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Las lágrimas de Irayde

Iniciado por Mskina, 31 de Enero de 2010, 04:17

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Mskina

Este relato es de un amigo mío. Me gustaría que dijeseis qué os parece y tal. Aquí lo dejo (traducido al español. Abajo está el original en gallego)

Había una vez un niño. Ese niño era yo y debo deciros que ahora ya soy un hombre adulto que tiene su casa y que paga la hipoteca como otra persona cualquiera en el mundo. El personaje principal en esta historia es mi abuelo.

A mí me encantaba pasar las tardes con mi abuelo. Era un hombre ya mayor, aunque no recuerdo muy bien su rostro. De lo que sí me acuerdo bien es de su grave y potente voz que llenaba una habitación y que la hacía temblar sólo con hablar bajito. Cuando iba con él de paseo (cosa que se está perdiendo en los niños de hoy en día y realmente, no lo entiendo) siempre me contaba leyendas y cuentos de brujas, duendes, brujos, dragones, batallas...

Un día fui con él, como era habitual. Fuimos al banco porque me dijo que tenía que arreglar unos papeles sin importancia. De aquel sitio no paraba de salir y entrar gente. Dinero por un lado, cifras por el otro... Me fijé en un cartel de la lotería que tenía una cifra tan larga que por entonces ni la daba leído.

- ¿Qué pasa? ¿Te asusta ver tanto cero junto? - dijo mi abuelo, y comenzó como siempre una de sus múltiples historias que a mí me encantaban. - Tengo que decirte que yo recuerdo ver cifras mucho más largas de dinero. Tales cifras se pedían por unas joyas un tanto especiales.

Cuando aún había caballeros, reinas, princesas y reyes que se desplazaban a caballo, tuvo lugar una de las guerras más importantes de esta ciudad. Sí, no me mires así, fue aquí, donde vivimos tú y yo. Hubo un rey muy importante, e invencible al parecer, porque poseía una espada de cristal irrompible elaborada con el mismo agua que sale de una fuente allá donde comienza el mundo. No había ejército que pudiese resistir tal amenaza. Este rey estaba casado con una mujer: Irayde. Era una joven muy hermosa, con la cabellera larga hasta los pies y con una sensibilidad especial entre todas las mujeres del reino.

En una de esas batallas, su marido fue herido de muerte mediante un extraño hechizo que ni los mejores brujos conocían. El hombre cayó al suelo. La espada cayó al suelo. El rey se retorcía de dolor y los pocas testigos que lo presenciaron vieron como la espada se fragmentaba a medida que su dueño moría. Era increíble. El arma con la que tantas tierras se habían conquistado, a la que tanto se le temió, la que tanto se codició, estaba destruyéndose.  

El rey murió. Desapareció como el polvo que se levanta al pasar por un camino arenoso, el cual desaparece y no se vuelve a ver. Así fue.

Sus soldados cogieron los diminutos fragmentos en los que se había convertido la espada de cristal. Los pusieron en una bolsa. Cuando llegaron al castillo en el que vivían él y la reina no sabían de qué manera le iban a dar la noticia. Lo único que hicieron fue darle la bolsa de tela. Irayde bajó la cabeza. Nunca se había sentido tan consumida por dentro, pues el amor que los unía era tan fuerte que ni la muerte sería quien de separarlos. Chilló. Cogió un puñado de los diminutos cristales en la mano y apretó fuerte. Los cristales se tiñeron de rojo. Irayde lloró. Solo soltó tres lágrimas que fueron como puñales que se clavaban en su corazón. Los soldados lo contemplaron todo. Era difícil de soportar. Con cada lágrima que caía de sus ojos, la reina sentía que se iba perdiendo parte de su alma. Cayeron sobre los cristales. Cayó Irayde. No volvió a despertar. Lo último que dijo fue: si en la vida no podemos estar juntos, quizás sea posible en la muerte? Dejó de respirar. Las manos dejaron de hacer fuerza y de ellas no se desprendieron arenas de cristal. Tres pequeñas esferas rojas fueron rodando hasta los pies de uno de los soldados. Las guardó.

La leyenda cuenta que dichas joyas fueron de mano en mano, cedidas de persona a persona o incluso robadas. Lo curioso es que al poco de poseerlas, del propietario no se volvía a saber nada. Esto pasó hasta que llegaron a manos de un príncipe. La maldición no cayó sobre él. Era del linaje de Irayde. Al poco tiempo se comprendió que si no eras descendente de la reina y poseías las joyas, llevarías un futuro desgraciado.

Debido a estas historias, ahora la gente pide dinero y dinero por las lágrimas de Irayde, que así le pusieron a las joyas, aunque se perdieron y no se volvió a saber nada más de ellas.

- Esta leyenda no me gustó, - le dije yo cuando acabó - es muy triste y a los niños no nos gustan estas cosas.

- Necesitas conocerla - fue lo único que me respondió.

Al poco tiempo mi abuelo murió. Es ley de vida. Lo más curioso es que encontré un testamento suyo hace unas semanas. En el papel no ponía nada de dinero o tierras, como es habitual. Lo único que estaba escrito era:

NECESITABAS CONOCER SU HISTORIA

Vi que el papel estaba acompañado de una pequeño saco de tela marrón oscura y cerrada con un fino cordel dorado rematado con lazo perfectamente elaborado. Mi torpeza me llevó a que la bolsa se diese la vuelta y que su contenido cayese al suelo. No daba crédito a lo que veían mis ojos. Tres esferas rojas rodaron por el suelo y fueron a parar a mis pies...

Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.


Mskina


Blanquito

Aprende a traducir.

La historia si se la quieres contar a un niño pues vale, pero es una tontería.

Mskina


Blanquito

Algún fallo que hay. La verdad es que es un poco fantástico que se acuerde de cómo era el día en que le cuenta la historia el abuelo y ni se acuerde de su cara. El abuelo, supuestamente sigue hablando, por lo que los signos de diálogo continuarían. El niño está sacado del programa de los Lunnis("a los niños no nos gustan las historias tristes"...). Mucho texto(dentro de lo que es la historia) para una introducción que puede ser perfectamente obviada. Repeticiones:
Desapareció como el polvo que se levanta al pasar por un camino arenoso, el cual desaparece . Y hay una más por lo menos de esta guisa.

Y dentro de esa frase. El rey murió. Patatín patatán. Así fue. Totalmente innecesario, si estaba muriéndose ya, no nos hacía falta un símil para saberlo, y que nos reiteren que ocurrió de esa manera.

No se comenta nada de que tengan hijos y después aparece uno mágicamente de su linaje. Vamos, que si fuese de su familia, si la hubiesen tenido, lo lógico es que las lágrimas hubiesen sido para ellos, y que no ocurriesen las desgracias, el soldado no las guardaría, es un soldado y debe lealtad.

Mskina

La de "El rey murió. Patatín patatán. Así fue" es una estructura bastante típica de gallego (más bien que en gallego queda "bien", sin resultar redundante)

Le pasaré el link al autor para que vea lo que has puesto ^^:

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