CientoSeis

-Hey, ReI. Tengo una propuesta de trabajo que hacerte, pásate por el club y almorzamos. Ven con hambre.-escuchaste la voz de Caronte en tu contestador automático, un mensaje enviado a las 4 de la mañana.

Las propuestas de trabajo de Caronte siempre eran interesantes, e incluso cuando no lo eran, cualquier excusa es buena para comer algo con un amigo.

Tras recoger tus cosas [especifica qué llevas encima en tu próximo post, o por MP si lo prefieres], te pones en camino hacia el restaurante. En tu ruta te surge un contratiempo: la avenida Lechman, acceso directo a la zona Este de la ciudad, esá cortada.

Es una calle de cuatro carriles de ancho, flanqueada por bloques de apartamentos. Detrás de dos furgones Swat se levanta una barrera de vallas azules, custodiada por dos policías que redirigen el tráfico. En la lejanía te parece ver nubes de humo.

La avenida está bloqueada hasta donde te alcanza la vista, unos 300 metros como poco. Será imposible entrar a pie, mucho menos en vehículo. Hay una boca de metro en las cercanías que puede llevarte a tu destino; la alternativa es dar un largo rodeo.

Con un gesto de su mano, ReI levanta sus gafas de sol para hacer como que ve mejor. Se queda parado dos segundos, vuelve a bajárselas y se da la vuelta camino de la boca del metro.

Al bajar las escaleras es casi innato fijarse con aquellos que se cruza, distinguir quién es un programa y quién no. Hay que mantener los ojos bien abiertos. Saca un ticket de metro y pasa los torniquetes tratando de hacerlo con naturalidad "humana". Un par de escaleras mecánicas más abajo y tras adelantar ocho personas por el camino y cruzarse con tres en sentido contrario, llega finalmente al andén, ocupado por varios ciudadanos esperando al siguiente metro.

Todo en calma.

Advertir(http://www.cientoseis.es/Themes/curve106/images/dice_warn.gif) This dice roll has been tampered with!
Rolled 3d10 : 1, 8, 8
A no ser que los visites específicamente, no sueles cruzarte con más de dos o tres programas al día. Sólo en tu camino de la calle al andén, distingues al menos a cuatro.


El metro no se hace esperar. Las puertas se abren y los pasajeros embarcan mientras una voz maquinal comenta por megafonía cosas indistinguibles.


Te acompañan en el vagón una joven pareja asiática de semblante serio, un vagabundo melenudo tirado entre cartones, una adolescente gordita vestida de cuero y un barbudo de piel muy oscura, de mediana edad.

El barbudo es el que está sentado más cerca de ti. Ignoras su presencia durante un rato, parece absorto en sus propios pensamientos. De vez en cuando mira a los asiáticos. Pero luego te mira a ti.

Y sin presentarse, ni dejar de mirarte a los ojos, te pregunta. Su mirada se te clava en el cuerpo. Y sus palabras te pillan completamente desprevenido.

-¿Eres feliz?

Lentamente gira la cabeza hasta el hombre que se ha dirigido a él. Su mirada queda oculta tras las gafas de sol.

"..."

No hay respuesta. De nuevo vuelve a su posición original y en un intento por expresar emoción arquea su espalda hasta apoyar su rostro entre sus manos, meditabundo, mientras deja escapar una palabra en lo que parece casi un susurro, aunque perfectamente audible.

"Felicidad."

La pausa es larga; la vista se mantiene al frente.

¿Felicidad? ¿Ello mismo? Curioso. Es una pregunta que nunca había sido escrita en su registro. Una nueva incógnita...

"No lo sé."

No se movió a la hora de contestar. La respuesta se había hecho de rogar. De nuevo había hablado en voz baja, pero entendible para los allí presentes que estuviesen escuchando. La voz era tan áspera como sus serio su semblante y calmado su temperamento.

"¿Y usted?"

La pregunta se escuchó tras un breve lapso de mutuo silencio.

El barbudo lleva una túnica oscura, pantalones anchos de samurai y sandalias de mimbre. Parece un sabio indigente, y se comporta como si no conociese en lo más mínimo las convenciones sociales. Su piel es dura y seca, y sus ojos escudriñan el vagón con curiosidad infantil.

Parece muy tranquilo.

-No lo sabes...-repite tus palabras, con cierta sorna. Su voz es tan profunda como su mirada sobre ti. Ambas te hacen sentir nervioso.-No sabes si eres feliz. Y sin embargo estás aquí. Has abrazado en tu algoritmo los infinitos procesos que te han conducido aquí, a este vagón, rumbo a un destino geográfico que originará un nuevo proceso en tu experiencia.
Y por cada uno de esos procesos efectúas los incontables cálculos que te dirigen hacia el final de tu expresión, como emprender este trayecto es un cálculo que resuelves pagando un cierto coste de tu tiempo. Pero ignoras el resultado de tu propia fórmula, como si fueses a descubrirlo al final de esta cadena, y sin embargo sabes que tu cadena no tendrá otro fin que cuando llegue tu muerte.

La adolescente gordita desvió discretamente su atención hacia vosotros. El barbudo no pareció darse cuenta.

Al oír sus palabras, vuelve a observarle, ésta vez más detenidamente, escuchando con atención las palabras que el viejo ha dicho. ¿Quién es?

- "La felicidad..." - repite de nuevo para sí mismo.

¿Qué es la felicidad? Una persona se muestra feliz cuando está en armonía acorde a sus sentimientos internos según los humanos. La felicidad es un valor abstracto subjetivo e inherente de cada sujeto. Si una persona está triste, no puede estar feliz. Si una persona está feliz, no puede estar triste. No estoy triste. ¿Estoy feliz? ¿No estar triste implica estar feliz? ¿No estar feliz implica estar triste? ¿Se puede no estar feliz y no estar triste? Depende de los factores que intervengan en la idea de felicidad de cada individuo y del tiempo expuesto a estas decisiones y sus consecuencias.

Entonces, ¿qué sentimientos tengo yo?

- "Mi visión es mucho más sencilla y práctica." - intervino finalmente - "No tomo mis decisiones tomando factores posibles externos infinitesimalmente improbables. Efectúo un cálculo o pensamiento deductivo por cada elemento a decidir. Juzgo el resultado final de cada uno de ellos y elijo el resultado más satisfactorio para mí según estos cálculos predictivos. Por ejemplo, necesito ir a un lugar de destino. La forma más eficiente es escoger la ruta más corta. Ha habido un imprevisto. El trayecto más corto se encontraba cortado. Ir a pie o en coche implicaba tardar más tiempo que en metro. La decisión final ha sido coger este último porque la rapidez era el factor más importante. Hay un grado de incertidumbre que no depende de mí al viajar en metro. Ese grado de incertidumbre no me permite estar seguro del fin de este viaje. Si las expectativas se cumplen, estaré complacido. En caso contrario, no."

"La felicidad dependerá del sumatorio de decisiones y del grado de importancia otorgado a cada decisión. Dicha importancia estará representada en forma de un intervalo de tiempo. La razón del grado de importancia es: Cuanto más importante, más tiempo influirá en el individuo."

"En conclusión, mi próxima felicidad dependerá del fin de este viaje. Acorde a mis expectativas voy a serlo. Soy feliz hasta entonces."

"Y usted tiene razón en parte."

FdI: ¿Es un programa o es un ser humano "normal y corriente"?

Advertir[blockquote]Rolled 3d10 : 10, 6, 1, total 17[/blockquote]
Empatía[blockquote]Rolled 3d10 : 9, 7, 3, total 19[/blockquote]

Advertir: Es un programa o un desenchufado. Su código es ciertamente marciano: está formulado mediante expresiones matemáticas innecesariamente redundantes, que lo hacen muy difícil de leer.

El barbudo sonríe, misterioso.

-Discúlpame.

El metro se detiene en Calle Mook. Un grupo de empresarios de traje se suben. Estás a solo una parada de tu destino. Ya podrías bajarte aquí e ir andando si lo deseas.
El indigente melenudo al fondo del vagón se levanta de sus cartones y se arremanga su sucia chaqueta para observar una hilera de relojes de pulsera que tiene en el brazo. Cruza las puertas y se marcha.

Tu compañero barbudo se levanta y se dirige a una esquina del vagón. Recoge una lata del suelo y con pinta de no saber muy bien qué hacer con ella, la lanza lejos. Luego regresa a tu lado.

-Eso es lo que dices.-prosigue, como si nunca os hubieseis interrumpido.-Y sin embargo esas ponderaciones que dices ser capaz de hacer te han tenido cinco coma tres segundos pensando y revisando tu conocimiento de ti mismo para que hayas terminado contestando "No lo sé". El cerebro humano promedio-al escucharle usar la palabra "humano" comprendes que no tiene la menor idea de que eres un Programa-no suele necesitar más de dos coma siete segundos en acceder a una información en la que confía.
¿Cuál de tus dos resultados crees que será el más sincero contigo mismo, el que me has arrojado ahora condicionado por la incómoda objeción que te ha hecho un desconocido, o el que me arrojaste al principio de forma inocentemente transparente por no saber por dónde irían los tiros?

[La tirada de Empatía era para otra cosa de la escena, pero la fallaste].

- "Le he dicho que tiene razón en parte. Es imposible saber en un 100% el resultado de este viaje. La única opción es hacer una tabla de estadísticas que indique la probabilidad de cada resultado.

Mis dos respuestas han sido dadas en diferentes circunstancias. Nunca nadie me había planteado o me había cuestionado mi felicidad. La primera respuesta fue dada cuando no se habían terminado de ejercer los cálculos pertinentes. La segunda respuesta se dio una vez los cálculos habían finalizado. La diferencia entre ambas radica entre el factor "Novedad" y el factor "Conocido".

Además, la pregunta es inexacta. Las dos respuestas son sinceras. La pregunta correcta desde mi punto de vista es "¿Qué respuesta es de la más estás seguro?" si quiere saber cuál eligiría.

Por consiguiente, elijo mi segunda respuesta. Una respuesta bien pensada y razonada siempre es preferible a una inconcluyente."

ReI observa cómo se aproxima la siguiente estación, su última parada. Va a llegar a su destino. Aunque los resultados de los cálculos algorítmicos ya han sido obtenidos, las operaciones se siguen repitiendo una y otra vez en su sistema de cálculo para contrastar sus propios resultados a medida que los factores imprevisibles van disminuyendo en porcentaje al estar cada vez más cerca de su destino. Y eso es algo muy inusual en un programa.

-Me alegro de que confíe usted tanto en su criterio.-sonríe.-Ojalá yo tuviese una capacidad de análisis tan precisa. Le deseo que la conserve siempre, antes de volverse un inconstante como yo. Tengo una amiga muy sabia que siempre se ríe de mí por eso, dice que nadie es capaz de ver más allá de una elección que no entiende. Me recuerda a usted.

El vagón llega a la estación de Hundlake. Es una estación de un único carril; las puertas de ambos lados se abren.

El barbudo se levanta y se dirige a la puerta contraria a la tuya.

-Esta es mi parada. Un placer haberle conocido.

- "Un placer haberle conocido, señor."

En cuanto la puerta de su lado se abre, ReI sale y se sitúa en el otro andén. Sin embargo, se para un momento y se gira de cara a las puertas abiertas del vagón. Antes de que se cierren ambas, unas palabras salen de él y llegan hasta oídos del barbudo.

- "Por cierto."

Creía que era conveniente que lo supiera. Al fin y al cabo, se habían conocido gracias a eso.

- "Soy feliz."

Una sonrisa se asomó a sus labios, las puertas del metro se cerraron y los vagones empezaron a retomar su ritmo. ReI salió a la calle, a ese destino incierto que le deparaba por haber decidido ir en metro y no a pie o en coche.

¿Qué se encontraría?

El barbudo asiente con la cabeza.

-Haga lo que tenga que hacer para seguir siéndolo.-y le ves dar la vuelta y marcharse, caminando muy rápido, como si huyese de algo. Mientras él sale del vagón, entra un grupo bastante numeroso de empresarios.

Cuando ya has dado un paso fuera del vagón y las puertas están a punto de cerrarse, ves por el rabillo del ojo como la adolescente vestida de cuero que había escuchado con interés vuestra conversación empieza a retorcerse en su asiento. Las facciones de su cara se funden y su ropa se transustancia ante tus ojos hasta transformarse en un viejo conocido tuyo:



Inmediatamente, y en un solo movimiento, el Agente se levanta de su asiento y desenfunda su Desert Eagle. Apartando a los empresarios a empujones, corre para salir del vagón antes de que las puertas se cierren mientras apunta al barbudo.
Llega a disparar sobre él desde dentro del vagón (causando el pánico en toda la estación), pero entrevés por las ventanas que justo cuando ha disparado, una lata con la que tropezó uno de los empresarios al ser empujado le golpeó en la muñeca provocando que el tiro se desviase.

No puedes ver bien qué sucede en el otro andén con el vagón en medio. El Agente lo abandona en el último segundo, a punto de que le pillen las puertas. Ya sin el metro estorbando, puedes ver que el barbudo no está por ninguna parte y el Agente corre por un pasillo con el arma todavía apuntando a la altura de la cabeza.

Nada más verlo, ReI no se queda parado. Casi como por instinto, se da media vuelta y corriendo se marcha. Cuanto más lejos mejor. Esta vez no iban a por él, pero eso no quita para que se dejen de tomar precauciones. Mejor si no está expuesto al peligro demasiado tiempo.

Una vez pasa los torniquetes, sigue corriendo hasta salir a la calle. Una vez arriba, ya adquiere otro ritmo y finge normalidad. El paso se mantiene constante, sin embargo.

Va siendo hora de ver a Caronte.

Ante él, las puertas de un restaurante de lujo. El Club "Érebo".

Caronte te espera ya sentado a una de las mesas al fondo, con expresión bastante seria. Está embobado mirando al infinito, ni siquiera te ha visto entrar. La guapísima recepcionista te sonríe y te dirige a su mesa.

-Ah, justo a tiempo. Ya me empezaban a rugir las tripas. ¿Cómo te va?

Tienes una carta frente a ti con infinidad de platos de primera categoría. Un camarero os pregunta qué vais a querer.

-De beber trae un Nagual del Judith, creo que ReI no lo ha probado. Y para mí, pudding de gambas y tartar de salmón marinado.

Después de que el camarero te tome nota, Rei te expone la situación.

-Me alegro de que hayas venido. Hay noticias. Los programas cuentan historias. Parece que los señores de la tecnocracia están muy preocupados, empiezan a ver que su sistema se les escapa de las manos. Hay una serie de señales en el código, signos previsibles para los que ya llevamos aquí un tiempo, que han empezado a aparecer. Y llevan matemáticamente al caos.
Dime una cosa, ¿crees en el Elegido?

- "Hola, Caronte."

Al llegar a la mesa, ReI se sienta en la silla de enfrente con las gafas aún puestas y las manos encima de la mesa, bastante tranquilo, como si no hubiera pasado nada tan sólo unos instantes atrás.

Cita de: Deke en 06 de Diciembre de 2011, 14:27-Ah, justo a tiempo. Ya me empezaban a rugir las tripas. ¿Cómo te va?

- "Muy bien, gracias. ¿Y tú?"

Cita de: Deke en 06 de Diciembre de 2011, 14:27-De beber trae un Nagual del Judith, creo que ReI no lo ha probado. Y para mí, pudding de gambas y tartar de salmón marinado.

ReI asiente con la cabeza en un gesto de agradecimiento. No siempre Caronte se mostraba tan servicial y amigable, él lo sabía bien. No sería la primera vez que lo viera "proceder" si algún programa lo fallaba. A decir verdad, podría considerarse hasta un pequeño privilegio el sentarse a comer mientras hablaban de negocios y/o asuntos.

Cita de: Deke en 06 de Diciembre de 2011, 14:27-Me alegro de que hayas venido. Hay noticias. Los programas cuentan historias. Parece que los señores de la tecnocracia están muy preocupados, empiezan a ver que su sistema se les escapa de las manos. Hay una serie de señales en el código, signos previsibles para los que ya llevamos aquí un tiempo, que han empezado a aparecer. Y llevan matemáticamente al caos.

Dime una cosa, ¿crees en el Elegido?

Creer...

Por supuesto, para un programa tan metódico y analítico como ReI, "creer" en el sentido de confiar ciegamente y sin evidencia ninguna en un algo ficticio y desconocido no era una opción a tener en cuenta. En su opinión, esos actos de "fe" eran típicos de humanos, no de máquinas.

Sin embargo, la IA de un programa es tan compleja... Los humanos habían conseguido desarrollar finalmente una Inteligencia Artificial lo suficientemente potente como para reproducir sentimientos, tener opiniones, etc.; habían conseguido recrear no sólo una IA (eso era algo que se había conseguido desde que aparecieron los ordenadores por primera vez) sino que se había conseguido dotarla de personalidad y espontaneidad. Por eso, en el sentido más literal de la palabra "creer" podría interpretarse como en escoger la opción más acorde al razocinio propio del individuo desestimando el tanto por ciento de probabilidad de ésta y dándola por válida. Pero era un acto tan poco irreflexivo que no podía asimilar que otros programas pudieran llegar a tales extremos de humanidad. La humanidad de cada programa individual se puede fingir, pero asimilarlo como parte de la naturaleza de una máquina es algo inconcebible. Humanos y máquinas son cosas distintas.

No se parecen en nada.

- "No." - fue toda respuesta en un principio - "Una anomalía no puede existir en este mundo. O existe y se tiene conocimiento de ello, aunque la posibilidad de su existencia sea ínfima, o no existe. Si la existencia de El Elegido es cierta, Matrix tiene que saberlo de antemano. Es como una ecuación. Todas las incógnitas tienen que encajar. Que todas las incógnitas menos una tengan el valor correcto no hace que la ecuación funcione. No es una solución válida.

Desconozco si existe El Elegido. Sólo soy un programa exiliado. Pero no creo en anomalías milagrosas ni en profecías.

¿Por qué lo preguntas?"

Los proceses de cálculo de su cabeza, sin embargo, no paraban de funcionar y analizar al tipo tan extraño que había visto en el metro. Al fin y al cabo, las probabilidades son sólo estadistica. No estaba negando la existencia de El Elegido; estaba diciendo que por ser una opción altamente improbable, la desestimaba.

Caronte sonrió.

-Pero, ¿cómo podríamos saber el resultado que Matrix prevé para esta ecuación? Existe demasiada información para decodificar Matrix. Eso no está al alcance ni de los mejores calculadores de la tecnocracia. Y con Matrix no se puede hablar; bueno, puedes hablarle, pero te contestaría antes este filete.
Además, ¿qué te hace pensar a ti que la ecuación es perfecta? Ha sido diseñada por un creador imperfecto, pues imperfectos son los tecnócratas porque fueron creados por humanos imperfectos. Hemos mejorado en muchos aspectos, chico, es cierto; hasta donde sabemos somos óptimos...pero ¿podemos estar seguros de saberlo todo?

La auténtica autonomía de las IA se alcanzó cuando los humanos incluyeron la consciencia de conocimiento. Las máquinas pasaron de ser autómatas a ser autósofos; se les enseñó a obedecer su programación ya no imperativamente, sino por ser la mejor que conocían. Se incluyó este aspecto para experimentar con la posibilidad de autoactualización, pero acabó conduciendo a las máquinas al socrático pensamiento de "sólo sé que no sé nada", su principio del uso de la razón. Y una de las primeras conjeturas de los tecnósofos fue la llamada Teoría Del Crecimiento Subordinado, que Caronte acababa de citar.

-Ojo, que yo no soy creyente, no como para poder afirmar con certeza. Pero ya que ni Matrix es perfecta ni los tecnócratas pueden arreglar todas las anomalías, ¿qué te parecería si te dijese que la propia Matrix podría estar dando señales de que se acerca el Elegido?
No te puedo demostrar las verdades implicaciones matemáticas de esos signos, es puro cálculo especulativo, sólo el Oráculo dice que tiene coco suficiente para aproximar el resultado. Que vete tú a saber hasta donde llegará realmente la capacidad de esa señora, pero la Resistencia confía en ella. Y te tengo que decir que yo también he visto esos signos antes y, por mucho que correlación no implique causa, coincidieron con la llegada del caos.
Dice el Oráculo que uno de esos signos es la presencia de El Caminante, un exiliado al que todo el mundo daba por reciclado hasta que ha vuelto a dejarse ver por un par de sitios esta semana. La Resistencia quiere encontrarle y protegerle antes de que le encuentren los Agentes. Y a nosotros nos interesa conocer a ese tipo, descubrir qué hace aquí y, si puede ser, llegar a hacerle aliado nuestro. Es, como ves, un tipo bastante influyente.

El pudding de gambas llegó a la mesa. Caronte recogió del suelo un maletín, del que extrajo una carpeta con una foto y algunos datos básicos de su código.

-Me he citado con la Resistencia esta tarde, entre las 3 y las 5, en el Parque Durhold. Vamos a echarles una mano. He pensado que podría interesarte. ¿Qué te gustaría como pago?-Caronte dio jocosamente la misión por aceptada, en busca de alguna sonrisa en el rostro del a veces algo soso ReI.

- "La base será humana, pero las máquinas diseñaron su desarrollo y evolución. La solución de las carencias iniciales con las que contaba." - el programa hacía pequeñas pausas entre las frases, remarcando el silencio de cada punto y seguido. - "Tú y yo."

La respuesta había sido franca. Era verdad, Matrix ya no los necesitaba teóricamente, así que su presencia sólo podía causar problemas. Era normal que se encontraran mejores soluciones para su funcionamiento. Pero eso no se podía aceptar así como así. No al menos para un exiliado.

¿A quién le gustaría que lo borrasen?

Imitó con la misma sonrisa a Caronte mientras el resto de su cuerpo permanecía impasible.

Cita de: Deke en 09 de Diciembre de 2011, 14:18Caronte recogió del suelo un maletín, del que extrajo una carpeta con una foto y algunos datos básicos de su código.

Los procesos simuladores de estímulos de ReI funcionaron de inmediato en cuanto vió el patrón descrito en el archivo. No hubiera hecho falta observar la línea desencrpitada de datos de la imagen residual que ofrecía, salvo para confirmar que efectivamente era él.

- "¡Santo Dios, es él!"

Incluso un programa tan antiguo, tan "primerizo" como ReI no podía evitar reacciones que estaban configuradas por defecto por mucho que intentase reconfigurarse a si mismo. Concretamente, además, esa no era pecisamente una ventaja que él pudiera disponer.

Según los protocolos de reacción humana, las cejas enarcadas que hacían que los ojos de ReI sobresalieran un poco más de lo normal indicaban sorpresa total e inesperada. El resto de su rostro estaba inmóvil, pero ello no evitaba un gesto de asombro y... desconcierto.

- "Le conozco. Error. Es más correcto decir que lo acabo de conocer".

Tras una rápida mirada a la foto para analizar sus rasgos y datos característicos más detenidamente, las preguntas salen a la palestra como imposibles de retener o de evitar.

- "¿Quién es? ¿Qué es lo que hace?"

Cita de: Deke en 09 de Diciembre de 2011, 14:18
-Me he citado con la Resistencia esta tarde, entre las 3 y las 5, en el Parque Durhold. Vamos a echarles una mano. He pensado que podría interesarte.

El Caminante. Caronte. Humanos. 15:00-17:00. Parque Durhold.

- "Tus encargos son mi trabajo. Estaré allí.

Cita de: Der Metzgermeister en 14 de Diciembre de 2011, 01:14Tras una rápida mirada a la foto para analizar sus rasgos y datos característicos más detenidamente, las preguntas salen a la palestra como imposibles de retener o de evitar.

- "¿Quién es? ¿Qué es lo que hace?"

-Es un jugador. Persigue los desafíos. Se dedica a recibir y aprender de los valores que adoptan las variables que le rodean, los computa y los utiliza para obtener conocimientos y traducirlos en facultades.
Dependiendo de qué variables se encuentre consigue unos efectos u otros, así que se dedica a intentar cambiar las variables según le convenga. Si le encontráis ya le verás hacer todas esas cosas.
Y ahora ya basta de hablar de trabajo. ¿Has probado ya el Nagual del Judith? ¿Sabías que se elabora con vid abonada con cenizas humanas?

Cierro la escena para poder juntaros ya.