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Alt.NWB - Archivo 2: La Fortaleza

Iniciado por ayrendor, 05 de Abril de 2011, 01:16

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Lance


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ayrendor

#192
Xerim ya tenía barro hasta en el interior de las orejas. Después de las caminatas de aquel día le iban a doler las piernas durante semanas. Ya comenzaba a sentir los gemelos cargados por la tensión de mantener el equilibrio sobre el resbaladizo suelo. Se encontraba de nuevo en el barrio comercial. El motivo había sido la nota que Ypwen le había dejado en la puerta mientras él mantenía una conversación con Floze en el piso superior. En el papel, con caligrafía curvada y en letras mayúsculas, estaba escrito:

"TU HERMANA TUVO UNA NEGOCIACIÓN CON TUCIL EL ÚLTIMO DÍA QUE LA VIMOS.

NO VUELVAS A MOLESTARME."

Así que Savage había tenido una charla con el Noble el día que, probablemente, decidió que sus planes divergían de los del Hurón. Eso era algo que merecía un poquito de atención por parte del joven alquimista. Además, a pesar de la ausencia del sol, los tonos de los nubarrones comenzaban a indicar que el día tocaba a su fin. Pocas cosas más podría hacer antes de que la oscuridad cubriera la ciudad.


La Galería Roja era, arquitectónicamente hablando, muy diferente al resto de las edificaciones de "La Feria". La realidad es que era una copia exacta del místico templo de Hōryū-ji, el cual aparecía en la gran mayoría de las leyendas relacionadas con "La Esfera de Eiichiro Obata". Construido por entero con madera, contaba con una única sala central de dos niveles que suponía uno de los mayores tesoros de la ciudad. Muchos exploradores, entre los cuales se encontraba su abuelo Eujen, se habían aventurado en tierras desconocidas en busca de restos de esas épicas historias transmitidas desde tiempos olvidados. Ninguno, como es lógico, había tenido verdadero éxito en su empresa.
El piso inferior, lugar de reunión de respetados comerciantes, apenas estaba ocupado a esas horas de la tarde.  Los picos de mayor afluencia solían ocurrir antes de la hora de la comida. Aunque, en ciertas ocasiones, había un pequeño repunte en las dos horas posteriores a ese momento del día. El espacio superior, el cual era privado, extraoficialmente pertenecía a Tucil. El Noble era un comerciante experimentado, muy propenso a obtener gangas, y que sabía valorar el arte. Sin embargo, era un vago redomado que dedicaba su tiempo a la comida y al placer. Si no fuera por el papel esencial que desarrollaba del comercio para la ciudad, el resto de piezas en aquel inmenso tablero lo hubieran eliminado de la partida. Tucil era un hombre propenso a dejarse ver paseando entre las tiendas los días soleados. En esos momentos repartía palabras con todo aquel que estuviera dispuesto a escucharle. Otra historia bien distinta era intentar tener una reunión privada con él. Como ya se ha dicho, el disfrute era su afición y máxima prioridad.

Xerim fue directo al fondo de aquel gran espacio cerrado. La madera del suelo crujió bajo sus botas. Un pequeño mostrador de pino había sido incorporado a la pared de la parte trasera de la construcción. Tras susodicho mueble, se refugiaban dos personas que protegían un acceso a las escaleras. El pórtico estaba cubierto por una cortina de seda púrpura en cuya superficie había sido bordada una moneda pentagonal. Uno de ellos era el joven Ánfim, y el otro era un hombre bajito y arrugado que respondía al nombre de Gluguer. Formaban una pareja realmente extraña, mientras Ánfim iba tan arreglado como de costumbre; Gluguer, tenía un aspecto roñoso y desarrapado. Ambos observaron al joven alquimista durante todo el recorrido hasta ellos. Gluguer rezongó de forma casi inaudible algo que solo su compañero pudo escuchar. No era un hombre de muchas palabras, o conocido por su educación. Fue el pulcramente vestido Ánfim quién se dirigió a él en un tono solemne.

-Buenas tardes alquimista – dijo abriendo los brazos en un gesto exagerado de bienvenida-. Es un placer contar con tu presencia en nuestro enorme salón.

Xerim no estaba dispuesto a seguirle el juego. Nunca había dominado el lenguaje pomposo y cargado que utilizaba Ánfim. Por eso nunca se había sentido cómodo cuando trataba con las familias de "La Villa".

-Vengo a ver a Tucil. Necesito conocer sobre que habló Savage con él hace dos semanas.

-Los negocios del jefe no son asunto tuyo – gruñó Gluguer añadiendo un par de expresiones blasfemas que Xerim no pudo, o no quiso, escuchar-. Lárgate con viento fresco.

-Tranquilidad – dijo Ánfim manteniendo su amplia sonrisa. Parecía disfrutar de la situación en cierto modo-. Si bien es verdad que los negocios de Tucil no son de tu incumbencia, no es menos cierto que nada tenemos que ocultar. Todas las transacciones que hacemos bajo este santuario del comercio se ajustan a las normas del Consejo.  

-Lo que quiere decir que esto no es el sucio nido de ratas al que tú estarás acostumbrado – puntualizó Gluguer, tamborileando los dedos sobre el mostrador.

-Algún día esa ponzoñosa bocaza tuya va a costarte la vida – apuntó el apuesto joven a su arrugado compañero. Después se giró de nuevo hacia Xerim-. Tú bonita hermana, la cual apunto estuvo de atizar a mi pequeño compañero en varias ocasiones, mantuvo una breve charla con nuestro jefe sobre tasas de exportación.

-¿Bromeas? – preguntó él, sorprendido por la extraña temática.

-No tengo la costumbre cuando se trata de negocios – contestó con repentina seriedad y sin perder la sonrisa-. Tucil le describió minuciosamente las diferentes modalidades de exportación que podía contratar con su compañía. Savage se mostró muy satisfecha con nuestras ofertas, aunque no contrató ninguna de las opciones. No hemos vuelto a saber nada de ella desde entonces.

-Bueno, eso es suficiente información – replicó Xerim retrocediendo un par de pasos. Era más de lo que esperaba conseguir de boca de aquel duo.



Unos minutos más tarde, cuando el alquimista se hubo despedido y alejado lo suficiente, Gruguel y Ánfim tuvieron un corto intercambio de palabras antes de sumirse en su habitual silencio de guardia.

-El jefe te cortará la lengua si se entera de que has violado el secreto profesional – dijo Gruguel mientras se rascaba de forma sonora el escaso cuero cabelludo.

-No lo creo, después de todo el es el hermano de la chica. Entre la familia no deberían existir secretos – argumentó Ánfim-. Además, no hubo trato alguno por decisión de Tucil. Miró su orbe y rechazo la oferta de ella contundentemente. ¿Cual será el motivo?

-Bueno, no somos quienes para cuestionar esa decisión. Y mucho menos si toco esa esfera salida de la boca del infierno – sentenció el gruñó sirviente del Noble.


Cita de: Maxus en 17 de Marzo de 2012, 19:07Todos tenemos derecho a ser una personalidad de Ayr. Lo pone en algún sitio de la Constitución uhm

Cita de: PsyroUna vez un zubat atacó a rayd y estaba tan confuso que fue a casa de ayrendor a pegarle una paliza.

Cita de: Idunne en 17 de Enero de 2012, 17:52
Cita de: khalanos en 17 de Enero de 2012, 17:13
Cita de: Skiles en 17 de Enero de 2012, 16:33Bleach

one piece?

Jungle Wa Itsumo Hare Nochi Guu

ayrendor


Día 4

PdM – 30.

Tareas Obligatorias

Visitar la "Torre de los Astros" [Cuartel de Veldro] – 6.  

Tareas Opcionales

Visitar "La Feria" – 7.

Conseguir un pase a Puerto Cloaca – 10.

• Apelar al Rombo para conseguir un permiso para entrar en "La Fortaleza" – 10.

Visitar a Floze e Ypwen para pedirles ayuda – 6.


Así termina el Día 4.


Cita de: Maxus en 17 de Marzo de 2012, 19:07Todos tenemos derecho a ser una personalidad de Ayr. Lo pone en algún sitio de la Constitución uhm

Cita de: PsyroUna vez un zubat atacó a rayd y estaba tan confuso que fue a casa de ayrendor a pegarle una paliza.

Cita de: Idunne en 17 de Enero de 2012, 17:52
Cita de: khalanos en 17 de Enero de 2012, 17:13
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one piece?

Jungle Wa Itsumo Hare Nochi Guu

ayrendor


Día 5

PdM – 30.

Tareas Opcionales

• Visitar "La Feria" -7.

• Conseguir un pase a Puerto Cloaca por medios no tan legales – 11.

• Inspeccionar la "Biblioteca" en busca de planos de "La Fortaleza" – 7.

• Buscar a Ílerc en "La Manigua" para pedirle consejo – 10.


Se abren las votaciones.


Cita de: Maxus en 17 de Marzo de 2012, 19:07Todos tenemos derecho a ser una personalidad de Ayr. Lo pone en algún sitio de la Constitución uhm

Cita de: PsyroUna vez un zubat atacó a rayd y estaba tan confuso que fue a casa de ayrendor a pegarle una paliza.

Cita de: Idunne en 17 de Enero de 2012, 17:52
Cita de: khalanos en 17 de Enero de 2012, 17:13
Cita de: Skiles en 17 de Enero de 2012, 16:33Bleach

one piece?

Jungle Wa Itsumo Hare Nochi Guu

Minerva

Conseguir un pase a Puerto Cloaca por medios no tan legales

Visitar la biblioteca en busca de planos de la fortaleza

Buscar a Ílerc en La Manigua para pedirle consejo

Mime

- Conseguir un pase a Puerto Cloaca por medios no tan legales
- Buscar a Ílerc en "La Manigua" para pedirle consejo
- Inspeccionar la "Biblioteca" en busca de planos de "La Fortaleza"

El tipo

• Conseguir un pase a Puerto Cloaca por medios no tan legales

• Inspeccionar la "Biblioteca" en busca de planos de "La Fortaleza"

• Buscar a Ílerc en "La Manigua" para pedirle consejo


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ayrendor


La luz de la mañana disipó toda duda acerca de las condiciones meteorológicas de aquel día. Las últimas nubes, desertoras del temporal que había sufrido la ciudad la jornada anterior, parecían haberse distribuido caprichosamente por el amplio cielo. Xerim había dormido como pocas veces en el presente año. Eso no significaba que hubiera descansado, ni mucho menos. Durante cada segundo dormido había soñado con los retazos de información que había recopilado. Así que cuando Merice le llevo, en un gesto de amabilidad que el alquimista estaba seguro que no era habitual, un recipiente repleto de café caliente, él ya estaba más que despejado. El intercambio fue breve, ella le interrogó sobre sus avances de forma sutil mientras se servía a si misma el desayuno. En ciertos momentos, debido a determinados gestos que para otros pudieran pasar desapercibidos,  Xerim llego a considerar que Veldro la había enviado porque no confiaba completamente en que no apoyara a su hermana. Posteriormente, apenas un día después, se enteraría de que ella estaba allí por su propia cuenta y riesgo. Sin embargo, no hay mal que por bien no venga. Merice se mostró muy comprensiva ante el problema de Xerim para acceder a Puerto Cloaca. Y si bien ella no podía conseguir otro pase, si que sabía quien podía obtener uno con facilidad. Fue precisamente allí donde el joven de ojos rojos se dirigió tras abandonar su casa.


-Por aquí – murmuró el mensajero.

El sistema de alcantarillado de la ciudad estaba lleno de mierda a pesar de funcionar perfectamente. Para los ojos inexpertos del alquimista aquella suciedad era producto de años de abandono de las instalaciones. Para Kiyopsi, el cual ejercía de guía de nuevo, era un escenario planeado al milímetro para no atraer la atención de miradas indiscretas. Todo estaba tan bien colocado que realmente tenías que tener cuidado con no resbalar con un trozo de mierda, o no pisar un pedazo de madera podrida. El artífice de todo aquel espectáculo era el archiconocido traficante Bródoli. Su merecida fama había surgido a raíz a su capacidad para conocer al dedillo las rutinas de los soldados dataranos. De esa forma había establecido escondites a lo largo de toda la ciudad, además de varias vías de entrada y salida desconocidas para la mayoría del público.

-¿Estás seguro de que es por aquí? – preguntó Xerim a su acompañante. Olisqueo el aire un par de veces y sintió que su cabeza daba vueltas. A cada pasó que daban olía más a muerto.

-Totalmente, cuanto más nauseas sientas más cerca estaremos – respondió el mensajero mientras inspeccionaba la pared-. Este lugar fue construido precisamente para evitar que nadie se acercara.

Xerim no comprendía como Kiyopsi se orientaba con tanta soltura por aquel lúgubre laberinto de basura. Sobre todo teniendo en cuenta que la única antorcha que tenían la portaba el alquimista en la retaguardia. Desde que se habían reunido, poco después del desayuno con Merice, el mensajero se había encaminado directamente hacia uno de las entradas descubiertos a las alcantarillas. Cómo en cuestión de un par de días habían conseguido averiguar el paradero del contrabandista era algo que Xerim no sabía, y que estaba casi seguro de no querer saber. Era probable que con cada paso que daba se estuviera echando cantidades ingentes de mierda encima, así que como habría dicho su difunta madre, "el horno no estaba para bollos".

Cuando se encontraron ante un gran tabique pintado de azul cielo, Xerim, recordó uno de los cuentos infantiles que más le gustaban cuando era un crio. Uno referente a una niña - o quizás una mujer, no lo recordaba bien -, que podía atravesar todo tipo de puertas, incluso aquellas que eran objetos que nadie en su sano juicio hubiera denominado con el término "puerta".  No obstante, aquello tan solo era el final del camino. Toda aquella caminata no había servido de nada. O eso creyó él hasta que Kiyopsi golpeo con ganas la superficie repetidas veces. El eco se transmitió por los túneles de un modo que no puede describirse con palabras. Parecía como si una campana enorme hubiera sido golpeada. Luego solo hubo silencio durante unos cuantos minutos. Incluso cuando Xerim quiso hablar, Kiyopsi le detuvo con un gesto de la mano. Comprendió que estaban esperando algo, o quizá a alguien.

El hombre que les fue a buscar parecía recién salido de una porqueriza. Lo detectaron gracias a su olor mucho antes de que entrara en su campo de visión. El aroma a estiércol y podredumbre podría haber tumbado al olfato más atrofiado. Y eso teniendo en cuenta que los pasillos ya olían mal de por si. Sus ropas eran harapos que habían sido cosidos de más de veinte prendas. Las partes del cuerpo que estaban descubiertas habían sido cubiertas por mugre negra que destacaba el blanco de sus ojos y sus dientes. Precisamente fueron sus dientes los que llamaron la atención de Xerim, tenía una dentadura perfecta. De nuevo el joven alquimista volvió a recordar la fábula que había escuchado tantas veces en su infancia. Uno de los compañeros de la chica era un noble – aunque de una forma completamente distinta a los Nobles actuales -, el cual tenía un rostro negro como la noche y carente de facciones. En ocasiones realidad y ficción podían llegar a parecerse más de lo esperado.

-Quédate aquí Xerim – dijo el mensajero. Había adoptado una posición de tensión similar a la de una gacela a punto de saltar sobre su presa-. Si no vuelvo en diez minutos recuerda esto. Diez giros a la izquierda, siete a la derecha, cuatro a la izquierda, seis a la derecha y tres a la izquierda.

No le dio tiempo a replicar. Para cuando quiso responder a Kiyopsi, ya se había alejado con aquel mugriento extraño. En la oscuridad el tiempo pasaba a una velocidad diferente. Incluso la antorcha, que se mantenía encendida solo por sus trucos de alquimista, parecía haber ralentizado su desgaste. En aquel oscuro agujero cinco minutos se podían convertir en una hora. Pero también, aunque solo en contadas ocasiones, podía ocurrir de forma inversa. Eran esas ocasiones cuando realmente uno podía correr peligro. Por eso los descensos a los sótanos de la Biblioteca eran controlados con tanta precisión.


Xerim calculó que llevaba ochos minutos, aproximadamente, desde que se había quedado solo. El ruido de pasos había roto la monotonía y le había devuelto a la realidad. Era Kiyopsi, el cual intencionadamente había realizado el ruido para no asustarle, quien regresaba solo de su corta excursión. El mensajero le agarró del brazo con fuerza y el alquimista intuyo que le estaba mirando fijamente desde detrás de los cristales de sus gafas. "Tenían que irse deprisa", o eso intuyo por el gesto. El viaje de vuelta fue mucho más corto, no se detuvieron hasta que no vieron la luz del día. A la luz del sol Xerim pudo ver como su compañero respiraba agitadamente.

-No se si esto es una buena noticia o no, pero te he conseguido el pase a Puerto Cloaca – comenzó Kiyopsi entre bocanadas de aire.

-Es una noticia genial. Es justo lo que necesitaba.

-Espero que opines lo mismo mañana – replicó el albino oculto tras su capucha-. A cambio, mañana tendrás que reunirte a primer ahora con Bródoli.

El alquimista no entendía nada. Kiyopsi normalmente era la pura imagen de la calma. Fuera lo que fuese que le hubiera puesto así, era algo muy a tener en cuenta de cara a su encuentro con el comerciante más buscado de toda la ciudad.

-¿Estas bien Kiyopsi? – preguntó él, preocupado ante el ataque de ansiedad-. ¿Qué ha pasado ahí abajo?

-No estoy seguro, pero nada bueno.


Cita de: Maxus en 17 de Marzo de 2012, 19:07Todos tenemos derecho a ser una personalidad de Ayr. Lo pone en algún sitio de la Constitución uhm

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Cita de: Idunne en 17 de Enero de 2012, 17:52
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Cita de: Skiles en 17 de Enero de 2012, 16:33Bleach

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