cientoseis.es/index.php?topic=25231.msg523278#msg523278)

Tags: Sean, Barrows, Señal...

Título: Re: Dogan 019 - Archivo
Publicado por: ayrendor en 09 de Mayo de 2011, 02:05
Personajes


A
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B
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C
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D
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E
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F
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G
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H
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I
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J
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K
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M
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N
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P
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S
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T
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U
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V
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X
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Y
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Z
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Título: Re: Dogan 019 - Archivo
Publicado por: ayrendor en 09 de Mayo de 2011, 02:05
Mapas

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Título: Re: Dogan 019 - Archivo
Publicado por: ayrendor en 09 de Mayo de 2011, 02:05
 
Sistemas de Juego




Este es el modo simple de jugar. Las historias que se cubren así tienen una trama más simple y una aparente menor importancia. Normalmente se dan dos opciones y vosotros, jugadores, decidis mediante una votación en el post que opción se lleva a cabo. Las opciones se dividen en positivas y negativas. El conjunto de decisiones tiene repercusión sobre el final de la historia, pudiendo obtener varios finales diferentes.



Este es el modo complejo de jugar. Las historias que se tratan tienen una repercusión grande sobre la trama principal. La historia se divide en días y al principio de cada uno de ellos obteneis un número fijo de Puntos de Movimiento (PdM de ahora en adelante). También se os otorga una lista de tareas dividadas en obligatorias y opcionales. Mediante una votación debeís seleccionar entre dos y tres opciones (dependiendo del Día) cada vez que se os indique. El orden de las opciones significara la preferencia con que quereis que se realicen. Las votaciones se repetirán tras cada texto hasta que se agoten los PdM, o se vuelvan insuficientes para realizar las tareas restantes de la lista.

El final de estas historias es algo más cerrado que con el Sistema A. Sin embargo, la situación final puede variar mucho según las opciones que escojais.
Título: Re: Dogan 019 - Archivo
Publicado por: ayrendor en 09 de Mayo de 2011, 02:05
Reservado
Título: Re: Dogan 019 - Archivo
Publicado por: ayrendor en 09 de Mayo de 2011, 02:05
Reservado
Título: Re: Dogan 019 - Archivo
Publicado por: ayrendor en 09 de Mayo de 2011, 02:06
Reservado
Título: Re: Dogan 019 - Archivo
Publicado por: ayrendor en 09 de Mayo de 2011, 02:06
Reservado
Título: Re: Dogan 019 - Archivo
Publicado por: ayrendor en 09 de Mayo de 2011, 02:06
Archivo 1 - Frío

Luz. Eso es todo en lo que puedes pensar mientras consigues concentrarte lo suficiente para saber donde estas. Tu cuerpo esta entumecido por el frío y apenas puedes moverte. Lentamente te incorporas desde el suelo, estiras tu cuerpo tratando de recuperar la movilidad de tus articulaciones y unos segundos después te invade la situación de que hoy no será un buen día.

Media hora más tarde una figura sale de la arboleda junto a la "Native Village of Barrow". De lejos parece un vagabundo mal nutrido, pero de cerca se pueden apreciar rasgos jóvenes bajo la mugre que cubre su rostro. Lleva días durmiendo a la intemperie, y en sus pantalones el barro y la tela comienzan a fusionarse de forma definitiva.
Su nombre es Sean y hasta hace dos días se dedicaba a trapichear en aquella pequeña comunidad al Norte de Alaska. Nunca había sido ambicioso, su único objetivo había sido sobrevivir y complacer a quienes llevaban las cuentas. Su ámbito de actuación eran los menores de edad, lo cual era lógico ya que, a pesar de tener ya casi veinte años, conservaba una cara aniñada. Era muy cuidadoso en su trabajo y rara vez había tenido un problema, al menos hasta la semana pasada cuando se desató el infierno.

El nombre del comprador era James. Nunca llego a conocer su apellido, ni siquiera lo había considerado relevante para un chanchullo tan simple. La entrega se realizaba junto al lago Isatkoak, alrededor del mediodía, cuando la policía realizaba el cambio de turno. James parecía un tipo jovial, vestía bien y echaba un ligero tufillo a colonia barata. Era el típico vecino americano, eso sí con la ligera variante de que se hinchaba a cocaína. Sean no fue capaz de predecir que aquel objeto negro que sacaba del interior de su americana no era la cartera. La descarga del tasser le dio de lleno en el hombro y le aturdió. No duró mucho tiempo, pero si el suficiente para que James condujera hasta el aeropuerto y tratara de tomar un avión. Ahora mismo debía estar pudriéndose en los calabozos de alguna ciudad cercana.
Los jefes de Sean no se tomaron el fracaso con una actitud positiva. La deuda ascendía a unos quinientos dólares, cifra muy por encima de lo que Sean podía afrontar a corto plazo. Tuvo dos días para intentar reunir el dinero. El muchacho decidió que mejor emplear ese tiempo en conseguir un refugio donde esconderse hasta conseguir salir de aquel páramo helado.

La situación era cada vez más insostenible. El mal tiempo no había azotado la zona pero las temperaturas cada día le parecían más bajas. Quizá el no comer bien estaba debilitando su cuerpo, o al menos eso quería creer Sean. Era cuestión de tiempo que le encontraran, y si la cosa seguía así, posiblemente solo encontrarían un cuerpo helado al que culpar.

Tiene todo un día por delante para tratar de buscar una solución. Sólo hay dos formas de encontrar dinero: ir al instituto de Barrow a tratar de conseguir dinero o al "Samuel Simmonds Memorial Hospital" a robar algo. Las oportunidades de éxito son nulas, sin contar el riesgo que supone ir hasta la parte Sur de la ciudad, pero no te queda otra opción.
Título: Re: Dogan 019 - Archivo
Publicado por: ayrendor en 09 de Mayo de 2011, 02:08
Barrow es una ciudad pequeña, apenas llega a los 4000 habitantes, y como tal apenas tiene dos líneas de autobús. El frió no trata bien a los grandes armatostes mecanizados así que las condiciones del vehículo no son las mejores.  Aquel autobús tenía por lo menos veinte años y sonaba como un cortacésped escacharrado. Sean no desentonaba nada en los asientos traseros rasgados y desteñidos. Su mirada estaba fija en la calle mientras el bus descendía por la leve pendiente que marcaba la costa. No podía permitir que nadie le viera, se sentía como un pájaro enjaulado.

El bus se detuvo con dificultad en el cruce múltiple de la calle Stevenson. Sean aprovecho que la calle estaba desierta para dirigirse a la parte trasera del hospital con mayor tranquilidad. No era un lugar agradable para él. No podía evitar recordar el calvario que había supuesto la enfermedad de su abuela. Desde aquel momento toda su vida parecía haber ido cuesta abajo sin frenos hasta el día de hoy. Un par de estudiantes que se dirigían a sus clases matutinas le alertaron de que estaba bajando la guardia. Vació su mente y siguió hacia la gran mole del hospital.

Unos cinco minutos después había llegado a la tienda "Barrow Utilities & Electric" donde varios camiones se encontraban descargando mercancías. Demasiado ocupados en su dura tarea no repararon en su presencia. Más adelante le esperaban las puertas traseras del hospital que normalmente permanecían cerradas. Sean había descubierto dos años atrás que hacía falta solo un poco de maña, y un ligero golpecillo, para abrirlas. Sin embargo, la autoridad no parecía dispuesta a permitirle entrar. Dos coches estaban estacionados en la parte trasera haciendo guardia. Por una de las ventanillas del coche más cercano escapa el humo de un cigarrillo, con los policías allí no podía arriesgarse. Era hora de pensar en un plan B.
Título: Re: Dogan 019 - Archivo
Publicado por: ayrendor en 09 de Mayo de 2011, 02:09
A Sean no le hace falta pensar mucho para darse cuenta del siguiente paso lógico. Si los mozos no se habían dado cuenta de su presencia mientras descargaban, eran altas las probabilidades de que se pudiera colar sin mayor problema. Cuando se aproxima de vuelta al establecimiento puede ver como el ritmo ha aumentado considerablemente. Las cajas vuelan desde los camiones al interior del edificio. El número de trabajadores parece haberse multiplicado. El sigilo no le serviría de nada, era necesario ser cuidadoso y preciso.
Hay unos diez metros de distancia entre el camión más cercano y la puerta. Nunca había sido muy bueno con los números pero era capaz de calcular los tiempos de cada mozo en transportar las cajas. Apenas hay treinta segundos entre cada uno de ellos. Vocalizó las operaciones en susurros varias ocasiones y tomó la decisión.

Caminar con naturalidad no era la mayor habilidad de Sean. Los últimos días viviendo al límite solo habían acentuado su tendencia a caminar como alguien que busca problemas. Se colocó junto al borde trasero del camión con los brazos extendido esperando la caja. El hombre de dentro del camión se la pasó con rapidez, había colado. Apenas había recorrido dos metros cuando una voz le detuvo.

-¡Eh, chaval! – la voz quedaba oculta entre las sombras y no había forma de saber si le había descubierto -. ¡Se te olvida la gorra!

Aquel tipo le lanzo la gorra desde la oscuridad. Sean la cazo al vuelo y se caló la visera tapándose los ojos. Se dio media vuelta y se metió por la amplia puerta de color rojo. No tenía ni idea por donde ir, así que siguió a su instinto por los pasillos oscuros de la trastienda.

Finalmente, llegó hasta un pequeño armario que parecía repleto de recambios de piezas de motor. Podía sacarse una buena suma vendiéndolas a los chatarreros. Decidió hacer un cambio de los productos invendibles de la caja por las piezas. Al terminar la caja pesaba considerablemente.

Sean tampoco era bueno orientándose, así que el camino de vuelta no fue fácil. Una ligera luz parecía ubicarse al final del sexto pasillo que recorría. La duda de si avanzar retenía quieto en su posición. Unos pasos le liberaron de su parálisis y le hicieron decidirse a seguir adelante. La puerta no daba a la salida, pero si a un garaje de tamaño medio con dos camionetas de reparto. Ambas tienen las puertas traseras abiertas de par en par, parecen cargadas para realizar los pedidos correspondientes. Cada una de ellas tiene un cartel diferente en la puerta. Las voces se aproximan por el pasillo y van a descubrirte de un momento a otro.
Título: Re: Dogan 019 - Archivo
Publicado por: ayrendor en 09 de Mayo de 2011, 02:10
La furgoneta de la derecha parece tener mayor espacio para ocultarse de los trabajadores. Sean se acomodó entre las cajas de tal forma que su anatomía quedara a salvo de cualquier  mirada. No fue necesario ya que aquellos hombres resultaron ser los conductores de las camionetas. Cerraron las puertas con un fuerte golpe y se fueron a la cabina. El rugido del motor le ensordeció durante unos segundos, luego se dejo llevar por el ruido hacia el mundo de los sueños.

Estaba en un campo de verde hierba que se extendía en todas las direcciones. El sol resplandecía en un cielo impoluto de tonos morados. Grupos de niños jugaban entre ellos a perseguirse. Sean quería salir a correr, a disfrutar del día y olvidarse de todo, pero no podía. Un fortín de cajas de cartón le mantenía encerrado, sin posibilidad de moverse o escapar. Se estaba hartando de tratar de romper la puerta cuando el caballero azul apareció frente a él. Portaba una espada de luz en su mano derecha y se movía como si su cuerpo fuera de humo. Sean trató de escapar de sus palabras inteligibles, rehuyó el contacto con aquel monstruo, pero le había acorralado. Su brazo difuso se clavo en el hombro y le provoco dolor. Parecía como si una tenaza de metal tratara de arrancarle el deltoides. Sean extendió los brazos con fuerza hacia la figura y para su sorpresa retrocedió. El fortín de cajas se vino abajo y sólo quedo la oscuridad.

La voz ahora llegaba más cercana pero era incomprensible. En ese momento fue consciente de que se había dormido y que le habían descubierto. Se tambaleó para ponerse de pie y echo a correr. Por el camino empujo al monstruo azul convertido ahora en un uniformado trabajador. Perdió el sentido de la orientación subiendo escaleras y atravesando pasillos. Finalmente apareció en un lujoso corredor bien iluminado. La moqueta del suelo despedía un olor fuerte a ambientador. Se apoyó en la pared tratando de recobrar el equilibrio. Trató de relajarse para poder poner en orden sus pensamientos. En ese momento tuvo la sensación de que le observaban. Giro la cabeza hacia el fondo del pasillo y le reconoció al instante. Nathan Estacado, el enlace de los traficantes de drogas en el ayuntamiento, tenía sus ojos claros clavados en él. Su ceño fruncido denotaba la ira acumulada durante los últimos días. Posiblemente estaban preocupados por si a Sean se le hubiese ocurrido contar a la policía toda la historia, pero él no estaba dispuesto a quedarse ahí esperando para descubrirlo.
Título: Re: Dogan 019 - Archivo
Publicado por: ayrendor en 09 de Mayo de 2011, 02:10
Sean arrancó a caminar tambaleándose en dirección opuesta a Estacado. El pasillo no era demasiado largo y desemboca en una amplia escalera descendente. Agarrándose del pasamanos bajó escalón por escalón, mientras trataba de no pensar en los preciosos metros que su perseguidor debía estar ganando. No había llegado al tramo final cuando una mano fría y sudorosa le agarró con autoridad el cuello. La voz fría, y ligeramente estridente, de Nathan Estacado se coló por su oído.

-Vaya, quien me iba a decir que habría alguna rata aquí -  la respiración de Estacado provocó un escalofrío que recorrió la espalda de Sean -. Se de algunos amigos que se van a alegrar de verte.

Intentó forcejear pero aun se encontraba demasiado mareado para conseguir un mínimo efecto. Estacado le estaba obligando a bajar hasta el final sin aflojar su presa. En apenas media hora estaría en manos de los traficantes, y después sólo Dios sabía donde podía acabar.

-Espero que seas amable y no montes un espectáculo mientras salimos - le sugirió el mafioso mientras se regodeaba de su situación-. Ninguno de los dos queremos que esto acabe en manos de la policía.

-¡Que te follen! - balbuceó, y mientras lo decía se daba cuenta que bastante mejor era terminar en un centro penitenciario que muerto -. Espero que tengas huevos de hierro...

Estacado no tiene tiempo a más que formular a medias una pregunta antes de que Sean lance su codo directo a las gónadas de su captor. El golpe no llega ni a ser doloroso, pero si lo suficientemente molesto para darle una oportunidad para liberarse. Sean se dejó caer por los restantes escalones hasta el hall. No le cuesta mucho llamar la atención de los policías que custódian la puerta, pero es consciente de que no será capaz de llegar hasta ellos andando. A su lado, una secretaría demasiado ocupada en su fajo de folios para percatarse del cuerpo caído en el suelo, se presenta como la oportunidad perfecta para armar algo de barullo. Un ligero empujón, un gritito de sorpresa y miedo de la mujer, y ya tiene a los policías dirigiéndose hacia él.

Antes de que pueda darse cuenta ya ha sido reducido, aunque no ha opuesto resistencia alguna, y está siendo arrastrado hacia el exterior. Estacado queda atrás, intimidado por la presencia policial. Puede que no haya ganado su libertad pero al menos si algo de tiempo.
Título: Re: Dogan 019 - Archivo
Publicado por: ayrendor en 09 de Mayo de 2011, 02:11
Las calles de la ciudad solían estar siempre más concurridas en la zona Sur de la ciudad. Era el centro administrativo y turístico, si es que alguien quisiera visitar esa ciudad situada en el culo del mundo.

Sean era aquella mañana el centro de la miradas. Escoltado por un policía diferente a los que le habían esposado se sentía muy seguro. Estacado no se había atrevido a acercársele después del alboroto, aunque no albergaba duda de que había puesto al tanto a sus jefes de la situación.  El cuerpo de policía de Barrows no tenía demasiados vehículos, por tanto, el agente que escoltaba a Sean iba a pie. El paseo había despejado lo suficiente la mente del chico como para considerar el volver a escapar. Durante los primeros minutos de su cautiverio se había planteado dejarse conducir hasta la comisaría situada al final de la calle Kiogak, pero no podía confiar en que allí los traficantes no tuvieran contactos. Después de todo, Barrows tenía más de pueblo que de ciudad. El agente situado a su espalda no le permitía una total libertad de movimientos. Podía parecer andrajoso y desorientado,  pero aquel tipo sabía que estaba más despierto que lo quería aparentar.

Su oportunidad llego en el cruce de Firelane con Kiogak. En una de sus esquinas se encontraba una tienda de televisores a la vieja usanza, con varios plasmas situados de cara al público mostrando un canal de noticias. Una serie de gráficos querían expresar unos descensos drásticos de algo, que debido a la distancia entre el televisor y Sean, no podía descifrar. El policía se había distraído un poco, aunque no había apartado su mano de las esposas. Cuando se dirigieron a cruzar la calle Sean realizó su jugada, y mientras se disculpaba, se agacho para atarse los cordones de sus botas al borde de la acera. Tras unos segundos demostrando una fingida torpeza, el propio agente se agacho a ayudarle. Sean cargó su peso al lado izquierdo contra las piernas de aquel hombre mientras se preparaba para levantarse y hacerle caer. Con suerte solo se golpearía levemente contra alguno de los coches que pasaban tras golpearse con el asfalto. Y si ocurría algo peor nadie podría culparle por haber resbalado por el deslizante suelo.

La maniobra duró apenas unos segundos sin que nadie se percatará de las intenciones de Sean. El policía cayó de medio lado golpeándose el brazo y el costado. Los coches pudieron verlo con antelación,  y el más cercano freno de modo que sólo golpeó la cabeza del agente de la ley. Los transeúntes se acercaron a ver que ocurría al mismo tiempo que el chico retrocedió. Ahora debía decidir que dirección tomar para despistarle.
Título: Re: Dogan 019 - Archivo
Publicado por: ayrendor en 09 de Mayo de 2011, 02:11
El viento agitaba su pelo mientras la respiración entrecortada ocultaba el sonido de su corazón. El descampado, que unía las calles Kiogak y Egasak, tenía una distancia de unos cuatrocientos metros plagados de zonas heladas, socavones y barrizales. Mantener el equilibrio estando esposado no era tan sencillo como podía parecer a primera vista, en más de una ocasión había estado a punto de tropezar. Fue precisamente su empeño en no reducir la velocidad lo que ocasiono el primer problema de su huida. Cuando estaba llegando a la mitad del terreno su pie se posó sobre un tronco de árbol con la superficie helada. Todo podría haberse quedado en un simple traspié, pero la energía que llevaba le impulso hacia delante. No fue hasta que trató de levantarse que fue consciente del golpe en el tobillo. Dentro de su cabeza comenzó a formarse la idea de que rendirse era la mejor opción. Sería tan fácil quedarse allí tumbado a descansar unas horas. Podría reposar e idear un buen plan, no es que hoy le hubiera ido muy bien pero si que había tenido buenas ideas. Pronto desecho la idea, no era propio de él rendirse, seguiría adelante hasta las últimas consecuencias.

Veinte minutos después había logrado salir del descampado aun más sucio, si es que eso era posible, que como había entrado. No podía caminar con facilidad, por lo que necesitaba un medio de transporte. Por suerte para Sean las camionetas con la parte trasera descubierta proliferan en la ciudad. Se incorporó en la primera que pudo que iba en dirección a la calle Stevenson, pasaría necesariamente cerca de una zona peligrosa pero era la única dirección que le aproximaría al hospital.

El vehículo sonaba aun peor que el autobús que había código aquella mañana. Sean se preguntaba como aquellas piezas oxidadas no se separaban con los esfuerzos a los que era sometida la camioneta. Esa idea deriva en otra, y así sucesivamente mientras sigue su camino. Tan ensimismado se queda en sus pensamientos que no se percata de la presencia del Mustang azul que parece haber decidido que tiene el mismo destino que la camioneta, como tampoco se da cuenta de que sus ocupantes le conocen demasiado bien. La mente de Sean está demasiado ocupada pensando en donde encontrar curación para su malparado tobillo. Dos destinos se dibujan en su mente...

Título: Re: Dogan 019 - Archivo
Publicado por: ayrendor en 09 de Mayo de 2011, 02:11
El restaurante Osaka era sin lugar a dudas el mejor paradero que podía encontrar. Además de ser el más cercano, contaba con que Aya, una de las camareras y vieja conocida suya, estuviera realizando su turno a esa hora. La había conocido en el segundo año de instituto cuando aun se molestaba en asistir a las clases. Ella no era precisamente una lumbrera pero se defendía bastante mejor que Sean en la mayoría de las materias. Posiblemente Aya era con quien había tenido una relación más cercana en toda su vida. Sin embargo, Sean la había expulsado de ella cuando comenzó a darse cuenta de que cuando juegas con fuego es imposible que alguien no salga quemado.

El fluorescente de la ventana con la palabra "OPEN" le dio la bienvenida. Al lado de la ventana un gran cartel rezaba que se servían rollos de Sushi y Teriyaki todo el día. Sean opinaba que algo de Teriyaki no le vendría mal para aliviar el dolor del tobillo. La puerta se abrió con suavidad hacia un estrecho y vació recibidor. Sean se tomó la libertad de avanzar hasta el comedor buscando señales de vida. Parecía haber movimiento en la cocina, así que decidió probar suerte.

-¿Aya? - dijo timidamente-. ¿Estas ahí detrás?

Unos segundos después la joven salió por la puerta uniformada, con cara de pocos amigos y un paño en la mano derecha. Tardó unos segundos en reconocerle y sonreír.

-Mira a quien ha traído el diablo hasta mi puerta - se acerco acelerada a Sean y le paso el paño por el rostro-. Deberías cuidarte mejor si no quieres que te confundan con un matorral.

-Si supieras el día que llevo me considerarías afortunado. Me duele mucho el tobillo. ¿Podríamos ir hasta la cocina?

-Claro, no quiero imaginar la cara que pondrá alguien como entre y te vea así - le respondió mientras le ayudaba a continuar el camino a la cocina-. Tampoco te vendría mal una ducha...

Sean se dejo arrastrar hacia la parte trasera del restaurante. Al entrar en la cocina vio su reflejo en el espejo de la pared, realmente parecía un matorral con todo aquel marrón negruzco por la cara. Ya no íbamos a hablar de su ropa que casi se había degradado al nivel de harapos. Iba a tener que conseguir algún recambio proximamente.
Aya no hizo muchas preguntas. Era bien sabido por ella a que se había dedicado Sean durante los últimos años. No podía contar las ocasiones en las que le había pedido que lo dejara y tratara de encontrar un trabajo normal. Pero el dinero fácil le gustaba demasiado como para parar. Así había terminado en aquel pozo de mierda.

Durante veinte minutos aquella cocina se convirtió en un pequeño oasis en el largo y árido desierto de su día. Pero poco tardo en volverse un espejismo. Peter Skarver y Ernest Wayne le devolvieron a la realidad. Ambos habían recibido la llamada de Estacado apenas hacía una hora dándoles el aviso. Habían localizado a Sean mientras patrullaban la zona en el Mustang azul del hermano de Ernest. No entraron al local directamente en espera de una autorización por parte del jefe. Ahora tenían vía libre para cobrar la deuda.

-Sal de aquí zorra -dijo Peter con voz ronca-. No vuelvas a no ser que quieras un tatuaje nuevo en la cara -continuó mientras sonreía macabramente. Aya se encogió de miedo.

-Será mejor que le hagas caso pequeña -susurro Ernest cerca del oído de ella-. No te gustaría estar aquí dentro de un momento.

La mirada de Aya se cruzó con la de Sean durante unos segundos. Después abandonó la cocina a toda prisa. Sean no la podía culpar, no tenía ninguna obligación de quedarse allí a ver como recibía su castigo. Era hora de enfrentarse a sus demonios personificados en aquellos dos matones.
Título: Re: Dogan 019 - Archivo
Publicado por: ayrendor en 09 de Mayo de 2011, 02:12
Bien, Sean tenía aproximadamente un minuto antes de que le empezaran a fundir a hostias. No era muy alentador pero era suficiente para pasar su mirada por las cosas que estaban a mano. ¿Instrumentos afilados o punzantes? Cero. Lo más contundente es una ancha sartén situada sobre el fogón apagado junto a su mano izquierda que con suerte dejaría fuera de combate a alguno de los dos tipos. Era la última bala en la recámara del maltrecho revolver que era Sean.

Ernest fue el que se aproximó primero deslizándose por el limpio suelo de la cocina. El traje amplio de color oscuro le quedaba grande pero aquello no parecía importarle. Sus movimientos recordaban a un gangster salido de una película de los años setenta.

-Esto va a doler lo justo chico -la sonrisa en sus labios parecía decir todo lo contrario. Siguió acercándose lentamente hasta quedar a apenas medio metro de Sean.

-Sólo no pongas más problemas, ya tienes al jefe hasta los cojones -dijo Peter dos metros más allá con un tono muy serio.

Sean fingió aparte la mirada con miedo, lo cual no le costó mucho pues en el fondo estaba acojonado. Esperó en tensión a que Ernest cargara todo el peso sobre una pierna antes de golpear y entonces lanzó su mano al mango de la sartén. Todo ocurrió muy rápido, tanto que Sean no sabría explicar lo que pasó con claridad.

En primer lugar Ernest encajó un buen sartenazo en la cabeza que lo derribó. La vibración ascendió por el brazo de Sean tras el golpe pero no dejo caer la improvisada arma. A duras penas avanzó cinco pasos hacia Peter que ya iba en su camino. Lanzó la sartén a apenas un metro con la intención de pillarle por sorpresa. Su éxito fue limitado, Peter recibió un golpe en el costado que le doblo por la mitad, aunque no lo bastante fuerte para quedar inconsciente. Cojeó en dirección a la entrada del restaurante a toda prisa pero antes de que pudiera darse cuenta estaba rodando por los suelos. Descargó sus puños sobre la masa que ahora le presionaba desde arriba. Unos ruidos guturales fue la única respuesta que obtuvo, supuso que provenían de la garganta de Peter que, a pesar de no estar gordo, tenía muchos problemas respiratorios. Fue un golpe casual en la entrepierna lo que le otorgó libertad para seguir avanzando. La voz de Peter maldiciendo le llegaba desde su espalda.

-¡No huyas hijo de la gran puta!-chillo como un cerdo-.¡Te voy a cortar en pedazos!

Y esa era precisamente su intención. De el interior de la chaqueta saco un pequeño cuchillo de unos cuatro centímetros. Cogió aire con dificultad y avanzado a grandes zancadas hacía un desesperado Sean que se había volteado para mirarle. Los movimientos de Sean fueron instintivos y, posiblemente, solo tuvo éxito debido a la obcecación de Peter en clavarle el arma. Sean realizó un movimiento parabólico con la silla de mimbre más cercana que culminó con un impacto en la cabeza del matón. El sonoro "crak" proveniente del cráneo de Peter quedó disimulado por el sonido de la silla al romperse. No era momento de quedarse a esperar, había sobrevivido, ahora si tocaba correr, o en su caso cojear, a un lugar más seguro.
Título: Re: Dogan 019 - Archivo
Publicado por: ayrendor en 09 de Mayo de 2011, 02:12
Sean tuvo que detenerse. Su tobillo parecía haberse hinchado desde el golpe inicial. El gemelo de la extremidad opuesta amenazaba con subírsele cada vez que disminuía su ritmo. Había llegado a la parte superior de la ciudad rodeando la orilla del lago Isatkoak. El sol comenzaba su lento descenso mientras el estomago del muchacho rugía de hambre. No paraba de lamentarse de no haber aprovechado la oportunidad de recoger comida. Pero era consciente de que necesitaba cuidados para la fractura que acarreaba de forma más urgente. No podía acudir al hospital con la policía y los matones buscándole. ¿Qué tenía preferencia, sanar o esconderse?
Título: Re: Dogan 019 - Archivo
Publicado por: ayrendor en 09 de Mayo de 2011, 02:13
La estación de bomberos, como era lógico, estaba abierta las 24 horas del día. Teniendo en cuenta el nivel de las edificaciones de la zona obrera de la ciudad aquel edificio parecía casi lujoso. A diferencia de la mayoría de las casas, estaba construida en ladrillo rojo. Las ventanas y puertas también habían sido pintadas de color ladrillo, con la excepción de los letreros que eran de color azul mar. El padre de Sean había sido bombero pero aquello había sido mucho antes de que él naciera. Por aquel entonces el cuerpo de bomberos no tenía aquellos flamantes camiones nuevos, pagados con los impuestos de los contribuyentes, en los que Sean esperaba a que volviera el bombero al que había pedido ayuda. No le había hecho preguntas sobre su aspecto. Se había limitado a examinarle el golpe para conocer el alcance de la lesión. Finalmente había ido a buscar un botiquín para darle una solución temporal.

Aquel amable bombero regreso acompañado no solo de su maletín. Junto a él venía otro hombre alto y rubio que Sean no reconoció. Vestía de civil y portaba un bastón a pesar de que no cojeaba. Cuando el bombero se inclinó para abrir el maletín, y comenzar la cura, se quedo inspeccionando la operación a una prudencial distancia de un metro y medio. Al principio una sensación de desconfianza había invadido al chico, pero la sonrisa calmada de aquel hombre rubio había despejado el nerviosismo.

El bombero aplicó alguna sustancia en la zona, posiblemente algún antiinflamatorio, en su tobillo. Después se lo vendó a conciencia intuyendo que al muchacho aun le quedaba camino por recorrer. Recogió las cosas de forma atropellada y se quedó mirando fijamente a Sean.

-Mira chaval -dijo tras emitir un largo suspiro-. No te voy a llevar con la policía porque prefiero darte un voto de confianza, no pareces mala gente. Además, de que tus pintas delatan que no estas pasando tu mejor momento -el corazón de Sean había comenzado a latir con fuerza, aquel hombre sabía que lo buscaban-. Sin embargo, hice un juramento y tengo que hacer la llamada. Tienes veinte minutos para alejarte de aquí, espero que sea suficiente.

-Gracias -murmuró Sean, aunque su voz quedo silenciada por las palabras del hombre del bastón.

-Y deberías ir a que te examinaran el tobillo al hospital -comenzó diciendo con un sorprendente tono agudo más propio de un adolescente que de un hombre-. Es una cura provisional, no debes confiarte, sin atención médica total podría ir a mucho peor -el hombre avanzo hacía el y le tendió una pequeña tarjeta-. Pregunta por el Doctor Blake si tienes algún problema nuevo.

La lamina de plástico tenía impresa la dirección del hospital y, en negrita, Doctor Donald Blake, cirujano. Sean asintió con la cabeza y se la guardo en el maltrecho bolsillo mientras salía del amplio garaje de la estación de bomberos.

Tenía que seguir moviendose, pronto llegaría la noche, y debía encontrar ropa nueva y comida. Posiblemente si no pareciera un andrajoso encontraría alguien dispuesto a darle de comer. En ese punto del día, a apenas dos manzanas de la estación que acababa de abandonar, tuvo su primer golpe de suerte. A unos metros acababan de dar la vuelta a la esquina dos jóvenes que conocía del Instituto. Diría que ellos, o alguno de sus amigos, alguna vez habían comprado mercancía. Podía dirigirse a ellos y tratar de conseguir ropa. Pero, ¿como hacerlo?
Título: Re: Dogan 019 - Archivo
Publicado por: ayrendor en 09 de Mayo de 2011, 02:13
-Buenos días señores -dijo Sean imitando una voz de tipo duro de película-. ¿Serían tan amables de prestarme su atención?

La frase surtió efecto  de forma inmediata. Los tres se apartaron con cautela de Sean mientras no apartaban la vista de él. Sus expresiones eran de desconfianza ante aquel asalto aparentemente inofensivo. Disimulando la cojera como buenamente pudo cargó el peso sobre el pie y se acerco a ellos.

-Vuestras caras me son familiares. Diría que he ejercido el libre comercio con alguno de vosotros.

Tardaron unos segundos en reconocer quien estaba detrás de aquellas gastadas prendas. Ahora parecían desconfiar aun más de él. Fue el más bajo el que se dirigió a Sean.

-¿Que coño quieres? -chillo aguadamente aquel joven.

-Tranquilo tío, solo un intercambio de intereses -le respondió mientras sonreía. Había reconocido esa voz, aquel estudiante le había comprado Speed hacia unos meses-. Tu me ayudas a mi, yo no le cuento a tus padres lo que te metes.

Los tres se pusieron a la defensiva. Quizá no había sido la mejor idea extorsionarles. El más alto del grupo fue está vez quien tomó la palabra.

-Vete a la mierda gilipollas. ¿Tu te has visto? No te creería ni un borracho.

Sean no contaba con que el factor mierda le restara puntos a su interpretación pero era evidente que así era. Las cosas estaban a punto de descontrolarse, posiblemente estaban a punto de saltarle encima...

Título: Re: Dogan 019 - Archivo
Publicado por: ayrendor en 09 de Mayo de 2011, 02:14
Sean no contaba con que el factor mierda le restara puntos a su interpretación pero era evidente que así era. Las cosas estaban a punto de descontrolarse, posiblemente estaban a punto de saltarle encima...

-Mejor que os quedeis tranquilos -dijo Sean mientras dirijía su mano izquierda a un inexistente bolsillo de su raida chaqueta-. No quiero que nadie salga herido.

La frase surtió efecto inmediatamente. Aunque no como Sean hubiera querido. Los tres chicos se tensionaron. El bajito le dirigió una mirada de temor, y apenas tres segundos despues, sin dar tiempo a Sean a tirarse un farol mayor, salieron huyendo despavoridos. A medida que se alejan no puede hacer otra cosa que no sea lamentarse por no haber tenido tacto al dirigirse a ellos. Quizá no había sido la mejor opción tratar de extorsionarles. La ropa tendría que esperar al día siguiente, debía ir a un refugio y conseguir comida. Durante el día se habían desarrollado muchos eventos que le impulsaban a pensar las cosas dos veces.
Título: Re: Dogan 019 - Archivo
Publicado por: ayrendor en 09 de Mayo de 2011, 02:14
El autobús parecía estar en peor estado al atardecer. El sonido del motor se asemajaba al carraspeo de un viejo cansado tras una larga caminata. Le dejó en el mismo lugar donde se había subido por la mañana, junto al edificio cultural dedicado a los nativos de la zona, y siguió su camino hacia el horizonte rojo.

Sean tomó un camino de tierra dando la espalda a las asfaltadas calles de la ciudad de Barrows. Diez minutos después llego a donde había dormido el día anterior. Alguien había estado allí. No podía saber como lo sabía pero estaba seguro de que faltaban hojas donde se había acostado. Aquel refugio ya no era seguro, era necesario buscar un sitio donde pudiera tomarse un respiro con la certeza de que no le encontrarían. Atravesó los arbustos de lo que él consideraba la parte izquierda de su improvisado hogar hacia un claro que recordaba haber visto algo más al Norte. Forzó sus energías para conseguir llegar antes de la noche, la cual estaba a punto de caer sobre él. No logró encontrar el mismo lugar que recordaba, pero si una posición elevada que quedaba a una distancia prudencial de su anterior refugio. Intuyó que estaba en algún punto entre la autopista que iba al Norte y el lago más cercano. Era un buen lugar pensó. Nadie buscaría allí se dijo a si mismo.

Apenas media hora después, cuando la oscuridad ya era casi todo lo que quedaba, el hambre acudió a él. Su estómago comenzó a hacer ruidos extraños, diferentes a los que estaba acostumbrado a escuchar. Trató de ignorarlos con todas sus fuerzas pero aquel sonido resonaba por todo su cuerpo. Tenía que encontrar comida o moriría de dolor estomacal.
Título: Re: Dogan 019 - Archivo
Publicado por: ayrendor en 09 de Mayo de 2011, 02:14
Sean descendió con sumo cuidado la pequeña ladera que se orientaba hacia el lago. Las piedras del suelo parecían jugar con él, y en casi cuatro ocasiones estuvo a punto de precipitarte rodando hacia los espinosos matorrales que rodeaban la parte más baja. Milagrosamente consiguió mantener el equilibrio. Iba a costarle subir de nuevo aquella pendientes cuando la oscuridad reinara en el bosque. Atravesó con decisión, y con toda la dignidad que su cojera le permitía, los esqueléticos árboles que proyectaban inquietantes sombras con las últimas luces del día. A la mente del chico acudió la imagen de un bosque fantasmagórico que le había fascinado en su infancia. Una arboleda cuyos árboles albergaban puertas a lugares pintorescos con personajes estrambóticos. Trató de recordar donde había visto aquel bosque por primera vez pero fue incapaz. Él había ido olvidando como llegar a aquel lugar a medida que su inocencia había sido devorada por la realidad.

El sol ya había desaparecido cuando dejó atrás la última linea de arboles. Las lejanas luces de la autopista, situadas a la izquierda de su posición, eran lo único que le ayudaba a orientarse. Aquella zona cercana al agua había sido despoblada hacía unos siete años debido a una ordenanza municipal. A la luz del día el ojo humano podía incluso recrear donde habían estado situadas las cabañas de madera. En la completa oscuridad uno solo podía esperar no tropezar con algún resto.

A Sean le dolía todo el cuerpo. El estomago no paraba de hacer aquellos ruidos horribles, y respirar se había convertido en un esfuerzo que ocupaba la mayor parte de sus energías. Ya no sentía el roce del frío aire, lo cual era una bendición pues no tenía con que abrigarse, y en las articulaciones sentía ligeros pinchazos intermitentes. Le llevo más tiempo del que hubiera querido encontrar un tocón donde sentarse. Pasó sus dedos por los bordes del mismo con cuidado puesto que no quería sentarse sobre un clavo oxidado. Las lineas rectas le indicaron que posiblemente aquello había sido una vieja viga cortada de tajo para mover la cabaña sin destruirla. Al aposentarse se sintió aliviado, como si hubiera descargado un gran peso sobre el suelo. Ya no sentía hambre, los dolores del estómago se habían convertido en un eco molesto pero no doloroso. Desde su posición la superficie helada del lago, a unos cinco metros, parecía un gran espejo opaco. A unos ocho metros un conejo, que hasta entonces había pasado desapercibido, mantenía una lucha para escapar de la superficie resbaladiza. No parecía tener mucho existo en su cometido. Sean no pudo evitar reírse. Le recordaba tanto a él. ¿Cuantas veces había tratado de dejar de traficar? ¿Cuantas veces había caído de nuevo en el dinero fácil? Aquel conejo era él. Moviéndose sobre hielo sin poder controlar su dirección. Con temor a que su mundo se rompiera tal y como, finalmente, había ocurrido.

Un nuevo dolor se instaló en su cabeza. Fue como tener una avispa metida entre los oídos emitiendo un zumbido desagradable y molesto. Sean cerró los ojos con fuerzas y visualizó una imagen fija para tratar de alejar el dolor. Tardó unos minutos en conseguirlo pero afortunadamente aquella sensación pasó a un segundo plano. En aquel momento recordó porque motivo había ido hasta el lago. Su debilidad le había hecho olvidar su cometido. Tres ideas se dibujaron en su mente. Solo tenía que tomar una pequeña decisión y podría volver al refugio.
Título: Re: Dogan 019 - Archivo
Publicado por: ayrendor en 09 de Mayo de 2011, 02:15
Sean se levantó de su improvisado asiento con dificultad, y cogió aire con renovadas fuerzas. Moverse suponía un esfuerzo titánico contra el dolor. La misma orilla del helado lago se encontraba cubierta de escarcha, que producía crujidos al presionar sobre ella, y hacia peligrar la estabilidad de los pies del chico. El conejo se había paralizado al notar la presencia de Sean. Tener un ser humano cerca, evidentemente, no le producía confianza. "Tendrás que soportarme un rato si quieres salir de aquí pequeño", pensó para si mismo. El primer paso fue, como él había esperado, el más difícil. El hielo crujió bajo sus pies pero no cedió. El siguiente fue la prueba de fuego. Si se resquebrajaba bajo su peso caería al agua. En su actual situación, era improbable que consiguiera salir de allí vivo si eso sucedía. Estaba demasiado lejos del pueblo. Con suerte llegaría hasta la autopista, pero calculó que era la hora de cenar. Pocos vehículos estarían viajando a esa hora. En ese momento se dio cuenta de que llevaba casi dos minutos parado, tentando su fortuna sobre aquella resbaladiza superficie. Un paso, otro paso, y otro, y otro...

La peripecia duro alrededor de los diez minutos. El conejo no ofreció resistencia. Su débil cuerpo acepto el poco calor que los brazos de Sean podían ofrecerle. Regresar a la orilla supuso un mayor reto. Sin los brazos para mantener el equilibrió tuvo que dar pasos muy cortos para no caerse. Mantuvo la respiración la mayoría del trayecto como si aquello pudiera hacerle más ligero. Finalmente, en el momento en que piso la orilla, le entraron ganas de agacharse para besar el suelo. La idea se desvaneció rapidamente al darse cuenta de que corría grave peligro de caer si lo intentaba. Ahora que el animal estaba a salvo podía volver al refugio. De camino recogería fruta para poder alimentarse. Allí habría tiempo para descansar.

Los primeros intentos de recoger comestibles fueron infructuosos. La mayoría de lo que se podía recoger del suelo estaba podrido desde hace tiempo. Además, soportar el conejo estaba limitando sus movimientos. Decidió soltarle cubierto por su abrigo. Podría pasar unos segundos sin la chaqueta, la combinación de suciedad, barro y bajas temperaturas la convertía en un armazón que ponía trabas a sus movimientos. Como era de esperar sintió un par de escalofríos al hacerlo, pero su búsqueda fue más rápida y pronto encontró dos piezas que eran comestibles. Tendría que ser suficiente cena para aquella noche, si encima conseguía guardar algo para el desayuno, mucho mejor. Tenía la seguridad de que el día siguiente sería igual de duro que el anterior.

Fue al recoger al pequeño animal cuando todo empezó. La chaqueta estaba fría, demasiado fría incluso para una noche en Barrows. Pero aquello provenía del interior de la chaqueta. Sean destapó a la criatura para comprobar que había ocurrido. Lo que hacia unos minutos era un animal de sangre caliente, ahora proyectaba frío por todo su cuerpo. Sean movió su mano derecha con cuidado para tocarlo. El frío atravesó la yema de sus dedos hacia sus nervios produciendo una sensación nunca antes sentida por él. Se quemó con tal intensidad que dejo caer aquel fardo. El conejo se hizo pedazos al caer al suelo. Nada de aquello tenía sentido. El miedo invadió su cuerpo y trató de alejarse torpemente. Su cuerpo se precipitó contra el suelo. El terreno era ahora una resbaladiza trampa mortal que le hizo rodar dirección al tocón. ¿Como podía haber pasado eso de una forma tan rápida? Un dolor se instaló tras sus ojos, como una aguja clavada en su frente a gran profundidad. El zumbido que había conseguido alejar volvió con más fuerza. Se tapó los oídos y cerro los ojos con fuerza. No entendía que estaba sucediendo. Su cuerpo se sacudía involuntariamente con cada ráfaga de dolor. Y de pronto los hueso comenzaron a crujirle como si hubieran perdido su solidez. La piel comenzó a arderle como si estuviera en el centro de un gran horno. El aire se congeló en sus pulmones, pero eso solo fue el principio. A cada segundo que pasaba sentía un poco menos su cuerpo y un poco más el dolor. No tuvo tiempo para pensar en llegar a la autopista, lo cual de todos modos hubiera sido inútil. El asfalto se resquebrajo y las luces que la iluminaban reventaron. Tampoco pudo pensar en la seguridad de sus conocidos, ni en la venganza que sufrirían sus enemigos. De todas formas ellos estaban a punto de vivir un final similar. Quizá peor, pues aquella helada sobrenatural seguramente tendría efectos muy particulares sobre las edificaciones. Un final rápido y definitivo para la vida de todo ser de aquella zona.


Aquello era su final. El final de una vida triste, difícil y llena de errores. ¿Pero acaso no es toda vida complicada? ¿Acaso no hubieran caído otras personas en sus circunstancias en sus mismos errores? Nadie podía culparle por haber aprovechado las oportunidades que había tenido. Había jugado sus cartas como le fue posible. Sean sería olvidado, un cero a la izquierda en la historia de la humanidad. Pero el pueblo de Barrows no correría la misma suerte. Aquel lugar se convertiría en un recordatorio del principio de una nueva era. Un lugar de estudio donde comprobar como desatar las fuerzas de la naturaleza no puede traer nada bueno.

"Frío, hace mucho frío", eso fue el pensamiento que puso final a la historia de Sean el huérfano, ex-traficante de poca monta y bravucón. A partir de ese día ostentaría secretamente un nuevo título honorífico y terrible: Primera víctima de la Señal.
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