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Colon pretende dar la vuelta al mundo... Iluso, cuando caiga por el borde ya vendrá a llorarnos

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Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza

Iniciado por ayrendor, 05 de Abril de 2011, 01:16

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ayrendor

#220

El metálico cascarón descendió la tubería sin esfuerzo. La corriente de agua era lo suficiente fuerte como para facilitar la tarea a los marineros. En determinados puntos del trayecto, Xerim, que estaba apostado en el extremo más alejado de la pared del conducto,  pudo observar como el caudal iba aumentado como resultado de la unión de pequeñas tuberías a aquella gran vía. La pendiente descendente les obligó a frenar la marcha cuando se aproximaban al tramo final. Los marineros parecían acostumbrados a aquel duro trabajo de controlar la nave contrabandista, que consistía en un continuo tira y afloja. Cuando consideraron que estaban lo suficientemente cerca del final, soltaron los agarres que les mantenían unidos en paralelo a la pared y se deslizaron río abajo. La sensación de velocidad golpeó a Xerim con dureza en el estomago. Cerró los ojos con fuerza y rezó porque aquello no durara mucho. Afortunadamente, no lo hizo.

Cuando el joven alquimista se atrevió a volver a mirar, estaban en el "desagüe". Habían salido del sistema de alcantarillas por una de las tuberías más cercanas a la punta del cono que formaba la muralla de la ciudad. Xerim se atrevió a aventurar que habían salido por el lado Este tomando como única referencia los altos muros color negro que protegían a los habitantes de la urbe. El profundo desnivel existente en "el desagüe" facilitaba el trabajo a los contrabandistas, lo cuales no temían ser descubiertos desde los muros.

Xerim pronto descubrió que la barca estaba navegando por un simple afluente de una corriente mayor a la que se incorporaron. Nunca había contemplado aquel macabro espectáculo de cerca. Los montículos que ejercían de separación entre las diferentes corrientes eran basura y tierra acumuladas. Y entre esa basura, podían verse cadáveres.  Tantos cuerpos sin vida que Xerim desistió en el propósito de contarlos cuando superó la media centena. El alquimista tuvo que resistir las ganas de vomitar, si habría el grifo no creía ser capaz de cerrarlo más adelante. A medida que fueron descendiendo el número de cuerpos se redujo en proporción al número de rapiñadores que circulaban entre las artificiales elevaciones del terreno. Los popularmente conocidos como "recoge-muertos" o "atrapa-espíritus" dedicaban su vida a la recolección y posterior venta de los cuerpos en Puerto Cloaca. Sus compradores solían ser familiares, asesinos dispuestos a borrar totalmente su rastro, o personas con propósitos que revolverían el estomago del más insensible. No era un oficio legal, pero nadie ponía pegas a aquella práctica. Al final de las pequeñas corrientes, en el punto en que todas se convertían en un solo río y se terminaban los montículos, estaban amarradas sus malolientes barcas. Ninguno de los otros navegantes les dedicó más de un instante para observar el barco, en su trabajo la discreción era un factor esencial. Xerim diría que incluso ralentizaron su marcha para permitir el paso de la barcaza metálica por el pequeño resquicio de apertura de "el barrizal". Después de eso, el alquimista solo pudo ver arena a ambos lados de la cubierta.


Xerim se refugió a la sombra en cuanto sobrepasaron la alquímica barrera que marcaba el final de la cúpula de protección. Dentro de la ciudad aquel invisible parasol les salvaba de morir abrasados, pero allí fuera estaban indefensos ante la radiación solar. Los marineros, cuyo trabajo había sido cumplido a la perfección, se relajaron y se repartieron a la cubierta. Uno de ellos se acerco a Xerim tímidamente. El hombre era calvo, aunque el alquimista diría que era bastante joven y que quizá estaba pelado por elección propia.

-Pasajero – dijo para llamar su atención-, ¿Qué se cuece por el puerto para que los que son como tu vayáis allí?

Xerim le devolvió una mirada plagada de confusión. No sabía hasta que punto estaban informados por Bródoli de quien era él, por tanto no estaba completamente seguro de a que se refería.

-No lo sé, mi viaje es simplemente un trámite – respondió cortante él, intentado parar la conversación prematuramente.

-Vamos, si has recurrido al jefe no puede ser tan simple – replicó sonriendo mientras se sentaba a un par de metros de Xerim-. De todos modos, no tengo intención alguna de que me lo cuentes. Lo cierto es que hasta que no te he visto de cerca, no me he dado cuenta de que eras un truk'me.

-Es porque no lo soy, mis padres nacieron en la ciudad – mintió Xerim con tono agresivo. Si bien era cierto que no era un truk'me nacimiento, si que lo era por herencia como su abuela.

-Bueno, bueno – interrumpió el hombre calvo intentando calmar los ánimos-, mi madre era una puta, así que no seré yo quien cuestione tus palabras. ¿Ves esto? – dijo mostrando un tatuaje en la palma de su mano. Tenía la forma de un ojo con alas de pájaro-. Soy uno de los viajeros de la compañía de Bródoli. Donde yo trabajaba antes era muy frecuente ver truk'me por doquier. Sin embargo, llevo aquí ya casi cinco meses y solo he visto dos. En realidad, solo he visto a una si tu no me mientes.

-¿En Puerto Cloaca? – preguntó Xerim intrigado. Quizá aquel hombre había visto a Savage allí y podía confirmar que había usado su pase al puerto.

-Exacto – asintió sonriendo-, en la única taberna que hay en todo ese repugnante puerto. Diría que charlaba con algunos recicladores y un par de esos de carroñeros. La mujer iba bien oculta, pero nadie que haya conocido a un truk´me se olvida de su mirada demoniaca – dijo clavando sus ojos en los del alquimista.

Xerim era consciente de que aquel hombre buscaba obsesivamente una afirmación sobre su naturaleza. No obstante, los motivos por los cuales lo hacia eran un completo misterio para él. La opinión del alquimista oscilaba entre que aquello era un simple juego mental para pasar el reto, a que había sido completamente preparado por Bródoli. Lo segundo podía resultar retorcido, pero todo se había presentado muy a pedir de boca para Xerim como para no sospechar lo más mínimo. Finalmente decidió que menos daba una piedra y que lo mejor era seguirle la corriente, una pista falsa era más de lo que tenía en ese momento.

-En el hipotético caso de que me interesara – comenzó diciendo, cuidando cada una de sus palabras-, ¿recuerdas el tema que hablaban en aquella ocasión?

-Podría mentirte ahora que veo que estás más receptivo – respondió el calvo-. Pero me temo que no nos queda mucho tiempo de charla. La verdad es que no guardo un recuerdo claro, en ese sitio suele haber un ruido infernal. Oí mencionar algo sobre los rangers a la truk´me, luego los carroñeros se pusieron a despotricar, al parecer ellos no ven con buenos ojos la venta de cadáveres. Además, creo que unos cuantos partían aquel mismo día en misión diplomática al Norte – puntualizó-. También – dijo tras unos segundos de silencio donde el hombre lucía su mejor cara de concentración-, dijeron algo sobre el herrero. En Puerto Cloaca reside uno de los pocos que utilizan los métodos tradicionales aun. Puede ser que me equivoque, aunque mi mente no falla a menudo.

Antes de que pudiera continuar interrogando al empleado de Bródoli, el capitán del barco llamo a gritos a toda la tripulación para realizar los preparativos para atracar. Les quedaban pocos minutos y debían aparentar que habían estado reciclando. Xerim sabía que tendría pocos minutos para desembarcar sigilosamente y entrar en la parte habitada del puerto. Pero las palabras del marinero habían abierto un segundo camino en los planes de Xerim. El barco descendería más allá de aquel punto hasta la zona del río donde abundaba la chatarra, muy cerca de la PIA donde habitaban los rangers. Lo suficiente para desembarcar en un pequeño bote y colarse en la isla.


Cita de: Maxus en 17 de Marzo de 2012, 19:07Todos tenemos derecho a ser una personalidad de Ayr. Lo pone en algún sitio de la Constitución uhm

Cita de: PsyroUna vez un zubat atacó a rayd y estaba tan confuso que fue a casa de ayrendor a pegarle una paliza.

Cita de: Idunne en 17 de Enero de 2012, 17:52
Cita de: khalanos en 17 de Enero de 2012, 17:13
Cita de: Skiles en 17 de Enero de 2012, 16:33Bleach

one piece?

Jungle Wa Itsumo Hare Nochi Guu

ayrendor


Día 6

PdM – 6.

Tareas Obligatorias

• Visitar la "Torre de los Astros" [Cuartel de Veldro] – 6. [BLOQUEADO]

Visitar a Bródoli – 0.

Tareas Opcionales

A Puerto Cloaca

o Buscar al herrero.

o Viajar a la PIA.


Se abren las votaciones



Cita de: Maxus en 17 de Marzo de 2012, 19:07Todos tenemos derecho a ser una personalidad de Ayr. Lo pone en algún sitio de la Constitución uhm

Cita de: PsyroUna vez un zubat atacó a rayd y estaba tan confuso que fue a casa de ayrendor a pegarle una paliza.

Cita de: Idunne en 17 de Enero de 2012, 17:52
Cita de: khalanos en 17 de Enero de 2012, 17:13
Cita de: Skiles en 17 de Enero de 2012, 16:33Bleach

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Minerva


Mime

#223
Buscar al herrero

El tipo


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#225
El puerto era más cercano a un basurero que a un lugar residencial. Los marineros pernoctaban en la taberna o en sus respectivos barcos, por lo cual no había ninguna edificación dedicada a viviendas. Xerim examinó el terreno con toda la profundidad que le fue posible cuando cruzó el muelle. Las grandes moles circulares que eran los recicladores estaban ubicados a su izquierda, mientras que en el lado opuesto estaban los almacenes, la taberna y algún que otro taller. Al fondo podía verse una edificación de grandes proporciones que era empleada por la administración de Puerto Cloaca. Los carroñeros eran visibles algo más al Norte, donde vendían los cadáveres en una minúscula bahía protegida por los muros del puerto. Si todo iba a pedir de boca, no tendría que desviarse hacia esa zona. Volvería a recorrer los quejumbrosos tablones de la pasarela en cuanto consiguiera saber si el herrero podía aportarle algo.

El suelo se resquebrajaba bajo los pies del alquimista. La superficie tenía una dureza variable que podía hacer tropezar al mejor de los equilibristas. Además, Xerim tendría que cambiar de calzado pronto si seguía dándole tanto uso. Cuando había comprado ese par no lo había seleccionado precisamente por su resistencia. De todos modos, nadie se fijaba en él aunque tropezara. Los marineros estaban demasiado ocupados en sus propios quehaceres, como el transporte de cubos reciclados o provisiones. El ruido proveniente de la taberna podía escucharse a más de diez metros de distancia. Xerim estuvo tentado a entrar, aunque ello significase llamar la atención cual elefante en una cacharrería. Al final, tras una inspección de las inmediaciones, decidió que lo mejor era encargarse del herrero primero, luego ya se pasaría por allí si era posible.

La herrería era una casa ubicada casi al final de la única calle que podía considerarse tal. La separación con sus vecinos era de apenas medio metro, en aquel sitio el espacio aprovechable se empleaba al milímetro. En la entrada, señalizada por un cartel exageradamente amplio y mugriento, dos hombres discutían a gritos. El que protegía la puerta era rubio, se había dejado de afeitar durante los últimos días y tenía el hueso de la mandíbula prominente. Xerim supuso que era el herrero por sus manchas de hollín. Su interlocutor tenía el pelo cobrizo, no era menos musculoso y profería improperios a toda velocidad. La charla se prolongó durante varios minutos, sin reducir ni una pizca su intensidad. Cuando Xerim no estaba del todo seguro de si debía intervenir para detener aquello, el herrero hizo unos extraños gestos con las manos y se encamino con el otro hombre en la dirección opuesta. Ese fue el momento que el alquimista aprovecho para colarse dentro del taller.

El espacio interior era más amplio de lo que podía parecer desde fuera. Había dos pequeños habitáculos separados de la estancia principal por finos tabiques y puertas de madera. Una de ellas estaba cerrada con un inmenso candado negro, la otra estaba abierta completamente y un ruido de repiqueteo se colaba por ella. El centro del taller lo ocupaba un yunque y un fuego que ardía con fuerza. Las paredes estaban repletas del trabajo del herrero: piezas de máquinas, armas y llaves sobre todo. El aire estaba enrarecido, Xerim sintió el sabor a metal en la boca. Aquella sensación le recordaba al trabajo en los laboratorios de la academia. Echaba de menos trabajar entre fórmulas y polvos, aquella era su vocación y centro de su vida. No veía el momento de volver a dedicarse a ese trabajo. Los pensamientos de Xerim se vieron interrumpidos por una voz.

-Hola, ¿vienes a hacer un pedido? – preguntó un joven desde la puerta abierta. Parecía que había estado trabajando hasta su llegada.

-¿Cómo? – preguntó Xerim desconcertado. No esperaba encontrarse nadie allí dentro.

-Que si quieres pedir algo al herrero. Él no esta ahora mismo pero te lo puedo apuntar yo– dijo cogiendo un librillo colgado de su cinturón. Era de tapas blandas y estaba muy usado-. Te tomaré la referencia en el libro y el maese Kreim lo realizará en un plazo razonable.

Xerim se quedó en silencio. No tenía ni la necesidad, ni probablemente la posibilidad, de volver a buscar lo que fuera que pidiera. Pero mirar aquel libro podía sacarle de dudas, o quizá bastara con la respuesta del aprendiz.

-En realidad no – respondió el alquimista-. Solo vengo a hacer un par de preguntas. ¿Has visto alguna vez a alguien que se  me parezca por aquí?

-La información sobre los clientes no es algo que prodiguemos por aquí – respondió serio el pequeño herrero-. La privacidad es algo muy preciado por aquí. Si vienes con esas, mejor que te vayas antes de que vuelva mi maestro, él tiene peor carácter que yo.

El chaval no bromeaba con sus palabras. No tenía ninguna herramienta a mano, pero un puñetazo con sus brazos de herrero le dejaría fuera de combate. Por la fuerza no iba a conseguir nada allí dentro. Xerim debía recurrir a métodos más sofisticados. Aquel muchacho no parecía un cabeza hueca, la intimidación mediante mentiras probablemente no funcionaría. Sin embargo, aun guardaba un as bajo la manga. Puede que el símbolo de Veldro tuviera algún efecto allí.

-Tranquilo – dijo Xerim mientras llevaba la mano hacia su brazo derecho para desatar el nudo que mantenía oculto el símbolo. Solo un tirón y esperaría la reacción-. Mira esto...

Pero aquel día las cosas habían estado saliendo demasiado a pedir de boca para el alquimista. El maestro herrero Kreim decidió volver de su pequeña excursión en ese mismo momento. La estampa con la que se encontró le desconcertó. Un desconocido le daba la espalda al mismo tiempo que movía su brazo izquierdo hacia un punto que no podía ver. Algo más allá, su aprendiz le observaba alerta y en tensión. Kreim, el cual no era un hombre de muchas palabras, siempre había sido muy receloso cuando se trataba de su trabajo. Su mano se movió involuntariamente hacia el cinturón donde se balanceaba su mazo de trabajo. Lo desengancho y levantó para descargar un golpe sobre el desconocido.

Los reflejos producto de años de entrenamiento con su padre fueron lo único que salvaron a Xerim de que le abrieran la cabeza. En el momento que sintió que el aire, que se había vuelto más respirable de pronto, le golpeaba en la nuca, a pesar de no haber la mínima corriente unos segundos antes, se deslizó hacia la derecha. Kreim soltó un alarido incomprensible y su aprendiz le respondió a gritos. No sirvió para nada, el herrero siguió descargando su mazo en la dirección de Xerim. En tres ocasiones la improvisada arma pasó silbando a pocos centímetros de su cabeza. Cuando sintió la pared en su espalda, tanteó con la mano en busca de algo que pudiera arrojar para ganar segundos. Lanzó todo lo que fue encontrando en su camino, mientras se iba deslizando alrededor del centro candente del espacio. Kreim no retrocedía ante nada y Xerim se vería rodeado entre el vigoroso herrero y su aprendiz en cuestión de segundos. Era hora de emplear una de las técnicas de defensa que había aprendido de su padre. Xerim dio dos pasos cortos y rápidos en dirección al herrero y se combó hacia un lado para evitar el ataque. Su objetivo había sido agarrar al susodicho del cinturón y, al mismo tiempo que tiraba de él, empujarle con la rodilla hacia atrás. Finalmente solo fue capaz de enganchar la bolsa que llevaba colgada del cinto. El efecto del golpe no fue tan fuerte como hubiera deseado, el enganche de la bolsa se soltó con facilidad. No obstante, le proporciono unos segundos de ventaja que debía aprovechar. Su objetivo era la salida, y lo único que se interponía entre él y la puerta era el aprendiz que ahora tenía unas tenazas en sus manos. Podía tratar de confrontarlo frontalmente, o de hacerlo apartarse asustado. Fue el instinto lo que decidió. Xerim llevó su mano al borde del círculo ardiente central y cogió una de las brasas menos calientes. Otra persona se hubiera abrasado la piel, él simplemente sintió una temperatura que se acercaba a lo peligroso. Aunque la proyectó hacia el pecho del joven aprendiz, fue suficiente para que el chaval se hiciera a un lado. Suficiente para pasar por su lado antes de que pudiera comprobar si se había quemado. Y suficiente para alcanzar la puerta y correr.


La tasca estaba llena hasta la exageración. El barullo formado allí dentro molestaría hasta a un sordo, pero al alquimista recién escapado le pareció hasta acogedor. A empujones se abrió paso hasta que se dio cuenta que estaba bloqueado por marineros. Solo un pensamiento se repetía en su cabeza: "Que no entre en la taberna. Que no entre, que no entre, que no entre...". Pero antes de que pudiera tranquilizarse, la mole rubia de músculos conocida como Kreim cruzó el umbral. Ya no llevaba nada en las manos, o eso creía Xerim hasta que el herrero levanto un dedo acusador para señalarle entre el gentío. Tenía un cubre-nudillos colocado en su puño. Un golpe de esos podía destrozar hueso, tejido y carne en un abrir y cerrar de ojos. Sería cuestión de tiempo que en aquel espacio reducido uno de los puños le alcanzara. Desesperadamente trató de abrirse paso entre los marineros hasta que sintió que alguien le cogía del brazo.

-¿Qué passsa chico? No hasss aprendido nada de modalesss – le dijo su captor. Xerim le miró a los ojos y le reconoció. Era el tipo que discutía con el herrero antes de que él se hubiera colado en la fragua. El hombre de pelo cobrizo y acento extraño continuó hablando-. ¿Acasssso eresss mudo?

-No lo soy – respondió rápidamente el alquimista. Ese desconocido podía salvarle la vida si era listo-. Él me persigue – gritó al mismo tiempo que señalaba a Kreim.

No hubo más intercambio de palabras. En tres grandes zancadas el herrero les había alcanzando. Su captor tiró del brazo de Xerim para colocarlo tras él y entre los hombres con los que había estado reunido.

-Mirad muchachosss, el herrero de mierda ha vuelto – dijo su improvisado protector a los demás-. ¿Vieness a acusssarnosss de nuevo?

-No tengo nada que decirte Slam, y mucho menos a tu panda de timadores – replicó agresivamente el herrero-. Vengo a por ese pequeño ladrón.

-Por lo que a mi respecta este crio es tan digno de tus halagos como nosotros. Te puedes ir por donde has venido, y si vuelves con el resto del pedido quizá considere escuchar tus quejidos.

-Dámelo ahora o te partiré la cabeza – amenazó retrocediendo un paso-. Mi paciencia ha llegado a su límite por hoy.

El silencio, si es que podía considerarse que podía haberlo entre tanto ruido, se hizo entre ellos. Slam soltó una risotada y eso fue el bocinazo que dio comienzo al caos. El herrero lanzo el primer golpe directo al pómulo. Sin embargo, aquel hombre era lo suficiente rápido para evitarlo. Xerim escuchó un "crack" que no estaba muy seguro de donde provenía. Quiso averiguarlo, pero en ese momento alguien tiro de él y de pronto estuvo entre cuerpos que se movían sin ningún orden. La pelea se había originado en un punto cercano al centro de la taberna, era cuestión de tiempo que se extendiera por todo el lugar. El alquimista hizo su mejor esfuerzo por apartar los obstáculos para evitar la ola de violencia que avanzaba a su espalda. El primer leñazo le dio de lleno en el omóplato y le provocó una caída nada agradable. Ya en el suelo alguien le pateo el muslo y apunto estuvieron de darle en la cara. Gateando se fue moviendo en línea recta al mismo tiempo que trataba de erguirse. Los marineros que hace unos minutos charlaban amistosamente ahora se peleaban como si el mundo se fuera a acabar. Las mesas se volcaban y rompían. Las sillas servían como armas improvisadas y los vasos de proyectiles. Precisamente uno de ellos impacto en el brazo de Xerim en su huida haciéndole saltar hacia un lado. Un empujón le devolvió a su sitio original donde ahora había dos marineros revolcándose. Ya no estaba muy seguro de en que dirección salir cuando alguien le dijo al oído.

-Espero que sepas caer.

Lo siguiente que sintió fue como alguien le propulsaba casi como un ariete, o como se lanza a un borracho fuera de un bar, en dirección desconocida. Sintió que impactaba contra un cristal y lo siguiente que pudo vislumbrar fue la luz. Cayó mal al suelo, pero no se hizo más daño del que ya sentía. De nuevo alguien tiró de él hacia arriba apenas unos segundos después.. Xerim veía todo borroso y durante unos segundos no supo si protegerse, atacar o esconderse. Cuando recupero la visión vió quien estaba a su lado. El marinero que había hablado con él en la barco reciclador de Bródoli.

-Tu y yo, al barco, ¡AHORA! – grito. Y después de eso solo se dejó arrastrar.


Cita de: Maxus en 17 de Marzo de 2012, 19:07Todos tenemos derecho a ser una personalidad de Ayr. Lo pone en algún sitio de la Constitución uhm

Cita de: PsyroUna vez un zubat atacó a rayd y estaba tan confuso que fue a casa de ayrendor a pegarle una paliza.

Cita de: Idunne en 17 de Enero de 2012, 17:52
Cita de: khalanos en 17 de Enero de 2012, 17:13
Cita de: Skiles en 17 de Enero de 2012, 16:33Bleach

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Cita de: Maxus en 17 de Marzo de 2012, 19:07Todos tenemos derecho a ser una personalidad de Ayr. Lo pone en algún sitio de la Constitución uhm

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