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La saga de los Avatares - Ascensión

Iniciado por Psyro, 06 de Mayo de 2009, 20:25

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Psyro

Ailen


Ailen abrió los ojos una vez más. Y como cada noche, se odió por ello. Era un preso. El único preso que jamás ha existido en el anciano bosque de Isdar.
El castigo para los tharen que acababan con la vida de uno de sus semejantes era el exilio. Los hombres que habían cometido un crimen tan horrible como para que sus congéneres no quisieran tener que volver a verle jamás eran despojados de todas sus pertenencias, marcados con un hierro al rojo en la ceja para prevenir a los que el muy infeliz encontrara por el camino y expulsados para siempre. Pero él no era un asesino normal. De hecho, ni siquiera era un asesino, que el supiera.
Por otro lado, los culpables de crímenes menores, como hurtos, peleas y demás, solían ser multados o privados de algún privilegio. Por ejemplo, a los que robaban comida en el mercado se les prohibía acercarse a cualquier puesto de alimentos o árbol frutal durante un mes, dependiendo entonces para subsistir de sus amigos o de sus habilidades como cazador. Y el bosque el mejor sitio para sobrevivir sin ayuda. Los tharen valoraban la libertad sobre cualquier otra cosa, y nunca se els ocurriría crear cárceles o mazmorras como las que existían en los castillos athorianos. Sin embargo, él...

Notaba las cadenas que aprisionaban sus muñecas. Nunca había visto sus manos. A veces se preguntaba cómo serían, tras el frío metal y los guantes de piel de topo que llevaba. Y su cara... Dórimen le trajo una vez un espejo de plata, fabricado más allá del bosque. Una máscara de tela cubría su rostro casi por completo. Pero pudo ver sus ojos. Casi lloró al contemplarlos; parecían de oro. Dórimen sí lloró.
Había sido su maestro y su único amigo. Desde que Ailen era niño él había estado allí, como responsable de su educación. Al parecer, su padre no sufría remordimientos por haberle encerrado con cadenas en aquel tronco hueco, pero le hubiera horrorizado que su hijo fuese un analfabeto. Así que Dórimen iba allí dos veces por semana. Le dio clases de historia, matemáticas y geografía, y hasta le enseñó a leer. Por desgracia, en su situación le fue imposible aprender a escribir.
Estaba encerrado desde que tenía memoria y moriría en ese mismo lugar. Pero lo peor era que ni siquiera sabía lo que había hecho.
En el exterior se oían pasos. Reconocía esas pisadas; eran casi las únicas que había escuchado en años. Dórimen entró en la celda, jadeante. Llevaba un cuchillo en la mano.

-¿Ma... maestro?
-No, hoy no soy tu maestro, Ailen. Hoy soy tu amigo. He esperado mucho tiempo a tener una oportunidad como la de hoy -dijo, acercándose con rapidez.
-¿Qué vas a hacer?
-Voy a sacarte de aquí.
-¡No! te... te...
-No pasará nada. Chico, llevo planeando esto desde que te encerraron -el tharen comenzó a rasgar las cadenas con el cuchillo. Para su sorpresa, parecía dar resultado. Después, le liberó de los grilletes-. Acero abrathiano, como el de tus cadenas. Es lo único que se corta a sí mismo, no existe un metal más duro. Pronto serás libre.
-No, no quiero ser libre, no puedo... ¿y... y si te descubren?
-Los guardias duermen, les acerté con un dardo que contenía rosazul. Y el resto de la ciudad está ocupado celebrando el aniversario de nacimiento del príncipe.

Las cadenas hicieron un ruido seco al caer al suelo. Ailen trató de caminar, pero el esfuerzo resultó en vano. Tenía las piernas atrofiadas después de veinte años de cautiverio en los que apenas podía moverse durante unos minutos cada día. Dórimen le levantó de nuevo y colocó el brazo de su alumno sobre su hombro para ayudarle a caminar.
Jamás había visto algo tan hermoso. Los tharen construían sus ciudades en las copas de unos enormes árboles llamados Ish-valar. Los ejemplares ancianos llegaban a los sesenta metros de alto y tres de diámetro. Su madera era blanquecina, como si estuviese hecha de nácar, y devolvía la luz de la luna  con mayor intensidad.
Contempló también su "celda". No era más que una abertura hecha en el tronco de uno de los gigantescos árboles, pero la madera de éste no era blanca, sino azabache. Su Ish-valar se encontraba a varios metros del resto y la única forma posible de llegar a él era mediante un sistema de cuerdas que colgaban de las ramas más altas para sujetarse.

-No tienes fuerzas para trepar -susurró el maestro -Salta.
- ¿Cuántos metros nos separan del suelo?
-¡Salta, Ailen! No tenemos toda la noche.

Ailen miró hacia abajo. Los ojos le dolían a causa de las luces provenientes de la ciudad. Casi no veía el final del monstruoso salto.
Pero sin saber como, se dejó arrastrar hasta el borde de la madera y cayó. El aire le golpeaba desde abajo, impidiéndole gritar. Ni siquiera lo hizo cuando notó que su cuerpo chocaba contra el suelo.
Cada hueso sonó como si hubiera estallado en mil pedazos. Jamás había sentido un dolor mayor que aquel. No pudo darse cuenta de que Dórimen ya había descendido siguiendo un método sin duda más cómodo. Su maestro le tendió la mano...
...y se levantó. Se levantó y caminó como si no hubiera pasado nada. Notaba que el dolor desaparecía e incluso se sintió con más fuerzas que antes.

-No puedo acompañarte por más tiempo, hijo. Debes dejar el bosque.
-¿Qué...? -"¿qué ha pasado?", hubiera querido preguntar-. ¿Qué soy?
-No es qué, es quién. Eres Ailen, un muchacho que ha vivido entre cadenas y cuyo padre le abandonó. Un muchacho inocente que va a ser libre.
-Debí morir. La caída... dioses, me rompí hasta el último de los huesos y aún así...
-No morirás de esta forma -el anciano tharen se llevó la mano a su cinturón para sacar su cuchillo y un sobre. -Ten. Cuando hayas dejado Isdar, lee la carta. Pero antes debo hacerte una advertencia: jamás toques a nadie con esas manos. No te quites los guantes. Está todo en la carta. Ahora, huye.

Ailen corrió sin parar durante horas. Intentó no pensar. Ahora debería estar a salvo.
Y sin embargo, jamás se había sentido más vulnerable.
Se encontraba en un mundo que no conocía y la única persona a la que había llegado a apreciar había desaparecido de su vida. Estaba solo.
Por fin llegó al final del boque. El reino de Isdar abarcaba hasta el último de los árboles, de modo que la nación se extendía de forma natural. Los tharen no conquistaban con espadas, sino con semillas. Para los de su raza, todo lo puro provenía de la naturaleza.

-"Con razón me encadenaron" -pensó. -"Soy un monstruo."

Sus ojos dorados empezaron a humedecerse. Durante todo el tiempo que estuvo preso jamás había derramado una lágrima. Quizá era hora de empezar a llorar.
Tambaleante, siguió caminando durante un tiempo más, pese a haber perdido de vista el último de los árboles. Hasta que no pudo más y se dejó caer sobre la fina alfombra de hierba que descansaba bajo sus pies. No se encontraba cansado, y eso le alteraba aún más.
Entonces recordó la carta. La había llevado en la mano todo el tiempo, y aún así había estado a punto de olvidarse de ella. Esgrimiendo el cuchillo de acero abrathiano, abrió el sobre y comenzó a leer, tumbado sobre su espalda:

Si lees estas palabras, significará que lo he conseguido. Escribo tres meses después de tu encierro.
He sido designado como tutor tuyo, así que espero que cuando sostengas esta carta ya te haya enseñado todo lo que necesitas saber para comprender lo que voy a decirte.
Eres un avatar.


Ailen se incorporó. Las palabras lo golpearon con dureza. Su maestro le había contado con todo detalle lo que sucedió en la Avatharea: miles de vidas fueron arrebatadas como consecuencia de la orden de ejecución de todos aquellos que poseyeran poderes provenientes de los dioses.
Algunos se rebelaron e incluso trataron de marchar a la guerra, dando lugar a uno de los episodios más trágicos acontecidos desde que el primer reino fue fundado.
Y él era uno de ellos.

Por fortuna, hace años que la ejecución de los avatares no está permitida. Pero tú eres raro entre los raros; el dios que te eligió fue el señor de la muerte. No tengo constancia de la existencia de elegidos de Nerbal ni siquiera en pleno apogeo de la Avatharea, e imagino que hoy en día eres el único que queda. Te tienen miedo.

Lo sabía. Era un monstruo.

Tu padre te rechazó por ello y no puso pegas cuando ordenaron que te apresaran. Tu madre murió en el parto. Según la matrona fuiste tú, pero ella también murió al poco tiempo. No lo sientas, no es culpa tuya. Comprendo que esta confesión te resulte dolorosa. Sin embargo, mereces saber la verdad.

No quería seguir leyendo. Era un asesino, y lo peor es que estaba libre. ¿Y si volvía a matar?

Aprovecha el poder se te ha dado. Eres único. Matarás a todo aquel que roce tus manos y ninguna herida física puede hacerte daño. Puede que no haya nada en este mundo capaz de herirte.
Piensa en todo lo que puedes hacer.


No podía creer lo que había leído en ese último párrafo. "Eres único", "Piensa en todo lo que puedes hacer". Ese no era Dórimen, su maestro. Su único amigo. El hombre que había escrito eso era un perturbado.
El texto continuaba tras aquellas líneas, pero prefirió no continuar.

-¿Y si todo este tiempo... solo jugaba conmigo? Como un pájaro encerrado en una jaula.

Pronunció aquellas palabras casi sin darse cuenta, como si esperara una respuesta. Pero estaba solo. Siempre lo había estado y siempre lo estaría.
Ahora las lágrimas brotaban con voluntad propia. Sin darse cuenta, estrujó el papel con su mano izquierda hasta convertirlo en una pelota ilegible. Luego se acercó la hoja del cuchillo a la garganta y apretó.
El arma había penetrado varios centímetros en su cuello y la sangre brotó con fluidez. Pero tan pronto como alejó su mano, la herida se cerró sin dejar más evidencia de su acto que una mancha roja en sus ropajes.
Volvió a intentarlo, con idénticos resultados.

Y otra vez.

"Eres un avatar"

Y otra.

"Según la matrona, la mataste tú"

Y otra.

"Matarás a todo aquel que roce tus manos"

Y otra.

Un alarido atravesó la noche. Era un grito de rabia y dolor, pero sobre todo de impotencia. Un grito que nadie oiría jamás.

Y otra...

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Liga ociosa de supervillanos matagatitos.

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Psyro

Me han sugerido que vuelva a poner la novela. A mí personalmente me da igual, pero no voy a currar si nadie lee. ¿Interesados?

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Thylzos

Yo no estoy precisamente con mucho tiempo libre, pero si te decides a seguirla, este fin de semana o alguna noche de insomnio me comprometo a leerlo y ponerte mi opinión ^^:

Gracias freyi *.*


Cita de: Gambit en 26 de Enero de 2010, 10:25
Follar cansa. Comprad una xbox 360, nunca le duele la cabeza, no discute, no hay que entenderla, la puedes compartir con tus amigos...

Khram Cuervo Errante


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freedom fighter

Yo también me comprometo a leerlo ;) (Sólo me he leido el Prólogo, pero pinta bien, así que me lo leeré todo en cuanto encuentre unos minutejos xD )

Psyro


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Sandman

Yo sólo lo leeré si tengo tu garantía de que escribirás un relato.

Cosa que no tendré, pero me gusta intentar un chantaje.
Blog novela, con zombies:


Blood

Hola bueno pues yo me he leido estos fragmentos y la verdad que uno se queda con ganas de más. Si bien no ando sobrado de tiempo libre (ni escribo xDD) y voy leyendo varias cosas, ya admito que la historia parece interesante. Yo la leería.

Espero continuees, te animo a ello.
En contra del uso de corbatas xD


Calabria

Leído. Más :gñe:
De exo me he leído más xq lo pillé cnd lo colgabas en el libro de a bordo, pero la verdad es que se me ha olvidado.

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Nuly

Gracias, Memmoch

"-Hoy estudiaremos el pentágono. (Profesora)
-¿Y mañana el Kremlin?... Digo, para equilibrar." (Mafalda)




Cita de: Ningüino Flarlarlar en 12 de Agosto de 2011, 12:08
Felicidades, Logan. Ya no tendré que darme prisa para contestarte los sms.

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