Día 2. ¡Abrid paso a Rugan!

[Khram Cuervo Errante]

La noche ha sido tranquila y apacible. A pesar del frío de las montañas, no ha caído la esperada helada que debía haber cubierto los campos de una fina capa blanquecina. El pueblo comienza a desperezarse y en algunas casas comienzan ya a escucharse los antiguos cantos mineros que han de llenar las gargantas de los trabajadores.

Afuera, el ruido de los pesados cascos, el tintineo de las espadas en las vainas, y las piezas de los arreos, añaden la nota discordante en la vida de Majapiedra. El destino de la melodiosa comitiva es la abadía de Rugan, donde los sonidos se van apagando hasta que una voz, atronadora, retumba en todo el valle, lanzando al aire el antiguo saludo:

¡Abrid en nombre de Rugan! ¡El Inquisidor Jadar solicita la entrada en nombre de la Justicia divina!

[El tipo]

Me despierto junto con el canto de los gallos para tener tiempo de mis oraciones, aunque no por levantarme más temprano estoy más despierto. Como de costumbre, aunque ahora más que antes, le pido a la Diosa que ilumine mi camino y sea mi guía.

Tras haber terminado salgo del templo para despejarme con el aire fresco de la mañana, es entonces cuando reparo en el "ejército" que quiere entrar en la abadía de Rugan. ¿Qué tanto se ha apartado el hijo del sendero de la madre? Pienso tristemente para mis adentros.

[Stefan xD]

Iba por el medio de las oraciones y podía sentir el galope de cascos. Le pedí fuerzas y explicaciones a la Diosa y decidí ir hacia afuera. Un grupo numeroso de gente acababa de gritar. Tenían el emblema de Rugan.
Obvervo al señor que estaba cerca, que conosco como el portero y le dirijo la palabra

-Buenos días, el portero, no? No se su nombre, pero me han dicho cosas buenas de usted... Bastante movida esta mañana no cree?

[Khram Cuervo Errante]

Iba por el medio de las oraciones y podía sentir el galope de cascos. Le pedí fuerzas y explicaciones a la Diosa y decidí ir hacia afuera. Un grupo numeroso de gente acababa de gritar. Tenían el emblema de Rugan.
Obvervo al señor que estaba cerca, que conosco como el portero y le dirijo la palabra

-Buenos días, el portero, no? No se su nombre, pero me han dicho cosas buenas de usted... Bastante movida esta mañana no cree?

- Pues, mira hermano... si viene el Inquisidor con todo este séquito, algo me dice que no es aún todo lo movida que se va a poner... ¡Rugan nos asista!

[Stefan xD]

-Tendrá algo que ver con el asesinato? Y ya que hablamos de esto, el día de la muerte de Gaavah, sabe quien entró y salió del templo?

[El tipo]

No puedo evitar oír la conversación.

-Disculpe, yo fui el portero ese día. Me encantaría ayudarlo pero creo que será mejor que hale con Mireas, la superiora de nuestro convento. Ahora si me disculpa...

Me despido con una leve reverencia y vuelvo a entrar al templo.

[Stefan xD]

Me decido aprovechar la mañana para conversar y obtener algo de información.

Saludos, buen hombre, que tengas un buen día.

Me dirijo al templo para conversar con la madre superiora, y si lo encuentro con el viceprior

[Khram Cuervo Errante]

El inquisidor, un hombre entrado en años, pero enérgico, se dirige al establecimiento de la alquimista seguido por una escolta de tres shun'karith veteranos.

Cuando llega, golpea la puerta, llamando. Al no obtener respuesta, el golpeo se hace más agresivo e intenso, mientras uno de los heraldos grita a voz en cuello:

- ¡Abrid en nombre de Rugan

[Clave]

Me despierto con los primeros cantos y ruidos de los animales diurnos que habitan el bosque.

Me dirijo rápidamente hacia el pueblo, hay cosas que me gustaría solucionar cuanto antes. Aunque cuando llegue a el veo que los ciudadanos se muestran inquietos, e incluso ya he oído la palabra inquisidor varias veces.

-Maldición, la ultima vez que me mandaron y había un inquisidor casi acabo muerto.

No es que los inquisidores fueran algo que diera muchos problemas pero esos estúpidos ruganitas están dispuestos a morir si así defendían al inquisidor, y matar a alguien que daría su vida gustoso por matarte es algo muy difícil de afrontar.

Sera mejor que no me meta en líos por ahora, aunque si ellos me encuentran no me importaría inundar este pueblo en la sangre de sus habitantes.

Me tapo la cara con mi túnica para no levantar mas sospechas y me dirijo a casa de la alquimista, aunque cuando llego se hace la visión realidad. Ya sabia yo que los problemas vendrían a mi, el inquisidor y sus guardias estaban aporreando la puerta de la alquimista. Me cubrí bien a un lado del comercio esperando averiguar que se traía entre manos tal personaje.

(Uso sigilo para escuchar la conversación sin ser detectado)

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[Khram Cuervo Errante]

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